viernes, 3 de octubre de 2014

El Club de Los Pringaos. Daniel Montero



Premonitorio y certero título del periodista Daniel Montero, para esa sensación de pertenecer a este selecto club que se nos queda, tras conocer como y quien se lo lleva por la patilla, y que organismos y entidades dejan que se lo lleven muerto. Pocas opciones  les quedan a los miembros  del Club de los Pringaos, salvo seguir con el paganini de toda la vida, para que otros vegeten a nuestra costa. Con una prosa clara y sin filigranas, no las precisa, el autor nos va desvelando los secretos del submundo de los defraudadores, evasores y otras yerbas ponzoñosas y como sobreviven a cualquier intento de erradicación. Descubra con estupor las SICAV. Creadas teóricamente para que 100 paganos de a pie pudieran invertir en bolsa con escasos impuestos, fueron olfateadas por los tiburones. Estas sociedades de inversión colectiva, pagan solo el uno por ciento de sus beneficios en bolsa Ya podían los pringaos olvidarse del asunto. Las fortunas consiguieron mariachis, hombres de paja a cambio de nada. El resultado: las grandes fortunas del país controlan unas sociedades de que presuntamente se crearon para favorecer al pagano de a pie. Deléitese aprendiendo como ese equipo de sus amores y el futbolista de moda intentan por todos los medios defraudar, cediendo los derechos de imagen a empresas que gestionan su patrimonio. Deje que le resbale el venenillo por la comisura del labio cuando lea como el presentador al que sigue y la tertuliana semianalfabeta de moda, canalizan sus beneficios a través de empresas para facturar con ellas y pagar menos impuestos. Afíllese el colmillo mientras comprende por que usted paga generosamente todos los años el IBI, garaje y voladizos por unos cochinos 90 metros cuadrados, mientras la Duquesa de Alba no paga  por el Palacio Liria. Deguste como los Partidos Políticos (todos) miman al gran capital para que no se vayan a otra parte, o para que no dejen de financiarlos. Diviértase con el modelo plutocrático que tenemos que aceptar sin remedio, camuflado de democracia. Entreténgase contando los paraísos fiscales dónde esconden el dinero nuestros empresarios, deportistas de élite y artistas. Descojónese cuando descubra que Bono, el vocalista de U2 y su lucha contra el hambre en el mundo, se traducen en tributar en Holanda como sus compañeros los Rolling Stones para tangar al fisco de sus países. Alucine con el timo del camión de gasóleo, que se compra para vehículos comunes, pero se factura como si estuviera destinado a usos agrícolas dónde los impuestos son menores. Asómbrese viendo como el número de inspectores que Hacienda dedica a investigar grandes fortunas, tendría que ver una fortuna al día e inventariar y auditar a ritmo de ametralladora para simplemente aproximarse a un control racional. Irrítese (usted, pagano de a pie) a quien Hacienda crucifica con apremios e intereses, cuando conozca que las grandes empresas se pasan por el forro los apercibimientos del fisco (pasan de contestar) y aquí no pasa nada. Descubra el chollo de tener una fundación, de utilizar mendigos como testaferros, de ser deportista de élite. Descubra lo que oculta la frase “amo a España, pero vivo en Miami. Y en fin, descubra como, gracias al fisco y los gobiernos sucesivos, este país (o lo que sea) funciona gracias a la sangría que nos someten. ¿Se le ha quedado la cara a cuadros? Bienvenido al exclusivo Club de los Pringaos. No es necesario hacerse socio. Ya se encargan ellos.

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