jueves, 9 de julio de 2015

Gotham. Primera Temporada

                                             

Precuela del universo batmaniano que como su propio nombre indica trata sobre los aconteceres en la mítica ciudad, antes del origen del hombre murciélago. De hecho el arranque de la serie se sitúa en ese instante que en las películas de Batman se trata en flashback: el asesinato de sus padres, origen del trauma y posterior catalizador del nocturno justiciero. Gotham tiene una factura impecable. El diseño de producción respeta y mima los estilemas y detalles que en el imaginario colectivo forman parte de esta ficticia urbe expresionista. Edificios imposibles, oscuridad como estética, interiores barrocos, gárgolas en azoteas, trenes imposibles por encima de la ciudad, etc. La fotografía esplendida consigue la ambientación deseada en cada momento. En el aspecto interpretativo la calidad es alta, navegando al principio de la serie el personaje del policía Gordon en las peligrosas aguas de la insustancialidad, hasta crecer en los siguientes episodios al aproximarse al lado oscuro. 

Como es obligado en estos menesteres, la palma se la llevan los villanos del acto. Desde una enorme Jada Pinkett Smith; sensual y dominatrix; en un papel creado para la serie: la pérfida y superviviente “Fish Money”, pasando por el eficiente pingüino interpretado por Robin Lord Taylor (un OSWALD COBBLEPOTT de lujo) y sus sobrevalorados traumas infantiles, hasta la caricatura de mafioso “spaghetti” del soberbio David Zayas (Don Maroni). Hay querencia por el “noir” en la ética y la estética de la trama (chantajes, venganzas, dobles y triples alianzas) y una utilización del espacio (callejones, humo, mendigos, luces de neon) que retrotraen al policiaco seminal y clásico. La presentación del origen de los diversos villanos, está imbricada dentro del guión de cada capítulo y no chirría, presentándonos la posible génesis de “alter egos” del murciélago como Joker, Poisson Ivvy, Enigma, Dos Caras, El Espantapájaros (muy interesante este episodio) entre otros villanos. El joven David Mazouz, en el papel de un Batman adolescente, consigue trasmitir con eficacia el tormento interior y a lucha de sus convicciones con el mundo sin piedad que se va encontrando. Otro de los aciertos de esta precuela es la inclusión de Selina (futura Cat Woman) y su relación iniciática con el germen de superhéroe. El rostro y la expresión de la joven son de lo más acertado en este universo batmaniano



Un cosmos donde todos los personajes se mueven en zonas grises, desde sus inicios tratando de respetar la ley y los mecanismos legales, hasta el convencimiento de que no podrán igualar el poder del mal, más que luchando con sus mismas armas (o peores). De hecho el nacimiento del héroe murciélago se basa justamente en esto. Vulnerar la legalidad para poder aplicarla. La sordidez y la corrupción campan a sus anchas incluso en el cuerpo de policía. Los capos son personajes de entidad con su propio código de honor como Carmine Falcone (excelente John Doman), Don Maroni, o los futuros villanos aún en proyecto. Aunque en Gotham nada es blanco o negro, ahí está el pasado S.A.S del mayordomo Alfred (aquí todos tienen su lado oscuro) atormentado su existencia. Otro acierto de la serie es la ausencia de mallas y disfraces de carnaval. Los personajes negativos son seres atormentados (y los positivos también) y su evolución es sicológica y progresiva. No aparecen en medio de la calle, disfrazados de pollo, intentando conquistar el mundo. Nos encontramos ante un thriller de una estética lóbrega y elaborada, que se desmenuza en múltiples argumentos secundarios, que lo hacen aún más atrayente. Baste recordar los capítulos que se desarrollan íntegramente en Arkam, o el hospital de tráfico de órganos y los experimentos de Francis Dulchmacher (The Dollmaker), para comprender que estamos ante un guión en el más puro concepto del “entertaiment” de calidad. 

También el connaisseur agradece el trabajo de iluminación para dotar de personalidad los diferentes ambientes de la mitología del comic de DC, y que diferencia las chapuzas, de los trabajos en postproducción de calidad. A caballo entre lo bizarro y el thriller de los ochenta, entre el sarcasmo del Pingüino y la escurridiza arpía Fish Money, es preciso recordar que se trata de un prime time americano, con todas las carencias que esto conlleva. Los devotos seguidores del original, de la oscuridad, de la bizarrez y lo siniestro pueden quedar decepcionados. Pero es que esta serie hay que verla olvidando su génesis en viñetas, no tratando de buscar referentes ni similitudes. De hecho resultará entretenida y novedosa.



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