lunes, 3 de agosto de 2015

Penny Dreadful. Temporada Segunda

                                       

Penny Dreadful ha tomado el sendero directo para convertirse en una serie de culto. Los ingredientes son los mismos de la primera temporada, potenciados y aderezados convenientemente. 
El diseño de producción juega un papel genésico mostrando ese Londres Victoriano estéticamente correcto, pero bajo el que se adivina que subyace lo oculto y lo enfermizo. 
Impagables los escenarios, como esa horrísona habitación de muñecos infernales en la wicht house. John Logan y Sam Mendes ofrecen un homenaje nada velado al “gotich horror” y al pulp más insano, con sorprendentes tomas y movimientos de cámara que ofrecen la arquitectura de callejones, tejados y puertos, más siniestra y umbría de los últimos años. Por otra parte el listado de homenajes nada velados al “fantastique” enciclopédico se mezcla con las referencias elitistas y cinéfilas (o literarias) más eruditas. 
Esta temporada descubre que el torturado hombre-lobo interpretado por Josh Hartnett, se apellida Talbot, el nombre utilizado durante toda la saga de la Universal para sus aulladores licántropos en blanco y negro. Al igual que sus precedentes en la pantalla, no controla sus impulsos una vez transformado. 

La creación de Josh Hartnett ofrece un protagonista cada vez más intenso en su sobriedad y cinismo vital. Correcto (impasible el ademán) y la mirada (excepto en los momentos en que se convierte en el sanguinario “Lupus Dei”). Añadir que la creación de Hartnett es un trasunto de aquel Quincey P Morris, el rudo millonario tejano que ya aparecía en la novela Drácula de Bram Stoker. El engendro creado por el Doctor Frankenstein adquiere el nombre de Calibán, personaje nacido en “La Tempestad” de Shakespeare, esclavizado por Próspero, y que simbolizaba los aspectos más instintivos y materiales del ser humano. El propio Oscar Wilde hace referencia a Calibán: “El rechazo decimonónico del realismo, es la rabia de Calibán al ver su cara en el espejo. El rechazo decimonónico del Romanticismo es la rabia de Calibán al no ver su cara en el espejo”. El irlandés James Joyce volvería a citar al personaje en su obra cumbre Ulises. Incluso en “El Coleccionista”, novela de John Fowles, la protagonista llama Calibán a su raptor por su falta de humanidad. Volvemos a encontrar el nombre en una pequeña joya de la ciencia ficción “Planeta Prohibido”, versión “space opera” de la obra dramática La Tempestad. Aquí el monstruo creado por el subconsciente del Dr. Morbius, aparece ante la atónita mirada de un correcto Leslie Nielsen (antes de abismarse en aventuras del tipo “Aterriza como Puedas”). La versatilidad del personaje le ha llevado por senderos insólitos. Los aficionados al mundo de los videojuegos recordarán como en Silent Hill Origins hay una criatura torpe y enorme, que es el Jefe Final del Teatro Artaud. ¿Adivinan como se llama? Esta figura de rostro blanquecino y espíritu torturado, está interpretada excelentemente por el actor Rory Kinnear (The Imitation Game) y sus intervenciones (casi un antihéroe romántico o prohombre del Renacimiento) proponen giros inesperados a una trama ya de por si, sorprendente. 
Añadir a la trama un trasunto de “La Novia de Frankenstein” (excelente Billie Piper) ha subido el listón con un personaje (Lily) cuyo parecido con lo que su creador y enamorado esperaban de ella, es pura coincidencia. El nombre bien podría ser otra broma macabra jugando con la semántica. La primera mujer de Adán; que abandona el paraíso por elección propia, se llamaba Lilith en la mitología Mesopotámica y hoy es un icono de la subcultura gótica. Otro de los personajes históricos referidos en la trama es John Merrych “El Hombre Elefante”, una persona culta y refinada, enferma del Síndrome de Proteus, enfermedad deformante; y que llegó a recibir a la Princesa de Gales en sus aposentos. 

El Grand Guignol continua flotando sobre la dramaturgia, y la sombra del barbero diabólico de la calle Fleet está presente entre los retazos de niebla decimonónica. Como lo está la figura omnipresente del Jack The Ripper, todo un símbolo para la subcultura del horror movie. En una vuelta de tuerca diabólica la familia que trata de explotar a Calibán como un monstruo se revela como los verdaderos monstruos. 
Incluyendo su hija ciega, la aparentemente dulce, Lavinia. Otro guiño al mundillo del terror. En esta ocasión el homenaje viene de la profesión que desempeñan los captores de Calibán. El padre posee un museo de cera. Los aficionados no necesitaran que se les recuerde la mítica película del versátil Vincent Price: Los Crímenes del Museo de Cera. El resto de los personajes también comparte mitología y orígenes literarios y cinematográficos. Desde la hija perdida (Mina) extraída del Drácula de Stoker, hasta las referencias a los crímenes necrófilos de los ladrones de cadáveres Burke y Hare (ya vistos en películas como The Flesh and The Fiends), pasando por la nada velada influencia de “La Liga de los Hombres Extraordinarios” del maestro Alan Moore. 
Desde los latinajos salmodiados del Verbis Diablo, hasta el excéntrico profesor egiptólogo Ferdinand Lyle, recreado con solvencia y precisión. Una parada de los monstruos enriquecedora y cada vez más sombría. Episodios de un alto voltaje erótico (inquietante el personaje ambiguo/andrógino de Angelique) y nuevas subtramas como novedad en esta temporada de la serie coral. Como en la anterior entrega, gana mucho si se visiona en V.O. Grandes actores como Thimothy Dalton o Eva Green resultan espectaculares en su lengua, teniendo en cuenta que uno de los alicientes de esta saga es la notable interpretación. Desde la flema británica de Dalton, pasando por la desatada (y desquiciada) perfomance de la gran Eva Green, el magnetismo de Reeve Carney (Dorian Gray) a quien, afortunadamente se ha dotado de más corpus en este ciclo, con mostración de retrato incluida... 
Harry Treadaway refleja en sus ojos la tortura existencial de Victor Frankenstein, jugando con la mirada y los acentos. Inteligente aportación el descubrimiento de las facetas ocultas de Lily, o la acertada incorporación de Madame Kali (inmensa Hellen McCrory) como dominatrix de un cinismo juguetón, en un mundo brujeril y matriarcal que ha elevado notablemente el listón del retorcido argumento. 
De nada falta en este cóctel de referencias literarias. El Jonathan Harker genésico de Stoker (marido de Mina), jeroglíficos egipcios, interpretados por el excéntrico Simon Russell Beale, argumentos dickensianos en las andanzas laberínticas de Calibán, los paisajes feéricos y desolados en el episodio de la cabaña (Nightcomers) con la irreconocible bruja/chamán/iniciática bordada por la actriz/cantante Patti LuPone (Paseando a Miss Daisy, Los Miserables),o subterráneos preñados de indigentes huidos de las páginas de Dostoyevsky. Desde un homenaje visual a las brujas de Macbeth, hasta el icónico árbol del ahorcado de los wenstern poéticos, o la cámara deambulando por esos paisajes más propios de “El Sabueso de los Baskerville”, donde el terrateniente juega sus bazas libidinosas y caciquiles en el ambiente tiránico de la época. Temporada opresiva, recargada, excesiva, negrísima, con excepcionales diálogos. La vuelta de tuerca del episodio final machaca todas las convenciones del género.
 Atención al juego que puede dar en siguientes temporadas la enfermiza relación entre el torturado “Lupus Dei” y la bruja superviviente con el rostro ambivalente y engañador de Hécate, o la relación enfermiza y emponzoñada de los inmortales Dorian Gray y la vengativa creatura Lily (Billy Piper). El alter ego lobuno de Ethan Chandler, ocupará buena parte de la trama futura. Su relación con Vanesa (Eva Green) y la hermosa bruja Hécate, la actriz irlandesa Sarah Greene (Vikingos), los dos polos opuestos que tienden a aproximarse, podrá ser un eje argumental posible. La marcha de la criatura de Frankenstein hacia los hielos árticos es un homenaje poético al original literario de Mary Shelley. El mensaje del epílogo es tajante. Dejemos de buscar fuera. Los peores monstruos acechan en nuestro interior.

 
 























1 comentario:

  1. Me encanta esta serie y me ha encantadao este artículo por todas las referencias ocultas de la serie. estupendo articulo para una estupenda serie con muchas fuentes culturales, por lo que leo, de las que se aprovecha en sus justa media alcanzando un ritmo e historia propio. Discrepo en una sola cosa; el personaje de Dorian grey me sigue pareciendo algo desaprovechado y superficial.

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