martes, 27 de octubre de 2015

En Familia. Aran Dramática

                                               




Desde su primer cuadro “En Familia”; el nuevo lance de Aran Dramática; deviene parábola sobre la comunicación (o el exceso de ella) en un universo donde la demasía de información y la utilización de redes; supuestamente sociales; nos desinforman, saturan y distancian de quienes tenemos mas cerca. Su apuesta por lo coyuntural y lo inmediato (corrupción, paro, etc) conecta con un espectador que reconoce las vivencias y las alquimiza. La risa, se transmuta en catarsis colectiva. Durante una hora (larga) se apuesta por el humor como válvula de escape de unos vaivenes que, maldita sea la gracia que conllevan; en el mundo exterior a las bambalinas.

 En su anterior obra “Anomia” (nominada a los premios Max), Aran Dramática nos mostraba los sótanos (literalmente) del poder, planeaba sobre algunas de las corruptelas y mezquindades que han llevado a la situación actual. Esa carencia absoluta de normas sociales, que ha convertido a servidores del pueblo en golfería multiple y bellaquería vocacional, trasciende épocas y topónimos. Espejo deformado de la picaresca clásica, el corrupto nuestro de cada díal, el delincuente cotidiano de cuello blanco, ni siquiera logra alcanzar ese status, ya que se abisma en la gualtrapía antes que en la picaresca, en la mezquindad antes que en la agudeza. Espejo de un país convertido en El Patio de Monipodio o una degradada Corte de los Milagros. 
Reflejo sutil de nuestras particularidades carpetovetónicas (Si otros pillan, yo también). En Familia, es un lúcido análisis de la perdida de conciencia cuando hacemos aquello mismo que criticamos, aunque sea en “petit comité”. Han pasado 25 años desde que Aran Dramática representara “Estrellas de Madrugada”, una dura historia de supervivientes ambientada en los Juegos Olimpicos de 1980, escrita por Alexander Galin y dirigida por el argentino Ángel Ruggiero. En el camino han quedado aventuras osadas como el “Coriolano” de Shakespeare (tres nominaciones a los Max) en versión de Fermin Cabal que (tras una labor de desmoche) actualizaba los episodios dramáticos, pleno de paralelismos con situaciones actuales, y servía de vehículo para el lucimiento de una Maria Luisa Borruel `lena de matices escénicos. Una experiencia valiente en lo económico y en lo humano, por el número de actores. El espacio escénico de “En Familia” presenta el interior de una vivienda, la cotidianeidad y la ausencia de subterfugios visuales, que prestan verosimilitud (y cercanía) al decorado. La obra basa su dinámica interna en los cambios de cuadros, escenas parcas en su desarrollo, aprovechando el espacio de una familia de clase media (acomodada) con chalet en la playa, donde la carcoma está oculta bajo el parquet. Se dinamiza con la aportación de nuevas tecnologías como el dialogo por cámaras Web. Ejercicio de metateatro y profunda reflexión sobre la dramaturgia como puente de reflexión social. La perdida de “virginidad” del Eugenio Amaya director, hacia la introspección del autor, se produjo en la gestación de “Anomia”. Difícil dualidad, solo reservada a escasos oficiantes. El público ríe el desparpajo de las situaciones, aplaude y agradece el dinámico y satírico montaje. Sonríe con el padre (excelente Quino Diez) que pretende medrar realizando los mismos actos delictivos que crítica ante el televisor. Ríe también con la sirvienta que borda; con su buen hacer; Beli Cienfuegos, y cuyo marido sobrevive del “trapi”. Fresco y espontáneo, Elías Gonzales como el hijo que vende hierbas nada aromáticas. Humana y eficaz interpretación de la madre creada por Maria Luisa Borruel. Hay un notable manejo del espacio escénico y el ritmo. Teatro cercano, texto de actualidad. Aunque lo coyuntural conlleva la penitencia de lo efímero. Como a otras artes que comparten la fugacidad del instante (música o danza) quien no estuvo, no lo disfrutó. Una compañía extremeña. Una obra notable. Doble placer.

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