jueves, 21 de enero de 2016

Los Hermanos de Negro

                                     

Hubo un tiempo en que los derechos de la infancia eran agua mojada, tiempo en que la miseria obligaba a los padres a alquilar a uno de los hijos para salvar a otros. Una generación condenada a malos tratos en manos de facinerosos, esclavitud que hoy en día no ha desaparecido. Las multinacionales y grandes empresas, utilizan a niños trabajando en condiciones inhumanas en los paises del tercer mundo para abaratar el coste de sus productos, que después compramos amablemente en nuestro primer mundo.

“Los Hermanos Negros” es una novela de Lisa Tetzner que ha servido de lectura a varias generaciones de niños suizos. Lisa Tetzner tuvo que sufrir en sus carnes el enfrentamiento a la perversa ideología que imperaba en Alemania (se exilió en 1933), fijando su residencia en Suiza. Está considerada una de las mejores cuentistas alemanas. Precursora de la literatura infantil antifascista es autora de una visión en nueve tomos sobre la vida infantil cotidiana en medio de una Alemania sometida al terror: “Los Niños del nº 67. Una Odisea Infantil”. Basaba sus escritos en situaciones reales, en fragmentos de tiempo. En intensas microhistorias que reflejaban la influencia de la sociedad, y las circunstancias sobre el ser humano. Herman Hesse la consideraba “la mejor narradora de cuentos alemana”

Para pergeñar su narración, la autora se inspiró en la crónica titulada “Pequeños Esclavos Suizos”, donde se contaba la experiencia de niños que; a mediados del XIX, eran vendidos por su familia como aprendices de deshollinador. Procedían de las más humildes aldeas de montaña. La enfermedad, desnutrición y duras condiciones de trabajo, influían en la alta mortalidad de aquellos escuálidos infantes en régimen de semiesclavitud. El resultado es un “tocho” de quinientas páginas, publicado en 1940. La historia de Giorgio (Fynn Henkel), forzado a abandonar su casa y marchar a Milán, para pagar las medicinas de su madre, ha cautivado a generaciones de niños suizos.

El mundo que ya planteara Dickens en su “Oliver Twist” fue una desconsolada realidad para estos muchachos. Publicado en 1961 por Editorial Noguer (Colección Mundo Mágico), y calificada de “folletinesca”. Con más de quinientas páginas, no cuajó demasiado en un país que vivía también una negrísima situación soterrada. Una España garbancera, con olor “a cerrado y sacristía”, donde todavía mangoneaba el fulano de la voz atiplada y silueta feminoide. 

En 1973 se descataloga y pasa a ser la historia de un fracaso. Una novela que no pudo triunfar por la extensión del texto, o por la excesiva protección hacia los niños a los que no se deseaba este tipo de lecturas (pobreza, muerte, esclavitud) No se aprovechó durante la eclosión de Novela Histórica en los Noventa, ni en la literatura “comprometida” de los ochenta. Una lastima. Ciertamente no faltan reminiscencias de libros como “Corazón” de Edmundo de Amicis, donde abordamos la también conocida, y triste, historia de Marco (De los Apeninos a los Andes) en busca de su madre. A pesar de su crudeza; por el camino se van quedando los amigos; a pesar de la enfermedad, la miseria y la dura visión de un mundo adulto sin escrúpulos, en “Los Hermanos Negros”, queda un lugar para la esperanza. 


 
 Hay un tono mucho mas optimista que en los relatos de realismo social de Dickens. Hay fe en un futuro mejor, hay fe en la amistad más allá de las humillaciones a que son sometidos. No olvidemos que se trata de un libro destinado al público infantil.
El ilustrador suizo Hannes Binder, trasladó la obra al lápiz. Binder es conocido en nuestro mercado por su obra “El Viaje de Kuno” (Editorial Libros del Zorro Rojo. 2008), una narración iniciática y poética donde Kuno, montado en su patinete viaja hacia el Polo Norte, y que atrapa por lo no narrado. Acostumbrado a la adaptación de obras literarias, especialmente del género policíaco. 

Binder nos muestra en sus dibujos lo imaginado por Tetzner: valles profundos y feraces, ríos caudalosos, la hermosa catedral de Milán apuntalando el cielo, la negritud de las chimeneas (y del alma humana), el mercado colorista y bullicioso, el grito de los deshollinadores ¡Spazzacamino!, para abrirse paso en las entrañas de las chimeneas hasta mediados del siglo XIX. Este género a caballo entre el comic y la novela, utiliza la fuerza del blanco y negro para potenciar el dramatismo, recreando la técnica del grabado describiendo la época con exactitud, aún a costa de mutilar los textos por razones de extensión. La Novela Gráfica obtuvo diversos premios, debido a su trabajo de documentación y su excelente ejecución. Los “Kaminfegerbub” se unen en una necesaria cofradía para defender sus intereses frente a la banda de “Los Lobos” que les extorsiona. De esta sociedad secreta surge un profundo sentido de la camaradería, la amistad y la lealtad, que les hace más llevadera su triste realidad. La muerte de uno de los deshollinadores reconcilia a los dos grupos frente al enemigo común. La obra ha sido adaptada a serie televisiva de gran éxito en seis capítulos, al anime (Blue Sky de Romeo) e incluso al musical en el año 2007. En 2012 el director suizo Xavier Koller, comienza a filmar su versión de esta obra literaria. Koller obtuvo el Oscar a la Mejor Película Extranjera en 1991 por su obra “Viaje a la Esperanza”, un manifiesto sobre la emigración y la discriminación. Como curiosidad reseñar que le arrebató el premio a la excelente Cyrano de Bergerac, interpretada por Depardieu.



Para la versión cinematográfica, el director acorta notablemente la novela, eliminando bastante intensidad dramática, y dotándola en su segunda parte de un espíritu leve para no cargar las tintas en exceso. Claramente dickensiana en su sólida primera parte, el enfoque hacia un público juvenil (Jugendbuch), deslíe el mensaje social y trata de llenar de optimismo el desenlace. El diseño de producción es notable y la recreación atmosférica introduce en un mundo saturado de hollín y negritud. De hecho en la edición española de la novela, se les denomina la banda de “los caras negras”. En algunos instantes hay reminiscencias visuales de aquel “Oliver Twist” desarrollado por Polansky, pero gravita la sensación de cine pasado de moda, de hallarnos en alguna de las películas (mucho más correctas políticamente) del David Lean de “Cadenas Rotas” o “Oliver Twist”. El argumento bascula hacia un optimismo vital, donde pequeños Robin Hood luchan contra la injusticia, y la amistad puede conseguirlo todo. Incluso los personajes negativos pierden fuelle, para convertirse en anecdóticos (incluso patéticos). Está claro que el autor no desea cargar las tintas y presentar un optimista y bienintencionado argumento para jóvenes, que se agradece en medio de tanta distopía violenta y tantos futuros alternativos preñados de violencia.


 Vértice fundamental de este drama dulcificado es la amistad del protagonista con Angeletta (Rubi O. Fee), la hija del hombre que lo emplea. Una amistad tierna e inocente, que en la novela original culmina con la vuelta de los protagonistas casados, ejerciendo Giorgio de maestro, final que se nos escamotea en el film. También el maestro que los ayuda en la novela genésica, es cambiado por un sacerdote en el celuloide. Quizás no válido como drama social al uso (está claro que no es un producto Loach, Buñuel o Moore ) resulta un agradable fresco histórico para todos los  públicos. Para ello ha sido preciso eliminar los tintes más morbosos y la violencia explícita. Incluso el episodio del ahogamiento de los muchachos en el barco que los lleva a Milán, es tratado como algo lejano, fuera de campo, sin profundizar en el drama. Literatura y cine profundamente alejados de las superproducciones al uso para público juvenil y que inciden en sentimientos, experiencias vitales (fraternidad, solidaridad), antes que en pirotecnia y efectos especiales. Destaca la división radical entre los dos mundos a nivel visual y fotográfico. Las apestosa negritud de las chimeneas, los inhabitables e inmundas casas, frente a los paisajes del Tirol, el hermoso lago Kaltem, Rovereto o Neumark. Xavier Koller dota el film de excesiva corrección política, de una visión dulcificada para el público receptor del mensaje, lo cual da como resultado un aroma demodé, casi de años 80. 
La apuesta por un humor inofensivo; excesivamente pueril; contrasta con la trágica desolación de la historia. Las interpretaciones sin ambivalencias, casi planas, con el fin de no chirriar demasiado. Los espectadores más jóvenes están preparados para recibir productos de mayor calado social. De hecho el activismo político y social de los autores del texto, requería una profundidad social de la que carece la película, mas orientada a un concepto “disneyano” de la realidad, con simplificación de los arranques de nobleza y un exceso de sentimentalismo. No cabe duda de que hay oficio en el texto fílmico, que el film es equilibrado, pero se echa de menos algo de carne en el asador. Un homenaje más intenso, para dos autores que han cubierto la vida de dos generaciones con sus libros de crítica social. A destacar la interpretación de Moritz Bleibtreu en el papel del traficante de niños; claramente dickensiano; aunque el resto del elenco (con la excepción de la deliciosa Angeletta, de una naturalidad pasmosa), peca de cierta falta de carisma para la enjundia del argumento. Una página de la crónica negra en la historia de Suiza. Las escobas humanas, escuálidas y sometidas a la inhalación constante del hollín que los enfermaba o mataba.

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