Con
el Salón de Plenos de la Diputación lleno de público, dio comienzo el nuevo
ciclo que ofrece el Instituto Extremeño de Canto y Dirección Coral. Centrado en
la figura del clérigo y polifonista Juan Vázquez. Una loable empresa; contra
molinos de viento; la emprendida por el InDiCCex para rescatar el legado
musical, poético o artístico, de nuestro terruño en la figura de este enorme
autor y de otros que se han podido escuchar en ciclos anteriores. Como las últimas
e interesantes propuestas del Coro “Amadeus” alrededor de la música en el
Monasterio de Guadalupe.
El
Dúo “Silva de Sirenas” toma su nombre del libro de Enríquez de Valderrábano,
vihuelista y autor de “Libro de Música de
Vihuela intitulado Silva de Sirenas”. El programa con el hermoso titulo de
“Juan Vázquez, el arte de tañer con palabras”, donde las obras más “populares”
del antiguo sochantre de la Catedral conviven con la época dorada de la vihuela
renacentista. La soprano Cristina Bayón cuenta con una amplía trayectoria en el
mundo de la música antigua; un repertorio que es territorio oferente de las
sopranos soubrettes; colaborando en agrupaciones como la Orquesta Barroca de
Sevilla o “Marizápalos”. Luz María Martínez Pérez ha perfeccionado la técnica
del laúd entre otros con Paul O´Dette, un laudista enorme (en todos los
sentidos) cuyos dedos de leñador canadiense, han contribuido enormemente al desarrollo y divulgación del laúd y la
música antigua.
El
programa presentado por Silva de Sirenas comenzó con el “Soneto Lombardo a
manera de danza”, una interpretación con el laúd “a solo”, del enigmático
Enríquez de Valderrábano, sobre cuya biografía apenas existe documentación. Fue
el único vihuelista que creo nuevas fantasías a partir de obras instrumentales.
El dúo ejecuta las obras utilizando el; antiguamente referido; “laúd de Flandes”, aunque las tablaturas originales fueron concebidas para el instrumento rey de le época,
que era la vihuela, que estaba íntimamente relacionada con los entornos
aristocráticos y cortesanos. El timbre del instrumento más melancólico e
intimista (con permiso de la viola de gamba), de la música antigua (vía John
Dowland), resulta más apropiado para la
ejecución de estas obras. Esta versión de una pavana italiana fue tañida por la
laudista con ejecución certera, elegancia y técnica impecable. Estas obras
posiblemente se denominen “sonetos” en su acepción de “son” o melodía, para
diferenciarlas debido a su brevedad de las fantasías, pavanas, etc. Cada
“soneto” muestra variedad de ritmos, duraciones, texturas, alrededor de ideas o
emociones. Como era habitual, los vihuelistas de la generación de Valderrábano
aprendían música a través de arreglos instrumentales de polifonía vocal.
“Beatus
Ille” es un ejemplo del gusto de Mudarra por la poesía elevada, basado en los
versos de Horacio.
“Diferencias
sobre Guárdame las Vacas”. Ejemplos de las primeras variaciones de la historia
de la música. Esta vez en la versión de Luys de Narváez (las de Valderrábano
son más complejas), la tañedora ejecutó con sentimiento y depurada técnica un
“Standard” que adquiere dificultad para la ejecución en la segunda y cuarta
diferencia. Este compositor fue el primero de quien se conocen una serie de
variaciones (diferencias) para vihuela. Basada en el esquema de la folía es un
tema constante en las compilaciones de música instrumental. Son unas
variaciones autónomas basadas en el “basso ostinato” que terminaron llamándose
Romanescas. El carácter cerrado de cada variación quizás estatiza la obra,
aunque crece la intensidad y las
texturas se hacen más complicadas. En la tercera y cuarta de las variaciones
son dobles, variando cada una la mitad del ostinato. El texto comúnmente se atribuye a Cristóbal de
Castillejo. La obra para vihuela de este autor posee un delicado aire
cortesano, sin perder una grafía de influencia popular. Milán se distingue de
otros vihuelistas por la concepción totalmente vihuelística de las obras, su
capacidad improvisadora y su imitación polifónica sin nunca llegar a ser tal.
Ensueños de polifonía fingida.
“¡Con
que la lavaré? De supuesto origen popular. Villancico de Vázquez de su segunda
colección editada en 1560, pero obviamente compuesto antes por encontrarse en
la colección de Fuenllana,
Fuenllana
tenía una especial querencia por la obra de Juan Vázquez, por ello aparecen en
el programa diversos “villancicos” de este autor: ¿Con que la lavaré? (el que
más aparece en las fuentes del siglo XVI), De los álamos vengo, etc, en versiones
popular para voz y vihuela.
“Fantasía
XI del primer tono”. Es una fantasía “a lo viejo”, por el modo de templar el instrumento. Sobre un motivo cuyo ámbito
no sobrepasa tercera menor, gira con imitaciones y variedad de glosas. La
composición esta habitada de una inefable melancolía que la laudista extrajo
con notable sentimiento y dominio.
O Gelosia d´amanti. En las composiciones de
Mudarra para vihuela es la voz la que predomina sobre textura de acordes con un
efecto homofónico. La vihuela interpreta las partes de polifonía imitativa
mientras la voz sigue una línea de textura polifónica y madrigalesca, Esta
basada en el SONETO VI (Iacopo
Sannazaro, L´Arcadia) en la que su uso sutil de la ornamentación es también
digno de mención),
De
indudable belleza, la obra desgranada por los dedos de la tañedora: Pavana y
Gallarda de Alexandre. Este es una de las obras de Alonso Mudarra y de las más
afamadas. Con influencias de un viaje a Italia, este compositor, de nacencia
desconocida, destilo una pieza de profundo lirismo, evocadora de Arcadias
perdidas. Se trata de una pieza de carácter modal que juega con elegancia con
el motivo, que se desarrolla a través de sus diferentes voces. Posiblemente se
trate de una versión para vihuela de la obra de Alexandre Agrícola, compositor
belga. Se trata del primer caso de música instrumental impresa en que la pavana
aparece acompañada de una gallarda. Resuelta con sensibilidad y precisión por
la intérprete. La gallarda era una danza tempestuosa, pero la de Mudarra tiene
solemnidad y dignidad en el aire, con medida binaria y un ritmo interno que actúa
de acentuación ternaria. Es el complemento ideal al aire cortesano y la
cadencia melancólica de la pavana.
“Passeávase
el rey moro.” Un romance del género fronterizo que hubo de prohibirse porque
“provocaba llanto y dolor”. Narváez es el primero en convertir en género de
música instrumental escrita las prácticas orales improvisadas que se mantenían
desde antaño en España. En compás binario, no es un acompañamiento "en consonancias", es decir un mero acompañamiento de la voz protagonista. Consiste en un acompañamiento de segundo tipo: el punteo,
con una escritura a base de redobles, glosas y diferencias. En este caso el
verdadero protagonista es la vihuela. Siendo la voz un pretexto para el
floreado juego polifónico en este estilo que se podría llamar "cortesano".
“Tant
que Vivray”. Se trata de una “chanson” natural y sencilla. Fue una de las obras
más difundidas del XVI. Es la única que tiene una segunda versión glosada en el
libro ya que Fuenllana no era amigo de glosar al modo itálico, ni del
artificio. Claudin de Sermisy compuso 175 “chansons” elegantes, luminosas y
leves. Esta obra es de ritmo sencillo, de compás binario y homofónica. La dinámica prevalece con fuerza
en la segunda parte sobre la suavidad de la primera. Este estilo que podríamos
llamar cortesano. Compuesta originalmente para coro mixto con acompañamiento
instrumental. Chanson francesa: se trata de una forma profana del renacimiento
que guarda relación con otros tipos de canciones como el madrigal italiano o el
villancico de España. Este compositor huyó del estilo ostentoso, buscando acordes o silabas sencillos y ligeros. La voz densa, amplia de registro de Cristina
Bayón desgranó esta hermosa melodía de cadencia claramente francesa, siendo una
de las que más agradaron al público.
Era
frecuente en las fuentes musicales profanas del Renacimiento la mixtura de
argumentos de tradición popular como la interpretada en el villancico “Isabel
perdiste tu faxa, de claro e irónico concepto popular, con obras de argumentos
más elevados. Es un ejemplo de villancico que no adapta la forma usual, ya que
utiliza: estribillo/finalizando en la vuelta sin repetir.
Como
colofón, el dúo regaló dos obras ante los intensos aplausos. La inusual versión
vocal del aire “La Folía: Yo Soy la Locura”, aunque en realidad se trata de un
“passacaglia”. Compuesta por el laudista de la Corte Francesa Henri du Bailly,
de letra anónima, claramente influenciada por Erasmo de Rótterdam. La elección
de castellano muestra que se trataba de idioma cortesano y de moda. Una
ejecución en la que el laúd sabe permanecer en un segundo y sosegado plano, con
función básicamente rítmica, con apenas florituras. La soprano Raquel Anduela,
en su grabación del mismo título, se acompaña de tiorba y guitarra barroca. Se
compuso respondiendo a la moda española, imperante en la corte francesa. Está reseñado por Gabriel Bataille en “Airs de varios autores. Quinto Libro”. El
timbre nostálgico y punzante del laúd es más apropiado para esta hermosa obra
que Cristina Bayón interpretó con carencia de artificio, sencillez y desnudez
en el arreglo. Es de agradecer que, al uso de la época, la soprano acompañe las
interpretaciones con dramatización y gestualidad acorde a las letras. Un
detalle olvidado por algunos intérpretes de este repertorio. Perfecto el tempo
y acorde con esta adaptación. En otras versiones, la profusión de instrumentos
acerca más a un aire de danza este “Air de Cour” que a la nostalgia necesaria
para estos versos:
Yo
soy la locura,
la
que sola infundo
y
contento al mundo.
Sirven
a mi nombre
todos
mucho o poco,
y
no, no hay hombre
que
piense ser loco.
Este
“tono” puede encontrarse en el “Cancionero Musical de Lope de Vega”. Vol. III.
Poesías cantadas en comedias, del musicólogo Miguel Querol Gavalda.
Un
hermoso concierto, un recorrido por el período de oro de la vihuela, por la
España llena de contrastes del XVI, por las partituras de un clérigo pacense
que hoy en día se está recuperando gracias a estas iniciativas. El dúo Silva de
Sirenas paseó al público por las intabulaciones escritas a la luz de velas, por
salones luminosos de la corte francesa y solitarios chamizos donde se originó
una letra o melodía que luego sería recogida y sublimada por estos autores.
Numerosos aplausos y el público en pie. Un lujazo...
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