miércoles, 21 de junio de 2017

XXXIII Edición del Festival de Teatro Clásico de Alcántara

    







 Con la nueva dirección de Montaña Granados, comienza otra etapa del Festival de Teatro de Alcántara. El dia 2 de Agosto inicia el festival el “Teatro Clásico de Sevilla” y la multigalardonada versión  de Hamlet (ocho galardones) en los premios. Detrás está la mano experimentada de Alfonso Zurro, pasado por al tamiz de Leandro Fernández de Moratin, donde el joven príncipe danés, es más resuelto y menos dado a los aplazamientos. Amparándose en una espléndida escenografía este Hamlet te lleva a su terreno y te encarcela. No en vano el escenógrafo es del mismo de “La Estrella de Sevilla” o la celebrada “El Buscón”: Curt Allen Wilmer, que recrea en juego de espejos circular el castillo de Elsinor. Para este visceral príncipe utiliza una pista que cambia de color. Un montaje donde se ama la plástica y la poética visual tanto como el certero texto que en la voz de Pablo Gómez Pando, de una versatilidad generosa, se magnifica y se llena de recursos. 




Estamos ante un texto reinterpretado con mucha libertad, que a asombrará a los “canónigos”. Un príncipe que escribe en su libreta y describe su entorno vital, arropado por la iluminación de Florencio Ortiz y un atemporal vestuario para este ambivalente Hamlet. Una de las mejores propuestas del Festival, afrontada desde la empresa privada (Ahí queda eso)



El 3 de Agosto es el momento para “Misterios del Quijote”, la invitación de Rafael Álvarez, ejerciendo de contemporáneo juglar con su tesis sobre el “más ingenioso caballero que vieran los siglos”. Un espectáculo con toda la magia y el saber hacer del actor que desglosa sus imaginarias aventuras con su distanciación “brechtiana” (ya marca de la casa), donde dialoga, interactúa e improvisa sobre los textos, mezclándolos a su conveniencia para elaborar una teoría mudéjar sobre la autoría del cervantesco personaje. Los seguidores del “brujo” saben lo que van a encontrar: riquísima gestualidad, verbo poliédrico, inflexiones vocales, morcillas sobre temas del momento mixturadas con texto clásico, que el bululú cordobés ha convertido en su sello personal. El espectador le acompañará por la manchega llanura, velará armas, verá a los engrilletados y a la “sin par” Aldonza Lorenzo, para terminar con una propuesta sobre la misericordia como arma. Acompañado de la música de Javier Alejano y melodías arábigo-sefardíes. Una gozada para el espectador avezado.



Para el día 4 de Agosto, la versión de un “clasicazo”ajustada por la pluma de Miguel Murillo, llega de la mano de “Amarillo Producciones”, que transmuta el siglo XVI en el XI. Un Don Juan que escapa de las alacenas del olor a rancio de la mano de Pedro Antonio Penco, con cambios en los textos y en el concepto maniqueo de los personajes. Vestuario de Lusa Santos para una escenografía modular. Con Guillermo Serrano, Ana Batuecas y Memé Tabares.


 
Calderón visitará el Conventual de San Benito el 5 de Agosto con “Eco y Narciso”. Una fábula escrita por el poeta romano Ovidio, en un texto escasamente conocido del dramaturgo madrileño. La historia de Narciso, criado lejos de la civilización y su enamorada Eco, precisarán de la intervención de los dioses para “deshacer” el entuerto. Lara Grube y Manuel Moya, encabezan esta versión del mito que ofrece la Compañía “Miseria y Hambre” en un espectáculo festivo y alegre, en una Arcadia no tan lejana. Una reflexión sobre la imagen.

TNT/ El Vacie, presentan su “Fuenteovejuna” el 6 de Agosto. El colectivo de mujeres gitanas pone en pie el clásico inmortal dirigida por Pepa Gamboa. Un reparto que es una verdadera “pirueta” a juicio de la directora. Un montaje reivindicativo en el  que algunas de las intérpretes aprenden los papeles de forma oral, ya que no saben leer ni escribir. Tras su éxito con “La Casa de Bernarda Alba”, esta nueva propuesta pone a la mujer, de nuevo, como protagonista, como “quejío” de injusticias sociales y vidas durísimas que se olvidan durante los instantes de la representación. Unas mujeres que han crecido; humana y artísticamente; desde su anterior propuesta. Un único “payo malo” (David Montero) junto a Rocío, Lole, Carina, Sandra, Ana, Pilar y Puny llegan desde la dureza de sus vidas, de su realidad a la ficción donde alzan sus voces ¿quizás espejo de la realidad? Con una fuerza telúrica avasalladora. Contra la injusticia. Una revolución en las tablas que se traslada al mundo real. Entre las ropas de un mercadillo y las canciones lusas, surge un grito unánime contra la injusticia, contra los abusos de poder. Así sea
 



Laurentzi Producciones acerca a los textos más conocidos del bardo de Avón y del autor del Quijote. Shakespeare y Cervantes hibridados en una fantasía teatral dirigida al divertimento didáctico. En esta libérrima comedia los personajes, y las situaciones de los dos dramaturgos son mixturados. Francisco Panza anda a la busca de su hermano Sancho. En su camino se va topando con personajes de “Maese Pedro, el Titiritero”, Dulcinea o Ginesillo de Paradilla o Mardonio “el roto de la mala figura”. Nerea Ariznabarreta, Na Gomes, Diego Pérez y Txema Pérez, bajo la dirección de Lander Iglesias, manejan marionetas y fantasmas que surgen desde un tomo con extraño acento. Se trata de Hamlet y Falstaff, entre otros, lo cual mosquea a Francisco, hasta que descubre toda la verdad en el libro “El hermano de Sancho de Pierre Menard". Entremés, títeres, clow y toda la magia del teatro, sobre dramaturgia de Alberto Iglesias.


Ya era hora de ver por estos lares a los iconoclastas ronlalianos. La propuesta de la compañía Ron La Lá es divertida, satírica y respetuosa con los textos (como todas sus propuestas anteriores). La compañía que mixtura el clown con los textos áureos, el musical, la sátira, la screwball comedy o el esperpento (si se tercia), ya posee una pátina de calidad para el aficionado, que conoce el nivel y originalidad de sus licitaciones. “Cervantina” es un paseo por algunos de los mas ingeniosos textos del manchego. La Gitanilla, El Celoso Extremeño, Rinconete y Cortadillo, etc, permiten a los "ronlaleros" extraer todo su arsenal sobre la escena, para regalar uno textos universales, atemporales y enriquecidos, donde el talento y el humor (en su vertiente más inteligente), se derraman sobre el escenario. A través de los diversos cuadros se van mostrando la enjundia de los textos cervantinos. Destacar la dicción y timbre agradecido de Iñigo Echevarria y la vis cómica de Daniel Rovalher. Los ronlaleros se lo guisan y se lo comen como  han hecho en todos sus excelentes espectáculos (En un lugar del Quijote, Siglo de Oro, siglo de ahora), cantan, bailan, disfrutan bajo la dirección de Yayo Cáceres. Y de paso hacen disfrutar al público que no olvidará el estribillo:

“No hay vacuna ni aspirina, que cure la cervantina"


lunes, 19 de junio de 2017

Lore. (2012.) El otro lado del espejo

                       






Nos encontramos ante un film honesto y valiente. La directora Cate Sthorland se atreve con el otro lado del espejo. Evita, con apreciable criterio, el lugar común y el cliché que tanto daño han hecho al cine histórico. Más aún cuando se tratan matices ideológicos. “Lore” es una narración sobre seres humanos víctimas de su situación vital, esclavos del tiempo y la sociedad en que viven, intentando escapar de sus demonios. Por ello tan sólo se incide en el lado humano de los protagonistas. Incluso el padre de Lore, tan solo se nos muestra en su faceta familiar y afectiva. El horror aparecerá después. Cuando ella descubre que el oficial de la fotografías que los aliados muestran al pueblo de un campo de exterminio, es el mismo padre amante que guarda en su bolsillo. La directora cuece a fuego lento una historia terrible y desesperanzadora, porque esos pequeños fanatizados, que interpretan canciones nacionalsocialistas para una abuela aferrada a la foto del hombre que iba a salvar Alemania, son victimas de un mundo que ellos no han elegido, de una familia que tampoco eligieron y ahora de una venganza que no se merecen. El viaje iniciático de Lore (Saskia Rosendahl) pasa por la perplejidad, la incomprensión, la vergüenza, incluso por la iniciación al sexo. La joven actriz se come la pantalla literalmente. Y lo hace sin histrionismos. Con un desgarro interior y una madurez impropias de su bagaje interpretativo. El guión está inspirado el   libro “El Cuarto Oscuro” de Rachel Seiffert que fue finalista del Broker Price en el 2001. Seiffer escribió tres relatos, con influencias de Coetzee,  (Helmut, Lore y Micha) sobre distintas épocas de Alemania con conocimiento de causa. Seiffer era nieta de un destacado miembro de la Gestapo. Lore camina sobre un mundo que se desmorona en un peregrinaje que comienza con la frase de su madre: “Nunca olvides quien eres”, para terminar desnortada en casa de una abuela que aún vive en el  pasado. Por el camino va conociendo la mezquindad de los seres humanos, la delación, el robo y aprende a habitar en la piel de los otros. También descubre los horrores que se les ocultaban y ve como sus conciudadanos siguen aferrados a que “todo eso es imposible” y son montajes publicitarios de los americanos. La autora opta por el preciosismo como coartada, por el fotograma a lo Terence Malick para mostrarnos la inocencia robada por el veneno de las ideologías. 

A lo largo de su periplo, Hannalore descubrirá los cadáveres de las mujeres violadas y mutiladas por los presuntos “salvadores”, creando unos sentimientos encontrados y marcando su vida para siempre. Acertadamente se huye de toda la parafernalia al uso, incluso desubica geográficamente. Tan solo con pequeños datos podemos situarnos en este panorama postapocaliptico, centrado en las vivencias cotidianas y la supervivencia de un grupo de niños. Dura, corrosiva y cruda, es capaz de fusionar la fotografía espectacular con instantes poéticos, con el dolor y las vejaciones propios de esos momentos. Las influencias visuales beben desde Jane Campion, hasta Antonia Bird y su “Cumbres Borrascosas”. La historia de Lore es universal, aunque coyunturalmente la cinta se situa en los últimos días del Tercer Reich. Podría haber sucedido en cualquiera de los totalitarismos que adoctrinan, destruyen infancias y reparten el dolor por el mundo, obligando a los hombres a matarse por una ideología absurda, una bandera o un credo.


Partiendo de su perfecto peinado germano a lo “gretchen” de los inicios, hasta la mujer desollada espiritualmente del epilogo, la joven actriz nos muestra un caleidoscopio de emociones en primeros planos. Un desnudo total del alma. Lore va comprendiendo el engaño desde el disparo que su padre hace al perro, tras decirle que lo van a entregar a una familia. A partir de ahí su descubrimiento del mundo, las mentiras, la violencia, la llevan a filtrar todo la vida que les habían mostrado sus padres y sus creencias. Aquí no hay maniqueísmos, no hay buenos ni malos. Solo una inmensa gama de grises donde los hombres sobreviven. A Hannelore se le ha caído  la venda. Su hermana le invita a bailar en casa de la abuela, a retomar la vida de antaño, a pasar página. Para ella, eso es imposible. Es una víctima más. Aunque no lleve una estrella de judía cosida en la ropa.



Lo mejor. La espectacular fotografía. Las interpretaciones reposadas .Una espectacular banda sonora del pianista Max Ritcher.

Lo peor. Que se queden situaciones por desarrollar que en la novela van mucho más allá y facilitan la comprensión del entorno social.


Curiosidades: La familia que aparece en la cartera del chico judío en una  fotografía, es la familia del marido de la directora que tuvo  que abandonar Berlín en 1936.




viernes, 16 de junio de 2017

Las Furias, de Miguel del Arco. Cine entre Bambalinas. Festival de Teatro Clásico de Cáceres. Filmoteca de Extremadura

                                      

Las Erinias (o Furias) eran las personificaciones femeninas de la venganza en la mitología helénica, encargadas de castigar los crímenes durante la vida. Su especialidad era expiar las transgresiones o asesinatos contra  la familia, sin aceptar atenuantes. Estas cordiales deidades son las encargadas de abrir el prólogo de la primera película de Miguel del Arco, en un claro referente metateatral, para dar paso a la épica de una familia de intensa patología y relaciones enfermizas. Este paso desde las tablas hasta el objetivo, llega tras muchos años en que el dramaturgo madrileño ha sacado adelante éxitos como Antígona (2015), Misántropo (2013)  o Juicio a una Zorra (2011) y ha dirigido cortometrajes. 
Para “Las Furias”, el director se ha rodeado de un elenco cercano, en el que confiaba. Ya había dirigido a Gonzalo de Castro en la hilarante actualización de “El inspector” de Gogol y en “Deseo”, también con Emma Suárez. A Machi, en la citada “Juicio a una Zorra”, un brillante monólogo que reescribe la historia de Helena de Troya y a Bárbara Lennie en la exitosa adaptación de “El Misántropo”. El elenco es brillante y contundente. No podía ser de otra manera para la arriesgada pirueta narrativa, en continuo equilibrio con el exceso, que propone la productora Kamikaze (profético nombre) para desatar a estas hijas, nacidas del miembro castrado de Urano. El peso del hilo narrativo cae sobre la nieta (Macarena Sanz) en un difícil rol contrapunteado por un enorme José Sacristán, antiguo actor afectado de Alzeimer, pero que puede recordar los textos que interpretó. La reunión familiar de los Ponte Alegre (cínico apellido) deviene descenso a los infiernos. Se convierte en autoflagelación y pervertida catarsis que bebe de la tragedia clásica, pero capaz de convivir con  instantes de humor  y frescura narrativa. De hecho Del Arco desliza la  tragedia, con nombres clásicos para sus protagonistas: Casandra, Héctor y Aquiles, hacia un arriesgado epílogo que puede descolocar al espectador, después de los cambios de tono en narración.




Los miembros del clan familiar aparecen como figuras tóxicas, estridentes, arrastrando sombras y peajes en su infortunado reencuentro a modo de tragedia helénica donde tan sólo falta el coro. Hay mucho más de influencia teatral, de tragedia antigua (no por ello menos actual), de drama shakesperiano, que de las disecciones sociales de Sam Mendes, los arrebatadores diálogos de Woody Allen, o de la visión soterrada y la violencia oculta de la condición humana de P. T. Anderson. “Las Furias” está más cerca del espíritu helénico o de “La Señorita Julia”, que de “Celebración” de Vintenberg. Pero no estamos ante teatro filmado, pese a los diálogos, imposibles en otra familia que no tuviera relación directa con las tablas. No cabe duda de se trata de un proyecto atípico, arriesgado, un guión que mixtura el esperpento, lo trágico y lo cómico para desembocar en una catarsis final que no dejará indiferente. Un lugar donde la vida y la muerte se dan la mano.

Lo mejor: El irrepetible elenco. El riesgo de una obra anti-mainstream e inclasificable.

Lo peor. Que el exceso de patologías y el lugar común, abrumen al espectador. Un final que puede desarmar. La interpretación de Macarena Sanz en el límite del exceso.


miércoles, 14 de junio de 2017

Amor y Amistad. Love and Friendship

                          


“Amor y Amistad” es toda una rareza dentro del corpus literario de Jane Austen y el regreso cinematográfico de Whit Stillman. Esta novela primeriza, que escribiría cuando tenía 24 años, no fue publicada hasta 70 años después.
El verdadero título “Lady Susan” hace referencia a la artera (pero atractiva) protagonista. Una antihéroina atípica para su siglo, que en la piel de la británica Kate Beckinsale destila talento y escuela. Los que tan sólo conozcan a la protagonista por sus performances, envuelta en traje dominatrix, como Selene, para la saga “Underworld”, se llevarán una grata sorpresa. Aunque Beckinsale ya nos había regalado soberbias interpretaciones en “Mucho Ruido y Pocas Nueces”,  la romántica “Serendipity”, la versión de Poe “Asylum” o la televisiva “Emma” (1996), basada también en la novela de Austen.


Lady Susan de Vernon, está adscrita al estilo epistolar. El director ha trasladado las cartas originales de la novela a imágenes sin que se perciba el artificio, conservando la acidez oculta tras la aparente banalidad de los diálogos. Un juego de apariencias,  frivolidades y maquinaciones no demasiado lejano del mundo que conocemos. De hecho en el libro, las 41 cartas se entrecruzan como un rompecabezas, consiguiendo definir a los personajes pese a las limitaciones descriptivas del formato epistolar.  Bastante fiel con el argumento, excepto algún pequeño detalle para evitar escenas innecesarias y acortar metraje. Aparte de esto, añadir algún “invento” del guionista en el epílogo; que no desvelaremos; y que convierte en una inmoral absoluta a la protagonista, descrita como “la coquette más consumada de Inglaterra”. 


Lady Susan es una”femme fatale” de apariencia inofensiva, que derrocha talento y naturalidad en los lacerantes diálogos, en los plano-contraplano que Stillman elige como recurso visual, junto a un esplendida fotografía y un diseño de producción de “qualité. El director, basándose en el texto de Austen, consigue paliar la acidez con el disfraz de la sátira y el vodevil. Mitigar las tramas sibilinas de la protagonista con el ligero aroma de la carcajada. Estamos ante una cinta esencialmente verbal, donde el dominio de la palabra sobre la imagen es patente. En “Amor y Amistad” la esgrima del lenguaje derrumba todo el edificio del “cine de época” para presentarnos unos personajes actuales en sus pensamientos y actitudes. Hay instantes de (aparente) descontrolada verborrea, que requieren un edifico actoral sólido y un largo bagaje cinematográfico, cuando la cámara está presente en primeros planos. Cuando escudriña gestos, actitudes y ocultaciones. En ese sentido son impecables las aportaciones de una encantadora Chloë Sevigny, sus conversaciones subidas de tono con Lady Susan, las pláticas donde manipula a un apocado Xavier Samuel, o la impresionante presencia de un icono destroyer como Stephen Fry.
En Lady Susan, la manipulación forma parte de su naturaleza, no es forzada ni impostada. La Vernon destila veneno como las flores se abren ante el sol, como el agua fluye en el manantial, haciendo girar el mundo alrededor de su dedo meñique al tomar el te de las cinco.



Lady Susan opina sobre los hombres y deja sentencias como la que espeta a su amiga sobre su matrimonio de interés (Stephen Fry): “Demasiado viejo para ser gobernable, y demasiado joven para morir”.
Si el talento actoral es patente en los papeles principales, no lo es menos el descubrimiento del secundario Tom Bennett. Un gentleman apocado y mostrenco. Inútil pretendiente que consigue llegar al corazón con su torpeza vocacional y su irritable presencia.
No ha traicionado Stillman sus comedias urbanitas, los escarceos amorosos de “Metropolitan”, su espíritu cosmopolita y su visión de la burguesía neoyorquina. En “The Last Days of Disco”; donde ya dirigió a Kate y a Cloe; atribuladas ante el mundo que se les ofrece tras la universidad. Los personajes de Jane Austen pese a vestir corsé y polisón, pese al salto temporal narrativo, no se alejan demasiado de las inquietudes, trapicheos y manipulaciones de todas las épocas. Recordemos los maliciosos personajes de Choderlos de Lacros en aquellas “amistades peligrosas”. Alejada ostensiblemente de otras obras de Austen, esta pequeña novela muestra el lado más cattier de la novelista. Mucho más maliciosa que la romántica “Orgullo y Prejuicio”, con un personaje totalmente alejado de aquella “Emma” que enredaba en las vidas ajenas con intenciones positivas y nada maquiavélicas. 


El film deviene apología del “postureo”, de la inanidad de una burguesía que pasea por jardines, del “dolce far niente”, ese no hacer nada (o no hacer otra cosa que intrigar) que tendría sospechosos paralelismos en la sociedad actual. La banda sonora es prodigiosa.  Con prólogo purcelliano con “Los Funerales de la Reina Mary”, que ya utilizara Kubrick en “The Clockwork Orange”, el director nos lleva a la utilización de la música como parte del ritmo narrativo, ya que las incluye en las transiciones como un guante. Las escasas escenas de calles, pasillos y elipsis, son contrapunteadas con obras de Haendel, Bach, o Charpentier, que transcurren con fluidez y se merecen un capítulo aparte por la cantidad de aportaciones. De no ser por el marcado clasicismo de las composiciones, podríamos estar ante un lubitschiana comedia de puertas y pasillos como “La Viuda Alegre”.
La paleta cromática es suave, delicada, hay un hermoso (y delicadamente estudiado) equilibrio en la fotografía del director belga Richard Van Oosterhout. Simetrías en esos personajes enmarcados por espejos, que forman parte de arcadas, en exquisita composición pictórica de vocación teatral y pulcritud británica. El director maneja con seguridad las entradas y salidas, los múltiples secundarios, los elaborados diálogos literarios, para destilar un producto fresco y accesible, sin renunciar a la acidez, los dobles sentidos y la denuncia social atemporal.  




Tesis claramente matriarcal, donde los protagonistas varones devienen fantoches manipulados, excepto el amante de Lady Vernon, al que el director mantiene (inteligentemente) al margen visual hasta el epílogo, donde con un solo plano nos trasmite todo el “intríngulis”, la verdadera naturaleza del personaje y su peso en la trama. La frase, entre envidiosa y despectiva, de la concuñada de Lady Susan define un personaje al que Kate Beckinsale saca todo el jugo posible:
“Tiene un asombroso entendimiento de la naturaleza de los hombres”
También Jane Austen la tenía para la época. Una comprensión entomológica. De eso no cabe duda. Los “austeritas” están de enhorabuena.

Lo mejor: La dicción de la hermosa Kate Beckinsale en V.O, una fuerza de la naturaleza para la antihéroina más oscura de la Austen. 
La frescura narrativa que la británica imprime a un personaje mefistofélico y rizado.
La cómica utilización de letreros para presentar a los protagonistas. Aquí los triángulos amorosos son trapezoidales.

Lo peor: Distraerse en un diálogo de Jane Austen hace perder el hilo en esta tela de araña narrativa.  




lunes, 12 de junio de 2017

CÓMICO, DE RAFAEL ÁLVAREZ “EL BRUJO”. TEATRO SIERRA DE ARACENA

CÓMICO, DE RAFAEL ÁLVAREZ “EL BRUJO”. TEATRO SIERRA DE ARACENA

                            


A estas alturas de la fiesta no es aventurado asegurar que Rafael Álvarez “El Brujo” es casi un subgénero teatral. Una variedad de teatro que conlleva fervientes seguidores que acuden para ver como el actor oficia de sí mismo, para degustar su “modus vivendi” sobre las tablas, sus desnudas escenografías, que solicitan complicidad y conocimiento previo del mundo particular en que nos introduce el cordobés. Y es que “El Brujo” sabe como arrebatar al respetable, conoce como se alquimiza la palabra hasta destilarla, en un mágico sonido que va desde un místico verso de San Juan de la Cruz a la pastosa verbosidad de un padre achispado con vena flamenca: Se me va la víaaaaa! Para después transitar por las vivencias de una pensión de posguerra, o realizar una autopsia (jocosa y respetuosa) del poema que Alberti dedicó a Federico:

Sal tú, bebiendo campos y ciudades,
en largo ciervo de agua convertido…

Con el Teatro Sierra de Aracena a reventar, Rafael Álvarez reinventa el concepto de espacio escénico. La solitaria silla y el libro que habitan el escenario, no son sino excusas para las transiciones. Porque toda la escenografía habita en su dominio del timing, en su particular verborrea, en su vena satírica que recorre todo el martirológico nacional sin dejar títere con cabeza. Desde su particular mirador satiriza la realidad política y social, desmenuza la terrible destrucción del lenguaje de la juventud actual o rememora la “Oda al ojo del culo” del conceptista Quevedo. "Cómico" deviene autopsia del oficio de farandulero, mixturada con la realidad vital (o imaginada) de Rafael Álvarez).

Teatro de la desnudez, teatro de lo teatral. Teatro que demuestra que tan sólo con el verbo y lo gestual se compone un instante mágico. No se debe olvidar la complicidad de este público fiel, que sigue al actor en sus giras y sabe lo que debe esperar de este formato; casi corral de comedias unipersonal, en que el malagueño ha sentado cátedra.
El actor juega con su particular dominio de lo gestual (entre el clow y la screwball comedy). Utiliza su potente instrumento para declamar con voz académica versos de la santa abulense, para retornar al mimo y a un concepto, casi naif, de la interpretación con referencias a Darío Fo, al que homenajea en el epílogo con su particular: “San Francisco, Juglar de Dios”.
El cómico da un repaso,utilizando el humor como arma arrojadiza; a toda la panoplia de fatuidades, zascandiles, cejijuntos y cenutrios que parasitan la política y la sociedad, Y “El Brujo” tiene estopa para tirios y troyanos, destila afilado verbo para toda inutilidad mundana, independientemente del color en que habiten.
Si hubiera que precisar alguna característica del teatro de Rafael Álvarez es su inmediatez. Es una dramaturgia viva, palpitante. Pero tras esta aparente improvisación hay una larga faena de fondo, tras esa sobreactuación hay una reposada (y estudiada) técnica actoral, una lucidez de siglos sobre las tablas. Nacida de la clara vocación de sembrar teatro en lo popular (no en lo populachero), de expandir el áureo verbo clásico (no la pedantería)
“Cómico” es la magia de la palabra, el señorío del instante, la arrebatada lucidez del vértigo, edificados únicamente con la voz. Una voz flexible, dúctil, un timbre de juglar que juega con lo evanescente del instante, con lo inasible y lo efímero del lenguaje.
El actor es capaz de tallar con el cincel de su voz un intramundo donde todo vale. Desde recitar a Teresa de Ávila, mezclada con el político más candente, bromear con la vanguardia albertiana y la progresía de la transición, hasta narrarnos costumbristas escenas familiares en la mesa-camilla del hogar paternal. Es el trabajo de un alfarero de la voz, de un arquitecto de la palabra. Es Rafael  Álvarez. Un brujo que destila en sus tubos de ensayo y probetas la magia de la palabra. Véanlo en “Cómico”. No se arrepentirán.


miércoles, 7 de junio de 2017

La Vida de Calabacín. Entrañable y hermosa

                

El primer largo de Claude Barras es una historia que mixtura la ternura y la dureza, la sensibilidad y la verosimilitud. Una parábola que no huye de lo áspero o lo espinoso. La fragilidad de Calabacín y sus amigos, esos enormes ojos a través de los cuales ven el mundo doloroso del que forman parte, está reflejada en una realidad no exenta de humor. Estos chiquillos, de realidad lacerante, buscan salida a sus infiernos particulares en los lazos afectivos o la risa  No estamos ante un producto para niños. Los temas tratados, muy delicadamente, la dureza de la realidad la hace mas apta para adolescentes (y más comprensible)

Ícaro prefiere ser llamado Calabacín, que es el nombre que su madre alcohólica le daba antes de ser llevado al orfanato. Está basada en Autobiographie d’une courgette, del escritor francés Gilles Paris. Recreada con minuciosidad con la técnica del stop motion, con entrañables decorados, destila un intenso estudio de la mirada, siempre desde la altura de los niños. Aunque pasa de soslayo sobre la poética de Tim Burton, la vertiente social del filme (vía Ken Loach), lo aleja del mundo turbulento y malsano del californiano. Aunque aquí lo nocivo es mucho más terrible, porque no se trata de visiones fantasmagóricas, ni monstruos velados. Céline Sciamma, está detrás de este melancólico poema visual. Sus anteriores incursiones (Tomboy y Girlhood),  narraban adolescencias complicadas, orfandad,  cuestión racial identidad sexual. La terrible realidad de los niños les acerca y les une, mientras buscan un lugar en el mundo. 



El viaje iniciático de Calabacín pasa por diversos estadios (rechazo, miedo, perdida de la inocencia) pero con un mensaje lleno de esperanza, sin sensiblerías, sin autoindulgencias. El aspecto técnico es un deleite para los sentidos. Calabacín y sus amigos son entes vivos, sus miradas expresan sentimientos, deseos, inquietudes. Esta preciosa cinta se las tuvo que ver con “Zootopolis” en los Oscar, junto a  la inmensa “La Tortuga Roja” (Studio Ghibli) o la espectacularidad de “Kubo y las Dos Cuerdas Mágicas”. Este “calabacín” es otra cosa. Su textura poética está por encima de premios y galardones. Su visión realista y cruda; pero respetuosa; navega sobre fantasías y pirotecnias. Es una aproximación al dolor como camino, como esperanza. Un dickensiano discurso lleno de esperanza al final del túnel, a pesar de tocar temas que en otras producciones animadas ni siquiera se atreverían a imaginar. Sin apelar a la sensiblería, a la lagrimilla fácil o al cliché. “La Vida de Calabacín” es un producto honrado, respetuoso con el mundo que refleja, no exento de humor, sobre esa maravillosa mirada de los niños, que continúan siendo inocentes pese a todas sus terribles vivencias. 


Un toque de atención sobre los niños en peligro de exclusión, que no son culpables de sus vivencias. Cuando todo el instante, se reduce a una extraordinaria excursión para ver la nieve o bailar felizmente algo tan inapropiado como el “Grauzone” de Esibär:
Quiero ser un oso polar
En el frío polar
Entonces yo ya no tenía que gritar,
Todo sería tan claro.
Los osos polares no deben llorar.
Los osos polares no deben llorar.

Una joya repleta de ternura y empatía. 


jueves, 1 de junio de 2017

Mariza en Elvas. Tour Mundo 360º

                   



Con el “Coliseu Comendador Rondão Almeida” casi lleno, se encienden las luces de un escenario circular. En el interior de un túnel, formado por enormes velos, las siluetas de los músicos y la caboverdiana apenas se vislumbran. 
Las gigantescas cortinas son utilizadas a modo de “maping”, proyectando siluetas gigantes de la cantante, que ya ha comenzado a recibir aplausos enfervorizados de sus seguidores, mientras los técnicos proyectan una calle de Lisboa en blanco y negro. Mariza dosifica los tempos, sabe como recrear el instante, dilata los momentos hasta exprimirlos como un néctar sonoro. Y el respetable se vuelca en aplausos en su cuarta visita a este Coliseo. También es su tercera visita a este blog que comenzó con su actuación en Badasom  http://elgabinetedekaligari.blogspot.com.es/2014/09/mariza-y-javier-conde-en-badasom.html  
Para continuar con la reseña de su disco “Mundo”. http://elgabinetedekaligari.blogspot.com.es/2015/12/mariza-mundo-musica-del-corazon.html  
La cantante llega con su formación habitual José Manuel Neto | Guitarra Portuguesa Pedro Joia | Viola Vicky Marques | Percussão
Yami | Baixo) Se mueve a paso de procesión, alquimiza el fado, se desliza entre los músicos para ofrecer una visión adecuada a todos los ángulos de las gradas. Desde el primer momento está claro que el público lusófono tiene la palabra. Corean, “Rio de Mágoa”, (un río que lleva todo el daño de un corazón que se despide), se derrumban con “Alma”, repiten las letras, piropean a la diosa del fado. Pero Mariza tiene un  rinconcito guardado para los “espanhóis”, y les regala la preciosa canción “Alma” de Javier Limón o la adaptación de la lúdica canción de Gardel “Caprichosa”, con aroma de arrabal rioplateño.  

Pero la sílfide griega sabe lo que quiere su público, los hace participar en la hermosa versión de la canción de otra caboverdiana. La melódica “Padoce de Céu Azul “, grabado por Lua y escrita por Vlu. Mariza es capaz de jugar con el tiempo, de implicar a las gradas en un estribillo criollo. Una morna caboverdiana celebrada y coreada por todos:

Crêtcheu, crêtcheu
Once forever once for all

En un instante el “Coliseu” está Lleno de saudade, de notas nostálgicas de la guitarra portuguesa. Mariza comienza a dosificar sus “regalos”, para un público fiel que está deseando participar en la liturgia, con sus clásicos éxitos  dirigidos al espectador luso. Oficia de maestra de ceremonias, implicando a los remisos, bromeando, consiguiendo que hasta los “espanhóis” coreen el estribillo de la folklórica “Rosa Branca” de José de Jesus Guimarães / Resende Dias

Colha a rosa branca
Ponha a rosa ao peito

El momento cumbre es cuando la cantante sube a su hijo al escenario y lo arropa con una tierna balada "O Tempo Nâo Pàra", del autor Miguel Gameiro. 
Cantei,
cantei a Saudade da minha cidade
e até com vaidade, cantei
Andei, pelo Mundo fora
e não via a hora
de voltar para ti





Mariza se despide. Esto es sólo parte del espectáculo. Sabe que van a solicitar su vuelta. Que no se conformarán con menos.
Después camina entre sus acólitos, reparte parabienes, saluda (sin prisas) durante diez minutos y retorna a la canción en el mismo tono, como si no hubiera intermedio. Y aquí la locura. Los seguidores que no quieren que se vaya, Un fin de fiesta con globos, confetti y celebración dionisiaca. Los conciertos de Mariza siempre nos saben a poco.

Lo mejor: La alquimia de la lusa con el público, al que siempre  se mete en el bolsillo.

Lo peor: Que la acústica del “Coliseo” tiende a reverberar, prolongando los graves y las notas de la percusión, que a veces solapaban la voz de la cantante.
La parsimonia de parte del público que (citado a las 9:30), aún continuaban entrando tranquilamente media hora después.