
Este instrumento de cuerda, de difícil afinación, datado en el
siglo X para acompañamientos religiosos, revivió en Francia en el siglo XVIII.
La visión dada por la productora es la de un mundo donde predominan las bajas
pasiones, la violencia es una forma de vida y el sexo un medio para alcanzar
los fines adecuados, es cierto que se aproxima a la realidad de aquella
cofradía de pesadilla, formada por ladrones, asesinos, borrachos o proscritos.
Aunque quizá este acercamiento es excesivamente radical, ya que la pretendida
visión de la violencia, el sexo en estado puro
y el lenguaje soez, pueden alejar a espectadores que pensaban que iban a
visionar “una de piratas” de toda la vida. Black
Sails no es nada de esto. Las “Velas Negras” del título rompen con todos
los esquemas vistos hasta la fecha desde aquella hermosa transgresora de la
ley, que fue interpretada por una deliciosa Jean Peters en “La Mujer Pirata”,
hasta los fallidos intentos de modernizar el subgénero “ad maioren gloriam” de Geena Davis (dirigida por su marido),
capitaneando la tripulación en la adrenalínica “La Isla de las Cabezas
Cortadas”.
A años luz quedan conceptos como la divertida saga protagonizada por
Johnny Deep y sus piratas del Mar Caribe. Un experimento que basándose en una
atracción de Disneylandia no podía dar juego en el terreno de la sangre y el
sudor, pero que consigue un producto burlesco, original y valiente (esa
caracterización suicida de Deep). Antaño hubo experimentos no canónicos,
convertidos en clásicos como “El Temible Burlón”, con un acrobático e
inolvidable Burt Lancaster. Los piratas clásicos como el “Capitán Blood” del
elegante (e insufrible) Errol Flynn, o el añorado Tyrone Power, interpretando
en fastuoso color a Henry Morgan, paseando su apostura en “El Cisne Negro”, no
tendrían cabida en las tripulaciones canallescas y amorales de estos navíos.

Black Sails combina a partes iguales notables interpretaciones
con escenas de acción perfectamente realizadas. El diseño de producción es
apreciable. Costumbre habitual en los productos Starz. Baste recordar series
tan detalladas como La Reina Blanca
en la Inglaterra partida por La Guerra de las Dos Rosas, La Roma degenerada de Spartacus, la recreación de Los Pilares
de la Tierra, sobre el best seller de Ken Follet, o el imaginario renacentista recreado
en Da Vinci´s Demons. La
reconstrucción de los espacios, navíos o ciudades, es cuidada y detallada. Por
ello chirrían los “defectillos” como esos fondos de navíos navegando o paisajes
lejanos, donde el “render” 3D no ha sido trabajado como precisaba y el CGI
destila un estilo de videoconsola. También se nos antoja demasiado moderno para
la época el lenguaje utilizado en algunos diálogos, o albergamos la duda sobre
ventanas de vidrio en un lugar perdido del Caribe, o porqué los personajes no
tienen la dentadura podrida.


Hay sudor en el ambiente, calor
tropical y suciedad consecuente con el lugar y las costumbres. Las heridas no
tienen curas milagrosas ni desaparecen por arte de magia, sin embargo el
aspecto histórico queda descuidado con armas que no son de la época, o el hecho
de situar la acción en 1715, cuando la piratería ya agonizaba, aunque se
respeta la veracidad el Código Pirata. Frente a otras opciones del género de
aventuras, Black Sails regala
diversos momentos de diálogos en camarotes, despachos o tabernas. Es en estos
instantes donde se lleva a cabo la verdadera acción. Trapicheos, sin fin,
cambios de bando, astucias sin par, y donde los actores pueden descargar todo
su arsenal dramático.
Ciertamente los intervalos enlentecen el desarrollo de los
acontecimientos para los espectadores más inquietos y ávidos de acción (que
haberla, haíla). Black Sails es una
melodía coral, orquestada para varias tramas en Do Mayor y afilados sables. En
el aspecto histórico (y como ya le sucediera a su precedente Spartacus) la
serie mixtura hechos y personajes reales con ficticios, dejando la
verosimilitud para los libros de historia. No hay que olvidar el objetivo de
cualquier productora es entretener y no elaborar un documental sobre la vida de
los piratas. Bien asesoradas algunas situaciones, como los códigos que regían
el mundo de aquellos fuera de la ley. Los personajes como Thomas Barrow y el Capitán
Hornigold existieron realmente. Hornigold se presenta como el traidor que
entrega a Eleanor a las autoridades inglesas, en realidad junto con Thomas
Barrow, establecieron la republica de Nassau como gobernadores, junto a
“Barbanegra”; que aparecerá en la tercera temporada para dar más juego; Anne
Bonny o el temible Charles Vane. Hornigold se volvería contra los suyos tras un
indulto, convirtiéndose en cazador de piratas.
Hasta 1718 los piratas
continuaron dando guerra, cuando los británicos enviaron como gobernador al ex corsario
Woodes Rogers, que reformó la administración y restauró el comercio. Barbanegra
seguiría por algún tiempo asolando las costas hasta su violenta muerte (cinco
balas de pistola y veinte cuchilladas) en 1718. La pirata irlandesa Anne Bonny,
que renunció a la herencia familiar para buscar aventuras, tampoco está bien
reflejada en la serie, a pesar de la excelente interpretación de Clara Paget.
Es cierta su relación con Rackman, que vestía ropas de hombre, pero su pareja
la dejó enfrentándose a un cazador de piratas mientras se refugiaba en la
bodega.

Realizado el juramento ante un vaso
de ron y una Biblia, comenzaba la aventura. En cierto modo la vida de aquellos
hombres era una suerte de democracia fuera de la ley. La tripulación votaba y
siempre tenían la última palabra. El papel de la mujer en aquella época se reducía a ser monja, madre
o prostituta. En la hermandad de los desterrados, cualquier mujer podía optar
al mando y vivir sus aventuras. Este fue el motivo que alejó a Anne Bonny de la
hacienda familiar. Las parejas de hecho homosexuales estaban perfectamente
integradas. Incluso tenían una especie de Seguridad Social para los que sufrían
amputaciones en la batalla. También es cierta la relación entre Rackman y
Charles Vane o su disputa por el navío “Ranger”, del cual terminó siendo capitán.
A pesar de tratarse de un “producto Michael Bay” (acción trepidante,
explosiones, adrenalina, grandes planos), el autor de Transformers consigue dotar a su creación de intensidad dramática y
un sinnúmero de subtramas con personajes que se mueven en zonas grises, que
equilibra la vertiente espectacular.
El guión partiendo de un claro “McGuffing”
(con permiso de Hitchcock) que es la búsqueda de la Urca de Lima, el navío
español que lleva el tesoro de la corona y en realidad naufragó frente a las
playas de Florida, siendo rescatada la mayor parte de su contenido
posteriormente por los españoles. La flota llevaba lingotes de oro y pesos de
plata, pero la Urca transportaba
realmente pieles, chocolate, vainilla, etc. Aunque en la serie son los piratas
capitaneados por “Calico Jack” quienes recuperan el tesoro. Los espectadores
más avispados habrán pensado que se trata de un error de traducción cuando los piratas
se refieren a dólares, pero no es así. Se trata de dólares españoles, monedas
de ocho reales acuñados por los Reyes Católicos.
La nave en realidad se llamaba
“Santísima Trinidad” y el apodo de Lima, era por su propietario Miguel de Lima
y Melo. No fue “Calico Jack” el que consiguió parte del tesoro sorprendiendo a
los españoles en el campamento de salvamento, fueron Henry Jennings y Charles
Vane. Alrededor de este “McGuffing” gira todo el argumento de la serie, ya que
cualquier lector de Stevenson y “La Isla del Tesoro”, comprende que están
guiando al espectador hacía el que será el futuro tesoro enterrado del pirata cojo
John Silver. El personaje de Eleanor Guthrie, interpretado con altibajos por
Hannah New (licenciada en Filología Hispánica), está basado en una pirata
irlandesa llamada Grace O´Malley que consiguió el perdón de la reina Isabel I
para legalizar la turbiedad de sus negocios, basados en impuestos a las naves y
abordar barcos mercantes. Los personajes del Capitán Flynt y John Silver “El
Largo” tienen una génesis estrictamente literaria. Toby Stephens (hijo de la
actriz Maggie Smith) interpreta un rol que en “La Isla del Tesoro” tan solo
conocemos por referencias. En la época que desarrolla la novela, Flynt está
muerto y el loro de Silver responde a este nombre como homenaje o broma
macabra, ya que este antiguo cocinero no es trigo limpio y no guarda ningún parecido
con el presentado en la serie veinte años antes. La Isla del Tesoro fue escrita por Robert Louis Stevenson y
publicada en 1883, originalmente por entregas. Encartada dentro del género de
la bildungsroman (novela de
iniciación a aprendizaje) donde el personaje experimenta una evolución física, moral
o psicológica.
Convertida hoy en clásico de la literatura universal, obra
cumbre del autor junto con El
Extraordinario caso del Doctor Jeckyll, sus personajes se han transformado
en iconos cinematográficos y literarios. Stevenson consiguió con su prosa que
cuando se pronuncia la palabra “pirata” inmediatamente acudan a nuestra mente
imágenes de loros, patas de palo, goletas negras, islas tropicales desiertas y
mapas del tesoro con una X señalando sospechosamente el enterramiento de un
tesoro prometido. En la novela también encontramos a Billy Bones (Merlín,
Doctor Who), interpretado en la serie por un atlético Tom Hopper, ya que este
es el contramaestre a quien Flynt entregará el mapa antes de morir. Motivo por
el que, los que han leído la novela, conocían que Billy no había muerto cuando cayó
al agua en la tormenta (ventajas de los lectores compulsivos).
Nassau
ha sido un escenario recurrente en otras producciones cinematográficas. Desde
el Help de Beatles, hasta la Operación Trueno de James Bond y su
remake titulado “Nunca digas Nunca Jamás”. Repitió Bond en Casino Royale, y simula ser Grecia en la escena del océano de Solo para tus ojos.
La
visión que el cine ha dado de esta novela navega desde el clásico mudo (1920)
de Maurice Tourneur (padre del gran director Jacques Tourneur) donde Lon Chaney
“el hombre de las mil caras” interpreta a Silver, pasando por una de las
mejores versiones, la de Víctor Fleming (1934) con un inolvidable Wallace Beery
caracterizado del pirata cojo, acompañado en el reparto de “monstruos” como
Lionel Barrymore (tío abuelo de Drew, la niña de ET). En el año 1950, el
director de “La Guerra de los Mundos”, Byron Haskin, le da una nueva visión a
la aventura iniciática con Robert Newton como Long John, en la que quizá sea la
mejor versión del clásico. Posteriormente crearía una secuela titulada “Las
Aventuras de John Silver” repitiendo protagonista. Orson Welles intentó
hacernos olvidar la interpretación de Newton, pero no lo consiguió en la
película dirigida por John Hough en 1972. La televisión y el rostro de Charlton
Heston, recuperaron al taimado pirata y Christian Bale (El Caballero Oscuro,
American Psycho) como el personaje protagonista. Hasta la Rana Gustavo y Cía,
tuvieron su momento de gloria remedando las páginas inmortales en “Los
Teleñecos en la Isla del Tesoro”.
Las
precuelas parecen haber dado suerte a la productora Starz, que ya consiguió el
éxito con la precuela de Spartacus
titulada “Dioses de la Arena”. No creemos que se atrevan a rodar después la
continuación de esta historia de tesoros ocultos. Los espectadores y seguidores
de la novela genésica, se rasgarían las vestiduras ante el concepto
“explotaition” (sexo y violencia explícitos) de la cadena por cable, aunque camuflado
bajo un diseño de producción de qualité.

Una vez mixturados con el
número de pieles en exhibición (según cuota de la cadena) y de mandobles
sangrientos ha dado como resultado un producto apreciable, con pequeñas
aristas, pero prometedor y novedoso, con la firma de Michael Bay en las
escenas. La serie sube como la espuma en el episodio quinto (dirigido por Mark
Munden) y mantiene un nivel que en los primeros episodios, plenos de albaranes,
cuentas y diálogos interminables, había fomentado la huida de algunos
seguidores. También dentro del peculiar estilo de la cadena, encontramos la
utilización racional de los cliffhanfgers,
con objeto de dejar al espectador anhelando el siguiente capítulo.
Banda
Sonora

La cabecera de la serie es otro de los
detalles destacables. Siguiendo la mejor tradición de “intros” como el
hipnótico trabajo de True Detective o
la originalidad de “Turn. Espías de
Washington”, la colaboración de los directores Dougherty Y Karin Fong con el
Estudio Imaginary Forces, es un delicado trabajo de orfebrería visual.
Las
referencias de las pequeñas esculturas; simulando bronce y alabastro;
realizadas digitalmente, beben de diversas fuentes entre las que se encuentran
influencias de escultores como Bernini o Rodin.
También se puede apreciar el ascendiente del gótico o el rococó, o
incluso el arte de las tumbas en el siglo XIX. El trabajo del fotógrafo
madrileño Pablo Genovés, sus arquitecturas fantásticas y espectrales de
espacios nobles y singulares, flota sobre la abigarrada imaginería en un ejercicio
totalmente lícito de apropiacionismo artístico.
Figuras de un clasicismo
vocacional y una luminosidad latente, chocan frontalmente con conceptos
medievales como la danza de la muerte representada en los esqueletos. Al fin y
al cabo ¿que mejor compañera tenían aquellos renegados? Cualquiera de las
pistas nos remite a grupos de bucaneros trasegándose barriles de ron o de grog, bebida creada por ellos (ron
rebajado, azúcar, zumo de limón) para combatir el escorbuto. El uso recurrente
del tambor, la gaita, la zanfona, la pandereta y la percusión obsesiva, transmiten
un aliento épico, una época legendaria. Sublimando la mugre, las costras, los
costurones sanguinolentos y la falta de higiene de la realidad cotidiana.
El
Soundtrack contiene instantes de gran emoción poética como “Funeral at Sea”,
una intensa melodía a base de cuerdas, que comienza con reminiscencias célticas
y donde la percusión marca el camino hacia un epílogo preñado de melancolía.
The
Parson´s Farewell es quizás la pieza más hermosa de la BSO. Una cadencia de
aires renacentistas que va “in crescendo” apoyándose en cuerda pulsada (púa)
para ascender en los acordes finales con una fuerza arrebatadora. De nuevo la
zampona y la imitación de gaitas, marca de la casa.
También
encontramos versiones de canciones tradicionales como la dinámica The Golden
Vanity”, una delicia en la peculiar voz de Doug Lacy (ex miembro del grupo retirado
Oingo Boingo, donde coincidió con Dany Elfman, el compositor de las películas
de Tim Burton (Eduardo Manostijeras, Batman o la melodía de Los Simpson) ejerciendo
como líder del grupo.
Basada
en una melodía tradicional inglesa que en realidad se llama The Sweet Trinidad,
evoca el sonido de una taberna portuaria, es una deliciosa pieza con acordeón,
sabor a ron derramado y reyerta de garito filibustero. Fue grabada en 1976 en
el álbum de Martin Simpson con baladas británicas y estadounidenses. Narra la historia del capitán de un barco y
un grumete. Ha sido versionada en multitud de ocasiones (Bob Dylan, Peter
Seeger y la que quizás es la mejor versión de los setenteros Peter, Paul and
Mary). Todavía parecen quedar muchos navíos por abordar y ron para aliviar la
garganta en esta serie a la espera de su tercera temporada.
1. Theme from Black Sails
2. Nassau
Shores (from “I. ”
and “VII.”)
3.
L’Urca De Lima (from “I.”)
4. The Banner of Captain
Flint (from “I.”)
5. Captain Kidd (from “III.”
& “VI.”)
6. On the Beach (from “III.”)
7.
Wondrous Love (from “I.”)
8. The Wrecks (from “I. ” & “II.”)
9. Silver Overboard (from
“II.”)
11. All Saints (from “III.”
& “VIII.”)
12. Black Sails Theme and
Variations
13. Streets of Nassau (from
“II.”)
14. The Andromache (from “V.”
& “VI.”)
15. Clamanda (from “II.”)
16. Vane’s Visions (from
“IV.” & “V.”)
17. Funeral at Sea (from
“III.,” “IV.” & “VI.”)
18. The Parson’s Farewell
(from “VII.”)
19. Pieces of Eight (from
“VIII.”)
20. Black Sails Main Title
21. The Golden Vanity (from
“VIII.”)
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