Ellos son los monarcas absolutos
de la mugre fílmica. Líderes de la
basurilla óptica y la cámara abisal. Hacedores de fiascos varios, sin coartada
contracultural. Perpetradores de infamias visuales como Ed Wood, irredento
fabricador de detritus en celuloide (aunque simpáticos), gurú del naufragio
narrativo y poseedor del dudoso título de "peor director de la
historia", aunque esto no sea exactamente certero. Wood fué cabecilla de
una troupe formada por desheredados, ex-luchadores, y desertores del talento,
con los que planeó sus diseños sicotrónicos más legendariamente casposos.
Bazofias narrativas como Plan 9 from Outher Space,on su ración de
tumbas de cartón derrumbándose al paso de Vampira, que caminaba
sonámbula, con los brazos extendidos.

Otro de los sumos sacerdotes de la piltrafa audiovisual
fué el nefasto Al Adamson, que rubricó diversos himnos a la fullería
cinematográfica como Cinderella 2000. En la menesterosa Dracula
contra Frankenstein, se revela como el apóstol de la cutredad, utilizando
recortes de otros filmes, para alcanzar un metraje decente en sus disparate
embrionario. El rodaje de Bela Lugosi contra el Gorila de Brooklyn
(poético título) se realizó; como toda la obra del inefable William Beaudine;
en una sola toma. Exegeta del ahorro fílmico, basó su hedionda poética en el
mandamiento de que la primera toma es válida, para rodar este monumento al
guión oligofrénico y la caspa como estética. El rupestre resultado de la
impresentable teoría, se tradujo en obras maestras de la demencia aplicada y la
estética intestinal. Dinamitando todos los géneros desde la perspectiva del
despropósito, es el único autor capaz de hacer tambalearse el grasiento trono
de estiércol de Ed Wood. Con disparates del pelaje de Billy el Niño contra
Drácula, donde rezuma mugre, o Jesse James contra la Hija de Frankenstein,
ejemplos irredentos de cine aerofagico. El superhéroe más depauperado nos llegó
de la mano de R D Stecker, rodada con cuatro familiares tarados, look de Super
8, y calzando para la ocasión pijama y pasamontañas. Un galimatías óptico,
candidato a una hermosa lobotomía. Pagada por el espectador.
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