miércoles, 25 de julio de 2018

Stand By Me. Lo que nunca vuelve


                                         
Aunque el nombre de Stephen King se asocia siempre con un imaginario cercano al cine de terror, en parcialidad habría que decir que no son las adaptaciones de los argumentos terroríficos las más afortunadas en su traslado a la pantalla, salvado escasas y honrosas excepciones (y alguna obra maestra) son los argumentos no-terroríficos; estrictamente; los que han aportado mayor calidad a la pantalla. Stand By Me  (Cuenta Conmigo. Rob Reiner. 1986) es un viaje interior, iniciático, hacia una madurez previa, protagonizada por cuatro muchachos en estado de gloria. El casting es arrebatador. Kiefer Sutherland jamás repitió esa certeza, Richard Dreyfuss no precisa palabras, el malogrado River Phoenix realiza un papel de antología y Cusack no necesita avales.
Stand by Me nos habla de esa época en que todo comienza a cambiar, ese periodo inolvidable en que los asombros nos crecen, donde cualquier instante adquiere una patina mágica e irrepetible que habitará de nostalgia nuestro futuro. También ¿Por qué no?, nos habla sobre la perdida de la inocencia y el encontronazo que supone la llegada al mundo adulto. Hermoso parábola sobre la amistad cálida y cercana, antes de que los amigos fueran sustituidos por monigotes virtuales y las conversaciones por una serie de signos para tarados lingüísticos. Una época donde el mundo era más sencillo y algo tan nuestro como la inocencia no era una entelequia extraña de la que nos hablan los más viejos. La sombra de Mark Twain sobrevuela este guión en el que la amistad y la inocencia, ya no son recuperables, incluso la misma trama está recordada desde la visión de un adulto. Nada retorna, nada es igual y los parques son mucho más pequeños de como los recordábamos.
“Soy un niño, y sólo seré un niño una vez. Tengo el resto de mi vida para ser un imbécil”
 Es, también, el film un brillante ejercicio de puesta en escena y de trabajada ambientación cincuentera de los EEUU, habitado de los grandes temas musicales del momento (Everyday; Lollipop o Come Go with me) complementan el iniciático viaje. Un viaje que nos hace retornar desde el personaje de Cusak a aquellos días en que los parques y estanques nos parecían mucho más grandes de como los recordamos.
 El guión nos habla de ese otoño inolvidable en que el mundo adulto choca como una locomotora contra nuestras vidas.

Stand by Me forma parte de un libro cuyas tres adaptaciones al cine han sido de los mejor de King; Different Seasons (Las cuatro estaciones, Ed. Mondadori, 1992) Cada una se desarrollaba en una época del año. “Cadena Perpetua” en la primavera,”Verano de Corrupción” y el cuento de invierno, que aún no ha sido realizado para el cine.




El Otoño de la inocencia” quizás juega con la doble traducción de “fall” como caída (de la inocencia) y como otoño. Este film nos habla del fin de la ingenuidad, de esos jardines que ya nunca serán los mismos, de la corta duración del territorio de la infancia. De un mundo donde lo importante es descubrir algo tan elemental como que tipo de animal es Goofy. El mismo Stephen King, dijo que era la mejor adaptación que se había hecho de su mundo literario. Lo cierto es que Rob Reiner nunca repitió carambola y esta hermosa película ha quedado como una “rara avis” dentro del territorio del escritor, el director y los interpretes. La pegadiza melodía de Cuenta Conmigo, una hermosa plegaria de Ben E. King; sobrevuela; aún después de morir los títulos de crédito. Stand by Me es la nostalgia elevada a la enésima potencia.


martes, 24 de julio de 2018

El Caballero de Olmedo. Noviembre Teatro. Festival del Castillo de Niebla. La sobriedad como estética.


    
 



Parquedad en la propuesta de este “caballero” presentado por Noviembre Teatro. Sobriedad en los modos y maneras, en el movimiento escénico y la escenografía. Esta versión del clásico amatorio está apoyada fundamentalmente en el poder mágico del verbo lopevegano, en el lance verbal y el manejo de las pasiones universales por encima de épocas y periodos históricos. Y en la reconocida autoridad del director con los clásicos. Bien mirado, este predestinado (que de noche le mataron, al caballero) podría situarse en rincones que todos conocemos, de la más rabiosa actualidad, ofrecernos el retruécano de su espejo invertido para que los personajes se nos aparezcan como vivos y palpitantes. 

No ha cambiado mucho el orbe desde que el fénix de los ingenios escribiera esta maravilla casi necrófila, donde se nos hace spoiler desde un principio. Desgraciadamente, la humana envidia, el recelo hacia el que es diferente y la incapacidad de procesar la frustración forman parte de la textura de nuestra enfermiza sociedad. No hay más que echar un vistazo al terruño que habitamos donde el desprecio al que piensa diferente puede terminar en baile de navajas y la envidia ocupa un amplio territorio en el mapa genético. 
El maestro madrileño jugó en su texto con los tópicos y el oscurantismo de una época donde la dama que no llega a nupcias tiene como salida el convento. El contrapunto cómico de una propuesta de sobriedad vocacional, castellana y áspera, lo aportan el sorprendente control de ritmos de Tello (Arturo Querejeta); el criado pícaro y barbián; y la “celestinesca” Fabia. Un dechado de trapacería y alcahuetería que borda la actriz Charo Amador. El director (Eduardo Vasco) juega en algunos instantes con la rotura de la cuarta pared, humaniza al personaje sentándolo en el borde del escenario para declamar ese verso claro y certero que se gastaba el áureo madrileño. La tragedia de Don Alonso flota en el aire olmedano como algo inasible e inatrapable, como un fatum funesto, teñido de luto. Y es más triste porque Daniel Albadalejo recrea un personaje que juega en la cercanía, que proyecta empatía (amén de proyectar la voz con pericia) y al que no le deseamos ningún mal.  
Hay un certero equilibrio entre los instantes solemnes (algunos casi enlutados) y las aportaciones cómicas. La tragicomedia no se encorseta, no chirría. Incluso cuando las “innovaciones” pasan por añadir a la clásica balada mortuoria (Que de noche le mataron... al caballero. Gala de Medina, la flor de Olmedo) palmeos “jondos” y de verdeluna  (casi un premonitorio coro griego) o acompañan los recitados con una guitarra eléctrica. Ora suave y melancólica, en leves arpegios y acordes insinuados, ora rockera, con fúnebre predestinación en sus cuerdas. 

Pese a estos enriquecedores añadidos la propuesta es de lo más ortodoxa. Y esto se agradece. Respeto por la génesis literaria, respeto por la fatalidad en el verso inabarcable, respeto por el mensaje desasosegador de la única tragedia de Lope de Vega, que bebe de influencias tardomedievales (esa alcahueta fernandorojiana) y legendarios (la historia del caballero en una canción popular) y con elementos de la Comedia Nueva. La austeridad y el minimalismo como arma en la expresionista iluminación (Miguel Angel Camacho) y en la escenografía. No se precisa nada más. Lope sabe proyectar su intensidad en la dramaturgia, sin excesivos cambios espaciales. Ya las tormentas humanas sostienen la armazón dramática con suficiente intensidad en la candidez de Doña Leonor (Elena Rayos) o la pasión lúdica y las maniobras de la enamorada Doña Inés (Isabel Rodes), en plena ebullición amatoria. Correcto e intenso Fernando Sendito, en el envidioso Don Rodrigo que se crece en la declamación según avanza el personaje y su compinche Don Fernando (Rafael Ortiz).

 Resaltar las intervenciones de José Vicente Ramos en el rol de un padre, levemente despistado. Antonio de Cos recrea en sus dedos la intensidad de los instantes, pasando de músico al personaje del Rey. La colocación de los micrófonos hacía que se perdieran levemente los instantes en que los actores no miraban al patio de butacas. Hermosos los diseños de Lorenzo Caprile, para un vestuario que envuelve en un aura funesta y trágica. Quizás sea de los escasos casos en que el público acudía a la obra sabedor del desenlace (uno de los primeros spoilers de la historia) de este drama barroco.

 Ciertamente, así se dicen los versos, así se vive la dramaturgia en medio de la conceptual escenografía de Carolina González. Con naturalidad y flujo. Con elegancia, fluidez y certeza. Destacar la cita que se hace en la obra a los personajes de Fernando de Rojas en “La Celestina”. Un drama que al final deja un cierto sabor amargo. No andamos tan lejos de esta aciaga enemistad  atemporal entre Medina y Olmedo.

miércoles, 18 de julio de 2018

Carmen y Lola. Un hachazo al patriarcado. 24 Festival Ibérico de Cinema


                       




La propuesta de Arantxa Echevarría es de esas que continúan habitándote la piel después de los títulos de crédito. La historia de amor de dos muchachas de etnia gitana, es una apuesta esforzada y al mismo tiempo espinosa, por la situación necesaria para el rodaje y las implicaciones sociales. La bilbaína abre su película con un plano estático de una de las protagonistas, vistiendo el traje de pedida, en completa soledad, que es toda una declaración de principios. “Carmen y Lola” rezuma frescura por sus poros. Filmada casi como un semidocumental, en algunas secuencias es un estudio antropológico del imaginario caló, observado con una honestidad no exenta de reivindicación. A través de la lente, cámara en mano, se muestran las periféricas barriadas, las costumbres, los brillos, las creencias, los rituales incardinados en lo cotidiano, con un naturalismo sincero en la fotografía (Pilar Sánchez Díaz), que no se desliza por la pendiente del costumbrismo. Una postura que no da pábulo al folklorismo o el reality-show de querencia plebeya.

Este retorno al cine de denuncia social (vía Calos Saura), está manejado con hilos de esperanza y sensibilidad para manejar una situación extrema en el entorno social en que se desarrolla (incluso es vista como una posesión diabólica), focalizando sobre la experiencia interior de las protagonistas, envueltas en un opresivo mundo para el que no se muestra ninguna complacencia. Para acercarse a este tema tabú, pese a lo asfixiante de algunas secuencias, el arma es una cámara espontánea, la huída del plano-contraplano, que es sustituido por un eficaz juego de foco en los rostros, cambiando alternativamente de protagonista. La lente deja a la profundidad de campo (o la falta de ella), indefinir el rostro de fondo para volver a jugar con el anterior. Flujo y reflujo visualmente hermoso y efectivo. En una excelente secuencia de baile entre Carmen y Lola, la cámara ralentiza el tiempo, alejándolas del entorno, dejando vivir la ensoñación, desapareciendo la triste realidad a su alrededor. Hay que destacar la valentía de las actrices, de las que Arantxa Echevarría es capaz de extraer una gran riqueza de matices, de silencios cómplices, de miradas introspectivas, en esa huída hacia adelante que es el amor entre mujeres, con la falta de referentes en un entorno hostil y estancado en otros tiempos. Valentía, y una capacidad interpretativa espontánea, libre de lastres y de una naturalidad apabullante. 

Las dos actrices principales, Zaida Morales y Rosy Rodríguez, extraen un abanico interpretativo pleno de frescura y sinceridad. Moreno Borja, dota a su personaje de una verdad impactante. A destacar el papel de la madre, de sincero registro dramático, y el personaje de “Paqui”, fresco e intenso, dibujado por la extremeña Carolina Yuste.   Carmen y Lola” es una propuesta universal aunque haya sido situada en la idiosincrasia gitana. Un canto a la falta de prejuicios y a la libertad, al rechazo de la propia cultura, si ésta encorseta y comprime nuestras vidas y anhelos. La banda sonora de Nina Aranda es escueta, con instantes intimistas para tecla y cuerda, predominando la música diegética, de raíz flamenca, que se escucha en las reuniones, fiestas y culto. Desafortunadamente ese idílico final abierto aún está muy lejos de ser real. Prueba de ello son los múltiples problemas que la directora ha tenido con asociaciones y colectivos contrarios a esta película, incluso sin verla. Y no precisamente con las estructuras patriarcales. Aunque seguramente el film se convertirá tras su estreno comercial en uno de los crowdpleasers del estío, todavía queda mucho camino.



viernes, 13 de julio de 2018

Seis Mil Lunas.14 Relatos de Lucha y Esperanza. Julio Alejandre


                      



Comencé a leer “Seis Mil Lunas” sin acceder previamente a la biografía del autor. El resultado fue que al cabo de tres cuentos, llamó mi atención el dominio del habla salvadoreña, la fluidez en las construcciones, la naturalidad en la estructura, hasta el punto de que me quede asombrado cuando leí que se trataba de un madrileño que había trabajado como cooperante (Colomoncagua, Mesa Grande, Morazá, etc), que actualmente, se encuentra afincado en la Baja Extremadura, dedicado a la enseñanza. Quien haya  tratado de pergeñar una historia corta, utilizando cualquiera de las características léxicas de los países hispanoamericanos, se ha topado con la dificultad de estructurar las frases de modo natural. No se trata de colocar palabras al libre albedrío o de sustituir las utilizadas en el castellano de acá con las del castellano de allá, como un sanitario colocando apósitos. La realidad es mucho más compleja.
 Julio Alejandre consigue esa fluidez narrativa que nace del uso continuo e instintivo de los términos y frases. Doble dificultad, ya que mixtura el trance del relato corto; exigente y certero; con el uso de terminologías que nos son ajenas o no son nativas. Estas “Seis Mil Lunas” son los años contados desde el ¿afortunado? descubrimiento de América. Desde que el choque abismal entre dos mundos cambió el curso de la historia.
Julio Alejandre presenta en estos catorce relatos (merecidamente premiados) un abanico de personajes palpitantes, de esos que se aferran a la garganta y siguen hablando desde ti una vez concluido el texto. Como ese marido que reencuentra a su esposa en “El Vía Crucis”, un relato casi de realismo mágico. Una reflexión sobre la memoria de los que se van <<Si no siembro las piedras bajo el conacaste, ¿Qué quedará de los que se fueron? ¿Quién guardará su memoria?>>. Un ejercicio de estilo con la sobra de Juan Rulfo revoloteando por esas hermosas frases cortas. Por esa filosofía cotidiana y certera <<Enfilo la vereda, pero me doy cuenta de que no soy yo quien hace la vereda, sino ella la que me hace a mí, la que me ha estado haciendo desde siempre>>
Julio Alejandre maneja la poética de la brevedad en la frase. De la contundencia en el verbo, casi desnudo. Sin adornos innecesarios pero plena de expresividad y de intensidad. Cada palabra expresa lo que hay que expresar, cada vocablo dice lo que tiene que decir. La riqueza de este castellano de allende los mares es apabullante, así como su expresividad y musicalidad. “Incidente en Rancho Quemado” narra un hecho terrible en su cotidianeidad. Y lo hace con esa resignación de los que están acostumbrados al sufrimiento, los que llevan el dolor como una parte de su respiración. Una historia que narra como un padre borracho dispara accidentalmente en una reunión matando a su hijo. El epílogo es de una economía de medios admirable, lo que no le hace perder capacidad de conmover y remover conciencias.
Viera cómo se le estremecían las carnes a la mujer y le fallaba la voz cuando dijo que había sido el padre del chamaco quien disparó.
-El mero tata, vos.
La Autopsia de Gerundina Guevara” nos narra una sórdida historia que denuncia los malos tratos y la violencia sobre la mujer con un lenguaje gustoso, basada en la creación de un personaje de esos que se te adhieren a la piel y consiguen que no desees el final del relato.
Todas estas historias se desarrollan en una mismo universo, dónde la guerra, la miseria, el sufrimiento de los más débiles están tatuados en el alma de los protagonistas, incluso cuando disfrutamos de una narración humorística y chispeante como “El Charlatan”; donde un vendedor ambulante sube a un autobús cargado de mercancías milagrosas para levantar la sonrisa del lector.

Tres días de Marzo” es un relato terrible, basado en un hecho real, que clama sobre la impotencia de quienes están a merced de las guerras, el éxodo, el miedo, contados a modo de diario, como crónica de una muerte anunciada...
En “Al Final del Callejón” la narración mantiene un constante suspense sobre el probable secuestro de una niña, narrada por las voces de las dos protagonistas (secuestradora y madre) que mantienen sus perspectivas respecto al mismo acto, de terribles consecuencias.
La Tela de Araña”. Un cuento hitcochckiano donde el hecho de adivinar lo que va a suceder no le resta un ápice de interés al suspense. Unas niñas proyectan aprovechar el día para ir a bañarse a la Poza Verde. Las circunstancias irán tejiendo una tela de araña inexorable y cruel, contra la que no se puede luchar.
Cuando el lector termina cada uno de los relatos que componen “Seis Mil Lunas”, amén de la sensación de haber disfrutado de una narrativa intensa y certera, no puede estar en desacuerdo con los premios obtenidos por éstos. La riqueza léxica, la utilización exacta y minuciosa de los vocablos salvadoreños (chafarote, enmontañado, papalotear, tufosa, zancudo, etc) contribuyen a esta arquitectura, que conforma el universo que Julio Alejandre ha volcado en este libro. Una lectura de amplio disfrute, imprescindible y enriquecedora.



jueves, 12 de julio de 2018

Viriato de Verbo Producciones. Noches de Verano.El poder del símbolo


                            





Una estética conaniana es la opción de Maite Álvarez para introducir al espectador en un mundo bárbaro, tan sólo primitivo en lo externo, donde las falcatas íberas hacían temblar a los romanos portadores de gladius. Nura (Paca Velardiez)  y el corifeo ( Jose F. Ramos), se encargan de secuenciar en canon las lamentaciones que nos hablan de los horrores (y errores) que los humanos siguen cometiendo por ambición e ignorancia. La Música, compuesta por “La Octava”, es incidental y apoya en todo momento la intensidad del verbo, ya sea en forma de obsesiva percusión tribal, en atonales acordes o en notas largas y sostenidas que potencian la sensación del fatum inexorable que acecha al protagonista.
 El texto de Florián Recio es un alegato contra la estulticia humana. Contra los repetidos errores del hombre, la ambición y la codicia que sustentan todas las guerras. Viriato (Fernando Ramos) no es un arquetipo. Se mueve en el terreno de la duda, comete errores y sabe que éstos tienen consecuencias. Se agota, se rinde. En definitiva es terriblemente humano, y el actor lo levanta presentándonos un antihéroe atrapado entre las intrigas y telarañas del poder. La petición de Viriato es admirable y digna de encomio <<El tiempo de la sangre debe concluir>>, pero al mismo tiempo peca de inocencia y desconocimiento de la especie humana. La dirección de Paco Carrillo otorga un aire clásico, con referencias al teatro helénico en lo contextual. Las vivencias humanas son similares, ya sean los arquetipos servidores de dioses elaborados, animales sagrados o del bondadoso Endovellico. La minimalista escenografía se apoya en un juego de elementos que se articulan y se utilizan plásticamente, unos maderos que forman parte de la fisícidad de los personajes y son reflejo de sus emociones. Emociones extremas como el bélico y mágico Olíndico (excelente Pedro Montero), un líder religioso panceltibérico del que apenas se sabe nada, salvo que murió a manos de un legionario cuando intentaba matar al cónsul con su lanza de plata. Apreciable el resignado y valiente Astolpas de Jesús Manchón. Brioso el alegato reivindicativo de Tóngina (Ana García). Exactos los altibajos que produce la traición en el espíritu, solventados por los actores Manuel Menárquez (Minuro) y su compinche Audax (David Gutiérrez), ambos con correcta y nítida proyección vocal. El Cepión de Juan Carlos Tirado es un artero y taimado imperialista al que el actor dota de un cierto toque histriónico, irónico y cínico. Si hay algo que destacar de este Viriato es su cercanía, su humanidad, llena de dudas y contradicciones. 
También su alejamiento del mito, escindido del héroe homérico, ajeno del testimonio de virtudes guerreras descrito por Diodoro Sículo, que lo transforman en alguien cercano y casi cotidiano. Se echa de menos el extraordinario coro de la ESAD (Premio Ceres) que debutara en las piedras milenarias de Mérida. También es discutible que este Auditorio sea el más apropiado para una obra de estas características, con textos profundos y meditativos. Estos son acompañados de ruidos de motocicletas, voces y diversas molestias procedentes el exterior, situación que no se produce en un concierto por la potencia de los equipos. “Roma no paga traidores” Esa es la condena para los dos felones que le quitan la vida (en realidad tres). Pero el mundo real es distinto. Roma sigue pagando traidores, la mayoría de ellos con fondos del erario público.

miércoles, 11 de julio de 2018

Presentación de la Revista Versión Original 25 aniversario


         





No es moco de pavo. La aventura comenzada hace 25 años por tres amigos, llenos de pasión por el cine (y osadía), es hoy en día una de las propuestas culturales más potentes de la región. La única publicación que acerca el cine en formato de monográfico, ha vencido los múltiples escollos que se presentan a cualquiera que quiera sacar adelante una propuesta cultural en “aquestos predios”. 

Mucho ha llovido desde entonces y la Fundación ReBross ha conseguido uno de los certámenes más interesantes del país el Festival Solidario de Cine Español de Cáceres, y sus premios “San Pancracio”. Una propuesta única en su entorno, en un mundo donde preocuparse de los demás siempre está en un segundo plano detrás de otros intereses y obligaciones en que ocultamos la cabeza como el avestruz. 


Aunque este hubiera sido su único objetivo, ya sería digno de encomio y apoyo, pero es que además todo este “tinglado de la antigua farsa, la que alivió en posadas aldeanas el cansancio de los trajinantes, la que embobó en las plazas de humildes lugares a los simples villanos” (con permiso de Benavente), les ha llevado a puertos mucho más abiertos y prometedores. Desde la edición de libros temáticos, que ofrecen esa oportunidad tan escasa por parte de las editoriales a escritores especializados en cine, hasta este concurso para ilustradores con el motivo de “Final Feliz”. El nivel de calidad en las colaboraciones de la revista “Versión Original”, la ha colocado como buque insignia y referente cinéfilo de la región (y fuera de ella).
Su próxima aventura es un especial sobre “Cine y Extremadura”, sigue su pauta de hacer región, de mejorar nuestro ámbito cultural, sin perder de vista las raíces altruistas del proyecto. Para el número dedicado a “Novelas Españolas Adaptadas al Cine” se han solicitado diversas colaboraciones. No puede haber una vocación más cultural y universal para un proyecto en que acompañan la “Asociación de Escritores Extremeños”, la Facultad de Filosofía y Letras de la UNEX, la Asociación Cultural Ediciones Liliputienses  y la Asociación Cultural Norbanova.
Para presentar este monográfico nada mejor que las calles del casco antiguo de Cáceres. En el gastrobar Mastropiero se presentó la nueva criatura, y se entregó el premio de este primer certamen de ilustración “Versión Original”, con la temática de “Final Feliz” y organizado por ReBross y Piñata Productions, patrocinado por Gin Premium Puerto de Indias. Los colaboradores han sido Inspiratur Agencia de Viajes y Graficas Hache. La ganadora fue Valeria Shapovalova con la ilustración “Vida de Perros”. Una propuesta que juega con la gama de grises, entrañable, donde la sencillez  es el arma. Un homenaje a los clásicos con el personaje de Charlot y un encantador perrito. La contraportada de la revista muestra las ilustraciones que también pudieron ser portada. El Show de Truman de Lorena Cardeña, un simbólico momento, donde aparece el personaje en un entorno de tonos pastel que juega con azules y rosas para crear un contexto idílico. El “Big Fish” de Marta Barroso, homenajea la obra maestra de Tim Burton, utilizando sepia y las simbólicas siluetas de los zapatos que cuelgan al final de nuestros caminos. “Ocho y Medio” es la elección de Ester Centella Arranz. Mastroianni está rodeado por un mundo sepia onírico y simbólico, donde camina la orquesta de payasos. Una ilustración que homenajea la escena de la película a ritmo de lápiz. Ricardo Estecha elige uno de los momentos más significativos  (y musicales) de “La Vida de Brian” para su ilustración, un diseño que juega con los contraluces, los degradados y un toque músico-festivo. 
El resto de la exposición, en total 20 obras, quedó expuesta en las paredes del Gastrobar & Jardín Mastropiero. Paco y Tinti Rebollo presentaron este 25 aniversario, haciendo un recorrido por todas las reseñas de los colaboradores de la revista, sin perder el toque reivindicativo (no podía ser de otro modo) y recordar los barcos llenos de seres humanos en alta mar. Está claro que mantener un proyecto de este calado requiere voluntad y constancia, pero también mucho amor por aquello que se está haciendo. Y de eso, aquí hay mucho...



viernes, 6 de julio de 2018

Claude Lanzmann. La persistencia de la memoria






                               

Once años de trabajo fueron necesarios para que su monumento a la memoria del holocausto viera la luz. Una obra que da voz a supervivientes de ambos lados. Recuerdos terribles, experiencias que ningún ser humano debería haber pasado, campos de exterminio en ruinas, primeros planos llenos de dolor. La cámara hurga en el interior de los entrevistados, no desconecta durante su emoción. Shoah no está exenta de polémica cruda y descarnada, como esos habitantes de Graboww que afirman: “los judíos tenían todo el capital”, y ocupan las casas de los desaparecidos. Los fotogramas muestran días nublados, metáfora de la imposibilidad de que la naturaleza muestre su belleza cuando pasaban los trenes cargados de seres humanos, captan la maldad de los verdugos, ocultando con su parafernalia el destino final de las victimas. La cámara en mano, el plano largo son las armas utilizadas por el autor para entrar en el dantesco infierno de Auschwitz. 
Shoah es un ejercicio para la persistencia de la memoria, para que el olvido no se apodere del dolor. Lanzmann retomaría su análisis de la naturaleza humana en “El último de los Injustos”, un largo documental de tres horas de otro de los aspectos de la perversión totalitaria: los colaboradores necesarios. Pese a la reticencia inicial de Benjamín Murmelstein, el último dirigente del consejo judío de  Theresienstadt, el director logra extraer los ecos de un pasado oscuro y tenebroso. Murmelstein aparece como defensor de una teoría contraría de la “banalidad del mal” acuñada por Hannah Arend y presenta a Adolf Eichman (con quien tuvo contacto durante años), como un antisemita fanático. No como un burócrata banal.
 Durante el documental, el antiguo dirigente se presenta como alguien que trató de engañar a los nazis para salvar vidas. Lo cierto es que el Gran Rabino de Roma no quiso ni ofrecerle la oración de los muertos.  Traer la realidad, para no dejar que el olvido de apodere de ella, es el objetivo final del cineasta. Mostrar la cómplice indiferencia, la vida que seguía mientras se escuchaban los gemidos. La infamia y la complicidad de quienes pertenecían a otra comunidad no amenazada. Lanzmann  consigue que los lugares y las situaciones palpiten, que expresen más que las palabras. Sobre Shoah sobrevuela una sensación de premura, de vital necesidad de contar las cosas cuando aún hay tiempo para ello. El autor emplea un minimalismo basado en relatos, maquetas e imágenes de los dantescos lugares para evocar el pasado, mixturando el cinema verité con el documental perfomativo y de reflexión. Con  sabiduría, dejó fuera de Shoah la entrevista a Murmelstein, porque las elecciones estéticas de la primera, quizá se encontrasen en desequilibrio con las opciones de la segunda. Algunas de sus aportaciones plásticas, como esos trenes circulando por llanuras o el plano secuencia de la parte trasera del camión repitiendo el infame trayecto de las victimas, fueron precursoras e influyeron en cineastas posteriores.
Astutamente, Lanzmann demora la aparición en pantalla del “último injusto” unos veinte minutos, mientras establece antecedentes históricos de estos “Ancianos de los judíos” que colaboraban con los funcionarios alemanes. Nos muestra esa “muerte en cámara lenta” que, según el colaborador, era la vida administrativa en Theresienstadt. Si el tema de Shoah era la muerte, en “El último de los injustos” es la vida, con todas sus consecuencias. El milagro de la supervivencia en medio de la barbarie destructora, del terrible sacrificio ritual del odio y el fanatismo. O sobre la inexistencia de la culpa.
¿Es el protagonista una víctima o un colaborador con la infamia? El film es un fascinante estudio sobre la supervivencia, donde Murmelstein se presenta como un filtro frente al mal inconcebible. Una figura necesaria para salvar al máximo de judíos del yunque nacionalsocialista. Un análisis que nos hace preguntarnos sobre la ambigüedad, sobre el terreno moral para abonar en un contexto donde la vida era algo precario. Las diferencias de tesis entre Shoah y “El último de los injustos” parten de la meticulosidad de la primera frente a las declaraciones subjetivas de la segunda. El enfoque acrítico, que permite que las declaraciones del rabino se presente como verdad histórica asimétrica, contrata con el rastreo certero y las diversas perspectivas que se enfocaban en Shoah.

Durante la entrevista a Maurice Rossel en “a Visitor from the Living” (1997), el jefe de comité de Cruz Roja que estaba encargado de inspeccionar Theresienstadt, éste alega que no nota nada terriblemente malo y que era un gheto modelo.
Las obras de Lanzmann son de difícil visionado, con una enorme vocación de investigación. Su filmografía ha dejado obras como “Sobibor”, una propuesta de humor negro que huye de sentimentalismos y explora un terreno estereotipado, el mito de los judíos cómplices de su propio sufrimiento. Luchó contra el horror en los maquis, fue profesor de filosofía, mantuvo una relación con Simone de Beauvoir (fue el único hombre que convivió con la filósofa) y se convirtió en un imprescindible testigo del siglo XX. Un hombre que, como las dos liebres que filmó en Auschwitz, pasó por debajo de las alambradas de la vida, luchando a brazo partido por la persistencia de la memoria.



jueves, 5 de julio de 2018

Maestro Chaínho, 50 años de carrera Centro de Ocio Contemporáneo. Festival de Flamenco y Fado Badajoz


                               



Fotograma del Documental




David Garrido Bazán
Con presentación del Director de la Filmoteca de Extremadura, David Garrido Bazán, el director del cortometraje, Luis Godinho, y el equipo técnico se proyectó en el COC de Badajoz: Maestro Chaínho, 50 años de carrera. Si hay algo que distingue a Antonio Chaínho es la limpieza de su digitación, sus trémolos, sus picados espectaculares y el alma que vuelca sobre todo lo que interpreta. Chaínho ha hecho por la guitarra portuguesa algo equivalente a lo que hizo por la flamenca Paco de Lucía. 
La ha dotado de dignidad, la ha fusionado, la ha exprimido hasta sus últimas consecuencias. El cortometraje narra en clave costumbrista la vida en el blanco pueblo portugués de Santiago do Cacém, una de esas deliciosas aldeas donde la tranquilidad habita largamente, con hermosas secuencias en Lisboa. Allí el guitarrista aprendió y exprimió todos los recursos que le han convertido en el maestro que es. Un maestro humilde, que imparte clases y trata de prolongar sus conocimientos y proyectarlos sobre alumnos que no han tenido oportunidades.


 El documental recorre la vida y los recuerdos, entremezclados con interpretaciones del protagonista. Por la pantalla desfilan artistas de la talla de Pedro Abrunhosa, Rui Veloso o Paulo de Caraballo, entre otros. La fotografía y el montaje están a cargo de Rui Fernández.



Luis Godinho

Este documental es tan sólo un acercamiento a la dilatada trayectoria del maestro, cuyas colaboraciones serían inabarcables para tan escaso metraje. Chaínho celebro la conmemoración de sus 50 años de carrera en el 2016, en el Tivoli de Lisboa con la participación de artistas como Helder Moutinho, Diogo Melo en la percusión, Tiago Olivera en la viola, etc. Nos encontramos ante un documental reposado y certero, donde se repasa la condición humana del artista, en montaje paralelo con su trayectoria en los escenarios. Un hermoso homenaje a este embajador de la guitarra portuguesa, imbricado dentro del Festival de Flamenco y Fado Badajoz, al que sólo habría que ponerle dos “peros”. Se echaba de menos la presencia de Mariza y los subtítulos en las hermosas canciones lusas que se escuchan.

Fotograma del Documental

Fotograma del Documental.


lunes, 2 de julio de 2018

A5. Vocal Ensemble. Le Goût Français. Apoteosis Barroca. Convento de Santo Tomas. Sevilla


                  



Una de las acepciones del vocablo “goût” es justamente: estilo. Y estilo derrocha el A5 Vocal Ensemble, en este paseo por el amor y la muerte del barroco frances, que abarca sus tres épocas desde el primero al tercer barroco (Charpentier muere en 1733)  y con muestras de la primera etapa y su lucha contra la polifonía. Un extenso y ecléctico programa.
Los motetes del occitano Guillaume Bouzignac se conservan en dos manuscritos. El poliinstrumentista, fue uno de los autores de mayor nivel de la época, imbuido por las más excelentes tradiciones del arte polifónico de la edad de oro. Con conceptos musicales en sus motetes que profetizan a Charpentier o Carissimi. Injustamente olvidado, quizás porque nunca vivió en Paris y trabajo en iglesias menores. De este autor el coro seleccionó tres obras, interpretadas con exquisita limpidez y elegancia. Con esa pureza que el autor imprimía a sus obras, ese valor estético y funcional en los grupos de sonido, lo imprevisto de sus relaciones y oposiciones, tan lejanas de la oscuridad de Victoria, o la pompa suntuosa de los sonidos venecianos. Estas son melodías claramente “modernas”. Exquisitas armonías, largas y reposadas notas dentro un empaste perfecto para este impresiónate motete  SATBB: Ha! Plange filia jerusalem (Crucifixión). El “Jubilate Deo”, Salmo 99 (Pentecostés), es un riquísimo juego cromático que el coro atacó con brío y precisión, elevando el himno doxológico, apoyándose en la excelente acústica de la bóveda del Convento Dominico de Santo Tomas.

Excelente la superposición de las distintas texturas para el “Fuge Dilecte mi” (Cantar de los Cantares), super Montes, super montes...
Étienne Moulinié vio como muchas de sus composiciones se transformaban en textos sagrados, para su uso en la iglesia, pese a que había escrito géneros como “airs de cours” y “airs á boire”, nada más lejano del recogimiento sacro. Otras de sus obras fueron de concepto religioso desde su génesis. En las 36 composiciones que se recogen en la colección “Mesianges Cristianos”; prácticamente un testamento musical; destaca su control de armónicos, el denso y claro contrapunto, unido a innovadoras disonancias, a las que el mismo hace referencia en el prefacio de la colección. En Alemania, el luteranismo abocaba a una religiosidad severa, en Italia el virtuosismo de castratos y violines conquistaba las cortes. En Francia convocados por el rey, esta corte de músicos desarrollaba el “gout français”. El motete se crece en este primer Barroco, con compositores como Moulinié, cuya capacidad motetistica da paso al cambio del Renacimiento al barroco musical, con los ideales de la Contrarreforma filtrados con ese “gusto” genuinamente frances. Diversidad rítmica y melódica. 

El diseño armónico de las melodías de Moulinié es muy riguroso, estable, asertivo y claro,  así como el contraste entre  timbres y números. Lo que se busca ahora, y Moulinié lo deja muy claro, ya no es impresionar con la complejidad del contrapunto o del número de voces. Ahora, en estos primeros años del Barroco, los compositores buscan una mayor expresividad, buscan impresionar por la belleza, la intimidad y la emoción que surgen de estas obras, siguiendo así los ideales de la Contrarreforma romana (obviamente filtrados con un gusto y un estilo totalmente franceses).
“Lauda Sion” es una secuencia de la misa de Corpus Christi. Un motete a cinco al Santo Sacramento. Durante la interpretación de “Fulcite me Floribus”, el grupo jugó con las frases y respuestas, recreando una pieza de gran belleza. Las partituras de Moulinié requieren gran virtuosismo vocal sin olvidar esa “dulzura francesa”; de aspecto más teatral; de reminiscencias cortesanas,  que las aleja del madrigal italiano.
Couperin fue una leyenda del teclado en vida. El Kirie de la “Messe pour les Convents”, de François Couperin fue desgranado con técnica y sentimiento por Juan Batanero, consiguiendo un instante de gran intensidad sacra para un género (Organ Mass), que estaba gobernado por estrictas reglas, relacionadas con la liturgia y en las que el “estilo francés” consiguió colocar diferentes configuraciones musicales, en conjunción con las partes escenificas de los diversos instrumentos. 
Le restaba una libertad muy limitada al organista, que difícilmente podía desarrollar (un poco) el acompañamiento de Offertory, Elevation y Deo Gratias. La misa de convento no poseía canto llano. Las dos misas de Couperin representan el apogeo del género en Francia.
Charpentier es uno de los compositores más olvidados y originales del Barroco. De enorme elegancia en el contrapunto vocal. La agrupación eligió una obra señera “Le Renienment de Saint Pierre”, donde se recrean las negaciones de Pedro, con Teresa Martínez en un papel masculino (Pedro). Charpentier supo alejarse de los esquemas estilísticos rígidos de Lully, consiguiendo un lenguaje musical de flexibilidad expresiva, con contrastes  instrumentales, vocales y de color, que beben de la operística italiana. El oratorio “Le Reniement de Saint Pierre” fue todo un tour de force para la agrupación. Los diálogos y contrapuntos que dramatizan la narración bíblica, fueron desarrollados con afinación y empaste por las voces, recreando el clima con amplia ductilidad. Excelente la densidad del bajo Alejandro Ramírez, la agilidad del tenor Julio López  o los hermosos timbres de las sopranos María Jesús Pacheco y Raquel Batalloso, que supieron jugar con los contrastes dinámicos obteniendo, una gama cromática amplia y de gran brillo.
Ningún otro compositor podría haber escrito la partitura para la bellísima oración de San Buenaventura (siglo XIII) “Transfige dulcisime Jesu”. Conectando las secciones de 5 voces en tutti y los pasajes más íntimos con 1, 2 o 3 voces. Charpentier transcribe magistralmente en su música la expresividad y la sensualidad del texto, mediante un contrapunto denso y variado. Esta es una obra plena de matices, y espiritualidad, amplios paisajes sonoros y belleza estructural. Es exigente y compleja. Los melismas se elevaron, apoyados en la notable acústica de la iglesia. Tremendamente hermoso ese juego final de timbres: et firma, et immobiliter semper sit radicata mens mea, et cor meum


Rameau quizás haya sido el más grande orquestador del siglo XVIII. Usaba todo tipo de percusiones, desde timbales comunes a redoblantes, tambores gigantescos y panderetas. Tiene escasa obra sacra
Componer una fuga coral o un motete no es un esfuerzo menor a componer un concierto para piano.
El motete “Laboravi Clamans” Treaty of Harmony ... , París: Ballard, 1722, p. 341
Género: Motet
Catálogo: RCT 16 fue una obra que Rameau utilizó este trabajo como un ejemplo para la parte dedicada a la fuga en su 'Traité de l'Harmonie', donde teoriza sobre el “bajo fundamental”.
 Esto podría ser un movimiento de un motete perdido. Una hermosa y sentida interpretación del A5 Vocal Ensemble, extrajo de esta obra toda la belleza y espiritualidad que emana de esta hermosa notación. Este concierto fue ofrecido como primicia por A5 Vocal Ensemble, para los afortunados espectadores que se acercaron al convento de Santo Tomas. Numerosos aplausos de un público que sabía muy bien lo que había escuchado, muchos de ellos músicos. Un extraordinario programa de apoteosis barroca. 




PD: Es tan solo una opinión de este cronista, pero si los programas se acompañaran con el idioma nativo de las obras, sería más fácil su seguimiento.