martes, 23 de septiembre de 2025

El Balneario. La ausencia de mi mismo.Cíclica Teatro

 

   


                

Un escenario espartano, austero, casi desnudo. No se necesita nada más que una piscina central y el notable juego de iluminación para desarrollar esta tragicomedia que sumerge al espectador en el espinoso y desgarrado paisaje del Alzheimer. El texto, de los dramaturgos extremeños Virginia Campón y Pedro Luis López Bellot, es una suerte de patchwork  narrativo donde los diferentes tejidos humanos se van uniendo hasta crear una realidad empática y dolorosa. Pero al mismo tiempo destila ternura y cercanía.

Con el disfraz del realismo mágico transita por territorios ignotos, pero cotidianos. Aterradores, pero reales. Nuqui Fernández y Esteban G. Ballesteros nos adentran en ese lugar donde la ausencia de uno mismo es la que marca el sendero. Donde la otredad se nos presenta en minimalista espacio, donde la herida del desgarro anímico intenta ser sanada con el bálsamo del amor (y el humor). El juego corporal posee un peso específico importante para entrever los instantes de ausencia, los retornos deseados y esperanzadores, el abatimiento y el cansancio del desgarro que no cesa. Incluso con algún divertidísimo sketch, homenaje al clown y al cine mudo, como el instante de la comida.

Acercarse a una íntima tragedia como es la del Alzheimer no es fácil tarea. El equilibrio entre el desgarro y la esperanza, entre el abismo y los destellos de luz requería un juego teatral y verbal que; autores y actores; consiguen con medida (y meditada) eficacia. Las interpretaciones son sobresalientes. Esa existencia humana a retazos es hilada en la urdimbre dramática con fluidez y  en progresivo modo. Los humanos afectos, la delicadeza de la hija reconstruyendo el puzle de la vida de su padre, los instantes de oscuridad desesperantes, el oscuror del futuro y el triunfo del instante habitado.



Hay querencia por la improvisación, sin que ello reste densidad al arco dramático. Aparente ligereza en la comicidad, casi surrealista, pero poblada de matices densos y contundentes. Como cargas de profundidad.

El Balneario es una paleta cromática donde desfilan el dolor y la esperanza a partes iguales. Un grito desgarrador (desde la entraña) para denunciar el abandono de las Instituciones, más ocupadas en vomitar dinero sobre absurdos ideológicos, que de asistir al ciudadano. Una pincelada de humana justicia que dibuja la frase «¿Quien cuida al cuidador?» Será difícil olvidar a este padre y esa hija que remontan el río de la vida a tramos, nadando contra corriente. Destilando a pequeños, sorbos con el disfraz de la humorada, pero con el conocimiento pleno de la lacerante realidad a que tienen que enfrentarse cada día.

La puesta es escena se apoya fundamentalmente en el aprovechamiento de la parca geografía por parte de los actores, su dominio del gesto, la apuesta por la cuarta pared, los agridulces diálogos señeros y el juego de luminotecnia (Dysound), que enriquece las pulsiones dramáticas y vitales de los personajes. Sin olvidar la utilización de videomaping (Nuria Prieto) para proyectar frases, fotografías o necesarias reflexiones que agiliza y dinamiza el contexto. La voz en off también juega un papel narrativo en los timbres de Nuqui Fernández y Olga Ayuso en medio de las metafóricas luces azuladas o de parca grisura.

El público regaló un larguísimo aplauso, no exento de comprensiva emoción a flor de piel en algunos casos, trascendiendo lo sucedido sobre las tablas en humana transferencia.

El Balneario es una de esas propuestas narrativas que te acompañan después de que el telón haya bajado. Que se impregnan en el ánima como un tatuaje doloroso, pero esperanzador.  La fuerza del amor y la resilencia del ser humano frente a la negación de nosotros mismos a que nos condena el Alzheimer.





 

sábado, 20 de septiembre de 2025

Crónica de Las Damas de Hildegard. Narrada por la abadesa Hildegarda de Bigen

 

               

 


Harta satisfacción y plenitud me ha proporcionado la visión de los Oficios celebrados en honor de mi humilde ánima por el clérigo D. Javier Aguas García en la ilustre ciudad de Balad al-Lauz a 17 de setiembre del año del Señor de 2025. 

Gozó mi espíritu con la contemplación del Procesional Angelorum Gloriae por parte de Las Damas de Hildegart. Según me narraron los feligreses, la puesta en escena se hizo al Modo Amadeus, coro que se complace en misturar la puesta en escena con amplio recurso vocal y escénicas preparaciones. A continuación los fieles elevaron su espíritu escuchando el dulce instrumento de la cantora Paloma Gutiérrez del Arroyo; habitada en blanco como todas las Damas; destilando la notación de Flos campi cadit vento. Casi en éxtasis, pude escuchar como mis enseñanzas sobre el canto como mediador entre la divinidad y el ser humano se materializaban en esta voz. El regreso al edénico estado del hombre mediante la incantatio. Su pulcra afinación, naturalidad en la expresión y depurada técnica consiguieron conmover el corazón de esta anciana, humilde remendadora de notas que se deleitó en la contemplación y en una plenitud sonora de celebrada naturalidad, pura como una gota de lluvia en la frente. Los sabios de eras venideras podrán descubrir en la melodía las influencias de la tradición vernácula de la liturgia celto-cristiana de Irlanda.

Paloma Gutierrez del Arroyo
Siempre defendí la música como obra de Dios, por eso me enfrente a las autoridades eclesiásticas que querían prohibir la celebración de la liturgia cantada:

En el primer hombre, como salido directamente de la mano de Dios, «residía el sonido de toda armonía y la dulzura de todo el arte musical». Después de su caída el hombre reanudó el cultivo de la música para no olvidar en su destierro su condición de plenitud anterior y con ese fin los santos profetas, enseñados por el Espíritu Santo, compusieron salmos y cánticos y crearon diversos instrumentos musicales».

Vastos e inescrutables son los caminos del Señor. Por ello, mi asombro alcanzó amplias alturas al escuchar el dominio de las melismas alcanzado por esas damas de blanco, que tanto me recordaban a mis monjas en sus oficios diarios, por su capacidad de elevación de espíritu, su prodigioso empaste, su espiritualidad que me hicieron vivir una auténtica epifanía.

Escucho, con complacencia, como se alcanza esa exuberancia que exige la arquitectura musical de mi obra O quam mirabiles est, donde después de las líneas repetidas “quem formavit” intenté subrayar el poder creativo de Dios con una melodía que salta a Sol por encima del final. Hermosa la ascensión de los melismas y el ondulado dibujo de la melodía.

Asómbreme en la interpretación de una obra en ladino intitulada El pan de la aflicción, una hermosa plegaria sefardí. Esta es la primera canción del Maggid en el Seder de Pesaj, según me aclararon uno nobles señores, que musitaban oraciones, sedentes a mi flanco.



Hodie aperuit es una breve antífona que está compuesta de varias imágenes y; disculpe el lector la falta de humildad; con intenso modo hildegardiano, donde la melodía tañiente transmite la energía de la liberación de la luz y el júbilo.

No son sencillas mis mundanas composiciones, ya que trate de insuflarles vida con el “ámbito”, de darle amplitud a la tesitura. La magnitud que media entre la nota más grave y la más aguda superan la octava y media en casi todas mis obras. Mayor merito tienen las “Damas” al desarrollar mis “visiones auditivas” en modo tan límpido, de expresar los neumas con tan etérea pureza. Como una música revelada y vehículo de lo espiritual.  

Cuando escribí O tu suavissima virga dejé que el Do (agudo) se recreara en la palabra solem. María es un ser radiante. Dios, el águila, fija su mirada en ella. El coro ejecuta con precisión los melismas que introduje en las palabras clave, dejando que amplia sonoridad invada la eclesial nave con un aura de eternidad . He de confesar mi regocijo al escuchar composiciones de otros autores que alababan a Dios en sus partituras. Gozosas creaciones como “Kirie”, “Te laudant agmina” o “Agnus Dei” que impregnaron mi espíritu de mundana satisfacción. Pero, he de confesar mi pecado de orgullo terrenal, al escuchar; tantos siglos después; la música que me fue inspirada por las visiones, nacida en las señeras voces. Esta humilde “maestra indocta” encontró refugio y aposento espiritual en tan gentiles “Damas” y en las voces empastadas de tan egregios  varones.

Hacia los cielos elevaron mi antífona O virtus sapientiae, que compuse sobre un bordón masculino y dicen de alta complejidad melódica y expresividad. La Sabiduría es fuerza divina que abraza a Dios. Las voces de los actuantes, dúctiles, precisas, solemnes, alcanzaron el extenso rango vocal y enriquecieron las variaciones melódicas donde alabé el conocimiento como liberación. Cierto es que en mis escrituras legué algunas “facilidades” para los cantores, dado que utilicé escritura diastemática; indicando las alturas; y pintura textual para indicar el camino del goce auditivo divino. Algunos me llamaron iconoclasta (creo que a otros les hubiera placido quemarme en hoguera) pero rompí todas las reglas anquilosadas, incluso en lo musical. En esta obra diseñé un largo  melisma en la invocación Oh para dibujar una ámbito reverencial y hasta dieciséis tonos en Sapientiae, haciendo descender  la melodía de lo divino a lo terrenal. Me abandoné, dejándome llevar por humana deleitación, cuando los melismas sinuosos que cantan a la castidad de nuestra Señora en O virginitas ascienden hacia los cielos desde las humanas voces.


Lejos estos homenajes a mi persona de aquellos diletantes que pretenden encasillar mi obra y mi pensamiento en aposentos artificiales y constructos en los que no me sentiría cómoda. Mi obra es universal y no adscrita a movimientos ni formas de pensamiento posteriores. Algunos biógrafos me designan como una mujer del Renacimiento, antes del Renacimiento. A mi siempre me interesó la verdad y mi inspiración me fue dada, no solicitada. Sin mas demoranza, y siempre en el convencimiento de que mi humilde existencia no mereciere tal galardón, soy una humilde monja que camina con sus albarcas sobre el polvo del orbe, deseo agradecer a Maese Alonso el recuerdo emotivo que me presta. Asimismo extender mis afectos a la schola cantorum, al ilustre tañedor César y a los coros de Novicias y Damas que han devuelto a la vida las visiones musicales que en el tránsito de la humana existencia me inspiró la divinidad. Si de nuevo acaece que el Coro Amadeus tiene a bien insuflar vida a esta humilde obra en años venideros, doy fe de que acudiré de nuevo con presteza, celada entre las sombras para evitar la mundana vanidad. Para poder envolverme en el gozo de aquestas palabras y de la música, de las cuales no soy sino testigo y transmisora. ÉL es el único inspirador y creador. Que la humana soberbia no perturbe la hora postrera del hombre, soñándolo creador y no creatura.

 Hildegarda de Bigen. 

En Balad al-Lauz.  17 de setiembre  del Año del Señor de 2025.

 


LAS DAMAS DE HILDEGARD *Novicias: B. Expósito; E. E. Pérez, M. Metidieri y A. Gómez; *Chorus & Damas: J. Corchero, E. Gragera, A. M. Njiengwé, A. Garcı́a, A. Galán, M. Ortega, Mª J. González, L. Chamorro, I. Guerrero, J. Garcı́a y V. Mata; *Schola Cantorum Extrematurensis: D. Izquierdo, M. Osorio, C. Carazo y A. Gómez; *Damas solistas: Jara Garcı́a, Inmaculada Guerrero y Vicenta Mata; *Solista (Hildegarda): Paloma Gutiérrez del Arroyo; *OViciante: Javier Aguas Garcı́a; *Maestro de coro: Alonso Gómez Gallego; Coro Amadeus de Puebla de la Calzada