La iluminación inversa permite al espectador visualizar las múltiples peripecias de los personajes a plena luz, mientras ellos fingen estar en la oscuridad. Esta premisa convierte “Comedia en negro” en un eficiente ballet en la sombra. Una hilarante comedia, a veces disparatada, a veces lúcida, a veces ácida pero tan bien descrita que la frescura inunda las tablas.
Los actores sortean con eficiencia el riesgo de la caricatura con espontaneidad y “savoir faire”, jugando con la potencialidad de la comedia del arte en cuanto a expresión corporal con algunos instantes de puro clown, defendidos por el elenco con precisión coreográfica. Los siete actores de Suripanta, condenados a la oscuridad, desarrollan este embrollo vital con carpintería teatral certera y un envidiable sentido del ritmo. Tropezones, dobles sentidos, gestos expansivos, palpaciones, equívocos y toda una serie de recursos son empleados sobre un escenario donde no se puede mirar al compañero esperando la réplica. Es el público quien ve lo que ellos no están viendo. La fisicidad juega un papel muy importante en las interpretaciones, destacando la espontaneidad (y los estragos) de Ana García (Carol) y el envarado coronel Melkett (Pedro Rodríguez). Suripanta destila a ritmo de ametralladora esta farsa de humor excéntrico netamente brithist, con destacadas interpretaciones de Eulalia Donoso (Mrs. Furnival), especialmente en sus momentos etílicos, Pedro Montero (Harold) en su insufrible vecino anticuario o la vengativa y caustica Clea (Nuria Cuadrado), de nada sutil ironía y amplios recursos cómicos. La premisa inicial se prolonga y se extiende hasta conformar un argumento propio de los hermanos Marx donde el absurdo se vuelve cotidiano y normal.
La iluminación (Juanjo Llorens), juega con perspectiva inversa, bajando las luces en los instantes en que los actores encienden velas o cerillas y manteniéndose tenue en la zona de la habitación superior y la ventana izquierda por donde transitan una y otra vez los personajes
Suripanta nos presenta una construcción sólida, de perfecta comedia coral con personajes ágiles, extravagantes y caóticos, dentro de la más pura tradición escénica. Los actores juegan con gran habilidad con lo estereotipado de los personajes y lo arquetípico del pathos, magnificados por el hábil recurso de la iluminación invertida, ofreciendo una intensa y lúcida oda al género de farsa.
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