martes, 26 de diciembre de 2017

Lila, el Color de la Navidad. OEX, Coro Amadeus-IN y Ana Moríñigo

El concierto se abrió con “In Winter” (SSA), del organista tejano Víctor C. Johnson, una obra evocadora de nieve y nostalgias invernales, propicia para estas fechas, que en las voces de los cantorcitos adquiere ese aura etérea y melancólica que precisa este hermoso estándar coral. (Still, still, still). Un apropiado prólogo para esta gala solidaria. Once obras dirigidas a los más pequeños, a beneficio de la Asociación Extremeña de Musicoterapia, con Ana Moríñigo como maestra de ceremonias. La profesora de guitarra fue hilando la historia de un duende lila (un pelín trasto), que se desarrollaba con las interpretaciones de la OEX y Amadeus-IN.

Bob Chilcott, otro imprescindible, una joya para los programas de corales, estuvo presente con su “Can You Heart me?, una descripción de la realidad a través de los ojos de un niño sordo que describe el mundo a su alrededor: todo lo que ve, cómo percibe el calor del sol, cómo puede apreciar belleza en el mundo. Es feliz, pero también piensa que debe ser extraordinario poder escuchar a las personas cantar. Emplea el lenguaje de signos. Una hermosa aportación para que los más peques comprendan el mundo visto desde otros ojos. Una pieza altamente comunicativa como es característica de la obra de este autor.

La autora de San Sebastián, Eva Ugalde, tiene influencias armónicas de jazz y rítmicas de la New Age en sus composiciones. La obra coral infantil Kuku Ué (SA, percusión, piano) hizo las delicias de los más pequeños, que seguían rítmicamente el ritmo africano de esta historia sobre Simba, el rey de la selva y sus amigos Chaca y Mezi:
                                 
                                       Ku-ku ué amama ni tao

Joy of the World (SATB & organ/ensemble) de Lowell Manson (arreglo)  es un villancico escrito por Isaac Watts, uno de los más populares en los países de habla inglesa. Se cree que la adaptación de Mason fue hecha a partir de una melodía compuesta por Georg Friedrich Händel sobre la base de un "parecido casual" con los coros en el oratorio Messiah (estrenado en 1742. Del mismo modo, las primeras cuatro notas parecen coincidir con el comienzo de los coros Levante sus cabezas y Gloria a Dios, del mismo oratorio y está basado en el salmo 98 de la Biblia. Este es uno de los himnos más hermosos y la interpretación fue sobresaliente.
Akai hana shiroi hana”, una melodía de reminiscencias orientales de la compositora y cantante  Mei Nakabayasi (May´n),  basada en un tradicional japonés. Esta preciosa pieza cuenta la historia de amor donde una flor blanca y una roja nos narran el encuentro de los amantes. Otro “estándar” de las agrupaciones corales debido a su belleza armónica.


En el apartado de villancicos, junto a algunos tradicionales (Ya viene la vieja, Campana sobre Campana) la guinda del pastel la puso un hermosos arreglo de “Adeste Fideles”, que comenzó con los cantores “a bocca chiusa”. Una obra que se conoce en muchos países como “el himno portugués”; ya que se cantaba en la Misión Portuguesa en Londres (1797). Está atribuida a John Reading, organista de la Catedral de Winchester. Dos manuscritos de esta obra se encontraron en el vecino Palacio de Vila Viçosa, anteriores (1640). Este villancico también fue atribuido al rey Juan IV de Portugal. Las últimas conclusiones lo atribuyen a John Francis Wade. La adaptación inglesa moderna más popular fue traducida por Frederick Oakeley, DD en 1841, y apareció por primera vez impresa en la publicación de 1852 de FH Murray, A Hymnal for Use in the English Churc. 



El perfecto empaste de las voces y la interpretación de la OEX consiguieron uno de los momentos más sublimes del concierto, siendo esta obra ofrecida cono bis tras los aplausos del público, al final de la gala. Los músicos interactuaron en todo momento con la traviesa duende, arrancando las sonrisas y a participación de los niños. Un emotivo momento cuando Alba, la hija de Ana Moríñigo, cantó una obra de compositor Antonio Risueño, profesor del Conservatorio Profesional de Montijo, titulada “La Música es” perteneciente al musical “Los Mundos de Alba”. La orquesta estuvo dirigida por el valenciano Jaume Blai-Santonja Espinós en su segunda incursión con esta agrupación. Debemos felicitar a OEX, Amadeus, Ana Moríñigo, Obra Social “la Caixa” y AEXMU (por sus iniciativas en los hospitales) y por estos instantes que acercan la música a los pequeños y les hacen pasar un buen inolvidable en familia.



martes, 19 de diciembre de 2017

El Sacrificio de un Ciervo Sagrado: Ifigenia en las Ciudades




No resulta aventurado imaginar los rostros desencajados de los incautos espectadores que acuden al cine de su localidad “a ver un Thriller de la Kidman y del Colin Farrel” y se topan con “una del Yorgos Lanthimos”, en su mejor e inequívoca línea. Una propuesta que es cualquier cosa menos complaciente y adocenada, como podría aventurarse por la comercialidad de los protagonistas. Aunque Kidman ya se hubiera aproximado al lado oscuro de la mano de Kubrick, para nada el esteticismo freudiano  y el ejercicio fáustico de poder, derramados en "Eye Whide Shut" de áquel, se aproximan a la acidez y oscuridad de esta revisitación del mito de Ifigenia, la hija de Agamenón que debía ser sacrificada por Atenea a causa de la muerte a manos de su padre de un ciervo en los bosques sagrados. 
Este sacrificio es un prodigio que basa su discurso en la puesta en escena y el voluntario hieratismo de los intérpretes, convertidos casi en máscaras de tragedia helénica. En esa tragedia donde los hombres, sobre la mesa de quirófano, juegan a ser dioses con consecuencias funestas para los humanos. La primera secuencia es todo un avance de propuesta narrativa. Una latente víscera, brutal, obscena, bajo los acordes del primer movimiento del Stabat Mater D383 (Jesus Christus schwebt am Kreuze)
En alguna crítica se designa esta música como !opera!


Un cuerpo abierto, y mancillado por el bisturí, invadido, que profetiza toda la incomodad que el film va a ofrecer, toda la inquietud que es capaz de supurar este destilado de ponzoña. Oculto tras magistrales travellings, grandes angulares para crear inquietud y profundidad de campo como arma. La película es una ceremonia turbulenta, plena de insana geometría, cocida a fuego lento, a tempo de adagio. Las armas que utiliza el griego para causar ajeneidad son el hieratismo de máscara teatral en los personajes, lo aséptico de los entornos y la extrañeidad provocada por la corta distancia focal y amplitud de visión del gran angular. Todo esto mixturado con unas pinceladas de tragedia clásica y el concepto retorcido de la humanidad y la sociedad que se gasta el ateniense. El director de “Canino” y “Langosta” utiliza con precisión quirúrgica la banda sonora primiciando y epilogando el film con partituras sacras, manteniendo el malestar, la inquietud y la sensación de extrañeza con composiciones de la rusa Sofía Gibaidulina como la inquietante “De Profundis”. Magistral la utilización del villancico ucraniano “Carol of the Bells”, para crear inquietud en la escena del coro. Un modo ostinato de cuatro notas, basada en el canto ucraniano “Shchedyk”, que el director utiliza como un elemento más de turbación.

Tremendamente acertadas las incorporaciones de obras como el segundo movimiento del Concierto para piano del vanguardista György Ligeti (Lento e Deserto). Misterioso y nocturno, capaz de crear ansiedad, con acordes cromáticos y que concluye con un largo glissando de las cuerdas. Ya Kubrick había utilizado su obra “Atmósferas” para narrarnos la “odisea del espacio”. Lanthimos revuelve el inconsciente colectivo de una sociedad capaz de crear un monstruo perturbador (excelente Barry Keoghan), que saca partido a su peculiar físico. Un mundo perfecto, aséptico, bajo cuya apariencia late la primigenia mitología, la tragedia atávica, el sexo alternativo y bizarro. Todo el andamiaje dramático se estructura en torno a un hitchcokiano Macguffin, cuyo origen (entre mitológico y trágico) nunca llega a ser desvelado. La intrusión de un elemento inesperado y desconocido en la, aparentemente perfecta, vida familiar, desencadena una venganza de proporciones divinas que bebe directamente del helenismo clásico y la literatura mitológica. La extraña reparación que requiere un sacrificio en esta polis del siglo XXI, tiene sus raíces en los clásicos, vía estética de Haneke y planos kubrickianos. El cáustico guión escarba en el concepto judeocatólico de la culpa, la ley del Talión hebraica o la expiación y la reparación mediante el sacrificio. De este modo al director no se le escapa nada. Sacude a tirios y troyanos con la atávica predestinación de un dios minimalista y encarnizado, capaz de arrancar el barniz de una sociedad, la predestinación de un fatum inexorable, para descubrir la podredumbre que habita bajo el sueño. No es moco de pavo mostrar el lado oscuro de actrices mainstream como Alicia Silverstone o Kidman, o desvelar la atmósfera enfermiza en base a la espléndida fotografía de Thimios Bakatatakis (Canino) y su cálida paleta de colores, o con la atmosférica utilización de los sonidos. El bisturí del realizador (como el del cirujano Collin Farrell) disecciona, amputa y cauteriza el concepto de familia tradicional, de sexo tradicional, de la insoportable levedad del ser tradicional. Una radiografía certera, ácida y sangrante. Como los ojos del niño, cual Edipo expiando los pecados de los padres. 


Un film que comienza con un latente corazón, pero carece del mismo, como la deidad sociopata que les amenaza, con reminiscencias del “Teorema” pasoliniano. Un ejercicio de justicia de Antiguo Testamento, de sacrificio abrahámico, que se retroalimente del mito plutoniano de la caverna. Yorgos Lanthimos lo ha hecho de nuevo. Acercarnos al abismo desde la mirada de Dreyer, hasta que nos sintamos atraídos por el mismo. Un abismo bajo la magnífica partitura del coro "Herr, unser Herrschen" de La Pasión según San Juan, de Bach. Impresionante creación en forma de da capo (ABA), que utiliza todo tipo de recursos, texturas imitativas, fugadas y artificios retóricos. El resultado es demoledor y se hibrida con la sensación de nihilismo y vacío existencial de la secuencia final.

Ifigenia:
He hablado sin pensar en nadie. Basta con que la hija de Tindareo, por culpa de su belleza, haya causado combates y muertes de hombres. Por lo que á ti respecta, ¡oh huésped nuestro! no mueras por causa mía y no mates a nadie, sino permite que salve yo á la Hélade, si puedo.


Ifigenia en Áulide. Euripedes.

sábado, 9 de diciembre de 2017

Jordi Savall. Hespèrion XX y Capella Real de Catalunya. Inauguración del año de Murillo. Teatro de la Maestranza

       




Poco podemos revelar acerca de unos músicos cuyo sesgo poliédrico y multicultural ha rescatado, adaptado, enriquecido y grabado nuestro patrimonio musical, recibiendo por ello los correspondientes laureles, y; sobre todo; el agradecimiento de los fervientes seguidores, amantes de esas joyas rescatadas y ennoblecidas con amor y respeto.
Nadie mejor para primiciar estos 400 años del nacimiento de Bartolomé Esteban Murillo, pleno de barroquismo, fervor pictórico, transparencias y efectos luminosos para el nuevo lenguaje de la fe. Y nada mejor que la elección de la obra de un extremeño (pacense, por más señas) para abrir el extraordinario y denso programa. La adaptación del canónigo Juan Vásquez “De los Álamos Vengo” (que fuese interpretada por Monserrat Figueras) en la certera voz del contratenor David Sagastume, cuyo original se encuentra en “Recopilación de Sonetos y Villancicos  Cuatro y a Cinco” (Sevilla. 1560). Miguel de Fuenllana transcribió para tablatura de vihuela esta obra. Posteriormente Manuel de Falla utilizaría el “cantus firmus” para su “Concierto para clavecín y cinco instrumentos” (1926), en su primer movimiento. Presentada por el contratenor, el contrapunto es de gran agilidad en las otras voces, aludiendo al tema central.



1618. Praga, comienzo de la Guerra de los 30 años, sirvió de presentación para la obra “Galliard Battaglia”, del organista barroco Samuel Scheidt. Una partitura que no requiere presentación para los trompetistas, adaptada para diversos quintetos. Abierta con los redobles marciales del percusionista Pedro Estevan, es una pieza vitalista, guerrera Una gran batalla antifonal, de llamativas escalas, emocionante y bizarra.
El Sevillano Alonso Lobo (siempre a la sombra de Victoria) y su motete “Versa est in luctum a 6” sirvió para el lucimiento de la formación, cuyo empaste y expresividad consiguió elevar este lamento en 4/4, sin perder el criterio historicista, hacia cumbres melódicas. Bebiendo de ese estilo que mezclaba el suave contrapunto palestriniano con la intensidad oscura de Victoria. Este motete se inicia con un recorrido escalar de base hexacordal y no formaba parte de la liturgia oficial española. El publicó se emocionó con esta obra, compuesta para las exequias suntuosas de Felipe II (Officium Defunctorum), basada en las lamentaciones de Job. Majestuosidad, texto luctuoso, austeridad, polifonía imitativa y duelo en las voces, se dieron la mano en una obra compuesta intensificando el significado del texto de acuerdo a la Contrarreforma.
El genial autor zaragozano Pedro Ruimonte (o Rimonte), estuvo representado por el villancico a 5: Madre, la mi madre, (en el programa figura como madrigal), un autor que conservaba la herencia de los siglos XV y XVI de tradición polifónica renacentista, en nuestra piel de toro (Parnaso Español de Madrigales y Villancicos). Fue la última obra publicada en Bélgica de este maestro de capilla, versionando a lo divino el original. Curiosamente esta obra es citada por Cervantes en la novela ejemplar “El Celoso Extremeño”: Loysa recibe la guitarra de manos de la Dueña para tocar “Madre, la mi madre, guardas me ponéis” (Bibliothèque Nationale de París). La versión del Manuscrito de la Biblioteca Nacional de Turín registra este texto, pero en el Parnaso recoge el texto utilizado para este concierto “Guardarme queréis”. El glorioso manco volvería a recoger esta pieza para su comedia “La Entretenida” (jornada III), e incluso Lope de Vega la cita también en su comedia “El Mayor Imposible”. Otras fuentes (Cancionero de Turín, nº 24) lo refieren como “anónimo” con algunos cambios en el texto y a tres voces. También se atribuye a Lope de Vega (Romancero de la Biblioteca Nazionale de Turin, in Jesús Bal, Treinta Canciones de Lope de Vega, Madrid, 1935, p. 79-80) Se trata de una obra audaz rítmicamente y original en los acentos, alejada de la métrica renacentista. En todas estas obras es fundamental el papel rítmico de la guitarra, que realmente aporta ese compás de sabor popular, inexistente en las versiones pianísticas.
La siguiente obra interpretada fue “Pavane de la Petite “guaire” Guerre&Galliard”. (Anónimo/Philidor) Nuevamente la percusión, los vientos conduciendo, la métrica marcial, la evocación de paisajes y batallas en el aire. Después la cuerda cambia el concepto al desenfado cortesano de la Galliard, hacia un epílogo más sosegado. Una obra de gran hermosura, compuesta por el gran ajedrecista  François-André Danican Philidor “El Viejo”.



Era el momento para el metro ternario y el tempo moderado de la “Chacona: A la Vida Bona”. Imposible no acompañar rítmicamente la expresión corporal a que invitaban los interpretes en esta alegre danza criolla cantada, de Juan Arañes. También conocida como “El Sarao de la Chacona” es una obra jocosa, que invita a la alegría, conducida por el rasgueo de la guitarra y la percusión. Escrita en castellano popular, se trata de una sátira sobre la sociedad y sus arquetipos que se encuentra en el libro “Segundo de Tonos y Villancicos. Roma. 1624”. Cervantes la definió como “esa indiana amulatada que nos viene de las Indias”.

A continuación, del organista sevillano Francisco de Correa y Arauxo: Tiento nº 23 sobre la “Batalla de Morales” (Facultad Orgánica. 1626), un autor que consigue aunar la armonía y el contrapunto polifónico del Renacimiento con melismas virtuosos y ritmo vivo destilado de la música hispana de su época. Fue el primer compositor  peninsular en utilizar notas fusas. En esta batalla; adaptada, ya que es un género de música para órgano; que se utilizaba durante la misa para la elevación de la sagrada forma, Hespèrion XX extrajo lo mejor de su arsenal (si se me permite el termino bélico) para desarrollar esta batalla “mística”. El tambor marcial vuelve a abrir la obra, seguida de los vientos de época (cornettos, sacabuches, etc.) para una obra de hermosa construcción formal, elegante; que anticipa el barroco; con texturas sefarditas y arábigas, donde las frases, desarrolladas de forma imitativa, impregnaron las tablas del Maestranza. Arauxo utiliza voces que pasan del melisma polifónico a la melodía elegante que anticipa del barroco, uso de disonancia, y variación de unidades rítmicas
Quedito, Pasito” del compositor madrileño Juan Hidalgo y letra de Calderón de la Barca, cambió el tercio formal y sacro para dar paso a los amores con una cuidada rítmica en los acentos de la métrica. Juan Hidalgo de Polanco fue el creador de la zarzuela y la ópera española. Se encuentra en el archivo de la catedral de Segovia y esta atribuida a Miguel Irízar. El texto pertenece a la zarzuela “Ni Amor se libra de Amor” en su jornada tercera. Es una de las obras “a lo divino” del autor. Es una obra dulce, delicada. Un hermosísimo villancico. Desgranado con un empaste soberbio. (6. Quedito, pasito, a Cuatro de la zarzuela Ni Amor se libra amor (1662). Valladolid. Archivo de la Catedral, 71/8.Madrid. Biblioteca Nacional de España, MSS/13622, ff. 49-50

El tiento de Quarto Tono XV del organista y clérigo Correa de Arauxo, sirvió para escuchar este forma musical, al ejemplo de recercare italiano, que trató, en su época, de explorar todas las posibilidades del órgano


El turolense Juan Blas de Castro compuso “Desde las Torres del Alma” (Cancionero de la Sablonara, Nº 31 Romance a 4), un romance de desengaños y desamores, que huye del “stile antico” y busca la seconda prattica, esa representación musical de los afectos y sentimientos que contiene el texto, sin perder un sabor de raíz popular en su estructura.  La música de De Castro estuvo restringida al ámbito palaciego, llegando al pueblo sólo a través del teatro, como hizo constar su amigo Lope de Vega. La versión de Savall es solemne y ceremoniosa, con instantes de juego vocal y con esa elevación característica de lo popular hacia lo culto. El fragmento al estilo “battaglia” se desarrollaba como lugar común en obras tanto religiosas como profanas remedando un paradigma que se retroalimenta de Clément Janequin y su “Bataille de Marignan”.
La segunda parte del programa comenzó con el instrumental del prolífico organista Giovanni María Trabaci, con su toccata al estilo barroco de “Durezze e Ligature” (consonancia y disonancia). Preludios a la Fuga. 1603. Nápoles.Una melancólica pieza de profundo  y solemne sentimiento.
El Motete para la Natividad de la Virgen. “Sicut Spina Rosam Genuit” de M.A. Charpentier, es un litúrgico inmenso y envolvente que dio paso a una de las más emocionantes interpretaciones. (Manuscrito de París, Biblioteca Nacional, Res. Vm1 259. "Sicut bífida rosam genuit "[motete para] Nacimiento de la Virgen H. 309).
Después llegaría un Lully en estado puro, por cierto enemistado con Charpentier. Una chacona perteneciente a la suite "Le Bourgeois Gentilhomme, 1670: Chaconne Des Scaramouches, Trivelins et Arlequins”. Vibrantes notas que siempre elevan el espíritu, juguetonas, plenas de vida, con instantes deliciosos en la cuerda y los vientos. Un “Bel tempo” como indica acertadamente la partitura. La colaboración entre Lully y Moliére duraría doce años. Esta sería la última de sus comedies-ballet. Curiosamente las convenciones de la época permitían el uso de notas inegales, en la que algunas notas con los mismos valores de tiempo escritos, se realizan con duraciones desiguales, o permitía adornos y rellenos, indicando  solamente (o no indicando en absoluto), la interpretación.

El lisboeta Manuel Machado (1590) fue un arpista, alumno de Duarte Lobo,  que compuso poniendo gran cuidado en la métrica y la armonía con respecto al sentido del poema. Hespèrion XX rememora su grabación “Entremeses del Siglo de Oro”, donde figuraba este romance “Afuera que Sale”. Fue una época de mixtura y armonía entre los músicos hispanos y lusos. Una historia de amores, engaños, desdichas, con aire marcial y vitalista con lucimiento de la soprano Lucía Martín-Cartón
“Llorando noches y días” una canción extraída de la obra del dramaturgo. Agustín Moreto canciones (Agustín Moreto “La Vida de San Alejo”. Biblioteca Nacional de España Mss/13622. Fol. 181. (Obra nº 150), dio paso a la “Obertura e Corrente Italiana”, en el más puro estilo del barroco más solemne, del valenciano Joan Cabanilles, escrita para órgano (en este caso el organo di legno de Luca Guglielmi hace los honores). Un tempo binario, casi una pavana, transformando el tema de menos a mayor, jugando y retomando, transformándose casi en gallarda (ternario), culminando en acorde con tercera picarda. Una gozada.

El músico Fray Pedro de San LorenzO (fl. ca. 1650) estuvo representado por un arreglo de su Folía: “Obra del 1er tono, nº 10”, para dar paso a un autor en transición entre el Barroco y el Renacimiento: Francisco Correa de Arauxo. El canto llano llenó de paz y sosiego el escenario. La canción del poeta Miguel Cid “Todo el Mundo en General”, que nació durante una fiesta; se hizo muy popular en la Sevilla de la época, imprimiéndose en octavillas. Arauxo realizó unas variaciones en “Tres glosas sobre el canto llano de la Inmaculada Concepción” de esta obra. Hermoso empaste en las voces y cadencias evocadoras. 
Una pieza hermosísima “Serafín, que con dulce armonía”, (Marizápalos “a lo divino”) del fraile barroco (con reminiscencias renacentistas) Joan Cererols, (villancico) a ocho, destila ciertos tonos barroco/dramáticos.
Cererols tenía querencia por la complejidad contrapuntística y las relaciones entre homofonía y polifonía. Impresionantes la belleza de la letra y la melodía. Como epílogo de un programa ecléctico y variado, el mismo compositor se vio interpretado en su obra: Missa pro Defunctis a 7: Hei mihi! Ay de mí. Señor. (Parte VII). Publicada en 1651 y compuesta (supuestamente) con motivo de la epidemia que asaltó la ciudad de Barcelona a mediados del XVIII. Una trágica belleza rodea esta obra donde los melismas se elevan a los cielos dejando impactados a los espectadores que no estaban dispuestos a renunciar a algún extra. Así lo manifestaron con sus aplausos.
Dos obras de “regalo” para el entregado auditorio. Una guaracha   (Ay, que me abraso) compuesta por Juan García de Céspedes (México. Col Privada Saldivar y Silva). Este maestro de capilla de la Catedral de Puebla escribió esta festiva y lúdica partitura que en los instrumentos y voces de Hespèrion XX y Capella Real de Catalunya, adquiere ese toque culto y enriquecedor que saben imprimir a sus adaptaciones, sin perder la naturalidad y espontaneidad del original. Un eco lejano de los “canarios” en esta danza criolla, en estos sones atlánticos (sin duda de ida y vuelta) de un hermoso barroco virreinal.

De tu vista celoso” son unas “seguidillas en eco”. Una obra pícara, ágil, de raigambre claramente popular, utilizando la figura del eco para repetir la mitad de la última palabra, consiguiendo ingeniosos, satíricos y solazados juegos de palabras. Era un género que poblaba los entremeses, las fiestas mundanas (para nada “a lo divino”) vocacionalmente plebeyas, pero con una letra extraordinaria, en la más pura tradición. Extraídas del Cancionero de “Claudio de la Sablonara”. Fue ampliamente aplaudido por un público ya entregado, en un programa donde el  bajo continúo y la viola de gamba en todas sus tesituras fueron la marca de la casa. Solo unos músicos de esta experiencia y profesionalidad pueden ofrecer un programa tan ecléctico y heterogéneo, que abarca obras religiosas, a medio camino entre el orden tranquilo del contrapunto de imitación, el cromatismo del madrigal, al estilo de Lobo, junto a al compás popular de “Ay que me abraso”, de fundir la belleza melódica del Serafín (Marizapalos) con el basso ostinato de la “vida bona”. Justamente en eso consiste el “corpus” de la visión musical de estos músicos. Rescatar obras, pero dándoles a todas el mismo nivel y dignidad, ya procedan del acebo popular o del más insigne compositor. Por muchos años.