viernes, 29 de octubre de 2021

Dreaming Juliet. What if? Elefante Elegante. 44º Festival Internacional de Teatro de Badajoz

 


                                                    

 

Juega “Dreaming Juliet” en esa tierra de nadie que propone el What If? ¿Qué habría pasado si el romance de Romeo y Julieta hubiera salido adelante? La relectura de la obra shakesperiana nos presenta una suerte de Tableau Vivant, basado en la obra del dramaturgo ingles, donde los dos amantes consiguen escapar y enfrentarse a un futuro en común. La compañía pergeña una paleta de situaciones cotidianas pasadas por el tamiz del humor, la ironía o el desencanto. Un señero desfile de personajes y situaciones con una estudiada estética que mistura la música, la danza, el mimo o el melodrama.

Este collage descriptivo introduce al espectador en la cotidianeidad de la vida de los amantes, con instantes tremendamente divertidos como el del la mesa y los vasos, donde las palabras no son necesarias. La potente escenografía (Gonçalo Guerrero/Carola Losada) es uno de los puntos fuertes de esta odisea de lo cotidiano, lejos de los hermosos romances, de las tragedias desaforadas. De los diálogos clásicos. Nos encontramos ante un teatro basado en la fisicidad, en la plástica, en lo lúdico como estética. Para ello la paleta de personajes va desfilando mostrando influencias de la Commedia dell´arte (el dúo de payasos) al cantante punk-rockero, sin olvidar algún vestuario flower-power por cortesía de Diego Valeiras. Sin dejar atrás ese juego estético con los muñecos, divertido, impactante y tremendamente original.

Esta Julieta revisitada es una sucesión de cuadros, a veces divertidos, a veces nostálgicos, salpicados de música juguetona que nos muestra lo trágico de la rutina cotidiana, lo aséptico de la convivencia, lo nefasto de los roles en la pareja y la sociedad.  Del drama romántico desaforado, que prometía a los amantes una vida de pasión e intensidad, a la dureza de la realidad, la pesadilla del acostumbramiento y la monotonía.

Dreaming Juliet presenta ese sombrío futuro de pareja (que podría haber sido cualquier otra) con una combinación de juego visual, acrobacia, abstracción  de lo coreográfico, humorada naif y nostalgia. María Torres, Gonçalo Guerreiro, Marta Alonso, Nacho Martín y Miguel Paz, defienden la propuesta en el terreno multidisciplinar, presentando un crisol de la sociedad contemporánea y de la pareja, donde tienen cabida un payaso, unos globos o una colección de muñecos de goma.

Elefante Elegante ha optado por el teatro físico como arma, por lo visual como tesis. Y el resultado es potente. Una poética de la fisicidad, plena de humor, de soterrado mensaje social y de enorme veracidad. Un esqueleto dramático donde el baile y la música sirven de nexo para el avance de la narrativa, donde lo plástico propone una lógica dramática en un lugar no determinado, en un espacio abstracto que podría ser cualquiera. Notable el engranaje de los diversos cuadros y el ritmo dramático. Elefante Elegante ofrece al espectador una, también elegante, posibilidad de convertir lo posible en sueño y espectáculo de calidad.

Creación – Gonçalo Guerreiro

Dirección artística – María Torres y Gonçalo Guerreiro

Dirección de actores – Pablo Sánchez

Elenco – María Torres, Gonçalo Guerreiro, Marta Alonso, Nacho Martín y Miguel Paz

Escenografía – Gonçalo Guerreiro

Estructura escenográfica – Carolo Losada

Música original – Miguel Paz (percusiones, teclados y acordeón), Gonçalo Guerreiro (guitarra y voz), Nacho Martín (contrabajo)

Textos – William Shakespeare, María Torres y Fernando Pessoa

Traducción – María Torres

Vestuario – Diego Valeiras

Iluminación – Germán Gundín

Atrezzo y Diseño Gráfico – Carolina Díguele

Distribución – Agustín Bolaños

Producción – María Torres

lunes, 25 de octubre de 2021

El juego de los Embustes. El montaje del director. María de Melo Producciones. 40º Festival de Teatro “Vegas Bajas”

 

                         


 

Revisitar esta propuesta de María de Melo Producciones, supone para el espectador una grata sorpresa. La obra ha tenido su rodaje desde su estreno en la Sala Trajano de Mérida, y esto queda patente en el juego dramático. Por eso hablamos de “Director Cut”, asimilando el cinematográfico término. La obra original ha sido engalanada, pespunteada (como el soberbio vestuario que realiza la misma compañía) y alquimizada. Ha sufrido una notable y elaborada labor de poda y riego. El ritmo dramático  es apabullante, sin aliento. De hecho la performance debe ser agotadora para los actores (100 minutos de intensidad), en especial para Jesús Lozano Dorado, que habita en la piel del pícaro Don Perdo de Pelayo con amplio dominio del timing, un incesante ir y venir. Esperpéntico y jocoso, pero no exento de recámara. Éste es una de los méritos del texto que, bajo el disfraz del retruécano y el adefesio, trata con respeto al espectador, ofreciendo una inteligente sátira atemporal.

Las peripecias de las falsas marquesas de Galapagar, del simulado pícaro, del quimérico noble, de la simulada sirvienta, se presentan atrozmente divertidas y afinadas en su ácida crítica social. Bajo el disfraz del vodevil y la comedia de puertas, el autor-director-actor, se ríe en las barbas de todas esas ideologías casposas que tratan en enfangar la sociedad. En medio de la dialéctica de los floretes y los lances verbales, encontramos envites muchos más profundos, que se van hilando con el disfraz del humor y lo grotesco, pero dejan cargas de profundidad para el espectador avezado.



El ritmo es ágil, la coordinación de escenas, certera. Los personajes han sido simbiotizados por los actores como si se tratara de una segunda piel. Amparo Morquecho extrae su vis cómica en el personaje de la criada-marquesa, con amplio registro gestual y certera declamación, ampliamente celebrada por el público.

Inma Cedeño y Marina Haberkorn desarrollan sus personalidades en conflicto con seguridad, y amplio dominio de los roles, creando un juego tremendamente divertido en escenas como la de los biombos, declamando a dúo o cantando.

El plano de juego físico también está ampliamente conseguido. A destacar el momento de la esgrima a tres (con diálogos incluidos), que solicita de gran precisión, fluidez y control del tempo. El resultado es tremendamente divertido.

Jesús Lozano, como Demiurgo, ha creado una paleta de personajes icónicos e identificables. Las actrices; y él mismo; los desarrollan dotándoles de una personalidad potente y plena de inteligencia. Estamos ante una obra de texto nada liviano, aunque adopte el disfraz de la comedia del áureo siglo y la imaginería y pompa del  XVIII. El verbo, ágil y certero, cela bajo la risa una visión pesimista y cruda de las aspiraciones de nuestra sociedad.



María de Melo Producciones apuesta por la interpretación con músicos sobre el escenario. En su obra “Alfonso X, la última cantiga”, la música antigua forma parte esencial del desarrollo de la dramaturgia. Emilio Villalba, Sara Marina, Belisara Ruiz e Ivo Blanek, desgranan la notación del Rey Sabio. Para El Juego de los embustes, la compañía se ha enriquecido con el chelista Fernando Merchán (OEX) Y el violinista Jorge Almansa (Orquesta Clásica Santa Cecilia). Las transiciones musicales están perfectamente imbricadas y contribuyen a la presteza dramática. La música diegética acompaña las acciones y motivaciones de los actores con precisión y sin solapar, en un segundo plano, como solicita la textura teatral. El abanico de obras interpretadas es ecléctico y acertado, abarcando desde la cadencia obsesiva del “Vals nº 2 de Shostakovich”, al castizo “Suspiros de España”, pasando por la Serenata Nocturna de Mozart; precursora del romanticismo; o la singular e hipnótica melodía de la “Danza del hada del azúcar”.  Todo un acierto del Festival de Teatro “Vegas Bajas”, incluir en su programación esta obra. Una lúcidas y divertida sátira de libertinos, lacayos mendaces, truhanes desdichados y diálogos brillantes que divierte y enriquece. Esto es teatro.



 

miércoles, 20 de octubre de 2021

Lo que nos debemos. Cuando los parques eran mucho más grandes. Cómicos Crónicos Producciones 44º Festival de Teatro de Badajoz.

 


“Lo que nos debemos” inaugura el 44º Festival de Teatro de Badajoz. Una apuesta por un texto contemporáneo, nostálgico y evocador que recibió el Accésit del XVI Premio de Textos Teatrales Raúl Moreno- FATEX 2019. Un decorado espartano donde una pared, a modo de camposanto, sirve para proyección de maping en los diversos instantes.

A modo cinematográfico, la obra comienza con títulos de crédito y aire de musical para dar paso a una reflexión sobre el transcurso del tiempo, las expectativas puestas en nosotros mismos y ese viaje de la juventud hacia el yo que seremos un día. Tras años sin  tener contacto, cinco antiguos compañeros de colegio se reúnen en el sepelio de la maestra que marcó sus vidas. Durante este tiempo podrán reflexionar sobre la incertidumbre de la existencia, lo efímero de nuestros anhelos, bromearán, sufrirán y enconarán nuevos caminos. Todo ello siguiendo la estela del recuerdo de su profesora, convertida en personaje fantasma. Siempre presente y siempre ausente.

 

Lo que nos debemos” nos retorna a esa época en que los parques eran más grandes y el sexo algo misterioso y lejano. Espejo de los anhelos de los personajes, el escenario se transforma en un aula en pequeños flashback que nos los muestran durante su etapa infantil, en su relación cotidiana en el colegio. Acertado el recurso de extraer unos pupitres que forman parte del mismo muro del cementerio y se vuelven a introducir en la etapa adulta.

Los diálogos son certeros, no exentos de cierta filosofía en su concepto cinematográfico y definen el perfil de cada personaje, con diestra ironía, un inteligente sentido del humor y profundo lirismo.

Como la compañía jugaba en casa, las referencias etnográficas o coyunturales fueron ampliamente celebradas por los espectadores, como el diálogo sobre “Elvas”.

En la bifurcación de nuestras vidas, el sentimiento de que nada vuelve, de que nada retorna en el mismo modo que habíamos imaginado y soñado. Pero esto no es una barrera, ni un fracaso. Cada uno puede encontrar su lugar en el mundo sin aferrarse al pasado, sin que los sueños de ayer apaguen los de hoy.

En algún instante el desarrollo queda lastrado por una ralentización del ritmo narrativo, que solicitaría mayor juego del timing en los actores y fluidez en las transiciones. Nada que no se resuelva con el rodaje de la obra en otros escenarios.

Lo que somos es el resultado de lo que fuimos, pero lo que fuimos no condiciona por completo lo que actualmente somos.

La música incidental es escasa, pero certera, se imbrica acertadamente en momentos de alta intensidad y está firmada por la compositora y cantante Chloé Bird.

El 44º Festival de Teatro de Badajoz ha apostado por esta nueva narrativa para inaugurar el certamen. Diálogos frescos y cotidianos, hermoso homenaje a los maestros, reflexivo texto sobre el transcurso inexorable del tiempo. Una metáfora lúcida y cercana sobre lo que fuimos, lo que seremos, lo que realmente somos y lo que nos debemos.

Ficha artístico-técnica

Elenco
Fernando Nieto
Luis Prieto
Pablo Mejías 

Camila Almeda
Guadalupe Fernández

Dirección y dramaturgia
Juan Vázquez

Dirección de producción
Daniel Lourtau

Ayudante de dirección
Laura Durán

Administración
Fernando Nieto

Música y espacio sonoro

Chloé Bird

lunes, 18 de octubre de 2021

Dawson City. Frozen Time. El tiempo congelado

 

                                                               


El tiempo congelado

 

No encontramos ante un título fascinante y revelador (Dawson City: Frozen Time. Bill Morrison. 2016). Dawson City fue una ciudad creada por mineros en Canadá occidental que alcanzó una población máxima en escasos meses. El cine se convirtió en el entretenimiento de aquellos trabajadores (al mismo nivel que burdeles y garitos). El método de distribución de la época, basado en una cadena, dónde los estrenos iban pasando por ciudades importantes, hasta epilogar en los burgos más pequeños y distantes, de los cuales no regresaban las copias, hizo posible este documental.

Las películas que se salvaron de la peligrosa quema (eran de nitrato de plata) o de ser arrojadas al río Yukón, se utilizaron para rellenar una piscina municipal que estaba siendo pavimentada para patinar sobre hielo. La suerte (para la historia del cine) decidió que en 1978 se encontraran durante un proyecto de construcción una piscina abandonada, detrás de la sala de juego de Diamond Tooth Gertie, cientos de originales que se convirtieron en Dawson City.

El director entrelaza las narrativas de celuloide y fotografías tomas entre los mineros, con noticieros, películas de ficción, etc.

No existe narración en sentido estricto. Las historias se cuentan con títulos impresos y a través de imágenes. La variedad de géneros incluye melodramas, wésterns, románticas, comedias o reportajes donde aparecen sucesos como la masacre de Ludlow, el más mortífero incidente de la huelga de carbón del sur de Colorado o la escandalosa Serie Mundial de 1919, donde los White Sox amañaron la eliminatoria, perdiendo a cambio de cien mil dólares del crimen organizado.



Es difícil valorar el valor que para el cine tiene un hallazgo de estas características, teniendo en cuenta que el 75% del cine de nitrato estadounidense se perdió debido a la naturaleza de su soporte. De este modo, el film se convierte en un inmersivo viaje hacia un mundo mágico. Los 533 carretes descubiertos nos acercan a un universo desaparecido, donde vemos el ascenso y caída de la ciudad y avanzamos cronológicamente hasta el final de la Segunda Guerra Mundial.

Hay una cierta poética en el engarce de las imágenes, siempre utilizando la música como narrador omnisciente, se nos narran décadas de ilusiones, sentimientos, hechos históricos, conservados accidentalmente por el permafrost. Un permanente ejercicio de arqueología cinematográfica de un lugar donde pasearon estrellas como Fatty Arbuckle, William Desmon Taylor o Charlie Chaplin junto a fascinantes figuras históricas. Esta hermosa y poética cápsula del tiempo es un himno conmovedor al séptimo arte. Morrison ha elaborado un documental de vanguardia hilando, entretejiendo, hilvanando cientos de películas dispares y disímiles. Con ellos ha conseguido triunfar sobre el tiempo, recuperar una memoria que, de otro modo, se habría perdido para siempre.



Dawson fue la fuente de muchos hechos posteriores. Allí (en Klondike) Fred Trump comenzó su fortuna hotelera, también fue el lugar donde Alex Pantages, el empresario teatral, abrió su primer teatro. El futuro magnate Sid Grauman vendía periódicos allí aprendió a ser un showman. Después vino la caída de la ciudad y el abandono. Pero el director, como un hombre del renacimiento, esculpe el tiempo, utiliza una paleta de memoria y convierte en luz lo que estaba oculto, incluso las imágenes que están deterioradas con quemaduras, verrugas o rayadas, que semejan escotomas.

El sueño febril del áureo mineral que atrajo a miles de personas a poblar aquellas tierras, la necesidad de supervivencia de los primeros pobladores y la necesidad de entretener a los trabajadores exhaustos y borrachos sería el detonante de este milagro cinematográfico. La lejanía de estas tierras hizo que al estar al final de la línea de distribución de películas, permanecieran para nosotros como homenaje, testimonio y certera visión de un mundo, una época y un sueño. Morrison se mueve entre lo experimental y el documental más tradicional, una actitud de hibridación arriesgada, pero que le permite sortear la abstracción y lo real con pericia.



Tratar de comprender la inexistencia del concepto de patrimonio cultural y cualquier noción de arte, es imposible desde nuestra perspectiva actual. Comprender como una película, carísima de fabricar y distribuir era arrojada al río o a un vertedero, nos resulta incomprensible. Morrison también nos acerca, indirectamente, a la decadencia de la nación Tr'ondëk Hwëch'in de habla Han, conforme va creciendo la “civilización” en la zona, convirtiendo el cine en testimonio de una época y homenaje a una geografía que fue violada por pozos grises y sombríos, horadada y herida por el hombre. 120 minutos de un mundo silencioso en escala de grises, un espectral paseo por el amor y la muerte, parpadeante, flotante, pleno de mitología de la América fronteriza. Una frontera a 173 millas del Círculo Polar Ártico. Las películas llegaban sin dirección de reenvío, sin carruaje de regreso, tan sólo las instrucciones para su destrucción. Un verdadero milagro las ha hecho llegar hasta nosotros envueltas en la partitura hipnótica de Alex Somer, productor de la banda islandesa de post-rock: Sigur Ros. El director deseaba una BSO que sonara épica, etérea, con matices norteños. Somer le regala una partitura minimalista, con predominancia del teclado y la cuerda, solemne y jugando con la reverberación.

Un señero homenaje en modo de collage a la historia colectiva. Un sueño que ha permitido la persistencia de la memoria y vencer la derrota cultural de tanta destrucción de imágenes, sueños e ilusiones perdidas.



martes, 5 de octubre de 2021

Cómicos Bubónicos. Delicioso puzzle dramático. 40 Festival Internacional de Teatro “Vegas Bajas”

 

                                      


 

La obra seleccionada como buque insignia para abrir la programación del 40 Festival Nacional de Teatro Vegas Bajas es un delicioso puzzle de lecturas dramáticas, una paleta de verbo florido. Un profundo y sentido homenaje al mundo de la palabra y el gesto. Levantar el telón del Festival con la obra de Maltravieso Teatro, es todo un acierto de unos programadores que ya han demostrado con creces poseer una intuición y una experiencia notables. No en vano el Festival fue galardonado con el premio Rosa María Cano (Feria de Teatro de Castilla y León), a iniciativas culturales vinculadas con artes escénicas. También forma parte del ranking de los diez mejores eventos culturales del 2017.

Cómicos Bubónicos” es una luminosa propuesta que comienza y finaliza con reminescencias de music hall, aunque en esta atrevida oferta cabe de todo, como en un cajón de sastre metateatral. Concebido como espectáculo itinerante con todo el sabor de aquellos carros de comedia que repartían cultura, sentimientos y humanas pasiones por la vasta geografía.



Una compañía de cómicos italianos llega, huyendo de la peste, con las máscaras usadas para tal uso. Llegan embebidos de la Comedia dell´ Arte, embriagados del teatro Isabelino, envenenados por la sobriedad y pasión de la comedia francesa o el áureo verbo del Siglo de Oro.

Los cuatro saltimbanquis están plenos de vitalidad, llenos de agudeza verbal y matices humanos que desean compartir con el respetable. De este modo Raquel Bravo, Amelia David, Olga Estecha y Rubén Lanchazo, derrochan todo su arte sobre las tablas para alejar por un instante los pensamientos de la peste bubónica.

Los actores van engarzando algunas de las mejores escenas del teatro del XVIII, desde los versos áureos de Lope, hasta el sentido trágico del destino de Shakespeare en una refocilante recreación del final de Macbeth. Es notable el sentido del timing de la compañía, el control de los tempos al encajar las distintas piezas de orfebrería que componen la obra. Desde el discurso vital de Segismundo (La vida es sueño) al duelo en el castillo de Elsinore. A destacar el histrionismo transformista de Rubén Lancharro (ese momento Gracita Morales) en El Enfermo Imaginario o la expresión corporal de Amelia David en los entresijos hamletianos. Sin olvidar la soberbia Lady Macbeth de Raquel Bravo o el intenso soliloquio de Segismundo (Olga Estecha).

Cómicos Bubónicos es un señero, divertido y respetuoso homenaje (didáctico y enriquecedor) a los mejores textos de la época. Un paseo por el amor y la muerte de la mano de unos actores plenos de matices, con un ritmo envidiable que no pierde fuelle en ningún instante. Siguiendo la senda de Boccacio en su Decamerón, donde los que huyen de la peste pasan el tiempo abordando diversos relatos, nos muestran el teatro del mundo en un repaso honesto, pletórico de humor y conocimiento de los clásicos.  Las luces y las sombras del Barroco, a la vanidad de lo terrenal y lo engañoso de los sentidos.



No queda sino recomendar esta obra como vacuna contra los tiempos que corren, como paliativo contra la humana necedad. Degustar largamente ese prefacio, con enorme variedad de matices donde los actores recrean el “Desmayarse, atreverse, estar furioso” de Lope de Vega. O la recreación del “Castigo sin venganza” o el melancólico epílogo de Cyrano de Bergerac. Una gozada.

Selección de textos, Dirección y Dramaturgia: Creación colectiva del LAB-ORATORIO del Centro de Producción y Experiencias Escénicas Maltravieso Teatro

Área Técnica: Jesús Pablos Castañeda

Amelia David (Amelberga McClean)

Rubén Lanchazo (Fabrizio Di Geloso)

Raquel Bravo (Brutta Totale)

Olga Estecha (Dª Críspula Parrucca)

 

lunes, 4 de octubre de 2021

Mulier (Amadeus). Lux Aeterna

 

                               


Mulier nos ofreció, después de un tiempo triste y aciago, un programa luminoso, intenso y pleno de belleza vocal.  El título es toda una metáfora de intenciones y deseos humanos: Lux Aeterna. “Que la luz eterna brille sobre ellos, Señor”.

El concierto ha sido demandado por el Ayuntamiento de Badajoz desde la Concejalía de Cultura, y ha sido patrocinado por la Diputación Provincial de Badajoz, en el marco su colaboración con la Federación Extremeña de Corales.

Comenzó el concierto con las “mulieres” avanzando hacia el fondo del espacio cultural Santa Catalina, a modo de procesión, mientras se extendía hacia la bóveda una preciosa versión de la Cantiga 325, con aires monódicos. El estilo gregoriano enriquece la cantiga y la originalidad de las voces femeninas, con percusión guiando el compás, dotó de un  aroma medieval, acorde con la  hermosa restauración realizada en la iglesia. Un momento de enorme plástica el de las albas cantoras desfilando, para colocarse a espaldas de los espectadores, mientras desgranaban los versos medievales del sabio rey.

Lux Aeterna” del organista Mark S. Burrows es una preciosa obra de la que la agrupación extrae gran limpieza de líneas, obteniendo un efecto de enorme suavidad y belleza en esa conjunción de voces femeninas, casi tan blancas como el vestuario de las cantoras.

En “Lux Beatissima” de Mark Patterson el coro extrae un registro evanescente (de dulcísima armonía), meciendo las notas (et veni, veni) que invita a la calma. Libremente, con sentido del misterio, indica la partitura. El prodigioso empaste de Mulier, las voces en capas y el estribillo etéreo, desembocan en un final de silencioso esplendor. Una obra dentro del estilo de Patterson que disfruta con melodías altísimas y conmovedoras.

Esta primera parte estuvo llena de armonías de gran belleza como los melismas y stacattos (Ky-ri-e-e) del Kyrie de Jerry Estes, perteneciente a “Three Contemporary Latin Settings”, donde el compositor ofrece, en modo contemporáneo, corales innovadoras con texto en latín.



Durme, durme es un tradicinal sefardí. Una canción de cuna que se canta en judeo-español.

No podía faltar en el repertorio de Amadeus el recuerdo Juan Vázquez o alguna versión contemporánea como el With or without you de los dublineses de U2.

El epílogo retomó el espíritu de la primera obra con el coro desfilando hacia la puerta y agrupándose para destilar una de las obras más hermosas del programa. Ut queam laxis sirvió a Guido D´Arezzo para elaborar el nombre y la entonación de las notas musicales. Este himno de Pablo el Diácono a la natividad de San Juan sirvió de cierre a un concierto ampliamente celebrado por el público (gran parte se quedó en la puerta) donde todas las cantoras utilizaban mascarilla, hecho que no afectó en absoluto al espacio sonoro, a las excelentes dinámicas  y a ese empaste magistral que es la marca de la casa bajo la dirección de Alonso Gómez Gallego. Enhorabuena.