miércoles, 25 de mayo de 2022

Pequeños Cerebros. Las andanzas del profesor Paco Pepe

 

                 

Pequeños Cerebros de Francis J. Quirós

Una de las variantes más difíciles del teatro es el que va dirigido a los más pequeños. El teatro infantil (que no teatro para niños) requiere adaptar el mensaje, las formas externas y los modos a la capacidad de comprensión (mucho mayor de lo que nosotros pensamos) de los más pequeños. También es el cimiento para formar una cantera de futuros espectadores y conocedores capaces de apreciar con criterio lo que están viendo sobre las tablas. Francis J. Quirós realiza en “Pequeños Cerebros” todo un homenaje a aquellos programas de divulgación científica que aunaban la diversión con la enseñanza. Lo pedagógico con lo lúdico.  Docere dum habens fun. Enseña mientras de diviertes. Quirós atrapa la larga tradición de programas educativos como El laboratorio de Beakman, Alterados por PI, A spacetime odyssey, Cosmos o Mystery Science Theater. Para ello ha reproducido un laboratorio catódico hasta los más mínimos detalles. El profesor Paco Pepe se mueve entre aparatos absolutamente kitsch con la colaboración de un ancestro de “Alexa” o de “Cortana”, llamada XTrini3000, que ejerce de compañera, informante y pluriempleo vario. En clave familiar el profesor chiflado, con reminescencias de Jerry Lewis, presenta una serie de juegos-experimentos donde la interactividad con el espectador y la ruptura de la cuarta pared (con la cual bromea el autor) son el motor que hace avanzar el aparato. “La ciencia es tendencia” repite Quirós, habitado de blanca bata y zapatillas cantosas, tirantes y un juego gestual que es la marca de la casa. No en vano con su heterónimo (el entrañable clown Cucko) consiguió ser ganador del talent showGot Talent España” por unanimidad. Con acertado sentido del timing (algo imprescindible cuando se trata con los más pequeños) agilidad escénica y gran dominio de la improvisación, Francis J. Quirós mantiene un espectáculo que nos lleva viajando desde el átomo, hasta la jocosa presencia de Darwin (que se encontraba en el baño) o los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible). No cabe duda de que la propuesta del actor es de lo más apropiado para este “Teatro en Familia” (Fundación La Caixa), un vehículo adecuado para orientar a los futuros ciudadanos sobre temas tan importantes como la sostenibilidad, la conservación del medio ambiente o el desarrollo de la curiosidad como arma de conocimiento. 



El actor-mimo cimenta su show sobre la fluidez de su expresión corporal, una correcta proyección-declamación, ampliamente versátil, que le permite jugar con timbres, acentos (genial ese habitante del terruño) o hacer de la gamberrada un espectáculo lúdico, educativo, que abre puertas a una posterior investigación al salir del teatro. Construye desde la desmesura y la jocosidad el teatro como elemento vivo, del cual se sale lleno de preguntas y observando la ciencia como algo divertido y gratificante. Quirós ha dado preferencia a lo científico antes que  a lo dramático, a lo experimental que al armazón teatral. Este profesor, un poco friki, nos acerca a un meteorito hallado en la Siberia Extremeña, llamado Señor Blue, combate afanosamente con un pulpo o viaja en el tiempo con un artefacto cutre-salchichero que intercambia consciencias. Un espectáculo  clownesco, recomendable, pleno de ternura, risas, sorpresas. que demuestra que no existe el teatro para niños.Es teatro infantil (que no es lo mismo). Un espacio mágico donde descubrir que “la ciencia es tendencia”.


jueves, 5 de mayo de 2022

Agustín de Almorchón y Metacarpio. El fracaso como una de las Bellas Artes

 



Nos presenta Francis Lucas este falso biopic del peor escritor del áureo siglo. Un literato que tuvo la mala suerte de ser contemporáneo de “personajillos” como Góngora, Quevedo, Cervantes, Calderón o Lope, lo cual ocultó las bondades de su literatura (que tan sólo existían en su imaginación). El personaje está anclado en la más pura picaresca de la época y vuelve (en forma de espectro) para reivindicar su obra, al tiempo que atacar inmisericordemente a los que considera culpables de su fracaso como autor (los anteriormente mentados). El actor consigue que el público se identifique con este deshabitado letraherido, que se ría con el (y mucho), que conozca las peripecias y aventuras (tal vez inventadas) que han conformado al personaje, un golfo frustrado y bilioso.

Una obra pensada como pieza de cámara, representable en íntimos espacios, donde la provocación, la sátira y los juegos de referencias, sirven de guía para la supuesta semblanza de un tipo la mar de divertido (hábil solo en el plectro de su lengua), abocado al fracaso, trasunto de creadores como Ed Wood, territorio donde el fracaso es la medida de la verdadera victoria. Navegando por cárceles, mendigando en Cortes, habitando  la mediocridad como morada y alimento, éste desdichado pasea su fracaso por el Siglo de Oro, representando el porcentaje más numeroso de la sociedad (los que no están tocados por la genialidad). Francis Lucas nos lleva a través de las vivencias del escritor malogrado con expresión corporal dinámica y ritmo dramático envidiable (con débitos al slapstick), jugando con un parco atrezzo (apenas un par de puertas, un jarrón, un asiento) del que saca el máximo provecho para los diversos momentos. Especialmente jocoso el instante en que habla usando las puertas como marco de su rostro, sin olvidar las improvisaciones y “morcillas” con las que atrapa al público y le hace partícipe de canciones y chirigotas. Tras el disfraz de lo jocoso, tras la cortina de la ocurrencia, hay una acerada crítica y una reflexión sobre aquellos que; careciendo de talento y genialidad; poseen un entusiasmo disparatado, un ciego optimismo y un desconocimiento supino de su propia mediocridad.

Agustín de Almorchón y Metacarpio nos presenta las mundologías disparatadas de un infeliz que sufremofas y escarnio de los grandes creadores, la escatología, la antropofagia (literalmente) y todas las penurias que en aquel tiempo se podían tolerar, sin renunciar a ninguna. La agilidad del montaje presenta las extremas peripecias del personaje y sus tropezones con un envidiable sentido del humor. Un monólogo jovial, perspicaz y pleno de “mala milk”, donde Lucas puede lucir su correcta declamación y su versátil paleta cómica, al tiempo que reivindica la figura del fracasado.Aquel que crece a la sombra de otros. Una reencarnación festiva, un Segismundo nacido durante la pandemia de la pluma de Francis Lucas, condenado a llevar alegría y risas por los escenarios (entendemos que a su pesar).