viernes, 28 de octubre de 2022

Prime. El cristal y la hiena. 41 Festival de teatro Vegas Bajas.

 

               


"Prime. El cristal y la hiena" es un notable espectáculo, dotado de genuina autoría y contemporaneidad, que nos adentra en cuitas y congojas de plena actualidad. Pero bajo el disfraz de la inestabilidad laboral, bajo la apariencia de un testimonio de la situación juvenil ante las expectativas en el trabajo, se oculta un giro final donde el thriller solapa a la denuncia social. José A. Lucía perfila un personaje con ciertas reminescencias de aquel “Satanás” que creara de la mano de Marino González Montero. Un demiurgo que invita a los veinteañeros a formar parte de una cadena de trabajo con suculentas remuneraciones, en una suerte de habitáculo opresor que les aísla del exterior y extrae sus emociones más viscerales y soterradas. El trabajo de los jóvenes actores es sólido y ágil. Perfilan los personajes con acierto, dotándolos de carácteres bien definidos, con sorprendente naturalidad. 

Simón Ferrero ha pergeñado un texto robusto y expresivo, donde las peripecias del grupo humano, que accede a un inquietante empleo de paquetería, encerrados al modo reality show; bastante sospechoso; dado que los emolumentos no coinciden con lo básico de su premisa laboral: poner pegatinas y colocar cajas. El movimiento escénico es dinámico y las potentes coreografías dotan de fluidez narrativa a un conjunto que mistura con acierto el drama y el suspense, con matices de comedia y con gags acertadamente diseñados e imbricados en el conjunto. El extraño contratista ejerce de ruptura dramática con entradas y salidas que canalizan las emociones, reacciones y decisiones de los jóvenes contratados, cuyas actitudes y roles van cambiando conforme avanza la trama, destilando todo tipo de pasiones humanas. Desde el optimismo y vitalidad del inicio, ante la promesa crematística, hasta la desconfianza, el miedo y la inversión de los roles. Los depredados se convierten de depredadores (hienas) con un giro final que invierte las emociones en una catarsis colectiva y pesimista. La negritud se apodera de una narrativa que hasta el momento fluctuaba entre la comedía ácida y el drama social.



La inserción de los flash-back permite acercarse a las motivaciones de los personajes y los hechos que conforman sus existencias, al tiempo que sirve de revulsivo frente a temas candentes como la enfermedad mental, la homofobia o el abuso. Los sketches están insertados de modo que el ritmo narrativo avanza sin escollos ni altibajos, abocetando las vivencias de los voluntariosos incomunicados.

El texto posee notable sustancia. Presentado bajo diálogos que amalgaman momentos de amplia comicidad con instantes trágicos, nos oferta una visión desoladora y certera de una sociedad donde el sistema encarcela los pensamientos, anhelos y sueños dentro de una apócrifa cárcel con cristales, en lugar de barrotes. Cristal Prime es una empresa que va a llevar al extremo las emociones humanas de los contratados y extraer de ellos lo más extremo. El tempo narrativo está dotado de energía y  nervio, donde la dirección (Ferrero-Martín) extrae un juego actoral de amplia expresión corporal, correcta declamación y certera definición de los personajes.



El mensaje de una sociedad mecánica, inhumana, de cierto matiz orwelliano y con referencias del “Metrópolis” de Fritz Lang, se ofrece a modo de pinceladas narrativas donde cada escena es un derroche de creatividad visual con aprovechamiento de la opresiva atmósfera (El Molino) y eficiente uso de la luminotecnia (Javi Mata) para potenciar sensaciones y situaciones mediante el uso de colores adecuados a cada espacio psicológico o luces cenitales sobre el personaje de Luis Lucía, de matiz expresionista. El debate moral está presente con la crítica al feroz capitalismo que juega con ilusiones y futuro de una generación Es destacable la claridad con la que todos los jóvenes actores (Alba Cayuela, Miguel Pérez Polo, Esther Lapié, Daniel Lázaro y María Raserón) se meten en la piel de los personajes, enfrentados a ese maquiavélico maestro de ceremonias, expresando diversas emociones y estados de ánimo con naturalidad apabullante. Capaces de realizar la escisión del personaje con soltura y lozanía.  Hay que destacar el apoyo de un eficiente tándem en el sonido (Alicia Sánchez/Kai Salander/Esteban Gómez). Frente a ellos, Lucía notable construcción de un sibilino personaje de matiz psicopático, con diversas texturas y registros, desde la ironía a la sordidez del alma atormentada. Breves confusiones en el texto, con apenas importancia, derivan del ritmo apresurado en algunos diálogos y tienen fácil solución. 


La narrativa, de amplia fuente cinematográfica, se convierte en una espiral cuando los actos de antaño renacen hogaño para repetir el ciclo de la historia. El mensaje es claustrofóbico: no hay salida. Todo retorna, todo vuelve. Conforta y vivífica la aparición de estas nuevas narrativas contemporáneas que arriesgan, juegan con parámetros no transitados y asumen el escenario como arte, entretenimiento y (al tiempo), mensaje reivindicativo o militante. Si lo hacen con la calidad de esta obra de El Avispero Producciones, mucho mejor.

Escrita y dirigida por Simón Ferrero & Isabel Martín

Intérpretes: Jose A. Lucia, Alba Cayuela, Miguel Pérez Polo, Esther Lapié, Daniel Lázaro y María Raserón

Compañía: El avispero producciones (Extremadura)

Duración: 70 minutos

sábado, 22 de octubre de 2022

Volver a empezar (Herself) 2020

 

Phyllida Lloyd presenta un íntimo drama donde el intento de reiniciar una vida se encuentra marcado por el abuso y el maltrato en el pasado.

Volver a empezar (Herself; Phyllida Lloyd, 2020) le da un repaso a la burocracia, a las ayudas que no funcionan, a un sistema que camina a medio gas y practica el victimismo. Y lo hace diseccionando al cadáver a fondo, extrayendo las vísceras. Mostrando el interior del cuerpo. La narración nos muestra un dibujo sobre el pánico que siente la víctima de agresiones y la dificultad del cuidado de los hijos.

Sandra inicia la búsqueda de la independencia económica, uno de los lastres en este tipo de terribles situaciones, añadiendo el hecho de tener que ver a su exmarido para dejar a sus hijas. El acierto de la directora alude a las situaciones de violencia explícita, sin dejar de explicar la perturbación que producen estas situaciones, la paralización o el estrés ante la toxicidad de las personas que las originan.

Todo el aparataje dramático se apoya sobre la interpretación de Clare Dunne y las dos niñas. Los secundarios apoyan la trama con un nivel alto (Lloyd Anderson, Harriet Walter y Conleth Hill), emocionando, enviando un mensaje de comunidad y empatía y desarrollando personajes perfectamente definidos. La trama gira con acierto sobre la reinvención de la persona frente al maltrato y lo hace desde la documentación, pese al improbable epílogo (en el mundo real, las cosas no son tan fáciles).

La mujer como centro del relato en un viaje iniciático que combina la oscuridad con la esperanza, el redescubrimiento con la emancipación. Este mensaje de esperanza, de decencia en las personas, de dignidad, está dibujado sin dejarse llevar demasiado por clichés o lugares comunes, apuntando a la esperanza y a la empatía como dianas.

El guion de Malcolm Campbell (Ackley BridgeWhat Richard Did) y la propia actriz nos hablan sobre cómo componer los segmentos del puzle humano, sobre la posibilidad de recomponer el mapa roto, pero siempre desde la perspectiva de futuro, no desde la recreación de la toxicidad de la relación. Una visión sobre cómo renacer de las cenizas antes que dejarse llevar por el efectismo de mostrar o recrearse en los componentes que han producido su situación. La protagonista decide que si no puede tener acceso a una vivienda digna, puede intentar construirse una. Y para ello cuenta con la empatía y la colaboración de otras personas en un mensaje positivo y emotivo sobre el mundo.

Eficaz análisis sobre la decepción que se siente tras depositar la fe en una relación, sobre el trauma que acompaña toda ruptura sentimental y lúcido análisis sobre cómo volver a levantar el castillo de naipes de una vida cuando se ha derrumbado. Los fantasmas, cuando se dejan atrás, ya no asustan tanto. Volver a empezar adolece de un cierto aura capriano y algún sesgo telefilmero que buscan, conscientemente, la connivencia con el espectador en base a un optimismo vitalista y naturalista.

La reconstrucción de la casa es paralela a la reconstrucción de la persona y al compromiso que se solicita al espectador en esta historia en la que una directora con una larga carrera teatral salva el escollo de haber dirigido Mamma mía (2008) con una historia de coraje y superación sobre una mujer con dos trabajos y dificultades para el acceso a una vivienda. El realojo de la familia en un hotel por parte del estado es de matices claramente surrealistas. La familia deberá acceder por la puerta de servicio para que la clientela no pueda observar la pobreza en el vestíbulo. Bebiendo de fuentes kenloachianas (Ladybird, ladybird) y la cinematografía social, un vistazo al realismo inclemente, pero habitada de esperanza y valentía. También está presente la visión irlandesa de la realidad, donde una broma aparece cuando las cosas están saliendo mal, donde el humor supera lo arduo. Y lo consigue con un suave equilibrio, sin dejarse llevar por lo desaforado y la turbiedad ni edulcorar en exceso la crudeza de la realidad.

La protagonista es cualquier cosas menos una víctima. Es una persona que sabe que su fortaleza está en arriesgarse, en olvidar a esa persona que le golpea después de que estuviera bailando con sus hijas mientras escuchaba «Chandelier». De paso, un mensaje sobre la crisis de la vivienda, la toxicidad del patriarcado y las dificultades que pasan las madres solteras. El giro de la directora de cine, teatro y ópera ha sido copernicano, desde el musical y la biografía (La dama de hierro, 2011), para mostrarnos las diferentes facetas de una situación humana y social desde las perspectivas laborales, familiares, jurídicas o asistenciales. Un hachazo al heteropatriarcado más cavernícola, anclado en lo arcaico y la falta de empatía. Un tiro de gracia a un sistema corrupto que conculca los derechos a diario de la mitad de la población mundial.

viernes, 21 de octubre de 2022

Jerusalem. Cuando vuelven los gigantes. 45 Festival Internacional de Teatro de Badajoz.

José Vicente Moirón

 Todo el maelstrom narrativo, toda la vorágine dramática de “Jerusalem”, orbita alrededor de ese zíngaro anarco, nihilista, dionisiaco y narrador de hisorias bajo cuya piel habita José Vicente Moirón. Un Johnny “El Gallo” Byron al que disfraza de una fisicidad apabullante. Un personaje que destila carisma, truhanería y vocación de mito en las palabras y el gesto del actor pacense. La trama se desarrolla en una zona boscosa donde malvive ¿o no? este gurú desenfrenado y licencioso que hace del exceso un arte. Jez Butterworth no pone bridas a este drama nada convencional, no trata de gobernar el bocado del caballo para que trote libre y salvajemente. Este concepto desaforado es tomado por el director, Antonio C. Guijosa, para pergeñar un eficaz y fastuoso espectáculo de casi tres horas que fluyen con celeridad en un tempo narrativo ágil y festivo. Al espectador no le importa que Byron venda “productos” a la muchachada o que la chica que surge de debajo de la caravana sea sospechosamente joven. Esta historia de lumpen, de seres marginales y hedonistas, tiene más de mitológica que de científica. Más de paganismo ancestral que de sesudas interpretaciones sociales. La alegoría se construye sobre la potente escenografía de Mónica Tejeiro, dotada de textura por la acertada iluminación de Rafael Cremades. La caravana-útero de la cual surge el arcano maestro de ceremonias, una barahúnda de artilugios varios, sacos o latas, un televisor destrozado, que componen el hábitat anarquico de esta troupe de desclasados, con la hábil guardarropía de Rafael Garrigós. Alrededor de este vórtice de energía ¿positiva? que personifica “El Gallo” Byron, una troupe de parias pululan y se agitan en precisas coreografías que utilizan todo el espacio dramático, chicas que aparecen bajo la misteriosa caravana, extraños individuos disfrazados, yonquis, buscavidas y toda una variopinta Corte de los Milagros, encarnados con soltura y naturalidad por los actores, pese a la dificultad técnica que solicitan en teatro estos personajes extremos, que siempre navegan entre la frontera del histrión o el peligro de la desmesura.

 

En algunos instantes el esperpento valleinclaniano sobrevuela personajes y actitudes de esta mitológica campiña inglesa donde el caos es una ceremonia y los sueños que trata de robarnos la sociedad biempensante se recuperan a golpe de farlopa, whiskies o invocando a los Gigantes para tener esperanza en un mañana. “El Gallo” es un dragón que se resiste a ser vencido por San Jorge, un Odiseo que ha encontrado su Ítaca en una caravana que ha nombrado "Waterloo", con una señal vieja de ferrocarril. Y no va a dejar que se la arrebaten… Teatro del Noctámbulo ofrece un espectáculo apabullante en lo dramático y en lo humano, arrancando retazos de vida (y acidez) a personajes de amplia humorada negra que pululan por el boscoso pueblo de Wiltshire. Jerusalem es una elegía, a ritmo de LSD a esa Inglaterra rural en extinción, plena de tradiciones. Un hachazo frontal a la conformidad y el estatismo, vomitado desde el profético megáfono de “El Gallo”, un hombre con sangre poderosa. Un hermoso inicio con Phaedra (Lucía Fuengallego) sobre la caravana, interpretando el himno (letra de William Blake y música de Hurbet Parry) da paso a un desenfreno que gravita en torno a la vivienda sobre ruedas de este mitológico flautista de Hamelin, pasado de rulas, que celebran el Día de San Jorge en medio de un lirismo destroyer y desatado. Carmen Mayordomo compone al pícaro escudero Ginger, con vocación de disc jockey, en acertada composición. Con desenvoltura y sabiduría escénica en los tres personajes que dibuja.



 

El resto del elenco cumple con fidelidad la creación de los complejos personajes de la obra genésica, para ofrecernos un cuento pervertido y desaforado de jubilosa coreografía. Un canto a la libertad atávica y la anarquía vocacional, al apego a lo telúrico. Pese a todos. Teatro del Noctámbulo mantiene a Johnny “El Gallo” palpitando en su Edén, con una producción de alto nivel artístico que nos hace añorar (paradójicamente) esa Arcadia inexistente. Una arriesgada y ambiciosa apuesta, solventada con creces por la compañía. A veces, son necesarios estos druidas para invocar a los Gigantes…

 Traducción y versión de Isabel Montesinos

 Dirección Antonio C. Guijosa 

Reparto: José́ Vicente Moirón Carmen Mayordomo Gabriel Moreno José́ F. Ramos Alberto Lucero Lucía Fuengallego Alberto Barahona 

Iluminación: Carlos Cremades Espacio Sonoro: Álvaro Rodríguez Barroso Escenografía: Mónica Tejeiro Vestuario: Rafael Garrigós Maquillaje y Peluquería: Juanjo Grajera 

Coreográfa Cristina Rosa Video realización Antonio Gil Aparicio (EMBLEMA FILMS) Ayudante de Dirección Manuel D Co-producción Teatro del Noctámbulo, Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura y Teatro López Ayala de Badajoz



 

sábado, 8 de octubre de 2022

A5 Vocal Ensemble. Los otros maestros andaluces del Siglo de Oro. XXIX  Muestra de Música Antigua

La Música Antigua es una de las asignaturas pendientes de nuestra cultura. Convertida en una especie de Cenicienta, a la sombra de las grandes orquestas, o de etapas históricas más reconocibles para el público (o más gratas), combate contra los molinos de viento del desconocimiento y la falta de interés de una parte de Instituciones. La enseñanza ha mejorado visiblemente con respecto años pasados, la inclusión de asignaturas como bajo continuo, temperamento, ornamentación, etc, han enriquecido la formación de los profesionales, pero la falta de un Plan Nacional de la Música, la creación de una red nacional donde los profesionales diseñaran un proyecto, a la vez patrimonio y profesión, sigue lastrando el futuro. La no existencia en todos los centros de las especialidades instrumentales antiguas o del canto renacentista y barroco, y la escasez de plazas para la docencia tampoco ayudan demasiado. El camino pasa por la especialización, creación de másteres de interpretación en música hispana o recuperación del patrimonio musical, que podría fomentarse por Comunidades. Obviamente, la participación de la Administración y de los organismos que pueden apoyar económicamente estas actividades, es imprescindible. Fundamentar la investigación con acuerdos I+D que se basen en la nueva investigación perfomativa, en Universidades, CSIC, etc. Potenciar el Renacimiento y la parte medieval, frente al (más apoyado) Barroco, sería otro de los peldaños de esta escala. Cabe destacar la labor de la GEMA (Asociación de Grupos Españoles de Música Antigua) y la existencia de 245 grupos de músicas históricas, según el artículo de Julio López Agudo «EFECTOS DE LA PANDEMIA EN EL SECTOR DE LA MÚSICA ANTIGUA ESPAÑOLA» en la revista “Codalario” (11/1/2022).
El programa elegido por A5 Vocal Ensemble, ya curtidos en estas lides de recuperación e interpretación de maestros andaluces, fue una señera oportunidad de escuchar composiciones de difícil acceso. Muchas veces a la sombra de los Maestros más reconocidos. Una vez terminado el concierto, sorprende más aún que todos estos autores permanezcan en esa “segunda fila”. No lo merece ni la calidad enorme de sus partituras, ni su complejidad creativa. Jerónimo de Aliseda fue hijo del músico Santos de Aliseda, también Maestro de Capilla de la Catedral de Granada. En los manuscritos de los siglos XVI y XVII se refieren siempre al padre como “Santos” y al hijo como “Aliseda”. Entre otras ocupaciones, jugaba a cartas con Juan Petrel (tiple de la iglesia) y otros cantores, amenizando la velada con sus propias composiciones. El “Ave María” es una obra deliciosa con predominios de blancas y redondas, con especial riqueza en el segmento “Santa María, ora pro nobis”, donde se usa el canto llano como un ostinato en la voz superior, un presagio del uso similar que Monteverdi realizaría en sus “Vísperas”. Un perfecto preludio fue escuchar, ascendiendo, el sereno empaste de las voces del Ensemble hacia la bóveda de la iglesia, en una de las obras más bellas de Aliseda. Rodrigo de Ceballos (el puente que une Cristóbal de Morales con Francisco Guerrero) perteneció a una amplia familia de músicos activos en la Catedral de Burgos, donde fue recibido como cantor. Su hermano, Francisco, era Maestro de Capilla. Se desconoce si el Juan de Ceballos que era cantor y organista en Granada, era su padre. Rodrigo nació en Aracena (según documento de la Capilla Real de Granada: Elústiza y Castrillo), motivo que convierte este concierto de A5 en algo muy especial. No sólo es la recuperación de patrimonio cultural, es el regreso, el reencuentro de lo que fuera y de lo que es. Es admirable la intensidad expresiva, la belleza formal, el color y el sentimiento que destilan sus composiciones, que participan del universo de Tomás Luis de Victoria en esa fusión entre lo místico y lo expresivo. “O pretiosum et admirabile sacramentum” fue otra de las  obras elegida y desarrollada por A5, una melodía tan dulce como su propia letra indica (gracia salvadora y de toda dulzura) donde los melismas se elevan hacia lo más alto en un juego sonoro pleno de texturas imitativas. “O virgo benedicta”, rica en matices y dinámicas, del autor sevillano. Ceballos mantuvo una fuerte polémica con Andrés de Cerezo (sochantre), quien lo acusaba de entrometerse en sus responsabilidades con los mozos de coro, dando la razón al primero. Eso le dejaría tiempo para componer una partitura tan hermosa como las desgranadas en la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Aracena. . Juan Navarro “Hispalensis” nació en Marchena y concurrió a la oposición junto a uno de los “grandes”: Francisco Guerrero, para cubrir la vacante del magisterio de capilla de la catedral malacitana. Estuvo presenta con “In exitu Israel “(Monasterio de Guadalupe. Estantería Códice 2.  E-GU Códice 2 (42v—48), posiblemente copiado por Juan de Alcázar. El Salmo   113 para las vísperas del domingo es una de las obras más largas del concierto. “Hispalensis” fue el primer compositor español que concibió el ciclo de himnos para todo el año litúrgico. Fue maestro de Tomás Luis de Victoria, que entró como niño de coro en la Catedral de Ávila. Navarro fue músico de gran claridad en el conjunto polifónico, sin interválicas complicadas y jugando con un sencillo contrapunto. En este salmo (con partes monódicas en los solistas como acostumbraban en la época ), la agrupación extrae toda la densidad y textura dramática que solicita la obra, con el acompañamiento leve del órgano (técnica alternatim) y la doxología en el epílogo “Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo”,  que fue ampliamente aplaudido por el público. De nuevo retornó Ceballos con los motetes “In illo tempore, descencens Petrus” y el motete a cinco “Ecce nunc tempus acceptabile”, una envolvente y etérea superposición de voces, hermoso homenaje al músico en el terruño donde nació.
Una de las obras más hermosas del catálogo llegó de la escritura de Jerónimo de Aliseda. Beatus Franciscus, con su hermoso crescendo. Una excelente exposición donde las voces se funden; a modo de sollozo; una y otra vez en un retorno perpetuo para ascender, hasta agonizar en esa larga nota mecida (Retribuas Mihi). Una emocionante composición, que retoma los versos 1 y 8 del Salmo 142,  que recitó Francisco en su lecho de muerte (Leyenda Mayor, XV, 5). Todo un homenaje para el “poverello” de Asís que, A5 Vocal Ensemble,  resucitó en un entorno privilegiado de agradecida acústica. “Ecce Sacedo Magnus” (a 4), Ceballos se recrea en la atmósfera, jugando con las dinámicas, en una obra breve, pero perfecta en su estructura y expresividad dramática hasta ese “conciliatio” final, Una delicia que, en las voces de los sevillanos, fue agradecida por el público. El “Salve Regina (Ms. I, doc, 4, fols. 14vº- 17vº a cuatro de Pedro Fernández de Castilleja (Maestro de Maestros, según F. Guerrero), es una antífona votiva, uno de los cuatro himnos del Breviario de la Santísima Virgen María que se cantan al final de Completas. Fue maestro de gramática y música y fue amonestado por no “tener a buen recaudo a los seises que tenía a su cargo”. Una composición de intenso concepto místico, de certera brevedad que recrea la “Salve”, con secciones gregorianas, un rito que tuvo particular importancia en Sevilla. Fernández emplea un movimiento escalonado descendente desde el compás 16. En el inicio el bajo y el tenor expresan la imitación al unísono, luego; con el cantus en la octava superior; está muy bien planeado.  En “gementes”, cada voz entra simultáneamente con una contramelodía que continúa la estructura del dúo no adyacente, incluso más tarde que el pasaje cuando suenan las cuatro voces.  Completaron el programa “Ambulans Jesus” de Ceballos, “Versa est in luctum”, de Juan Gutiérrez de Padilla. Un memorable concierto que dejó patente que los autores que quedaron fuera históricamente del triunvirato de compositores renacentistas podrían estar a su lado con todo el derecho. Como colofón el “Trahe me post te”, que figura en su disco “Ave Virgo. Francisco Guerrero (1528-1599). Obras a 5 voces del Siglo de Oro sevillano”, que sirvió para dejar aun más claro que esos “otros maestros” no tenían ninguna carencia que les hiciera envidiar a los autores consagrados.
A5 Vocal Ensemble sostiene su arquitectura cromática sobre los dos timbres más extremos. El esmalte de la voz de María Jesús Pacheco Caballero, ágil, versátil y de amplio registro (amén de un soberbio timbre) y el metal profundo y vibrante del bajo Alejandro Ramírez Sola. Estas voces contrastan (y cohesionan) el resto del grupo, obteniendo un empaste de amplia paleta timbríca. A5 nos ofreció un programa donde la polifonía imitativa, la belleza de la escritura y el descubrimiento para el público de estos autores suponen un paso más en la trayectoria de esta agrupación. Una trayectoria que les ha llevado desde una enciclopédica aproximación a la integral de los madrigales monteverdianos, al soberbio acercamiento gabacho en “Le goût Français”. Desde las piezas del Siglo de Oro sevillano (Ave Virgo) hasta la obra maestra Israelsbrünnlein de J.H. Schein. N cabe duda de que seguirán dándonos buenos momentos musicales. A 5 VOCAL ENSEMBLE María Jesus Pacheco Caballero y Raquel Batalloso Manzano, sopranos Teresa Martínez León, alto Julio López Agudo, , bajo Juan González Batanero, órgano Juan Batanero.

martes, 4 de octubre de 2022

Gianni Schicchi. Ópera Joven.

                                            Gianni Schicchi. Ópera Jóven

 

Mar Morán

Toda una sorpresa la programación de ese Gianni Schicchi, que no es sino una amplificatio de un breve pasaje de La Divina Comedia del Alighieri. Una frágil pincelada, perteneciente al “ll Trittico”, que se articula en base a doce semiomotivos, con ecos de otras obras de Puccini. Schichi posee una equilibrada y atractiva estructura teatro-musical y un aria señera y sobresaliente para soprano: “O mio babbino caro”.

A partir de la creación de “La Fanciulla del West”,  Puccini toma una nueva orientación con las óperas en un acto, basadas en las tres partes de la obra de Dante (Puccini no deseaba que se representaran separadas) y en las que (extrañamente) apenas tuvo problemas con su libretista (Giovacchino Forzano). Aunque fue Marotti realmente el inspirador de este concepto de varias obras en una sola. En realidad se aprecian escasas relaciones entre las tres óperas, salvo las cuotas de italianismo. Desde Tosca no había situado ninguna ópera en Italia. La historia del taimado florentino, apenas un esbozo ((inferno, c. XXX, vv. 31-3, 40-5) en la génesis de la obra de Dante, está impregnada de espíritu italiano. Un retorno que el público purista agradecía después de tanto experimento pucciniano con otras nacionalidades. La brillantez, el stacatto, la alegría y vitalidad de la propuesta, agradaron al público y crítica de la época, situando al astuto Schichi por delante de las otras óperas de la trilogía. La modernidad en el uso sofisticado de los motivos orquestales no andaba lejos del éxito que obtuvo con la crítica. Como cuando emplea las notas a contratiempo y las corcheas seguidas de silencios, combinadas de manera magistral en diversas escenas cómicas.

Gianni Schichi contiene arias que, aunque menos divulgadas que el “babbino”, son efectivas y hermosas. Como el aria de Rinuccio “Firenze è com´un albero Fiorito”, desarrollada por Cesar Arrieta con frescura y descriptiva articulación, dentro del continuo musical que estructuró Puccini, pero que tampoco puede separarse como pieza de concierto del contexto schichiano.

Manuel Antonio Torrado Gonzalez



La pieza es exigente en su segunda parte y conserva ese estilo de stornello  toscano popular con dos Si agudo, perfectamente solventados.

El acercamiento a la obra bufa solicita un tratamiento musical diferente al halo romántico. El tratamiento orquestal ataca con diferente sesgo, la melodía, el tono, el ritmo. La Aran Camerata dota de ese toque chispeante y ligero a este Schicchi, con deliciosos números de conjunto sobre las tablas.

La característica más potente de Gianni Schichi es su solvente mistura de dramaturgia (una de las más certeras de la ópera italiana), su ingenioso libreto y el luminoso sentido de comedia desarrollado, apoyándose en lo instrumental y lo vocal. Ese torbellino escénico que se hibrida a la perfección con lo que emana de la partitura. Una verdadera gozada coordinada por Cristina D. Silveira.

El conjunto de cantantes cumple a la perfección uno de los requisitos que hace de esta obra un escollo a la hora de representarla, la certeza interpretativa en cada uno de los numerosos roles y la personalidad individual de cada uno. No solo el libreto define la personalidad y actitud de los actuantes, también los motivos musicales arropan las acciones individuales y colectivas. Los motivos cortos recurrentes se citan una y otra vez, jugando con las mayores y las menores.





Los numerosos miembros del clan familiar suelen cantar con predominio del menor, mientras que los forasteros (Lauretta, Schicchi, Rinuccio) suelen estar en mayor. La utilización de las menores tampoco es fortuita, el autor trataba de reflejar la hipocresía del clan familiar, magníficamente interpretado (y coreografiado) por el elenco. Para el instante en que los parientes tratan de sobornar a Schicchi, a espaldas de los otros,  se utiliza una ironía musical. Aquí Puccini toma material del motivo en el cual  Schicchi describía su plan maquiavélico. La orquesta semeja burlarse de los parientes.








Los cantantes-actores salvan con fluidez y precisión milimétrica ese ritmo endiablado (casi de screwball comedy) con divertidos  momentos, como el desfile de sombras. La dramaturgia está desarrollada con naturalidad, con momentos coreográficos de gran lucidez  (y jocosos) como el tejemaneje que se traen los familiares con el difunto en la cama, la búsqueda del testamento o los instantes del notario con Schicchi jugando sus astutas bazas, ante la exclamaciones e imprecaciones de los taimados familiares. En algunos instantes es casi una comedia de puertas, con profusión de entradas y salidas. Pero nada es excesivo en esta disparatada coreografia donde el motivo musical para el duelo de los familiares se citará a menudo por la orquesta. Hay una vis cómica desconocida en el Puccini de las arias dolorosas y las melodías melodramáticas, que dibuja personajes con pinceladas cortas pero certeras. Solazados (y aviesos) personajes de filigrana italiana, manejados con un hábil sentido del tempo.

La orquesta empasta en todo momento y cumple el papel descriptivo que solicita la partitura, siempre al servicio de la plástica del personaje o del elaborado movimiento escénico.

Es de destacar como ingresan los instrumentos en el entramado narrativo. El modo en que las intenciones musicales solicitan claridad en entradas, cambios, tempos o métrica. Pero también flexibilidad cuando el pasaje se repite pero la situación dramática no es la misma y exige modificación. Hay reminescencias del helénico khoros en la utilización del grupo al unísono, que bebe directamente de la dramaturgia clásica, con acertados momentos que presentan al grupo familiar como una entidad distinta de lo que representan Schicchi y los ajenos a la familia.

El aria “O mio babbino caro”, es como un remanso en medio de la hiperactividad que se desarrolla en el escenario y al mismo tiempo sirve de estructura culminante de la tensión de los pasajes anteriores. Hay una ruptura total entre la sección anterior y el aria, un cambio rotundo en la orquestación, notas largas en las cuerdas, corno con sordina. Pero también cambia la intención. Ese Andantino Ingenuo que figura en el tempo es toda una manifestación de intencionalidad. El aplauso al final del aria es algo ya instalado y, en este caso, más que merecido.

Crisitina D. Silveira

La interpretación de Mar Morán fluye en las notas altas, creando un ambiente etéreo (casi voluptuoso) y conmovedor, columpiando ese círculo de quintas inversas. La soprano extremeña va sobrada de facultades, con ese poderoso fiato, y recorre los  compases del aria en andantino (mientras la cuerda tremola en octava) con la carnosidad de una voz sedimentada y forjada a fuego lento que emociona destilando los distintos colores tímbricos. Conseguir emocionar con este momento es todo un mérito, dado que básicamente le pide a su papi que “le arregle lo suyo” a toda costa. La genialidad de Puccini evita llevar a cotas de hipérbole dramática, lo que no es sino una petición artera, sin restarle belleza.

La utilización del espacio dramático es exhaustiva, abarcando todos los rincones, jugando con ventañas, sombras o maping en el inicio de la obra, proyectado sobre el propio telón. El elemento plástico-visual está desarrollado con exactitud y dota de un aura dinámica y lúdica a la puesta en escena que, incluso juega con el espacio escénico fuera de la platea, incorporando uno de los palcos al formidable  dúo de amor de Lauretta (Mar Morán) y Rinuccio (César Arrieta). El escollo de una concepción coral (tanto en partitura como en escena) está resuelto con sentido del ritmo y gran coordinación entre los ejecutantes. La misma partitura tiende a configurarse como su fuese un número de conjunto.

Todos los cantantes cumplen sobradamente en esta miscelánea plural y disparatada que se desarrolla en la antigua Florencia, que bebe directamente de la Commedia dell`Arte y responden a  las exigencias dramatúrgicas componiendo los personajes; tanto en breves pinceladas interpretativas como en sus roles vocales; consiguiendo destacar (pese a la brevedad de algunos) para transmitir una dinámica de conjunto, precisa y técnica, en sus evoluciones. La orquesta Aran Camerata realiza una lectura adecuadamente teatral, de pulso sólido, sin caer en la lectura de foso, dados los matices que solicitan las sutilezas de la partitura desde la versada batuta de Álvaro Albiach.

Silvia Naranjo

Gianni Schichi recorre un abanico que abarca desde el lirismo de arias como “O mio babbino caro” hasta líneas que se aproximan al parlato, potenciando el elemento verbal sobre el estrictamente musical, jugando hábilmente con susurros, comentarios, onomatopeyas o exclamaciones. Incluso llegando al polidialogismo musical entre voces e instrumentos en algún pasaje. También esgrime el uso del pizzicato para crear ciento ambiente de misterio.

En el epílogo, Schicchi se disculpa con el público por sus diabluras. Al fin y al cabo todos salen beneficiados con posesiones que antes no tenían (en lo material y en lo amoroso). Todos, excepto los frailes, que se quedan a dos velas…Algo lógico, teniendo en cuenta que Schicchi salió directamente de un infierno dantesco, donde no serían precisamente apreciados.

César Arrieta

 

GIANNI SCHICCHI ALBERTO MARTÍNEZ

LAURETTA MAR MORÁN

ZITA PAOLA LEGUIZAMÓN

 RINUCCIO CÉSAR ARRIETA

LA CIESCA ANDREA NIÑO

NELLA SILVIA NARANJO

BETTO DI SIGNA MIGUEL MADURO-DIAS

SIMONE JAVIER AGUDO

GHERARDO SERGIO AUNIÓN

MARCO JOSÉ MIGUEL TORRES MORUNO

MAESTRO SPINELLOCCIO MANUEL TORRADO

SER AMANTIO DI NICOLAO JAVIER GÓMEZ CARRASCO

PINELLINO RUBÉN MOLANO

GUCCIO PEDRO GRAGERA

GHERARDINO HUGO CORCHADO FERNÁNDEZ

BUOSO DONATI TITO LÓPEZ

NARRADOR PRÓLOGO FRANCISCO NEGRO

DIRECCIÓN TÉCNICA DAVID PÉREZ HERNANDO

AYUDANTE DE DIRECCIÓN SIMÓN FERRERO

ESCENOGRAFÍA Y ATREZO LA NAVE DEL DUENDE

DISEÑO DE VESTUARIO Y CARACTERIZACIÓN VISTEQUIENTEVISTE

VESTUARIO JAVIER HERRERA Y REYES MANCERA

CARACTERIZACIÓN PILAR BRINQUETE, MARÍA LÓPEZ Y JAVIER HERRERA

VÍDEO ESCENA ALEXANDRE CANO

DISEÑO DE ILUMINACIÓN DAVID PÉREZ HERNANDO

IMAGEN PROMOCIONAL JAVIER REMEDIOS

DISEÑO GRÁFICO Y LIBRETO REMEDIOS CREATIVOS

DIRECTOR MUSICAL ASISTENTE RODRIGO OSSANDÓN

PIANO REPERTORISTA BEATRIZ GONZÁLEZ

ORQUESTA ANAM CAMERATA

VIOLÍN I JAVIER FERNÁNDEZ • VIOLÍN II MIGUEL ÁNGEL PÉREZ

VIOLA SARA MARIGÓMEZ • CELLO LUCÍA PÉREZ

CONTRABAJO ELISA CASTELLANOS • FLAUTA SANTIAGO MARÍN

OBOE ADRIÁN PULIDO • CLARINETE IVÁN GÓMEZ

FAGOT RUBÉN TORTOSA • TROMPA PEDRO HERMOSO

TROMPETA ALFONSO GARCÍA-MORA • TROMBÓN DAVID TABOADA

PIANO EDUARDO MORENO • PERCUSIÓN KIBIR MHADDA

DIRECCIÓN MUSICAL ÁLVARO ALBIACH

DIRECCIÓN ESCÉNICA CRISTINA D. SILVEIRA

sábado, 1 de octubre de 2022

Cantoría: El goce de lo luminoso. XXVII Festival de Música Sacra y Antigua de Badajoz

 Es todo un lujo que el epílogo del  XXVII Festival de Música Sacra y Antigua de Badajoz llegara de la mano de una agrupación en vertiginoso ascenso  como Cantoría. Con un programa de espíritu netamente renacentista, con esa mistura de lo piadoso y lo mundano que caracterizan esas historias mínimas (con parábola final), plenas de ingredientes y texturas. Casi como una deconstrucción de las estructuras imperantes en el Periodo.  Entre ensaladas y villancicos. Lo profano se entremezcla con lo pío en las fiestas palaciegas del Renacimiento. Los cortesanos disfrutaban con esta “última moda” que transformaba lo cotidiano en exótico, culminando en un tinte culto de latinajo que, solía condensar la moralidad de lo narrado. Por increíble que parezca, esta mezcla de estilo era apreciada por músicos de las distintas escuelas. El cuarteto acomete el sesgo más popular del repertorio profano del XVI. Y lo hace sin partitura, un particular atrevido, osado y arriesgado, pero de resultado fresco, límpido y homogéneo. El cuarteto sustenta su armazón vocal sobre el timbre soberbio, radiante y de cálido terciopelo de Inés Alonso. El empaste es señero y fluido, la amalgama no opaca ninguno de los registros, resultando un efecto sonoro que (en ocasiones) aparenta mayor número de componentes en la agrupación. El sonido conjunto, excelente. La conducción de voces, milimétrica.  El público disfruta el dominio del repertorio, los guiños humorísticos, perfectamente imbricados en lo métrico, ese saber “decir” del castellano arcaico.

Hay complicidad y cercanía en sus modos interpretativos y, sobre todo, hay placer en lo interpretativo y deleite en la exposición de las obras. Algo que se agradece y se disfruta desde la bancada. Obras únicas como “La Bomba” son desgranadas por Cantoría con un gusto exquisito, elegancia y sobresaliente humorada. El “comamos y bebamos” de Enzina se convierte en todo un banquete para los sentidos con voces tan sinceras como la del alto  Oriol Guimerá, tan dúctiles  como el tímbrico metal del bajo Valentín Miralles o la dicción de Jorge Losana. Podríamos definir el estilo del cuarteto como “envolvente”, polícromo y lúdico ¿quien dijo que el goce está reñido con la técnica? Deliciosas esas rupturas de ritmo, los chascarrillos, la querencia  picaresca, las onomatopeyas que llegaron desde las partitura original (y desde la pasión) de los murcianos. Hay un estricto dominio de la paleta cromática  que solicitan estas escrituras, alegres (pero llenas de matices), modernas y luminosas. El  cuarteto domina con soltura y descaro el repertorio. Hay madurez en el estilo y en lo técnico, el fruto de muchas horas de trabajo. La plasticidad de la oferta no deja lugar al aburrimiento o a esa distracción (del público) tan peligrosa en repertorios de la época más densos y solemnes. La expresividad en la articulación y el énfasis de los afectos componen un poliédrico (y gozoso) paseo por la alegría de vivir. La comodidad en el desglose queda patente.

Los intérpretes disfrutan desgranando (y teatralizando) este repertorio. Gozan dotando de luminosidad al juego profano-religioso de la salmodia “Corten espadas afiladas”, aman la claridad de rescatar del legajo polvoriento, ese tránsito del ascetismo medieval al vitalismo renacentista, donde vemos la contradicción entre los intereses de las castas religiosas y las populares de la jocosa “Teresica Hermana” . Se crecen desarrollando (en modo casi escénico) La Flecha,  la obra más completa de Mateo Flecha, representada a modo de medieval torneo (quizá el inventor de los efectos sonoros) y con ruptura de “la cuarta pared” en la voz de Juanilla.  El epílogo: La Bomba con acompañamiento de cuerda. Cantoría es una gozada para los sentidos. No se los pierdan. Se toman muy en serio las obras humorísticas .