Todavía no hace
un año que Mirian Diaz-Aroca, visitaba estos pagos; vía Aristófanes; para
regalarnos la recreación de un jocoso criado Jantias en las milenarias
piedras del Teatro Romano de Mérida. Ella y Pepe Viyuela, aprovecharon para
descubrirnos la actualidad de situaciones políticas y sociales, aunque escritas
hace miles de años. En el texto de Las Ranas de Aristófanes,
aparecen atisbos de una realidad intemporal, y un mensaje social que;
desafortunadamente; puede trasladarse de una época a otra. Y este es el mensaje
que estas dos chonis de manual, interpretadas por Mirian Diaz-Aroca y Belinda
Washington, que comienzan un viaje hacia si mismas, como las heroínas de Thelma
y Louise (pero en poligonero) nos han regaldao en las tablas del Teatro López
de Ayala. El lenguaje dramático no es nada complaciente (para espanto de los
bienpensantes), la jerga del chonismo se mixtura con referencias sexuales
explícitas (para sobresalto de los políticamente correctos), cuando no con
actitud picante, o ese volumen elevado (y distorsionado) que alcanzan las
“conversaciones” del extrarradio.
Pero el sentido del humor, la parodia
inteligente, la burla de si mismas, y el buen hacer de las dos actrices en la
piel de estos resbaladizos personajes, consiguen que tanta chabacanería
semántica (tanto Yonatan, y Vane), se conviertan en algo entrañable (y
comprensible). por el mundo en que les ha tocado sobrevivir. Hay mucho bolso de
plexiglás, mucho tinte de los “chinos” en el cabello, estampados de leopardo
enemigos del buen gusto, apreturas cárnicas marca “chonilandia”, escotes
reñidos con el erotismo gallardo, y ese desmesurado volumen vocal con que se
enfrentan a la vida en los aquellos predios marginales donde sobreviven La Encarni (Diaz-Aroca) y La Mari (Washington). Repiten
experiencia sobre las tablas las dos actrices, que ya representaran una comedia
negra, escrita para ellas por los mismos autores (Juan Luis Iborra y Sonia
Gómez), donde representaban a dos
viudas, con herencia por medio. Los continuos desencuentros a que las somete el
viaje, les llevan a conocer a conocer a Ramón (Rubén Sanz), un gigoló en horas
bajas, que trata de salir adelante y en el que ellas pretenden hallar su Ítaca
particular (preferentemente en sus abdominales), para llevarnos a un vodevil de
trasfondo triste, con puertas que se abren y cierran (y corazones), hasta un
final de aceptación y maquillaje de la realidad. Si Encarni y Mari anhelaban
sublimar sus frustraciones en el cuerpo serrano del gigoló, la realidad les
devuelve un espejo nada complaciente. Insatisfechas, es una historia de
perdedores cotidianos, de supervivientes de si mismos que tratan de ver una luz
al final del túnel.
Hay mucha amargura en estos diálogos aparentemente jocosos,
mucha recámara y mucha bomba de espoleta retardada. Agazapado tras este
“castellano” lumpen y barriobajero, se haya el fantasma de la actualidad
social, que encuentra su reverso para las protagonistas en el desangelado
“profesional”, obligado por las circunstancias a vender su cuerpo. Rubén Sanz
tiene momentos notables, como el diálogo “a dos puertas” en el pasillo donde
combina momentos de humor, ternura y dramatismo. Asier Sancho, en la
escenografía, juega con un artefacto que puede convertirse en ventana marujil
de toda la vida, descampado de un extrarradio, ambientado con sirenas policiales,
o el cutre Motel Dulcinea. Todo esto con la iluminación efectiva de Juanjo
Llorens, ganador del Premio Max, por “La Función por Hacer" en un engañosamente sencillo
entorno vital. El elenco sabe extraer las miserias cotidianas a golpe de humor,
y el respetable se ríe e interrumpe con aplausos esta forma de enfrentarse
a la vida, este juego de espejos en el
cual todos nos vemos un poco reflejados, aunque nos lo entreguen disfrazado con el legging “leopardo” y la melena rojiza de La Encarni. Juan Luis
Iborra ha realizado guiones para películas como 'El amor perjudica seriamente
la salud', 'Boca a Boca' o 'Tiempos de Azúcar'. En el mundo de la pequeña
pantalla 'Aquí no hay quien viva' y 'A tortas con la vida'.
La coautora, Sonia
Gómez, ha realizado varios guiones y trabajado en series y ficciones
televisivas. Una comedia donde los interpretes se lucen en su vena cómica y en
breves retazos de una ternura dramática, arrancando risas continuas a los
espectadores. Para los tiempos que corren, echarse unas risas a costa de la que
está cayendo, no es moco de pavo. Una catarsis necesaria. Enhorabuena.
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