lunes, 22 de abril de 2019

Mar Morán. Soprano


Mar Morán pertenece a esa sólida cantera que tiene sus raíces en el “Coro Amadeus” de Puebla de la Calzada. Formada en el Conservatorio de Badajoz y en el Conservatorio Profesional de Música “Victoria de los Ángeles”. La soprano extremeña ingresa en el programa formativo de alta especialización para postgraduados, Internacional Opera Academy, en la ciudad belga de Gante.

-La mayoría de los cantantes comparten su aprendizaje vocal con algún instrumento ¿Hay un instante en que hay que renunciar a ser instrumentistas; en su caso la flauta de pico; para concentrar todas las energías en la voz?
Considero que siempre es bueno un aprendizaje previo con un instrumento sobre todo los instrumentos de viento, ya que son muy buenos profesores para los cantantes, pues comparten el mismo tipo de respiración y similitudes con el apoyo. En el mundo del canto es fácil distinguir quién ha sido instrumentista de viento jajaja. Creo que el canto necesita mucha energía, ya que nuestro instrumento es nuestro cuerpo pero no creo que sea necesario renunciar a ser instrumentistas, quizás no al mismo nivel, pero si seguir disfrutando desde otro instrumento de la música ya que esto nos enriquece como cantantes y en definitiva como músicos.





-Se ha enfrentado a papeles de alto riesgo como “La Reina de la Noche” con todas sus filigranas vocales, notas picadas, el dominio de la coloratura, su recorrido de graves y estratosféricos agudos…una carrera de cien metros lisos.

Si, fue el primer reto operístico al que me enfrentaba. Debuté el papel con 23 años y fue todo un reto, y no sólo vocal sino teatralmente, pues debes canalizar la adrenalina y la energía sin perder de vista la pulcritud vocal y la disciplina musical.
Como dice mi profesora este rol engloba tres sopranos en una y a la hora de prepararlo y montarlo debes saber cual de ellas canta en cada parte sin perder la homogeneidad en el sonido.


-La lírica es un mundo donde nadie es profeta en su tierra…
Pues si. Desgraciadamente debemos pasar todos unos filtros en el extranjero para poder volver con un sello que es señal de calidad. Es cierto que hay que irse al extranjero, pero simple y llanamente porque es bueno para crecer musicalmente y personalmente; además de por las distintas oportunidades que se te abren; por el hecho de conocer más personas e idiomas.
En mi opinión, a veces se desvirtúa eso y parece que el hecho de ser algo no español es mejor. Y no es así.
De todas maneras estoy súper contenta porque siempre he podido cantar y hacer diferentes proyectos en mi tierra junto al Coro Amadeus, Indiccex o la Sociedad Filarmónica de Badajoz; aunque siempre te gusta venir más veces.


 
-Siempre hay una afinidad especial con determinados profesores que suponen un hito en el aprendizaje ¿A cuales recuerda con mayor intensidad y agradecimiento?
Pues la verdad es que estoy bastante agradecida a aquel señor anciano de lenguaje musical que con tan solo 6 años me escuchó en una clase de entonación y me dijo que hiciera las pruebas para la Escolanía del conservatorio, Pacha le llamaban...
También a Alonso Gómez Gallego, que para mí es alguien muy importante tanto por mi etapa vocal, pues fue quien me dio la oportunidad de hacer un solo por primera vez. Como en lo personal, que ha hecho a su vez de mentor y me ha ayudado en todo lo que rodea al canto.
Y mi profesora Elena Muñoz Valdelomar, que siendo ella una voz lírica, fue quien me enseñó a colocar y a poder cantar los sobreagudos; además de ser quien me ha enseñado que un buen cantante no solo canta sino que además es un gran actor…
Sin ellos no hubiera sido nada igual, estoy muy agradecida a la vida de haber tenido la suerte de encontrarlos en mi camino.


-Una pregunta obligada para los músicos ¿Cuál es su “truco” esos instantes de cansancio infinito, de soledad en habitaciones de hoteles, de kilómetros sobre la espalda?

 Pues para mi es el amor hacia lo que me apasiona y me hace feliz que es cantar. Tengo una de las profesiones más bonitas pues no me hace feliz solo a mí, sino a las personas que me escuchan; y eso es lo que te impulsa y te ayuda a seguir luchando.
En esos momentos de soledad es donde uno realmente crece y lo hace fuerte para perseguir su sueño.

 -Nos encontramos ante una de las profesiones más incomprendidas. Años de esfuerzo, sacrificio y especialización, para encontrar la incomprensión o el
desconocimiento de parte de la sociedad ¿Falla la educación musical en nuestro país?

Totalmente si.
Es una pena que una parte de la sociedad española considere la música como un hobby y no como algo profesional. Creo que se debería valorar más la música y las artes en general desde los colegios.
El arte te da unos valores que no obtendrías de otro modo, valores que solo te da la música, la pintura, la danza.... Estar en un coro de niños o tocar un instrumento realmente contribuye a reforzar la inteligencia y a despertar y enriquecer la mente.

-¿Un recital individual, una colaboración con coro o un papel operístico? ¿En qué medio encuentra una mayor satisfacción?
Son distintas sensaciones y cada uno gratificante a su manera. Siempre me ha gustado cantar con más personas, también porque es algo que hago desde pequeña. No olvidaré la gran satisfacción que he sentido en conciertos como el que dimos en Sevilla con el Coro Amadeus, o cantar el último coro (Gloria a te), con esa última nota infinita que cierra la ópera Turandot con el coro Intermezzo del Teatro Real. El partiquino que interpreté en la ópera “Idomeneo” de Mozart en el Teatro Real fue una de las experiencias más gratificantes.
Esos momentos que se te quedan en la memoria grabados y siguen sonando aun sus armonías en tu recuerdo.

 

 -¿Se ha planteado en un futuro, cuando el camino ya vaya dejando huella en el espíritu, dedicarse a la enseñanza para futuras generaciones?
Es algo que no descarto. Sería en un futuro lejano pues creo que para concebir el canto y ayudar a otros primero debes experimentarlo tú primero.
Creo que dedicarte a la enseñanza en el canto por lo que veo en mis profesoras es muy gratificante, pues ellas me dicen que los éxitos de sus alumnos lo viven con más emoción que los suyos propios y es algo que quiero sentir yo también jajajajaa...

-Participó en la primera representación que se hizo en el Teatro Real de la inacabada Moses und Aron de Schönberg. Una obra de tintes filosóficos, sustentada sobre doce notas, de querencia contrapuntística, de larga preparación para el coro. Participaron más de 400 personas bajo la batuta de Lothar Koening. Una obra de difícil exigencia dodecafónica para el coro, de ochenta miembros. Quizás la ópera más difícil para un coro y con una puesta en escena arriesgada…Amén de la polémica suscitada por el semental (Easy Rider), cuya retirada fue solicitada por diferentes colectivos.
Lo más difícil que he tenido que cantar nunca, sin duda.
Un reto desde muchos puntos de vista pero que gracias al esfuerzo, la profesionalidad y la dedicación de muchos todo fue posible.
Es una obra que me ha hecho abrir mi mente en lo musical y ha sido un antes y un después para muchos en el Teatro Real. Creo que para todos los que participamos fue una experiencia difícil de borrar.

-¿Hay algo taumatúrgico en ese aplauso al final de cada obra? ¿Algo mágico en la satisfacción de compartir con el público una creación escrita hace cientos de años?
¿En transmitir y compartir lo que el autor volcó en la partitura?
Sin duda hay magia siempre que hay música.
Ser transmisora o ser un canal para hacerles llegar a otras personas esas melodías algunas empolvadas y otras más conocidas es una elevación tal que te sientes en otro universo paralelo.
No es solo la emoción que pones a la hora de interpretar si no lo mágico que es el arte de la música por ser el idioma universal que a todo el mundo llega y que forma parte de nosotros.
Pienso que aunque transmitas la música lo más fiel posible a la partitura y a lo que quiso plasmar el compositor, siempre hay algo mágico y a la vez tuyo que como intérprete fundes y regalas una parte de ti, que a su vez es distinta cada vez.



-¿Existen escenarios que se le queden a uno en la piel por diferentes motivos o vivencias? Hay un hálito distinto entre las tablas del Teatro Real o en el Monasterio de Yuste? ¿Pasamos del recogimiento y el intimismo a la grandilocuencia operística con dificultad?
Hay lugares que traspasan los poros de la piel.
El Teatro Real ha sido y es un teatro mágico para mí por muchos motivos.
Es un teatro en el que no te acostumbras nunca a mirarlo desde dentro siempre te parece más majestuoso más mágico y que a pesar de su magnitud sientes que es un sitio  acogedor.
Tengo grandes recuerdos ya hayan sido en grandes teatros como en pequeñas capillas, lo que me cala a mí es la esencia de la energía, de la música y del público.
Tengo en mi memoria además del Teatro Real, el monasterio de Yuste, Teatro Principal de Burgos, la iglesia Saints Jean et Étienne aux Minimes de Bruselas, el monasterio de Tentudía, el Real monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe, el castillo de Olavinlinna en Savonlinna (Finlandia) o el Auditorio Nacional de Música...todos estos lugares han simbolizado para mí vivencias y crecimiento personal y profesional, por la emoción y energía que significaron.


-Acaba de ser seleccionada International Opera Academy (IOA) de Gante (Bélgica) para participar en el programa Opera Studio (2109/2020 ¿Cómo se siente en estos momentos?
Estoy muy contenta, un poco asimilando la noticia todavía jajaja...
Cuando te encuentras con personas de distintos países con tanto talento lo ves todo muy difícil. Aun así mi objetivo era simplemente disfrutar con lo que hacía y que fuera otra experiencia más de la que aprender.
Es una gran oportunidad estar en el centro de Europa ya que abre muchas más puertas y estás mucho más conectado a los teatros europeos.
Esto solo es un nuevo paso, toca seguir estudiando mucho y trabajado duro ya que el nivel de exigencia es mayor.

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