Mediocre y desaprovechado
producto con instantes prometedores, merced a las interpretaciones de Sarandon
y Shuderland que propone mucho más de lo que consigue. La peripecia de una
policía en un remoto pueblo montañoso, perdido entre la nieve, con la sombra de
Fargo planeando peligrosamente sobre ella, no termina de convencer. Thriller de
matices religiosos que no llega a inquietar en su vertiente teológica, ni en la
peripecia policial, a pesar de contar con unas buenas premisas en el argumento.
Variación metafísica del serial-killer, a quien conocemos desde el principio,
navega dando tumbos y desaprovechando las posibilidades de un argumento que
habría ganado de decidirse por la oscuridad y alejarse del lugar común.
Desconozco la novela germinal de este film, escrita por Inger Ash Wolfe, por lo
cual las comparaciones sobre el desarrollo de la trama, como y cuanto ha
eliminado o aportado el director no son posibles.
Original e interesante el origen
de los crímenes de un sicokiller, que no lo es en el sentido estricto del término.
Desaprovechada premisa argumental, que hubiera dado mas de sí en otras manos.
Sarandon, como de costumbre, esta enorme, interpretando a una detective,
quemada, con mala leche visceral, alcohólica, pero que arranca momentos de
humor debido a su especial carácter, sobre todo en sus tête a tête con Ellen
Burstyn, en el papel de su madre. Sutherland es; simplemente; él mismo, regalando una interpretación apreciable en los escasos momentos en que interviene.
Película servida para el mercado doméstico, no va más allá de un
entretenimiento de sobremesa acompañado de palomitas al uso. De como también los
grandes cometen errores en la selección de papeles.
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