viernes, 17 de julio de 2015

Ojos de Agua. Festival del Castillo de Niebla

   
No es la primera vez que os ronlalianos visitan las páginas de este blog. Ya nos referimos a esta atrevida compañía con motivo de la representación en el "Lope de Vega", de Salamanca, de una excelente propuesta: “En un Lugar del Quijote” Tampoco es la primera vez que comentamos sobre el Siglo Dorado. La Dama Duende y La Puta Enamorada pasaron el escenario hacia estas páginas digitales. Los Ron Lalá ha perpetrado un soberbio espectáculo, apoyado en la inmensa presencia de Charo López y un texto (Alvaro Tato) de los que desearíamos escuchar con más frecuencia en nuestros escenarios. No era empresa fácil; partiendo de este libreto de lenguaje áureo; acometer una aventura de estas características. Pero Ron Lalá nunca ha tomado el sendero fácil. 
 

 Mixturando su estilo (aparentemente desenfadado) en un juego metateatral y metaliterario, con la sapiencia discursiva de Charo López en estado de gloria. Ejercicio de estilo, creado majestuosamente para el lucimiento de la primera dama, que dignifica el personaje de la “puta vieja” Celestina, lo resucita de sus cenizas como un ave fénix que reivindica su lugar en un mundo amoral y cínico, donde ella utiliza para sobrevivir las miserias ajenas. Partiendo de una idea sobresaliente y seminal: la vieja trotaconventos no ha muerto a manos del ingrato Pármeno. 
 
Está refugiada en un convento, desde el que presagia y narra sus últimos días. Esta anécdota prodigiosa de literatura dentro del teatro, de teatro dentro de la vida, de música dentro del texto de Rojas, permite a Charo López desplegar todo su arsenal escénico. Con experiencia de siglos (no por edad, por sabiduría) se mete al respetable en el bolsillo, pletórica de inflexiones, luminosidad y dominio gestual. Entre las sombras, Yayo Caceres, que dirige un espectáculo ronlalero de principio a fin. 
 

Trufado de excelentes momentos musicales, (extraordinarias las canciones interpretadas por Fran García, el díscolo espíritu redivivo de Pármeno, apoyado por la guitarra leve y exacta de Antonio Trapote. Celestina no es un personaje amoral, vive en un mundo amoral donde su propuesta vital es una cojunda sátira plena de reivindicación y regocijo vital. Sobre un escenario (Carolina Gonzalez) que reproduce el interior de un convento todo es parco, sinóptico, cada pieza juega un papel en el desarrollo de la trama y el juego dramático. Rendido homenaje al libre albedrío, a la nostalgia del tiempo perdido, a “los gozos y las sombras” vía Torrente Ballester (hermoso epílogo/homenaje). 

 

La libertad de una mujer frente al oscurantismo, la doble moral y el pernicioso machismo de la época son trasladados superando las barreras del espacio y el tiempo por el texto acerado, afilado como una saeta. Quizás las concesiones a la actualidad no fueran necesarias en un texto de este nivel, pero también es cierto que una parte importante del público no habrá oído hablar en su vida de Pármeno ni de Areusa y también tiene derecho al refocile. Días atrás, revisitando una notable serie española que adaptaba narraciones de misterio: El Quinto Jinete.  En ella, Charo López interpretaba en “La Familia Wurdalak” una joven convertida en vámpira, acompañada de un excelente Francisco Valladares. Viendo su perfil helénico sobre el escenario, está claro que posee la elegancia de los buenos caldos y mejora con el tiempo. Esta obra debería estar en las listas de los próximos premios de la farándula. Si alguien quiere disfrutar de Ron Lalá este verano, todavía estan a tiempo. El Festival de Teatro de Alcántara contiene en su programación la rompedora “En un Lugar del Quijote”. Sin duda “Ojos de Agua” es un referente para el teatro de calidad de esta temporada. Hay lugares impregnados de magia, escenarios que aportan a la obra representada la sabiduría milenaria de su entorno. 


El Castillo de Niebla es uno de estos. No obtiene el espíritu el mismo bálsamo contemplando el lienzo de esas murallas como complemento de la intrahistoria, que en un escenario convencional. Algo similar sucedió hace un par de temporadas con El Nombre de la Rosa. Quienes pudimos visionar en distintos espacios escénicos la obra, coincidimos en el encanto de un entorno como este castillo. Si además se nos ofrenda una  soberbia alcahueta remiendavirgos, remiendaconciencias y libertaria, como esta hembra antigua nacida de la alquimia interpretativa de Charo López, bajo la batuta atrevida y sapiencia de los ronlalianos, entonces, la magia está servida.

 

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