Diversas han sido las adaptaciones del relato escrito por Mary Shelley, nacido de una apuesta en las largas noches de invierno. Fue difícil librarse de la iconografía de la pantalla con respecto al personaje, al que James Whale dotó en 1931 de unas características que definirían las posteriores versiones de la criatura. Unos dones físicos claramente alejados del concepto de la escritora y que, convertían casi en una caricatura, aquel ser que se rebela contra un creador irresponsable y soberbio. No sería hasta la versión cinematográfica de Kenneth Branagh (1994) cuando se recuperaría el concepto original de la criatura: un amasijo de cicatrices y trozos de cadáveres.
Alberto Conejero ha tenido como guía la obra genésica para su adaptación a las tablas. En 1800 la universidad de Ingolstadt (lugar de nacimiento de los Illuminati) poseía gran fama, quizás esto decidiera a la escritora a situar allí el infame experimento del Doctor Víctor Frankenstein en su intento de suplantar la divinidad.
El Desván Teatro ha situado la obra en su ambiente originario. El laboratorio y todos los artefactos poseen un aroma gótico inconfundible que se potencia con el uso de una acertada luminotecnia (Fran Cordero) de matiz expresionista, que potencia los momentos álgidos o sitúa al espectador dentro de la compleja psicología de algunos personajes. Luces azuladas, ocres, contraluces, cementerios con niebla que potencian la escenografía angustiosa de Diego Ramos.
La criatura nace de la notable interpretación de Alfonso Alonso con declamación y timbre de lo más adecuados para el personaje, capaz de expresar los matices de sufrimiento, ofuscación y profunda metamorfosis que solicita este ser repudiado por su “padre”.
Educada sólo en el odio, la criatura sin nombre trata de potenciar sus sentimientos y afecto, algo que le es negado por su creador. Alberto Amarilla compone un investigador que navega entre la soberbia del Prometeo que roba el fuego a los dioses y las tribulaciones y dudas de quien juega con fuego. El uso de los artefactos permite, acertadamente, convertirlo en cadalso, laboratorio, cementerio o puerto, Los instantes escultóricos son de una siniestra belleza, potenciados por el excelente vestuario de Sol Curiel. Coreografías como el instante grupal en el cementerio son de una profunda e inquietante belleza y de un enfermizo romanticismo. Noelia Marló, rica en tonalidades, regala una interpretación plena de frescura para su Elizabeth Lavenza.
La música (Álvaro Rodríguez Barros), se imbrica adecuadamente en la dramaturgia con suaves e inquietantes arpegios e instantes de cuerda con lúgubres efectos. El uso del espacio escénico es plural y acertado, sacando provecho a todas las perspectivas, rincones y posibilidades del aparataje y el escenario.
La obra disecciona ante el espectador dilemas éticos y eternos. Atemporales como la inteligencia artificial o la posibilidad de crear o clonar vida. El deseo del hombre de ser libre, descubrir los secretos de la muerte y la vida, el juego con el orden natural, la responsabilidad o la culpa.
Víctor Frankenstein ha creado su propio Génesis: una criatura a su imagen y semejanza.
Este “Frankenstein” de El Desván Producciones es una recomendable, certera y respetuosa adaptación al teatro de la obra señera de Mary Shelley, que recrea; con precisión quirúrgica; todo el universo nacido aquellas gélidas noches de invierno en Villa Diodati. Hoy convertidos en leyenda.
Ficha Técnico – Artística
Dirección. Antonio Castro Guijosa.
Dramaturgia. Alberto Conejero (a partir de la novela
de Mary W. Shelley)
Diseño de producción. Domingo Cruz.
Actores. Alberto Amarilla, Alfonso
Delgado, Noelia Marló, Francisco Blanco, Gonzalo Validiez
y Ángela Carrero.
Diseño de espacio escénico. Diego Ramos
Diseño de
vestuario. Mónica Tejeiro
Composición musical. Álvaro Rodríguez Barros
Iluminación. Fran Cordero
Ayudante de dirección. Juan Vázquez
Diseño gráfico. Alberto Rodríguez
Realización de vestuario. Sol Curiel
Realización de escenografía. Talleres el Molino
Coordinación técnica. Nicolás Sanchez
Administración y producción. Rosario González
Comunicación. Toni Escobero
Fotografía. Esther Patricia Grande e Ivan Ortiz de Frutos
Fotografía cartel. Luis Saguar
Técnico de sonido. Jose Manuel Espinosa (Espi)
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