Samarkanda Teatro ha elegido para sus 30 años sobre el escenario una mistura de la obra inabarcable de Lope de Vega con una reflexión (entre humorística y pesimista) sobre la confluencia de la IA en todos los aspectos de la creación y el arte.
Fermín (Fermín Núñez)
padece un trastorno que le hace creerse la reencarnación de Lope de Vega. Un
personaje del que extrae notable humanidad, pleno de emociones y que sirve para
dar visibilidad a situaciones con las que muchas personas se enfrentan en sus
familias a diario. El corpus dramático juega integrando la moderna
tecnología y su utilización por las
nuevas generaciones con el verbo del áureo siglo, quizás nunca superado en
ninguna época, integrándolos y reflexionando sobre la posibilidad del teatro
como puente entre periodos de la historia. Meme Tabares es la madre, una
creadora en crisis frente a las tendencias absurdas de la actualidad
audiovisual y la “competencia” que nace de las nuevas tecnologías. El
espectador vive este mundo anacrónico donde unos enormes cortinajes (Luisa
Santos), constituidos por gruesos hilos, sirven para proyectar los momentos
tecnológicos con inteligente utilización de las técnicas de maping. Pero
también tiene un lugar para la emoción del verbo, para la magia de la palabra
del “fénix de los ingenios”. Para trasladarse en un viaje donde la
introspección y la humana emoción guían al viajero.
Lope es un juego
metateatral que homenajea al interprete y al autor. Un texto donde las épocas
se unen gracias a la magia de la escena, que analiza los retos que el futuro
puede presentar a la creación dramática. El abismo de la vanguardia tecnológica
al que deben asomarse los creadores a su pesar.
Los tres actores dicen
el verso con fluidez y sentido musical (algo a lo que se hace referencia en el
propio texto). Y es que no es fácil declamar el verbo clásico. El sentido del
tempo, el ritmo interno, las escisiones, los encabalgamientos y la musicalidad
que solicita la estrofa no son campo para todos los que se suben a un
escenario. El joven actor, Arturo Santos, muestra claridad y amplio juego
musical en el verso declamado.
A pesar de la correcta
proyección de los tres intérpretes y la claridad de su emisión, la acústica;
nada favorable del teatro; produjo pérdidas sonoras en algunos instantes de los
diálogos.
Las obras elegidas por
la compañía para integrarlas en el corpus dramático son El perro del hortelano,
Laurencia de “Fuenteovejuna”, El castigo sin venganza y el triste epílogo de El
caballero de Olmedo (que de noche le mataron, al caballero…) El arte nuevo de
hacer comedias está presente durante la obra, fundiéndose con el divertido y
emotivo texto de Sergio Adillo. Los cortinajes permiten una hábil utilización
del espacio, delante y detrás, dotando de amplia plasticidad a la propuesta,
apoyándose en los acertados espacios multimedia de Nuria Prieto. Complementan
la certera iluminación de Fran Cordero, que convierte los cortinajes en ventanas
o en un verde sendero. La acertada dirección de Pedro López Bellot dota de
dinámica esta propuesta lúdica, reflexiva y
de amplia poética. El minimalismo y el “huis clos” de la puesta en
escena están acorde con la magia del verbo que se pretende mostrar y con las
preguntas fundamentales que plantea la escritura dramática.
La dicotomía que se
presenta ante el creador con una herramienta como la IA, da lugar a diversas
escenas donde se recorre un amplio sendero desde el mundo posmoderno y
rabiosamente tecnológico del hijo, que permite un modo novedoso de ganarse la
vida, y el declive ante el que se encuentra la creación humana. Versos de Lope
misturados con jóvenes que desean mudarse a Andorra, fragmentos de clásicos
eternos frente al concepto entertainment
de la creación de series y la presentación de la IA como un continuum de la
creación de toda la vida. Nada nuevo bajo el sol. El plagio sempiterno que es
la literatura desde los orígenes, alcanza su cenit en una base de datos
universal donde la IA trabaja con ideas ajenas, con creaciones ajenas, con
esfuerzos ajenos.
Dibujada en base a
esbozos humanos, situaciones episódicas que enlazan con la obra de Lope de
Vega, la utilización de las modernas tecnologías dota de dinamismo y acerca el
hecho teatral a otras generaciones que quizás no se sentirían atraídas por el
periodo clásico. Lope esta plena de
emotivos instantes, incluso con algún percance con una manzana, ofreciendo un
mensaje de tolerancia e hibridación en lugar de la esgrima estéril a que nos
conduce la cerrazón y la negación. Enhorabuena en este 30 aniversario.
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