Caminando entre las tumbas
Título original: A Walk Among the Tombstones
País: USA
Estreno en España: 31/10/2014
Productora: Cross Creek Pictures, Double
Feature Pictures, Exclusive Media Group, Jersey
Films
Director: Scott Frank
Guión: Scott Frank
Reparto: Liam Neeson, Dan Stevens, Marina
Squerciati, Boyd Holbrook, Sebastian Roché, Whitney Able, Briana Marin, Mark
Consuelos, Marina Squerciati, Astro, Frank De Julio, David Harbour, Stephanie
Andujar, Ólafur Darri Ólafsson, Laura Birn, Maurice Compte
El temor del espectador al
acercarse a un film de estas características es encontrarse de frente con la
enésima versión del justiciero urbano vía Charles Bronson y Harry el Sucio, cuyo cetro ha sido recuperado en esta
década por los Neeson y Denzel de turno, que mantienen una cierta dignidad en
el género. Actores como Liam Neesom son una garantía para dotar a las cintas de
cierta calidad y levantarlas del pozo sin fondo dónde termina gran parte de lo realizado
en este género. Neesom se ha convertido en un imprescindible en estas
adaptaciones de novela negra, uno de los pocos actores que a su edad, ha
orientado su carrera; como debería haber hecho Harrison Ford; compitiendo con
actores más jóvenes como el citado Denzel Whasington por el trono del thriller
con fundamento. El peligro radica
en que se convierta en un personaje
ubicuo, utilizado para dar fiabilidad a las producciones, como le ha sucedido al eficiente Morgan Freeman y
termine aburriendo a la audiencia por exceso. Neesom aterriza en el género de la mano de Pierre Morel (Venganza), aunque lo que en aquella, y su secuela era pura
adrenalina para catarsis del espectador, en este pulp noir es suciedad y
atmósfera oscura durante toda su primera parte, donde en lo argumental prima la
investigación sobre la pólvora.
Caminando
entre las tumbas es una propuesta atípica. El vengador no es unidimensional,
está poblado de claroscuros. Matt Scuder trata de escapar de su pasado de
gatillo fácil y vasos de bourbon encadenados, haciendo “favores” como detective
sin licencia. El personaje creado por el escritor Lawrence Block, que en
Estados Unidos es una figura del género, protagoniza varias novelas y no es la
primera vez que aparece en pantalla. Jeff Bridges lo interpretó en Ocho Millones de Maneras de Morir (1986)
bajo la batuta de Hal Ashby. Scuder es
un protagonista que busca la redención por un error del pasado, pero que el
epílogo deja un metálico sabor de boca, ante la imposibilidad de erradicar el
mal con sermones o golpecitos en la espalda. Por eso la presencia del muchacho
que ejerce de ayudante, acercándonos a una metaliteratura (Watson o las
referencias a Sam Spade), sirve de catalizador para dar un nuevo sentido a la
oscuridad vital del ex-policía. Sin salir de los parámetros del hardboiled
clásico, nos presenta unos narcotraficantes atípicos; ligeramente lelos; cuyas
esposas son secuestradas y descuartizadas por dos sicokillers de inquietante
presencia. Aquí es donde flojea el guión y se difuminan ligeramente las
expectativas (ese videoclub clandestino y nómada para monstruos adictos, la
presentación de los psicópatas, casi sobrenatural, el mórbido tarado que
utilizan para sus cuitas...etc. Todo el edificio se viene abajo en la parte
final, cuando terminan actuando como dos matarifes al uso, después de haber
creado expectativas superiores. Narrada sin excesos visuales, ni sobredosis de
adrenalina, se agradece ese rito reposado y turbio, que avanza hacia la debacle
final sin coartadas, ni justificaciones. Caminando entre
las Tumbas, se deja ver por el buen hacer de un actor como Neesom.
El irlandés da verosimilitud a un personaje en busca de la expiación de sus
fantasmas, que no la encuentra del modo
que él esperaba, sino en la
presencia de un niño que le hace salir de su concha y avistar un
futuro menos lóbrego, sin caer demasiado
en el lugar común. Este ángel caído se
mueve en una Nueva York espectral, donde el realismo sucio nos retorna a lo
mejor de la novela negra. Si sirve como disparo de salida para retornar a un
género mucho más imbricado en los personajes y el suspense, que en las ráfagas
de balas y los patadones, bienvenida sea.
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