Daphne du Maurier ha recibido en
diversas ocasiones el homenaje del cine. En tres ocasiones, la traslación de
sus páginas a la pantalla estuvo en las sabias manos de Alfred Hitchcock, la
otra en la visión profética de Nicolas Roeg que ha devenido obra de culto.
Daphne era hija de actor y sobrina de periodista, además su abuelo creó el
personaje de “Svengali”. Con estos antecedentes comenzó a publicar sus primeros
trabajos sin sospechar que algunos de sus inquietantes cuentos se convertirían
en películas míticas. Le tocó lidiar con la incomprensión en una época en que
los “jóvenes airados” estaban en boga y miraban su obra como un estilo
perteneciente al pasado.
El tiempo la situó en su lugar como una de las mejores
escritoras de suspense. Claramente influenciada por las hermanas Brontë,
escribe su mejor obra “Rebeca”, que el maestro ingles Hitchcock, convertiría en
un film de referencia obligada. Ella misma aseguraba que de todas las
adaptaciones de sus obras se quedaba con “Rebeca” y “Do not Look Now, (No mires
ahora) que por esos extraños caprichos de los distribuidores en España se
tituló “Amenaza en la Sombra ”.
“La Posada de
Jamaica” requirió una reescritura completa por parte de Hichcock para dar
cabida al ego de Charles Laughton. Tampoco le agradó la elección de Cary Grant
y seleccionó a Alec Ginnes para “El Chivo Expiatorio” (The Scapegoat, 1959), de
Robert Hammer, un thriller sobre el mito del “doppelgänger” (doble), con Bette
Davis, que resultó una obra estimable, eclipsada por las otras adaptaciones de
la autora. Olivia de Havylland nunca
resultó de su agrado como la anti.-heroína de “Mi Prima Raquel”, a pesar de que
ella y el histriónico Richard Burton se encuentran en estado de gracia en esta
intriga gótico-romántica en un blanco y negro prodigioso.
Aunque Du Maurier
se ha clasificado generalmente como novelista romántica, sus finales no son
felices, la sombra de lo paranormal
planea sobre su obra, alejándola de estos parámetros, y acercándola a su
admirado Wilkie Collins, uno de los creadores de la novela policíaca, con cuyas
atmósferas de misterio y fantasía (La
Dama de Blanco, La
Dama del Sueño) se identificaba esta autora nacida en
Cornualles. Sus cuentos más impactantes; aparte de las mencionadas adaptaciones;
son “Las Lentes Azules”, una exquisita narración repleta de ironía, el
desasosegador relato El Manzano y su aproximación a los mitos griegos en “No
después de Medianoche”. La pantalla ha recogido varias de sus obras: Donde el Círculo
Termina (1959) un thriller con Alec Guinnes y Bette Davis, La Posada de Jamaica, fallida
adaptación a mayor gloria de Charles Laughton, o la reconocida “Los Pájaros”,
de Hitchcock.
La gestación de la narración “No
mires ahora” partió de la visión de dos ancianas gemelas; convertidas en el
relato en agorero coro griego; que tomaban café en la Plaza de San Marcos. Cuando
la autora regresaba a su hotel, le pareció ver entre las sombras, la silueta de
una niña saltando desde las góndolas a un sótano. En aquel momento ignoraba que
ambas concepciones (la literaria y la cinematográfica) se convertirían en obras
de culto. “Amenaza en la Sombra ”
encumbró a Nicolas Roeg. La revista Empire incluyó la obra entre las 500
mejores películas de la historia. Roeg siempre ha navegado entre la
extravagancia, la iconoclastia y el cine de autor más pionero. Su primer
trabajo fue “Perfomance”, un experimento anclado en la contracultura de los
sesenta al servicio de Mike Jagger, de opresiva atmósfera, y del que tendrían
algo que decir Tarantino o Guy Ritchie.
También realizó una incursión
surrealista como “La
Maldición de las Brujas”, basada en un relato de Roald Dahl,
donde el empeño de Roeg de hacer prevalecer el lado oscuro, queda apagado por
la disneyana segunda parte (no olvidar que el productor fue Jin Henson), o la
extraña y alienígena “El Hombre que vino de las Estrellas” con el idolo-glam
David Bowie. Walkabout (1971), es un film con una fotografía excelente y una
fascinante metáfora (nada sorprendente teniendo en cuenta sus orígenes como
director de fotografía: Fahrenheit 451, Doctor Zhivago). Incluso el notable Alan
Moore recibe influencias de Roeg en su obra culmen, el magnifico comic
“Watchmen”.
John, un restaurador y
arquitecto, y su mujer Laura pierden a su hija, que se ahoga en un lago con un
impermeable rojo. Ya desde su génesis, las diferencias entre la narrativa
original y el guión son apreciables, puesto que la narración está al servicio
del efecto final. La niña en el cuento muere de meningitis y en ningún momento
lleva un impermeable rojo. Pero en el guión cinematográfico es determinante
para el clímax y forma parte de toda la estética en pósters e ilustraciones. Un
tiempo después, John se encuentra en Venecia con su esposa trabajando en la
rehabilitación de una antigua iglesia. Mientras
comen en un restaurante, dos misteriosas mujeres; una de ellas ciega y vidente;
les dicen que han visto a su hija sentada entre ellos. Es el comienzo del fin
para el mundo que conocían. John comienza a tener visiones de una niña con
impermeable rojo que salta entre góndolas o se interna en los sombríos
callejones. Una ola de crímenes aterroriza a la ciudad. Donald Sutherland (M.A.S.H.,
Klute, Casanova, Novecento) se apodera del personaje con su habitual maestría y
registro dramático. Su peculiar físico le permite componer un personaje que
navega entre el escepticismo y la locura.
Julie Christie (inolvidable Lara de
Doctor Zhivago) aporta la frescura e intensidad que se requiere de su
personaje. “No Mires Ahora” es una cinta perturbadora y malsana. Un círculo
vicioso donde todos los personajes causan inquietud (dan mal rollo) desde el
comisario, hasta las turbadoras gemelas, desde la guardiana de comisaría hasta
el obispo causan una sensación de ajeneidad. Por no hablar de los misteriosos y
fugaces rostros que asoman un instante detrás de las ventanas.
El acierto de
Roeg fue convertir Venecia en un personaje más (el más importante) de la
película. Nada sería igual sin esos desasosegadores callejones, esas viviendas
inhabitadas, esas paredes desconchadas con carteles milenarios. En las manos
del director, la ciudad se convierte en un ente fantasmal alejado de la postal
vacacional. Una urbe con intrahistoria entre los húmedos y lóbregos pasadizos,
de un miserabilísimo atroz, que causan inquietud y temor. La apabullante banda
sonora de Pino Donaggio, se mixtura con las imágenes transmitiendo el
alejamiento de la realidad que sufren sus protagonistas. Las secuencias de
“Amenaza en la Sombra ”
crean inquietud. Dejan con la sensación de que no llegan a su fin lógico. Planos
hermosos, callejones mitológicos y neorrealistas que parecen ser un “Descenso
ad Inferos”. Canales amenazadores donde ningún gondolero entona el “Va
Pensiero”.
La interpretación de Sutherland, habitada de insanía, a un paso de
convertirse en un lunático, contrasta con la frescura inocente de Julie
Christie, que parece ser la víctima propicia para caer en manos de embaucadores
parasicológicos. El objetivo perturbador del montaje se cumple con eficiencia,
la narrativa es poderosa. Venecia como un personaje simbiótico, un espejo
distorsionado que en la secuencia final devuelve la imagen del prólogo donde la
niña del impermeable se refleja en el agua. Un espejo invertido perverso y
destructor. Los dos amantes convergen y vuelven a encontrarse, después de su
desgracia; en una celebración sensual, una secuencia dionisiaca (eliminada en
el estreno español) que tuvo que ser cortada, donde la naturalidad de los
cuerpos evita el erotismo, y el desprejuicio la hace cercana y palpitante.
El
encuentro amoroso y naif entre los protagonistas, fue un detonante en aquellos
años. De hecho fue rodada al final improvisadamente para compensar las escenas
en que peleaban. Resulta mucho más erótica la sonrisa de Julie Christie,
recordando el momento, mientras se acicala frente al espejo, con el espectador
como cómplice de su renacimiento como pareja. Aunque este renacimiento tiene
sabor a inmolación y despedida en su desaforada entrega. Se eliminaron 9 fotogramas
para evitar su certificación X. Nos encontramos sin duda ante una cinta
enfermiza, opresiva, turbadora, que se apoya para ello en la fotografía y el
carisma de sus intérpretes, con la impecable aportación (casi simbiótica) de la
banda sonora. Algún desagradable zoom (marca de la época), algunos chirriantes insertos.
El manierismo desaforado de los movimientos de cámara subjetiva, de una
brusquedad innecesaria, no lastra la poesía visual enfermiza de esta Venecia
empantanada y malsana, que el autor aborda con gramática propia.
El director
opta por no profundizar en los personajes para dejar que la anormalidad crezca
a su alrededor. Como en un círculo vicioso el matrimonio comienza su desgracia
en el agua (un lago), para terminar rodeados de canales amenazadores y recuerdos.
Venecia de noche se convierte en una ciudad distinta, deshabitada. Las calles y
referencias que posee bajo el sol, se diluyen, se convierten en un laberíntico
inframundo donde una niña con impermeable rojo se interna en las callejas
habitadas de musgo. Hay brusquedad en el montaje (marca de la casa) que provoca
la esquizofrenia narrativa conforme se aproxima el inesperado epílogo. Con
reminiscencias del “giallo”, pero sin llegar a los excesos visuales de éste,
cabalga entre el thriller sobrenatural y la trama sicológica, con un final lynchiano
antes del propio Lynch. El British Film Institute otorgó el primer puesto entre
las cien mejores producciones británicas a la película. Aunque este particular
es bastante discutible teniendo en cuenta la calidad (y cantidad) del
imaginario de la pérfida Albión, y que la siguiente clasificada fue “El Tercer
Hombre” (1949) de Carol Reed.
El film aborda el plano sensorial antes que el
argumental, intentando transmitir las percepciones de los protagonistas con el
montaje y el soundtrack, con recursos experimentales, fragmentación narrativa,
frialdad en los protagonistas, personajes que distorsionan la percepción de lo
real y el exceso como recurso. “Seventies” en su caparazón y con distintos
niveles de lectura. ¿Un cuento de Caperucita Roja pervertido? ¿Un adelanto de
los que nos traería “El Sexto Sentido”? ¿Una cruel parábola sobre el destino
inexorable? Estamos ante cine fragmentado, huida del film como concepto
unitario, un puzzle visual que el espectador tiene que recomponer apoyándose en
el montaje en paralelo.
No cabe duda que esta película ha influido a autores
como De Palma (Fascinación), quien se llevo a Pino Donaggio para trabajar con
él. También propuestas contemporáneas como “Genova” (2008) de Michel
Winterbottom, beben de la fuente de esta película para desarrollar sus
propuestas narrativas. Ambas propuestas parten de un fallecimiento, ambas
tienen aspectos sobrenaturales, vínculos emocionales entre pasado y presente y
desarrollan un itinerario distinto al turístico para su trama. Y es que la
sombra de “Amenaza en la Sombra ”
es alargada (e inquietante). Durante la navegación por uno callejones sórdidos
de Venecia, una de las gemelas le dice a John.
-Mi hermana odia esta ciudad.
Dice que está echa de gelatina….de sobrantes de una cena. Y todos los invitados
están muertos. Le asusta, demasiadas sombras… ¿Sabia que a Milton le encantaba
esta ciudad?
Milton amaba esa ciudad decadente
y al protagonista le invade la nostalgia del “paraíso perdido”.
Pino Donaggio se reconvirtió de
cantante sentimental con éxitos como “Yo Que No Vivo sin Ti”(Io che convivo), vendió
más de 60 milones de copias, un estándar romántico con ramalazo latino. Pino
cambió su voz y físico apreciables, por el mundo de la banda sonora. Pasó por
el Festival de San Remo (no podía ser de otro modo) y triunfo como cantautor.
Pero Donaggio tenía formación clásica. Desde los diez años estudiaba violín y
había participado en “I Solisti Veneci” y la “Solisti di Milano”. Su primera (y
acertada) incursión en el mundo del “soundtrack” fue precisamente con la
película “Do not Look Now” (No mires ahora), donde consiguió transmitir
inquietud y turbiedad sobre una notación engañosamente romántica. Brian de
Palma detectó sus posibilidades y lo contrató para una fructuosa relación:
Doble Cuerpo (una de sus mejores composiciones), Carrie, Vestida para Matar. Lo
demás es historia con aportaciones al mundo del terror en celuloide como Los
Ojos del Diablo (Argento), Trauma, The Howling (Aullidos), Piraña, etc.
En el 2012 fue galardonado con el
Premio a la Trayectoria
de la Academia
Mundial de la Banda Sonora.
Laura´s theme. A caballo entre el
clasicismo y el romántico más desaforado. Un mozartiano homenaje en los
primeros compases. Su parte central es absolutamente “seventies” en la línea de
los grandes soundtrack de la época, Cuerda y piano en una atmósfera envolvente
y nostálgica, el los últimos compases una guitarra se une a la melodía central,
repitiendo el motivo.
Don´t look now: Evocadora y
magistral pieza, impregnada de emoción y dolor, durante la escena de las
góndolas funerarias. El “leiv motiv” es desgranado por el piano, a continuación
la cuerda lo repite y complementa. Triste y desgarrador. En su tercio final el
piano retoma la partitura para aumentar sensación de tristeza en un plano
secuencia desolador.
Laura comes back. Inquietante la
sección de cuerda con apoyos de percusión y efectos de sonido para aumentar la
inquietud
Dead End. Reproduce el tema
central al teclado con variaciones.
John´s Theme. Una de las melodías
más pegadizas y hermosas del soundtrack, evocadora de los sentimientos del
personaje. Basa su estructura en el piano y el viento.
Christine
Is Dead
Candles for
Christine
John's
Theme (Love Scene)
Strange
Happenings
John's
Theme (Laura Leaves Venice )
John's
Vision
Searching
for Laura (Laura's Theme)
Through the
Streets of Venice
Laura Comes
Back
Dead End
Laura's
Theme (The Last Farewell)
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