¿Dónde está Atom Egoyan? Es la
pregunta que le surge al cinéfilo desde las entrañas tras concluir el visionado
de esta acomodaticia realización, con envoltorio de telefilm y desgana
narrativa. El director, de capa caída desde su; ausente de riesgo; Clhoe
(2009), o la irregular “Adoration”. En Clhoe, realizaba el innecesario remake
de la francesa “Natalie X” (Depardieu, Fanny Ardant), acusaba cobardía en el
tratamiento del submundo de la pareja, y dejaba escapar la oportunidad de ser
un film perturbador, bajo el engañoso envoltorio de la puesta en escena
preciosista. Pese a la esforzada interpretación de Julianne Moore, la correcta
(como siempre) de Liam Nelson y el añadido de una Amanda Seyfried que desnuda
su piel, pero no su alma, y desaprovecha las opciones sicológicas del
personaje, desbarrando en su tramo final con las peores influencias de
bodrietes como “Atracción Fatal” y similares.
No hay nada en “Chloe” del
antaño realizador de obras notables como “Next of Kin” “Exótica”, “El
Liquidador,” “Ararat”, “El Viaje de Felicia”, o su obra mas notable “El Dulce
Porvenir”. Nada de la insanía, de la sexualidad heterodoxa o la ambigüedad
perversa de aquellas. El argumento peca de políticamente correcto. Es
éticamente lo opuesto a las anteriores apuestas del autor armenio-canadiense.
Un argumento prefabricado envuelto en papel celofán, música de Vivaldi, y
énfasis en lo visual, con detrimento de lo conceptual. A diferencia de la
tensión que el original creaba entre los actores, Egoyam deja escapar lo mejor
en cuanto a jugar al despiste narrativo, y dilapida el juego erótico de la
palabra desarrollado en el original francés, que no precisaba de piel expuesta.
Nunca terceras partes fueron buenas.
Por ello la versión de Egoyam de
“Atracción Fatal” que a su vez es un plagio del “Escalofrío en la Noche ” del ínclito Eastwood,
no figura entre lo mejor del antaño ganador en Cannes. Un envoltorio correcto y
minucioso, pero alejado del cromatismo de la riqueza visual y el “nada es lo
que parece” de “Exótica” su obra/bandera.
El reverso de lo cotidiano, la
normalidad morbosa, tan hábilmente manejados en otras cintas, se escamotean al
espectador en la trama de “Condenados”, siendo tan sólo una leve insinuación en
los títulos finales que siembran el desencanto. La historia prometía. Unos
hechos reales conocidos como “Los Tres de Memphis”, abordados en el
recomendable documental “West of Memphis” (2012), que podrían haber devenido en
un estudio antropológico sobre el “hecho diferencial”.
O en un análisis de la
religiosidad extrema, del fanatismo o del rechazo a los que se consideran
“diferentes” en estas pequeñas comunidades, donde los redneck (paletos) campan
a sus anchas. El ritmo narrativo lento, se dilata innecesariamente. Toda la
película está imbuida de una profunda e innecesaria tristeza (también
narrativa) El desaprovechado personaje de Colin Firth, no termina de explicar
su anodina presencia en el argumento y Resee Whistempoor no posee precisamente
el registro dramático que requiere un suceso de estas características. El eje
argumental, basado en hechos reales, nos muestra la desaparición de unos niños
que entraron al bosque en bicicleta y la posterior acusación de homicidio a unos jóvenes
marginados. Los adolescentes góticos fueron relacionados con cultos satánicos. La
ignorancia y los intereses ocultos hicieron el resto. Lástima de potencial
desaprovechado en aras de construir un telefilm de sobremesa, con los actores
vagando de un lado a otro, sin saber muy bien cual es su situación en el drama.
La película parece haber sido concebida desde el bostezo o la atonía, desde lo
confuso y la desgana autoral.
En manos
de Fincher o algún otro, este thriller podía haber dado mucho juego, pero
inexplicablemente se deja sumergir (y ahogar) en las procelosas aguas donde
encontraron los cuerpos de los niños. La sensación de contrariedad cinéfila, de
insatisfacción ante la falta de respuestas, es total en el epílogo del film.
Incluso se hubiera agradecido un añadido ficticio en el guión, que eliminara el
desasosiego de este viaje a ninguna parte en que nos embarca el canadiense. Es
un puzzle del que se han perdido las piezas finales para completarlo, y se
remata con convención y parámetros acomodaticios al uso, que hacen naufragar en
el pantano de la mediocridad y la condescendencia, esta caza de brujas de los
que no encajan en la comunidad. En “Furia” (1936) Spencer Tracy llegaba a una
población donde también le acusaban de algo que no había cometido, pero el
desarrollo narrativo se encuentra a años luz (filmicamente hablando) de esta
película. Quienes deseen profundizar en el misterioso suceso pueden bucear en
la trilogía “Paradise Lost”, una de ellas nominada al Oscar al mejor
documental, dónde se repasa exhaustivamente, con ritmo soberbio, aquellos
terribles (e inexplicados) sucesos. Realizada por Joe Berlinger y Bruce
Sinosky, producida por HBO. Un repaso al truculento caso de “Los Tres de
Menphis” desde la calidad narrativa. Certera crítica al fanatismo y al sistema
judicial. Acertado retrato del país de las “oportunidades”.
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