Nos
llega esta obra primeriza, con notables paralelos con el mundo de Carlos Vermut (irrupción
de lo perturbador en lo cotidiano, el plano fijo, las localizaciones costumbristas),
basada en el libro de Isaac Rosa. Una excelente novela que perfila paisajes
urbanos para radiografiar el miedo; en la que el director ha realizado cambios
argumentales (niño por niña) con un resultado efectivo y contundente. Porque
plantearse la actitud que tomarías ante una menor psicópata, cuando el simple
hecho de que el protagonista cogiese sus manos para no ser golpeado, supone una
denuncia con marcas delatoras. Es para pararse a pensarlo. José Luis García
Pérez (Cachorro, Buried) posee una larga trayectoria desde sus inicios en el
C.A.T. En “El País del Miedo”, interpreta a Carlos, un idealista trasnochado
que divide el mundo entre un sistema opresivo al que culpa, y los que carecen
de oportunidades.
La realidad le hará enfrentarse a otra cara de la sociedad que
desconoce y no puede controlar. Frente a el está su Némesis (notable Eduardo
Velasco), un policía de vuelta, sin escrúpulos, que no desea le sirva como
tabla de salvación, pero al que tiene que aferrarse en su desesperación.
Francisco Espada imprime un tempo lento a sus paisajes urbanos, a los
interiores rutinarios y cotidianos, donde flota la inquietud de ese factor
desconocido que; sin buscarlo; se introduce en la vida de Carlos para
dinamitarla. La partitura incidental, atmosférica y minimalista; crea entornos
de suspense. Escueta y sucinta. Hay muchas zonas de metraje en que apenas interrumpe
los sonidos desnudos del día a día. El tema “So Far and Yet so Close”, una
oscura nana, compuesta por Antonio Meliveo (Plenilunio, Solas), está
interpretado por Lara Chaves y fue nominado a los Premios Goya 2016. El tema
forma parte del leitmotiv, compuesta tras el rechazo de la versión de una
famosa canción de cine americano, que según quienes poseen sus derechos
representa los valores de la infancia. Cuando los garantes de la propiedad
intelectual conocieron el fondo del argumento, Meliveo se vio forzado a componer
con rapidez y escribir la letra. A veces la vida, juega buenas pasadas.
La
desnudez del entorno, las rutinarias comidas en la cocina, el cuarto angustioso
del adolescente, contribuyen a crear una inquietud de la cotidianeidad, donde
algo desconocido acecha el mundo ordenado en que habitamos. Donde la
descomposición de la vida de Carlos, sostenida por la mentira es lo más
terrible, ya que la normalidad más absoluta acompaña este descenso a los
infiernos del protagonista. La relación entre Carlos y Cristina Plaza, es narrativamente
fluida y creíble. Ya interpretaron a un matrimonio y la complicidad se percibe.
Marina Recio debuta con potencia, componiendo un personaje creíble y potente.
Una inquietante outsider. Una menor de rasgos sicopáticos que derrumba las
estructuras morales del idealista Carlos. Francisco Espada da el salto a la
dirección después de producir la premiada “Un Novio para Yasmina” (19ª Festival
de Cine Español de Nantes, nominada a los Goya, 11º Festival de Cine Español de Málaga). La gramática visual es parca
en travellings, utilizando el primer plano como coartada para la intensidad
dramática, para filmar la fragilidad de Carlos, el aislamiento sensorial de su
esposa o la patología social de Marta, también se utiliza el plano fijo para
mostrarnos el deterioro psicológico. Prima la dirección de actores sobre el
aparato pirotécnico, adivinándose el bagaje teatral del autor (La Cuarta Pared ) en un
rodaje sin storyboard. La violencia es soterrada, tácita. Se encuentra más en
esos instantes, que transmutan poco a poco; pero inexorablemente; el concepto
del mundo de Carlos, que en el uso de explosiones y coreografías tarantinescas.
Una violencia mucho más terrible, si cabe, por lo que tiene de tortura interior
(excelente Jose Luis García), de crónica de una tragedia anunciada.
A lo largo de
este thriller urbano y su metraje pausado, se denuncian temas como el racismo,
el sistema educativo, el mirar hacia otro lado, el acoso o el desamparo social,
a tiempo de adagio. Carlos termina haciéndose cómplice, pese la ausencia de
maniqueísmo en el guión (también firmado por Espada). Desechando sus principios,
accediendo a su zona oscura, en una desoladora sociedad que no ofrece
soluciones a las víctimas inocentes. Terrible. Destacar las tablas que destila
Maria Luisa Borruel, pese a la brevedad de su papel, Moisés Ortega interpretando
con fragilidad y sensibilidad al niño acosado o el regalo de una figura teatral
y cinematográfica (Todo por la
Pasta , Mujeres al Borde de un Ataque de Nervios) como Kiti Mánver
en el papel de directora de Menores.
Lo
Mejor: La densidad dramática. La inclusión del miedo en lo cotidiano como un
tatuaje imborrable.
Lo
Peor: Que en su proyección los árboles no dejen ver el bosque. Que la atención prestada
por el espectador pacense a localizaciones conocidas, o a la búsqueda de extras,
distraigan de la angustia vital de los personajes.
Curiosidades:
El cómic que la
Bibliotecaria deposita en el carrito es Wachtmen: Antihéroes
manejados y zarandeados por el destino. El libro que Carlos regala a su mujer es
"La Habitación Oscura "
de Isaac Rosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.