Poco
podemos revelar acerca de unos músicos cuyo sesgo poliédrico y multicultural ha
rescatado, adaptado, enriquecido y grabado nuestro patrimonio musical,
recibiendo por ello los correspondientes laureles, y; sobre todo; el
agradecimiento de los fervientes seguidores, amantes de esas joyas rescatadas y
ennoblecidas con amor y respeto.
Nadie
mejor para primiciar estos 400 años del nacimiento de Bartolomé Esteban
Murillo, pleno de barroquismo, fervor pictórico, transparencias y efectos
luminosos para el nuevo lenguaje de la fe. Y nada mejor que la elección de la
obra de un extremeño (pacense, por más señas) para abrir el extraordinario y
denso programa. La adaptación del canónigo Juan Vásquez “De los Álamos Vengo” (que
fuese interpretada por Monserrat Figueras) en la certera voz del contratenor
David Sagastume, cuyo original se encuentra en “Recopilación de Sonetos y
Villancicos Cuatro y a Cinco” (Sevilla.
1560). Miguel de Fuenllana transcribió para tablatura de vihuela esta obra.
Posteriormente Manuel de Falla utilizaría el “cantus firmus” para su “Concierto para clavecín y cinco instrumentos”
(1926), en su primer movimiento. Presentada por el contratenor, el contrapunto
es de gran agilidad en las otras voces, aludiendo al tema central.
1618.
Praga, comienzo de la Guerra de los 30 años, sirvió de presentación para la
obra “Galliard Battaglia”, del organista
barroco Samuel Scheidt. Una partitura que no requiere presentación para los
trompetistas, adaptada para diversos quintetos. Abierta con los redobles marciales
del percusionista Pedro Estevan, es una pieza vitalista, guerrera Una gran
batalla antifonal, de llamativas escalas, emocionante y bizarra.
El
Sevillano Alonso Lobo (siempre a la sombra de Victoria) y su motete “Versa est in luctum a 6” sirvió para el
lucimiento de la formación, cuyo empaste y expresividad consiguió elevar este
lamento en 4/4, sin perder el criterio historicista, hacia cumbres melódicas.
Bebiendo de ese estilo que mezclaba el suave contrapunto palestriniano con la intensidad oscura de Victoria. Este motete se
inicia con un recorrido escalar de base hexacordal y no formaba parte de la
liturgia oficial española. El publicó se emocionó con esta obra, compuesta para
las exequias suntuosas de Felipe II (Officium Defunctorum), basada en las
lamentaciones de Job. Majestuosidad, texto luctuoso, austeridad, polifonía
imitativa y duelo en las voces, se dieron la mano en una obra compuesta
intensificando el significado del texto de acuerdo a la Contrarreforma.
El
genial autor zaragozano Pedro Ruimonte (o Rimonte), estuvo representado por el
villancico a 5: Madre, la mi madre, (en el programa figura como
madrigal), un autor que conservaba la herencia de los siglos XV y XVI de tradición
polifónica renacentista, en nuestra piel de toro (Parnaso Español de Madrigales
y Villancicos). Fue la última obra publicada en Bélgica de este maestro de capilla,
versionando a lo divino el original. Curiosamente esta obra es citada por
Cervantes en la novela ejemplar “El Celoso Extremeño”: Loysa recibe la guitarra
de manos de la Dueña para tocar “Madre, la mi madre, guardas me ponéis” (Bibliothèque
Nationale de París). La versión del Manuscrito de la Biblioteca Nacional de
Turín registra este texto, pero en el Parnaso
recoge el texto utilizado para este concierto “Guardarme queréis”. El glorioso
manco volvería a recoger esta pieza para su comedia “La Entretenida” (jornada
III), e incluso Lope de Vega la cita también en su comedia “El Mayor
Imposible”. Otras fuentes (Cancionero de Turín, nº 24) lo refieren como
“anónimo” con algunos cambios en el texto y a tres voces. También se atribuye a
Lope de Vega (Romancero de la Biblioteca Nazionale de Turin, in Jesús Bal, Treinta
Canciones de Lope de Vega, Madrid, 1935, p. 79-80) Se trata de una obra audaz
rítmicamente y original en los acentos, alejada de la métrica renacentista. En
todas estas obras es fundamental el papel rítmico de la guitarra, que realmente aporta ese compás de sabor popular, inexistente en las versiones pianísticas.
La
siguiente obra interpretada fue “Pavane
de la Petite “guaire” Guerre&Galliard”. (Anónimo/Philidor) Nuevamente
la percusión, los vientos conduciendo, la métrica marcial, la evocación de
paisajes y batallas en el aire. Después la cuerda cambia el concepto al desenfado
cortesano de la Galliard, hacia un epílogo más sosegado. Una obra de gran
hermosura, compuesta por el gran ajedrecista
François-André Danican Philidor “El
Viejo”.
Era
el momento para el metro ternario y el tempo moderado de la “Chacona: A la Vida Bona”. Imposible no
acompañar rítmicamente la expresión corporal a que invitaban los interpretes en
esta alegre danza criolla cantada, de Juan Arañes. También conocida como “El Sarao de la Chacona” es una obra
jocosa, que invita a la alegría, conducida por el rasgueo de la guitarra y la
percusión. Escrita en castellano popular, se trata de una sátira sobre la
sociedad y sus arquetipos que se encuentra en el libro “Segundo de Tonos y
Villancicos. Roma. 1624”. Cervantes la definió como “esa indiana amulatada que
nos viene de las Indias”.
A
continuación, del organista sevillano Francisco de Correa y Arauxo: Tiento nº
23 sobre la “Batalla de Morales”
(Facultad Orgánica. 1626), un autor que consigue aunar la armonía y el contrapunto
polifónico del Renacimiento con melismas virtuosos y ritmo vivo destilado de la
música hispana de su época. Fue el primer compositor peninsular en utilizar notas fusas. En esta
batalla; adaptada, ya que es un género de música para órgano; que se utilizaba
durante la misa para la elevación de la sagrada forma, Hespèrion XX extrajo lo
mejor de su arsenal (si se me permite el termino bélico) para desarrollar esta
batalla “mística”. El tambor marcial vuelve a abrir la obra, seguida de los
vientos de época (cornettos, sacabuches, etc.) para una obra de hermosa
construcción formal, elegante; que anticipa el barroco; con texturas sefarditas
y arábigas, donde las frases, desarrolladas de forma imitativa, impregnaron las
tablas del Maestranza. Arauxo utiliza voces que pasan del melisma polifónico
a la melodía elegante que anticipa del barroco, uso de disonancia, y variación
de unidades rítmicas
“Quedito, Pasito” del compositor
madrileño Juan Hidalgo y letra de Calderón de la Barca, cambió el tercio formal
y sacro para dar paso a los amores con una cuidada rítmica en los acentos de la
métrica. Juan Hidalgo de Polanco fue el creador de la zarzuela y la ópera
española. Se encuentra en el archivo de la catedral de Segovia y esta atribuida
a Miguel Irízar. El texto pertenece a la zarzuela “Ni Amor se libra de Amor” en
su jornada tercera. Es una de las obras “a lo divino” del autor. Es una obra
dulce, delicada. Un hermosísimo villancico. Desgranado con un empaste soberbio.
(6. Quedito, pasito, a Cuatro de la zarzuela Ni Amor se libra amor (1662). Valladolid.
Archivo de la Catedral, 71/8.Madrid. Biblioteca Nacional de España, MSS/13622, ff.
49-50
El
tiento de Quarto Tono XV del organista y clérigo Correa de Arauxo, sirvió para
escuchar este forma musical, al ejemplo de recercare italiano, que trató, en su
época, de explorar todas las posibilidades del órgano
El
turolense Juan Blas de Castro compuso “Desde las Torres del Alma” (Cancionero
de la Sablonara, Nº 31 Romance a 4), un romance de desengaños y desamores, que
huye del “stile antico” y busca la seconda prattica, esa representación musical
de los afectos y sentimientos que contiene el texto, sin perder un sabor de
raíz popular en su estructura. La música
de De Castro estuvo restringida al ámbito palaciego, llegando al pueblo sólo a través
del teatro, como hizo constar su amigo Lope de Vega. La versión de Savall es
solemne y ceremoniosa, con instantes de juego vocal y con esa elevación
característica de lo popular hacia lo culto. El fragmento al estilo “battaglia”
se desarrollaba como lugar común en obras tanto religiosas como profanas
remedando un paradigma que se retroalimenta de Clément Janequin y su “Bataille
de Marignan”.
La
segunda parte del programa comenzó con el instrumental del prolífico organista
Giovanni María Trabaci, con su toccata al estilo barroco de “Durezze e Ligature” (consonancia y
disonancia). Preludios a la Fuga. 1603. Nápoles.Una melancólica pieza de profundo y
solemne sentimiento.
El
Motete para la Natividad de la Virgen. “Sicut Spina Rosam Genuit” de M.A.
Charpentier, es un litúrgico inmenso y envolvente que dio paso a una de las más
emocionantes interpretaciones. (Manuscrito
de París, Biblioteca Nacional, Res. Vm1 259. "Sicut bífida rosam genuit
"[motete para] Nacimiento de la Virgen H. 309).
Después
llegaría un Lully en estado puro, por cierto enemistado con Charpentier. Una chacona
perteneciente a la suite "Le Bourgeois Gentilhomme, 1670: Chaconne Des Scaramouches, Trivelins et
Arlequins”. Vibrantes notas que siempre elevan el espíritu, juguetonas,
plenas de vida, con instantes deliciosos en la cuerda y los vientos. Un “Bel
tempo” como indica acertadamente la partitura. La colaboración entre Lully y
Moliére duraría doce años. Esta sería la última de sus comedies-ballet. Curiosamente
las convenciones de la época permitían el uso de notas inegales, en la que
algunas notas con los mismos valores de tiempo escritos, se realizan con
duraciones desiguales, o permitía adornos y rellenos, indicando solamente (o no indicando en absoluto), la
interpretación.
El
lisboeta Manuel Machado (1590) fue un arpista, alumno de Duarte Lobo, que compuso poniendo gran cuidado en la
métrica y la armonía con respecto al sentido del poema. Hespèrion XX rememora
su grabación “Entremeses del Siglo de Oro”, donde figuraba este romance “Afuera
que Sale”. Fue una época de mixtura y armonía entre los músicos
hispanos y lusos. Una historia de amores, engaños, desdichas, con aire marcial
y vitalista con lucimiento de la soprano Lucía Martín-Cartón
“Llorando
noches y días” una canción extraída
de la obra del dramaturgo. Agustín Moreto canciones (Agustín
Moreto “La Vida de San Alejo”. Biblioteca Nacional de España Mss/13622. Fol.
181. (Obra nº 150), dio paso a la “Obertura e Corrente Italiana”, en
el más puro estilo del barroco más solemne, del valenciano Joan Cabanilles,
escrita para órgano (en este caso el organo
di legno de Luca Guglielmi hace los honores). Un tempo binario, casi una
pavana, transformando el tema de menos a mayor, jugando y retomando,
transformándose casi en gallarda (ternario), culminando en acorde con tercera
picarda. Una gozada.
El
músico Fray Pedro de San LorenzO (fl. ca. 1650) estuvo representado por un arreglo de su Folía: “Obra
del 1er tono, nº 10”, para dar paso a un autor en transición entre el
Barroco y el Renacimiento: Francisco Correa de Arauxo. El canto llano llenó de
paz y sosiego el escenario. La canción del poeta Miguel Cid “Todo
el Mundo en General”, que nació durante una fiesta; se hizo muy popular
en la Sevilla de la época, imprimiéndose en octavillas. Arauxo realizó unas
variaciones en “Tres glosas sobre el canto llano de la Inmaculada Concepción”
de esta obra. Hermoso empaste en las voces y cadencias evocadoras.
Una
pieza hermosísima “Serafín, que con dulce armonía”, (Marizápalos “a lo divino”) del
fraile barroco (con reminiscencias renacentistas) Joan Cererols, (villancico) a
ocho, destila ciertos tonos barroco/dramáticos.
Cererols
tenía querencia por la complejidad contrapuntística y las relaciones entre
homofonía y polifonía. Impresionantes la belleza de la letra y la melodía. Como
epílogo de un programa ecléctico y variado, el mismo compositor se vio
interpretado en su obra: Missa pro Defunctis a 7: Hei mihi! Ay de mí.
Señor. (Parte VII). Publicada en 1651 y compuesta (supuestamente) con motivo de
la epidemia que asaltó la ciudad de Barcelona a mediados del XVIII. Una trágica
belleza rodea esta obra donde los melismas se elevan a los cielos dejando
impactados a los espectadores que no estaban dispuestos a renunciar a algún
extra. Así lo manifestaron con sus aplausos.
Dos
obras de “regalo” para el entregado auditorio. Una guaracha (Ay, que me abraso) compuesta por
Juan García de Céspedes (México. Col
Privada Saldivar y Silva). Este maestro de capilla de la Catedral de Puebla
escribió esta festiva y lúdica partitura que en los instrumentos y voces de
Hespèrion XX y Capella Real de Catalunya, adquiere ese toque culto y enriquecedor
que saben imprimir a sus adaptaciones, sin perder la naturalidad y
espontaneidad del original. Un eco lejano de los “canarios” en esta danza
criolla, en estos sones atlánticos (sin duda de ida y vuelta) de un hermoso
barroco virreinal.
“De tu
vista celoso” son unas “seguidillas en eco”. Una obra pícara, ágil, de
raigambre claramente popular, utilizando la figura del eco para repetir la
mitad de la última palabra, consiguiendo ingeniosos, satíricos y solazados
juegos de palabras. Era un género que poblaba los entremeses, las fiestas
mundanas (para nada “a lo divino”) vocacionalmente plebeyas, pero con una letra
extraordinaria, en la más pura tradición. Extraídas del Cancionero de “Claudio
de la Sablonara”. Fue ampliamente aplaudido por un público ya entregado, en un
programa donde el bajo continúo y la
viola de gamba en todas sus tesituras fueron la marca de la casa. Solo unos
músicos de esta experiencia y profesionalidad pueden ofrecer un programa tan
ecléctico y heterogéneo, que abarca obras religiosas, a medio camino entre el
orden tranquilo del contrapunto de imitación, el cromatismo del madrigal, al
estilo de Lobo, junto a al compás popular de “Ay que me abraso”, de fundir la belleza melódica del Serafín
(Marizapalos) con el basso ostinato
de la “vida bona”. Justamente en eso consiste el “corpus” de la visión musical
de estos músicos. Rescatar obras, pero dándoles a todas el mismo nivel y
dignidad, ya procedan del acebo popular o del más insigne compositor. Por
muchos años.
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