Elena Solís, Carmen Solís y Maria Luisa Rojas
Un ecléctico y bien hilado programa, el que nos regaló el Instituto Extremeño de canto y dirección coral, dentro de Ibercaja Cultural. Tres extremeñas destilando las más hermosas arias de ópera y zarzuela. Dos timbres bellísimos (Carmen y Elena Solís), arropadas por la certera narrativa pianística de María Luisa Rojas. En “Ah, guarda, sorella” el juego interpretativo y la complicidad de las cantantes, muestran con fluidez la transformación del sentimiento de las dos hermanas (Fiordiligi y Dorabella). Hay mucha inteligencia vocal y el necesario dramatismo mozartiano en el dúo-ensoñación pastoral cómplice de las Solís. Una excelente obra de apertura esta fanfarria “lirizada” donde las cantantes hablan sobre los retratos de sus futuros esposos.
Dilatada fluidez en el desarrollo pianístico y la melancolía que solicita El “Aria de la luna” (Rusalka), solventando Elena Solís con soltura esa mistura de germánico formalismo con pinceladas bohemias y folklóricas. Amplia, épica, de ágil y luminosa proyección en el Si agudo para una de las más hermosas plegarias que se han escrito.
La versatilidad de la soprano Carmen Solís, le permite recorrer un amplio abanico vocal y dramático. Desde la emotividad, teñida de bucolismo, de “Ebben, ne andró lontana”, perteneciente a la ópera “La Wally”, donde el conmovedor y oscuro timbre transmite el dolor de esta emocional aria. Hermosas variaciones dinámicas. En el otro extremo, acomete una difícil romanza afrocubana: Mulata Infeliz, tu vida se acabo, perteneciente a “María de la O”, de Ernesto Lecuona. Un carrusel vocal con señorío en las dinámicas y un enfoque de intensa desesperanza creciente en las secciones.
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Carmen Solís |
Certera complicidad entre las sopranos en “Niñas que a vender flores” (Los diamantes de la corona. Barbieri), un bolero donde; el hermoso empaste; no opaca las diferentes ofertas tímbricas de las cantantes, que se misturan. Denso, asentado y macerado el instrumento de Carmen. Cristalino, lozano (pero de gran precisión) el de Elena.
La pianista María Luisa Rojas arropa con pericia, en la difícil empresa de acompañar dos voces. Se simbiotiza con las respiraciones, interpreta la intención de la partitura y el carácter. Es dinámicamente sensible frente a la interpretación de las cantantes, articulando con precisión y sin solapar las voces. Crea poderosas texturas en los instantes de solo instrumento, fusiona, se anticipa en intensa comunicación no verbal, que fusiona con la voz y sirve de guía emocional a las intérpretes. Se adivina una cierta complicidad de anteriores trabajos.
Si hubiera que destacar los momentos más conmovedores, queda para la posteridad ese enorme “Dúo de las flores”, de Lakmé, con grandes arcos líricos, suave cadencia balanceando las semicorcheas, en perfecto empaste durante el ascenso y descenso de las líneas en luminoso duelo de colores vocales.
Elena Solís se enfrentó sin red a algunos mascarones de proa de la ópera como el “Aria de las joyas”, perteneciente a Fausto. Ostentosa, plena de dificultades, que requiere un do5. El momento estelar del rol de Margherite, paradigma del belcantismo a la francesa. Resuelta por la interprete con delicadeza y amplia paleta de medios vocales.
El hermoso andantino “Tu che di gel sei cinta” de Turandot, impregnó la sala del Edificio Ibercaja, con buena acústica. La obra verista solicita una voz lírica consumada para los sostenidos y notas melismáticas. Elena muestra un buen apoyo, con brillante tono y la adecuada dulzura (melosidad) y dolor, con notas bien timbradas, alcanzado el Si4. Gran resolución en los registros agudos que tan caros le eran a Puccini. Un aria que culmina de modo estremecedor: per non vederlo piú.
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Carmen y Elena Solís |
Cio-Cio San (Madama Butterfly) renació en la voz de la pacense Carmen Solís. La soprano se hibrida con el malogrado personaje en un intenso éxtasis dramático. “Un bel di vendremo” es uno de los instantes italianizantes de la ópera de Puccini y uno de los más estremecedores de la literatura vocal. Hermoso fraseo, estremecedora carnosidad, voz modulada y profundo conocimiento de la psicología del personaje; sin recurrir a excesos veristas; que le permite dotarlo del necesario oscuror, densidad dramática y elegante pianissimi, mientras se mueve, cómodamente, en un arco dinámico extenso.
Una extraordinaria gala donde la poderosa proyección, el vibrato (vibrante) y su matiz de spinto; poderoso y de gran cuerpo en el centro; de Carmen Solís, regaló instantes como Pace mio Dio (La fuerza del destino) con controlados messa di voce, en una Leonora emocional y desesperada, que regala un espectacular agudo.
Conmovedor y señero concierto de las Solís y María Luisa Rojas al piano. Es un orgullo escuchar tres profesionales con raíces extremeñas de tan alto nivel. Tres mujeres que transmiten las emociones, el sufrimiento, la fuerza de otras mujeres representadas en la ópera a lo largo de dos siglos y medio. El evento, organizado por el Instituto Extremeño de Canto y Dirección Coral, Amadeus. Fundación Ibercaja y Fundación CB. ¡Enhorabuena!
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