El
programa que cerraba el ciclo de conciertos “Carmina Antiqva”, del Instituto Extremeño
de Canto y Dirección Coral, presentaba diversas obras del arpista barroco Juan
Hidalgo de Polanco; uno de los autores más prolíficos de música teatral;
considerado cono el padre de la ópera española y la zarzuela, además de
inventor del claviarpa. Un cordófono cuyas características no están demasiado
claras actualmente. La mayor parte de su obra se perdió en el incendio de 1734
en el Real Alcázar de Madrid y el resto, está dispersa por diversos archivos.
Hidalgo juega con la condición de sus personajes, los nobles cantan airosos y
recitativos, los personajes cómicos lo hacen en forma de coplas bailables y con
estribillo. Además combinó un estilo, entonces desconocido en España, con el
tono humano tradicional. En la segunda parte de este concierto hay varios
ejemplos claros con utilización de ritmos sincopados, estribillos con compás
ternario, coplas binarias, etc. Sus
canciones tienen una frescura que rompe con la tradición renacentista, llenas
de variedad y espontaneidad. Los textos, de poetas coetáneos, son de gran
altura expresiva y calidad poética
Hidalgo también jugaría con la forma
estrófica, aplicando una misma melodía a diversas estrofas del verso, utilizando
juegos conceptuales e ingeniosos con la palabra. Para ello huyo de
ornamentaciones y largos melismas, optando por poner el texto en música
silábicamente, por la forma estrófica, para respetar la prosodia del verso. Es un autor de gran expresividad, de tonos sencillos y melancólicos,
que asocia diferentes estilos musicales según el carisma del personaje. Aunque
con influencias monteverdianas (da capos, coros, recitativos) sabe imprimir un
sabor hispano con aires populares y ritmos sincopados cercanos a la danza (uso
de 4/4 y 2/4) pero también acercamiento al “lamento”
al modo italiano del cual hallaremos un ejemplo en la última parte del programa: “Ojos pues me desdeñáis”.
Hidalgo
sería el equivalente de un Lully en Francia y de un Henry Purcell en Gran
Bretaña, llegando a alcanzar salarios desorbitados para la época. Su producción
policoral o de liturgia en latín es escasa, ya que no fue maestro de capilla, aunque
aportaba villancicos y piezas devocionales a la celebración mensual de las Cuarenta Horas
en la Capilla Real. El programa, incardinado dentro el Ciclo de Conciertos de
Música Antigua en Badajoz, fue un edificante recorrido por obras estándar de
los “air de court” durante el barroco
hispano. “Tono Humanos” era la definición que se daba a canciones de contenido
profano, para diferenciarlas de los “Tonos Divinos”, fueron el género más
afamado de la época (con permiso del villancico), cantados en tabernas, teatros
o en la propia Corte, y fueron seña de identidad de nuestro Barroco. La
guitarra barroca, muy especialmente y el Archilaúd, son los instrumentos del
momento, ya que sus cadencias rítmicas se identifican con el hispano acervo,
frente a instrumentos o armonías foráneas.
Santas y Beatas
Con
una primera parte “Santas y Beatas”; de un cromatismo más homogéneo que el
resto del programa; se interpretó “Aves que al Sol Despertáis” (Solo
al Santísimo Sacramento), aunque en otros programas aparece como “A Nuestra Señora”
Lucas
Ruiz de Ruibayaz, fue un guitarrista burgalés y compositor barroco, nacido en
Burgos. En su tratado “Luz y Norte”, ofrece una información
valiosa y complementaria sobre técnicas interpretativas y la ornamentación para
caminar por las cifras de la guitarra y el arpa, recogiendo danzas populares y
cortesanas de la época.
Sara Águeda interpretó, con certera técnica y enorme sensibilidad, la “Pavana”
de Ruibayaz, una de las obras más hermosas del programa, con cadencia
melancólica, aire binario y cortesano.
El
arpa diatónica se transforma en el siglo XVI en el “arpa de dos órdenes”,
buscando un mayor cromatismo. Preferentemente utilizada para oficios divinos y
capillas, esto no la indultó de intervenir en los corrales de comedias o en los
enredos teatrales palaciegos. Se convirtió en un instrumento cercano a todas
las clases sociales.
En
lugar de tener una sola fila de cuerdas, consta de dos filas de cuerdas
cruzadas (de ahí su nombre). Siendo diatónica la primera y se añade una segunda cromática. De este
modo se obtenía un efecto pariente de las notas bicolores del teclado. De mayor
facilidad de transporte que los instrumentos de tecla, fue sustituyendo al
órgano, prohibido en ciertas fechas litúrgica como Cuaresma. Escribir tonos
para teatro podría compararse a una grabación discográfica actual. El teatro
era un espectáculo presente en toda la geografía, cuando tenían éxito, pasaban
a partituras, copiados en manuscritos e interpretados por las mejores
agrupaciones.
Las
características de la música patria en la época, pasan por armonías únicas,
ritmos cruzados entre el binario y el ternario; muy raros fuera de las
fronteras; formas propias como el villancico o el romance, hasta creaciones de
raíz popular como jácara o seguidilla. Añadamos danzas de allende los mares,
que serían copiadas luego en media Europa como folías, chacona, zarabanda...etc.
“Luceros
y Flores Arded y Lucid” (Solo a
Nuestra Señora) y “Solo es Creer” (A solo al Stmo), cerraron una primera parte
más homogénea en la cadencia, y de concepto más sacro de ese concierto”.
Las
características de estas obras, de estructura biseccional Están articuladas en
la tradicional estructura de estribillo y coplas –con la previsible vuelta al
estribillo (al menos en una ocasión), una vez finalizadas éstas; como elemento
de contraste. También existe una notable economía melódica, especialmente por
lo que respecta a los estribillos; o sea, éstos se construyen a partir de muy
pocas frases melódicas –dos, tres, o a lo sumo cuatro, que se exponen una y
otra vez, o bien repetidas de manera estricta, o bien son transportadas a
diversos grados de la escala; Hay uso de fórmulas melódicas comunes que
transitan o migran entre la voz y los instrumentos que realizan el continuo.
Luceros y flores, arded y lucid
Texto: Anónimo
Estribillo
Luceros y flores,
arded y lucid,
al ver una estrella,
que ilustra el zafir.
Coplas
Las flores del cielo ardan,
los astros del campo brillen,
y exhalando sus alientos
en esferas y pensiles,
las flores ardan,
los astros brillen
Sólo es Creer. (A solo al Santísimo)
que se puede encontrar "Manuscrito Guerra" (c.1680).
-
Biblioteca Nacional, Madrid: Ms M 3880/29 y M 2618/12.
-
Archivo de la Catedral de Burgo archivo de la Catedral de Segovia, cerró la
primera parte.
Sólo es querer (García Garmilla, p. 57-59, música) Juan Hidalgo
Manuscrito
Guerra Volumen Tercero
Mariano
Lambea
Nuevo
Íncipit de Poesía Española Musicada*
(NIPEM
Curiosamente
en el programa figura como “Solo es
Creer”.*
*Gracias a la amable información de Sara Águeda por comentar el archivo existente en la Catedral de Segovia, que al pasar a "lo divino" la obra le cambia el título. Lo cual, por otra parte es completamente lógico en la mentalidad de la época.
*Gracias a la amable información de Sara Águeda por comentar el archivo existente en la Catedral de Segovia, que al pasar a "lo divino" la obra le cambia el título. Lo cual, por otra parte es completamente lógico en la mentalidad de la época.
Los Misterios
El Agua del llanto” (solo de Miserere). Lamentación para el Oficio de
Tinieblas del Jueves Santo, un claro ejemplo de literatura emblemática. La
música y la letra que ella vehicula, colaboran activamente con la imagen, cuyo
poder persuasivo e instrumentalización en la cultura del Barroco son bien
conocidos.
El
conocido tono de Hidalgo, primició una segunda
parte, nuevamente dividida en cuatro obras, para continuar con solo humano “anónimo”.
La soprano Cristina Bayón, cambió lo sacro por el desgarro ¿A quien me Quejaré? (a la Asunción de Nuestra Señora). Esta pieza
aparece en otras referencias atribuida a Juan Hidalgo.
Estas
obras vocales “de cámara” de asunto religioso se interpretaban preferentemente
en el marco de determinadas prácticas devocionales, que, a lo largo del siglo
XVII fueron arraigando y generalizándose por toda la nación como la fiesta de
las Cuarenta Horas, contemplativas, donde se interpretaban diferentes
villancicos y tonos en la Capilla del Real Alcázar.
La
“Canción Alemana” de Diego Fernández
de Huete, arpista de la catedral de Toledo, que escribió uno de los tratados
más importantes para este instrumento, es una melodía de cadencia melancólica con
segmentos de gran belleza, que la arpista Sara consiguió transportar a la época
de la tablatura, extraído del “Compendio
de Zifras Armónicas con Theoria, y Practica para Harpa de una orden, de dos
ordenes y de Órgano, compuesto por Don Diego Fernández de Huete”..Una verdadera
Biblia del Arpa. La simplificación
del lenguaje musical barroco liberando la densidad del contrapunto, deteniéndose en la
melodía y en el bajo, propiciaron que el
arpa volviese al primer plano de la atmósfera musical
“Esperar, Sentir, Morir”, de Juan Hidalgo y su ritmo de danza hispánica, cerró
la segunda temática del concierto. Una preciosa obra de hermoso fraseo, que
permitió el lucimiento de la voz cálida, de amplio registro de la soprano. Perteneciente
a Nueva Comedia de Ícaro y Dédalo, de Fernández de León,
representada en Agosto de 1684 y que formaba parte de la segunda jornada de la comedia,
en que se describen “apariencias,
mutaciones, loa, y saynetes”. En los libros de cuenta del Corral de
Comedias se halla el siguiente apunte: “Al
que hace de ICARO, 6 doblones”…
La Duda Seduce a
la Fe
Del
Cancionero de Marín, un tono humano, la sincopada obra de aire popular y
festivo: No sé yo cómo es"
José
Marín (c.1618 - 1699). Su obra se ha conservado sobre todo, en el denominado
"Cancionero de Marín", un precioso manuscrito con 51 piezas, todas de
Marín, para voz de soprano y acompañamiento de guitarra, que puede fecharse
hacia 1690. Describe la zozobra que embarga a un enamorado cuando inicia un
proceso amoroso. En ese instante, el enamorado es capaz de percibir que ese
amor propone tantos sufrimientos como bondades; y no sabe si seguir adelante o atajarlo
abruptamente. Duda entre entregarse al sueño del amor o subyugar sus
sentimientos para evitar dolores más profundos. Este es uno de los 17 tonos
que se habían perdido del manuscrito perteneciente a Barbieri y aparecieron,
afortunadamente, en la Biblioteca de Cambridge. Curiosamente José Marín fue
compañero en la Real Capilla de Juan Hidalgo.
Independientemente
de la decisión, el enamorado siempre acabará sufriendo.
José
Marín era un pájaro de cuenta. Detenido, engrilletado, secularizado y
desterrado, con garrote y tortura, acusado de hurto y asesinato. Su cancionero
contiene melodías –Tonos-- para una o dos voces, Soprano y Tenor/Barítono, con
acompañamiento de Bajo Continuo (guitarra, clave, arpa o laúd), a medio camino
entre lo popular (figones y tabernas) y la refinada Corte de Felipe IV e Isabel
de Borbón.
“Canarios” (otro género de Canarios), del libro “Huerto ameno de varias flores de música”,
del franciscano organista Antonio Martín y Coll, fue una pieza ampliamente celebrada
por el público debido a su cromatismo jubiloso, su cadencia claramente plena de
referencias y su melodía identificable, con aplausos antes del finalizar el
segmento musical. Si bien se trata de
una obra festiva y cortesana, el Canario fue una danza teatral española para
pareja mixta, muy popular entre los siglos XVI y XVIII. Originaria de Las
Canarias con esquemas rítmico-armónicos repetidos por variaciones, una estructura
que señoreaba la segunda mitad del XVIII,
Son numerosos los recopiladores musicales que incluyen canarios en sus obras:
Gaspar Sanz, Lucas Ruiz de Ribayaz, Gaspar Huete, Antonio de Santa Cruz,
Francisco Guerau, Antonio Martín y Coll, Santiago de Murcia, etc. Limpieza en
la ejecución arpística, técnica impecable y disfrute del respetable. Aunque (al
juicio de este cronista) cualquiera de las otras obras interpretadas por la
arpista poseían mayor densidad emocional y belleza cromática.
“Ay
que me río de Amor” fue una de las
obras más celebradas. La composición de Juan Hidalgo (un Solo Humano en 3/2), perteneciente a la obra “Los Juegos Olímpicos”
(Agustín de Salazar y Torres), jornada segunda, pp. 16-17) Lo cual permitió una
simpática emulación, por parte de la soprano, de los modos y maneras teatrales
al uso en la época. Está compuesta con versos del inicio de la segunda jornada
de la zarzuela, para los que el músico escribió una melodía bellísima en las
dos secciones que la conforman (coplas y estribillo). Es tan hermosa que no
hastía la interpretación del estribillo después de cada copla -así consta en el
manuscrito-; saltándose los cánones, práctica que no es muy habitual en este
género poético-musical. La finalidad lírica era la de componer una obra con la
que exaltar el poder humano sobre la tiranía de Amor. Aporta una visión desengañada
del amor, basada en la teoría de que sólo aquellos que no amen podrá ver la
realidad objetivamente. perteneciente al Manojuelo Poético-Musical de Nueva
York, recopilación manuscrita de piezas poético-musicales de los siglos XVII y
XVIII que se conserva en la biblioteca de The Hispanic Society of America (New
York) bajo la signatura Ms. HC. 380/821a
Amor, ay ausencia! (solo humano de Contra el amor desengaño)
(Texto
de Calderón de la Barca). Hermosísima obra que cambia desde la alegría e ironía
de la obra anterior al desengaño.
Pertenece
a la obra” Contra el amor desengaño”. Texto (atribuido) a Calderón de la Barca.
Una triste melodía de doloroso y áureo verso.
Ay amor, ay ausencia,
ay dulce dueño,
que te buscan mis ansias
y sólo encuentro
un dolor muy hallado
de que te pierdo.
Esta
obra es una de aquellas que solventaba el problema de los maestros de capilla para
conseguir nuevos textos de villancico cada Navidad y Corpus (aparte del
intercambio de textos entre Catedrales), consistía en volver las poesías
profanas a lo divino; cuando en el resto de Europa había caído en desuso esta
costumbre. Comparte este “dudoso” honor con otra obra del programa: ¿A quien me quejaré? En la
correspondencia del abulense Miguel Gómez Camargo, maestro de Capilla de la
Catedral de Valladolid, aparecen solicitudes para intercambios y recepción de textos de maestros como Cristóbal Galván o
Carlos Patiño y que constituyen la
colección de villancicos del archivo vallisoletano.
Estas “vueltas” o parodias a
lo divino de originales profanos podrían resultar hoy día incluso irreverentes
Amor
y Desdén
El
tema rey en la lírica de la época, el desengaño, el desencuentro amoroso, el
amor lopevegiano como quinto elemente,
el lamento de las ninfas, las penas de amor pastoriles, el tópico del amor
pastoril despechado.
¿Quién es amor? De Juan Hidalgo sirvió para abrir este segmento
dedicado al despecho amoroso y el desencanto.
A
continuación el arpa de dos órdenes de Sára Agueda desgranó la “Canción Italiana” del fraile
franciscano Antonio Martín y Coll, autor de “Pensil
deleitoso de suaves flores de Musica recogidas de Varios organistas por el F.
Antonio Martin Organista de S. Diego de la Ciudad de Alcala. Año 1707”. Una
pieza de una extraordinaria belleza, a tempo lento, que se recrea en el
instante. En manos de la arpista el velo del pasado caía evocando nostálgicas
danzas cortesanas y dando muestras una vez más de su versatilidad.
“Ojos pues me Desdeñáis”. José Marin
regresa al programa con una obra en 3/2, que a mi me recuerda en la “gradatio” al “Come Again” de John
Dowland. “Ojos pues me desdeñais” es
un tono humano compuesto por este autor turbulento, donde aparecen una vez más
esos rigores del desdén y el amor no correspondido. Es este un lamento donde se
desarrollan los tipos estilísticos más emblemáticos del lamento italiano y
Europeo. En forma de letrilla, que no desarrolla un relato rigurosamente, por
ello no posee coplas de romance. Se encuentra estructurado en tres secciones
(introducción/estribillo/copla estrófica con retorno al estribillo). Hay
utilización de catabásis, suspiratio, o melodia entrecortada por silencios.
Curiosamente el círculo retórico se produce en lo musical y en la letra: “ojos”
al principio y final de cada frase.
Ojos, pues me desdeñáis
Ojos, ojos, pues me desdeñáis
No me miréis, no, no.
No me miréis,
pues no quiero que logréis
el ver como me matáis
“Ay que si, ay que no”, es un tono proveniente de la obra “El Templo de
Palas”, de Francisco de Avellaneda, Representada el 26 de Julio de 1675, con loa entremeses y mogiganga, plena de
matices dramáticos/lúdicos, que permitió el lucimiento de la cantante.
El
broche de oro llegó durante el vis. Ya habíamos tenido ocasión de disfrutar del
hermoso timbre de Cristina Bayón (no solo en este concierto, también en el
ofrecido con “Silva de Sirenas”), pero la sorpresa surgió de la voz de Sara Águeda
que interpretó a dúo para un epílogo ampliamente aplaudido. Aún queda mucho por
aprender de nuestra historia musical y profesionales de este nivel, apoyados
por las instituciones nos acercan un poco más a ese pasado áureo, glorioso y
enriquecedor. Gracias.
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