jueves, 30 de noviembre de 2017

Cristina Bayón y Sara Águeda. Entre lo Divino y lo humano. Santas vírgenes de Zurbarán, reflejos en la música de un tiempo. Ciclo “Carmina Antiqva”


                               
El programa que cerraba el ciclo de conciertos “Carmina Antiqva”, del Instituto Extremeño de Canto y Dirección Coral, presentaba diversas obras del arpista barroco Juan Hidalgo de Polanco; uno de los autores más prolíficos de música teatral; considerado cono el padre de la ópera española y la zarzuela, además de inventor del claviarpa. Un cordófono cuyas características no están demasiado claras actualmente. La mayor parte de su obra se perdió en el incendio de 1734 en el Real Alcázar de Madrid y el resto, está dispersa por diversos archivos. Hidalgo juega con la condición de sus personajes, los nobles cantan airosos y recitativos, los personajes cómicos lo hacen en forma de coplas bailables y con estribillo. Además combinó un estilo, entonces desconocido en España, con el tono humano tradicional. En la segunda parte de este concierto hay varios ejemplos claros con utilización de ritmos sincopados, estribillos con compás ternario, coplas binarias, etc. Sus canciones tienen una frescura que rompe con la tradición renacentista, llenas de variedad y espontaneidad. Los textos, de poetas coetáneos, son de gran altura expresiva y calidad poética






Hidalgo también jugaría con la forma estrófica, aplicando una misma melodía a diversas estrofas del verso, utilizando juegos conceptuales e ingeniosos con la palabra. Para ello huyo de ornamentaciones y largos melismas, optando por poner el texto en música silábicamente, por la forma estrófica, para respetar la prosodia del verso. Es un autor de gran expresividad, de tonos sencillos y melancólicos, que asocia diferentes estilos musicales según el carisma del personaje. Aunque con influencias monteverdianas (da capos, coros, recitativos) sabe imprimir un sabor hispano con aires populares y ritmos sincopados cercanos a la danza (uso de 4/4 y 2/4) pero también acercamiento al “lamento” al modo italiano del cual hallaremos un ejemplo en la última parte del  programa: “Ojos pues me desdeñáis”. 



Hidalgo sería el equivalente de un Lully en Francia y de un Henry Purcell en Gran Bretaña, llegando a alcanzar salarios desorbitados para la época. Su producción policoral o de liturgia en latín es escasa, ya que no fue maestro de capilla, aunque aportaba villancicos y piezas devocionales  a la celebración mensual de las Cuarenta Horas en la Capilla Real. El programa, incardinado dentro el Ciclo de Conciertos de Música Antigua en Badajoz, fue un edificante recorrido por obras estándar de los “air de court” durante el barroco hispano. “Tono Humanos” era la definición que se daba a canciones de contenido profano, para diferenciarlas de los “Tonos Divinos”, fueron el género más afamado de la época (con permiso del villancico), cantados en tabernas, teatros o en la propia Corte, y fueron seña de identidad de nuestro Barroco. La guitarra barroca, muy especialmente y el Archilaúd, son los instrumentos del momento, ya que sus cadencias rítmicas se identifican con el hispano acervo, frente a instrumentos o armonías foráneas.

                                             Santas y Beatas
Con una primera parte “Santas y Beatas”; de un cromatismo más homogéneo que el resto del programa; se interpretó “Aves que al Sol Despertáis” (Solo al Santísimo Sacramento), aunque en otros programas aparece  como “A Nuestra Señora”
Lucas Ruiz de Ruibayaz, fue un guitarrista burgalés y compositor barroco, nacido en Burgos. En su tratado “Luz y Norte”, ofrece una información valiosa y complementaria sobre técnicas interpretativas y la ornamentación para caminar por las cifras de la guitarra y el arpa, recogiendo danzas populares y cortesanas de la época.

Sara Águeda interpretó, con certera técnica y enorme sensibilidad, la “Pavana” de Ruibayaz, una de las obras más hermosas del programa, con cadencia melancólica, aire binario y cortesano.
El arpa diatónica se transforma en el siglo XVI en el “arpa de dos órdenes”, buscando un mayor cromatismo. Preferentemente utilizada para oficios divinos y capillas, esto no la indultó de intervenir en los corrales de comedias o en los enredos teatrales palaciegos. Se convirtió en un instrumento cercano a todas las clases sociales.
En lugar de tener una sola fila de cuerdas, consta de dos filas de cuerdas cruzadas (de ahí su nombre). Siendo diatónica la primera  y se añade una segunda cromática. De este modo se obtenía un efecto pariente de las notas bicolores del teclado. De mayor facilidad de transporte que los instrumentos de tecla, fue sustituyendo al órgano, prohibido en ciertas fechas litúrgica como Cuaresma. Escribir tonos para teatro podría compararse a una grabación discográfica actual. El teatro era un espectáculo presente en toda la geografía, cuando tenían éxito, pasaban a partituras, copiados en manuscritos e interpretados por las mejores agrupaciones.
Las características de la música patria en la época, pasan por armonías únicas, ritmos cruzados entre el binario y el ternario; muy raros fuera de las fronteras; formas propias como el villancico o el romance, hasta creaciones de raíz popular como jácara o seguidilla. Añadamos danzas de allende los mares, que serían copiadas luego en media Europa como folías, chacona, zarabanda...etc.


“Luceros y Flores Arded y Lucid (Solo a Nuestra Señora) y “Solo es Creer” (A solo al Stmo), cerraron una primera parte más homogénea en la cadencia, y de concepto más sacro de ese concierto”.
Las características de estas obras, de estructura biseccional Están articuladas en la tradicional estructura de estribillo y coplas –con la previsible vuelta al estribillo (al menos en una ocasión), una vez finalizadas éstas; como elemento de contraste. También existe una notable economía melódica, especialmente por lo que respecta a los estribillos; o sea, éstos se construyen a partir de muy pocas frases melódicas –dos, tres, o a lo sumo cuatro, que se exponen una y otra vez, o bien repetidas de manera estricta, o bien son transportadas a diversos grados de la escala; Hay uso de fórmulas melódicas comunes que transitan o migran entre la voz y los instrumentos que realizan el continuo.

Luceros y flores, arded y lucid
Texto: Anónimo
Estribillo
Luceros y flores,
arded y lucid,
al ver una estrella,
que ilustra el zafir.
Coplas
Las flores del cielo ardan,
los astros del campo brillen,
y exhalando sus alientos
en esferas y pensiles,
las flores ardan,
los astros brillen

Sólo es Creer. (A solo al Santísimo)  que se puede encontrar "Manuscrito Guerra" (c.1680).
- Biblioteca Nacional, Madrid: Ms M 3880/29 y M 2618/12.
- Archivo de la Catedral de Burgo archivo de la Catedral de Segovia, cerró la primera parte.
Sólo es querer (García Garmilla, p. 57-59, música) Juan Hidalgo
Manuscrito Guerra Volumen Tercero
Mariano Lambea
Nuevo Íncipit de Poesía Española Musicada*
(NIPEM
Curiosamente en el programa figura como “Solo es Creer”.*
*Gracias a la amable información de Sara Águeda por comentar el archivo existente en la Catedral de Segovia, que al pasar a "lo divino" la obra le cambia el título. Lo cual, por otra parte es completamente lógico en la mentalidad de la época.




                                             Los Misterios
El Agua del llanto” (solo de Miserere). Lamentación para el Oficio de Tinieblas del Jueves Santo, un claro ejemplo de literatura emblemática. La música y la letra que ella vehicula, colaboran activamente con la imagen, cuyo poder persuasivo e instrumentalización en la cultura del Barroco son bien conocidos.
El conocido tono de Hidalgo, primició una segunda parte, nuevamente dividida en cuatro obras, para continuar con solo humano “anónimo”. La soprano Cristina Bayón, cambió lo sacro por el desgarro ¿A quien me Quejaré? (a la Asunción de Nuestra Señora). Esta pieza aparece en otras referencias atribuida a Juan Hidalgo.
Estas obras vocales “de cámara” de asunto religioso se interpretaban preferentemente en el marco de determinadas prácticas devocionales, que, a lo largo del siglo XVII fueron arraigando y generalizándose por toda la nación como la fiesta de las Cuarenta Horas, contemplativas, donde se interpretaban diferentes villancicos y tonos en la Capilla del Real Alcázar.


La “Canción Alemana” de Diego Fernández de Huete, arpista de la catedral de Toledo, que escribió uno de los tratados más importantes para este instrumento, es una melodía de cadencia melancólica con segmentos de gran belleza, que la arpista Sara consiguió transportar a la época de la tablatura, extraído del “Compendio de Zifras Armónicas con Theoria, y Practica para Harpa de una orden, de dos ordenes y de Órgano, compuesto por Don Diego Fernández de Huete”..Una verdadera Biblia del Arpa. La simplificación del lenguaje musical barroco liberando la densidad del contrapunto, deteniéndose en la melodía y en  el bajo, propiciaron que el arpa volviese al primer plano de la atmósfera musical

“Esperar, Sentir, Morir”, de Juan Hidalgo y su ritmo de danza hispánica, cerró la segunda temática del concierto. Una preciosa obra de hermoso fraseo, que permitió el lucimiento de la voz cálida, de amplio registro de la soprano. Perteneciente a Nueva Comedia de Ícaro y Dédalo, de Fernández de León, representada en Agosto de 1684 y que formaba parte de la segunda jornada de la comedia, en que se describen “apariencias, mutaciones, loa, y saynetes”. En los libros de cuenta del Corral de Comedias se halla el siguiente apunte: “Al que hace de ICARO, 6 doblones”…

                                            
                                           La Duda Seduce a la Fe
Del Cancionero de Marín, un tono humano, la sincopada obra de aire popular y festivo: No sé yo cómo es"
José Marín (c.1618 - 1699). Su obra se ha conservado sobre todo, en el denominado "Cancionero de Marín", un precioso manuscrito con 51 piezas, todas de Marín, para voz de soprano y acompañamiento de guitarra, que puede fecharse hacia 1690. Describe la zozobra que embarga a un enamorado cuando inicia un proceso amoroso. En ese instante, el enamorado es capaz de percibir que ese amor propone tantos sufrimientos como bondades; y no sabe si seguir adelante o atajarlo abruptamente. Duda entre entregarse al sueño del amor o subyugar sus sentimientos para evitar dolores más profundos. Este es uno de los  17  tonos que se habían perdido del manuscrito perteneciente a Barbieri y aparecieron, afortunadamente, en la Biblioteca de Cambridge. Curiosamente José Marín fue compañero en la Real Capilla de Juan Hidalgo.
Independientemente de la decisión, el enamorado siempre acabará sufriendo.
José Marín era un pájaro de cuenta. Detenido, engrilletado, secularizado y desterrado, con garrote y tortura, acusado de hurto y asesinato. Su cancionero contiene melodías –Tonos-- para una o dos voces, Soprano y Tenor/Barítono, con acompañamiento de Bajo Continuo (guitarra, clave, arpa o laúd), a medio camino entre lo popular (figones y tabernas) y la refinada Corte de Felipe IV e Isabel de Borbón.




“Canarios” (otro género de Canarios), del libro “Huerto ameno de varias flores de música”, del franciscano organista Antonio Martín y Coll, fue una pieza ampliamente celebrada por el público debido a su cromatismo jubiloso, su cadencia claramente plena de referencias y su melodía identificable, con aplausos antes del finalizar el segmento musical. Si bien  se trata de una obra festiva y cortesana, el Canario fue una danza teatral española para pareja mixta, muy popular entre los siglos XVI y XVIII. Originaria de Las Canarias con esquemas rítmico-armónicos repetidos por variaciones, una estructura que señoreaba la segunda mitad del XVIII, Son numerosos los recopiladores musicales que incluyen canarios en sus obras: Gaspar Sanz, Lucas Ruiz de Ribayaz, Gaspar Huete, Antonio de Santa Cruz, Francisco Guerau, Antonio Martín y Coll, Santiago de Murcia, etc. Limpieza en la ejecución arpística, técnica impecable y disfrute del respetable. Aunque (al juicio de este cronista) cualquiera de las otras obras interpretadas por la arpista poseían mayor densidad emocional y belleza cromática.

 “Ay que me río de Amor” fue una de las obras más celebradas. La composición de Juan Hidalgo (un Solo Humano en 3/2), perteneciente a la obra “Los Juegos Olímpicos” (Agustín de Salazar y Torres), jornada segunda, pp. 16-17) Lo cual permitió una simpática emulación, por parte de la soprano, de los modos y maneras teatrales al uso en la época. Está compuesta con versos del inicio de la segunda jornada de la zarzuela, para los que el músico escribió una melodía bellísima en las dos secciones que la conforman (coplas y estribillo). Es tan hermosa que no hastía la interpretación del estribillo después de cada copla -así consta en el manuscrito-; saltándose los cánones, práctica que no es muy habitual en este género poético-musical. La finalidad lírica era la de componer una obra con la que exaltar el poder humano sobre la tiranía de Amor. Aporta una visión desengañada del amor, basada en la teoría de que sólo aquellos que no amen podrá ver la realidad objetivamente. perteneciente al Manojuelo Poético-Musical de Nueva York, recopilación manuscrita de piezas poético-musicales de los siglos XVII y XVIII que se conserva en la biblioteca de The Hispanic Society of America (New York) bajo la signatura Ms. HC. 380/821a


Amor, ay ausencia! (solo humano de Contra el amor desengaño)
(Texto de Calderón de la Barca). Hermosísima obra que cambia desde la alegría e ironía de la obra anterior al desengaño. 
Pertenece a la obra” Contra el amor desengaño”. Texto (atribuido) a Calderón de la Barca. Una triste melodía de doloroso y áureo verso.

Ay amor, ay ausencia,
ay dulce dueño,
que te buscan mis ansias
y sólo encuentro
un dolor muy hallado
de que te pierdo.

Esta obra es una de aquellas que solventaba el problema de los maestros de capilla para conseguir nuevos textos de villancico cada Navidad y Corpus (aparte del intercambio de textos entre Catedrales), consistía en volver las poesías profanas a lo divino; cuando en el resto de Europa había caído en desuso esta costumbre. Comparte este “dudoso” honor con otra obra del programa: ¿A quien me quejaré? En la correspondencia del abulense Miguel Gómez Camargo, maestro de Capilla de la Catedral de Valladolid, aparecen solicitudes para intercambios y recepción de textos de maestros como Cristóbal Galván o Carlos Patiño  y que constituyen la colección de villancicos del archivo vallisoletano. 
Estas “vueltas” o parodias a lo divino de originales profanos podrían resultar hoy día incluso irreverentes                                               



                                          Amor y Desdén
El tema rey en la lírica de la época, el desengaño, el desencuentro amoroso, el amor lopevegiano como quinto elemente, el lamento de las ninfas, las penas de amor pastoriles, el tópico del amor pastoril despechado.

¿Quién es amor? De Juan Hidalgo sirvió para abrir este segmento dedicado al despecho amoroso y el desencanto.
A continuación el arpa de dos órdenes de Sára Agueda desgranó la “Canción Italiana” del fraile franciscano Antonio Martín y Coll, autor de “Pensil deleitoso de suaves flores de Musica recogidas de Varios organistas por el F. Antonio Martin Organista de S. Diego de la Ciudad de Alcala. Año 1707”. Una pieza de una extraordinaria belleza, a tempo lento, que se recrea en el instante. En manos de la arpista el velo del pasado caía evocando nostálgicas danzas cortesanas y dando muestras una vez más de su versatilidad.

Ojos pues me Desdeñáis”. José Marin regresa al programa con una obra en 3/2, que a mi me recuerda en la “gradatio” al “Come Again” de John Dowland. “Ojos pues me desdeñais” es un tono humano compuesto por este autor turbulento, donde aparecen una vez más esos rigores del desdén y el amor no correspondido. Es este un lamento donde se desarrollan los tipos estilísticos más emblemáticos del lamento italiano y Europeo. En forma de letrilla, que no desarrolla un relato rigurosamente, por ello no posee coplas de romance. Se encuentra estructurado en tres secciones (introducción/estribillo/copla estrófica con retorno al estribillo). Hay utilización de catabásis, suspiratio, o melodia entrecortada por silencios. Curiosamente el círculo retórico se produce en lo musical y en la letra: “ojos” al principio  y final de cada frase.

Ojos, pues me desdeñáis
Ojos, ojos, pues me desdeñáis
No me miréis, no, no.
No me miréis,
pues no quiero que logréis
el ver como me matáis


“Ay que si, ay que no”, es un tono proveniente de la obra “El Templo de Palas”, de Francisco de Avellaneda, Representada el 26 de Julio de 1675, con loa entremeses y mogiganga, plena de matices dramáticos/lúdicos, que permitió el lucimiento de la cantante.
El broche de oro llegó durante el vis. Ya habíamos tenido ocasión de disfrutar del hermoso timbre de Cristina Bayón (no solo en este concierto, también en el ofrecido con “Silva de Sirenas”), pero la sorpresa surgió de la voz de Sara Águeda que interpretó a dúo para un epílogo ampliamente aplaudido. Aún queda mucho por aprender de nuestra historia musical y profesionales de este nivel, apoyados por las instituciones nos acercan un poco más a ese pasado áureo, glorioso y enriquecedor. Gracias.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.