La depurada técnica de Enrike Solinís le permite arrancarse
por esos “Canarios” de Gaspar Sanz en
irreverente (y magnífica versión), que solicita gran agilidad y mixturar aires de
“ida y vuelta”, con matices claramente de allende los mares. Los “Canarios” de Sanz son aún más hermosos
que los interpretados en este mismo salón, hace unos meses, por la arpista Sara
Águeda, escritos por Antonio Martin y Coll. Esta obra, de ritmo hemiolia, y, que alterna
6/8 y ¾, fue ampliamente celebrada por el público. La popularidad de Sanz; de
escasa producción; se debe fundamentalmente a Manuel de Falla y al maestro Joaquín
Rodrigo y su “Fantasía para un
Gentilhombre” (1954) que utiliza esta obra. Gaspar Sanz en su obra “Instrucción” da una idea general de la
música popular de aquellos tiempos: Danzas populares como las Folías, el
Villano, la Marionas, etc. De acuerdo con la práctica de antaño, Sanz las
ofrece tanto en una versión de rasgueo (es decir solo con la estructura
armónica y los golpes que hay que dar) como también en versión punteado. Una excelente
fuente para los estudiosos de música antigua, ya que Sanz las escribe también "desglosadas
en notas". Esta recopilación de danzas en punteado forma, por tanto, una
rica fuente, debido a su precisa anotación, añadiendo detalles sobre afinación,
encordaje, etc. Enrike Solinís grabo estos “Canarios” en su CD “Colores del Sur”.
La “Mariona” de Gaspar Sanz es una pieza deliciosa, de la
cual el interprete consiguió extraer efectos renovadores e iconoclastas. El
conformismo y el academicismo no forman parte del mundo de este ejecutante, que
incluso llega a posicionar las piernas al estilo que hizo suya la guitarra flamenca,
arrancando novedosas percepciones del ostinato y las variaciones de esta hermosa
danza. Lo suyo es la recodificación y la iconoclastia, la ampliación de la
paleta cromática y la apertura de influencias en la línea de Fahmi Alqhai. El
eclecticismo como bandera. Hay que destacar la transcripción de la Sonata en La Mayor K311, especialmente
su tercer tiempo el “rondó a la turca”, que refleja el lado más hedonista y
despreocupado de la música vienesa de ese periodo y solicita una notable
agilidad en la digitación. Esta ejecución arrancó abundantes aplausos entre el público.
Más que un concierto, esta aportación del ciclo “Hojas de Álbum” se convirtió en toda una
“Master Class” donde Enrike Solinís transmitió sus conocimientos de la cuerda manejando
guitarra barroca, vihuela y haciendo las veces de musicólogo de modo ameno y
didáctico. Otra hermosa interpretación fue la obra más conocida de Mateo Albéniz,
de la que se han hecho varias transcripciones; editada por Joaquín Nin; la Sonata en Re Mayor. A lo largo del
concierto se sucedieron aires goyescos, hispanos, una celebrada jota (M. de
Cortabarría) que fusionó lo popular con lo culto en endiablada digitación. La “Jácara
para guitarra de cinco órdenes” de Antonio de Santa Cruz, es la evolución de un
canto con orígenes callejeros y oscuros con posterior uso de entremés teatral. De
aire puramente hispano, extraída del “Libro donde se verán pasacalles de los
ocho tonos y de los transportados…” (1633).
En la Sonata K32 de
Scarlatti habita la habitual riqueza de motivos musicales de este compositor, su
invención rítmica y melódica, la habilidad casi diabólica en la utilización de
todas las capacidades del clavicémbalo.
Esta transcripción, aparte de los habituales escollos scarlattianos:
saltos de octava, arpegios complicados, escalas rapidísimas, aprovecha otra característica
del autor: esas células rítmicas que recorren la longitud de las sonatas, con
ecos del pulso de guitarra flamenca. De hecho, la influencia de los palos
flamencos es amplia en las “Sonatas”.
También se escuchó en este concierto la transcripción de una obra escrita por
Mozart con fines didácticos la “Sonata en
Do M K545, lo cual no la priva de ser una obra maestra, a pesar de ser denominada
como “Sonata Facile”. Enrike Solinís
posee una técnica envidiable, producto de muchas noches de falanges rotas y
yemas calcinadas por la cuerda. Esa clase de técnica que hace “que parezca
fácil”, que no es otra cosa que el trabajo a largo plazo. Toda una “Master Class”,
dinámica y certera, la de este interprete en la que se abarcó el mástil de cabo
a rabo: Trinos (temblores) ligaduras, vibratos, campanellas, con amplia
utilización de todos los recursos y técnicas disponibles, rasgados, punteos,
etc. Un concierto brioso, certero y pedagógico de la mano de uno de los mejores
interpretes del momento. No nos importaría que volviese.
*De nota habría sido poder escuchar el Lacrimae Pavan o alguna otra obra de John Dowland en las manos innovadoras de Enrike Solinís. Otra vez será.
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