No cabe duda que los
programadores del Festival Nacional de Teatro
Vegas Bajas saben lo que se traen entre manos. Ofertar una joyita como la Comedia
Aquilana de Torres Naharro, además en versión original; sin
adaptaciones desde castellano renacentista; es una empresa altruista (a la par
que osada) y algo para agradecer desde la perspectiva del espectador. Todo en
esta propuesta de Nao D´amores es una gozada estética y reivindicativa acerca de
esa etapa, solapada por el barroco, derramando la riqueza del verbo áureo y la
música de la época. Es por esto que se valora mucho más la dedicación y
esfuerzo de esta compañía, dedicada a la época renacentista (en lo musical y la
dramaturgia). El espectador avezado se asombrará, descubriendo que toda la gama
de personajes que, luego serán explotados hasta la saciedad en el siguiente
periodo histórico, ya están presentes en las páginas del dramaturgo extremeño.
El engaño, el enredo amoroso, el criado socarrón, los desencuentros de los
amantes, todo está ya perfilado y dispuesto para que la siguiente generación
teatral se empapara de estos precedentes y desarrolle el teatro del Siglo de
Oro. Habitados del espíritu del pintor italiano Giuseppe Arcimboldo, los
actores se visten con los esbozos florales manieristas de este autor. Deborah
Macias ha realizado unos diseños apabullantes donde se puede jugar con la
pareidolia y la ilusión óptica.
El texto del dramaturgo torreño
surge con naturalidad apabullante ¡Así se dicen los versos! Las inflexiones
vocales, los ritmos, el tempo, las intervenciones musicales, todo ellos
constituye un soberbio retablo barroco para uso y abuso del agradecido
espectador.
Ana Zamora ha buceado, con respeto
y fervor, en la Comedia del Arte. Si
aquella utilizaba máscaras carnavalescas, ésta juega con el vestuario floral,
conserva los recursos mímicos y sustituye las acrobacias por la danza. El resto
es común a su génesis italiana: las vicisitudes de los enamorados, la oposición
familiar, la intriga. El personaje del criado remeda el italianesco Arlequín. La criada Dileta, bien
pudiera inspirarse en la confidente Colombina.
No hay duda de las influencias del teatro visto por Naharro en la Roma de León
X, con rasgos de las representaciones “villanescas”, anticipando el género
barroco de la comedia palatina. El verso está pulido con respeto, buscando la
mayor comprensión para el público.
La obra se desarrolla sobre una
impactante escenografía de Ricardo Vergne, una mímesis de las escenografías que
portaban las compañías italianas, algunas con una cortina como único decorado.
Bartolomé Torres Naharro publicó
su primera versión de la Comedia Aquilana en los talleres del impresor Marcello
Siber, sobre el 1520, para representación privada (cortesana). Quizás fue
escrita en Nápoles o en Sevilla, escrita por encargo. Esta comedia “a fantasía”
pude basarse en un acontecimiento de carácter legendario, como fueron las
visitas secretas de Fernando de Aragón, disfrazado de criado, a Isabel la
Católica en la corte de Valladolid. Como curiosidad reseñar que cuando murió
Don Juan, el heredero, el humanista Ramírez de Villaescusa publicó una
imaginaria lamentación donde la joven viuda; tal y como hace Felicina en la
Jornada V; considera la muerte mediante, soga, despeñamiento, espada o fuego. La
falta de referencias sobre el acompañamiento musical de la obra original, no ha
sido problema para la sección musical de la compañía, que ha utilizado danzas,
canciones populares y melodías como La Spagna
(Danza Alta) del sevillano Francisco de la Torre (basada en el bajo compuesto por Josquin) La danza alta era interpretada por
instrumentos de vientos agudos y brillantes: cornetos, sacabuches, chirimías. A la manera de los ministriles,
las tres músicas se sitúan en uno de los extremos del escenario en
contraposición con los actores sentados en el vértice opuesto, formando parte del
argumento con gestos y movimientos.
El trío femenino peina diversos géneros; según
la información de Alicia Lázaro en el dossier de la compañía. Desde la cadencia
gentil de la pavana a las reminiscencias mudéjares del Caldibi Castellano (Calbi Arabi), la villanelle; un género de boga en el Cinquecento; la reconstrucción del romance del buen rey Don Bermudo o Pavana/Saltarello/Piva “Veneziana”,
de Juan Antonio Dalza, que escribía sus partituras en forma de suite (esta es
una de las obras más hermosas de la función). La agrupación musical extrae un sonido de
gran fidelidad histórica, consiguiendo fusionarse con el texto renacentista casi sin
percatarnos de ello, haciendo uso de instrumentos de la época: viola de gamba, órgano renacentista y diversas tesituras de flauta de pico. Comedia Aquilana
es un soberbio ejercicio renacentista, una pieza de orfebrería rescatada del
prebarroco, para uso y disfrute de los espectadores contemporáneos. No sólo
esto es lo que hay que agradeces a los componentes de Nao D´amores (esa divulgación lúdica y certera de la etapa cultural más arrinconada),
sobre todo hay que agradecer el “como”. Hay que celebrar el exquisito concepto
de la parodia, la fluidez del verbo, el control de la gestualidad, el placer
estético de su propuesta, el respeto por la instrumentación y la concepción
musical de la época. Comedia Aquilana es un hermoso bodegón renacentista.
Versión
y Dirección
Ana Zamora
Interpretación
Silvia Acosta
María Besant
Javier Carramiñana
Juan Meseguer
Belén Nieto
Alejandro Saá
María Alejandra Saturno
Isabel Zamora
Dirección musical
Alicia Lázaro
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