lunes, 15 de octubre de 2018

Contra la Democracia. El Grand Guignol como estética. Compañía Teatro del Noctámbulo. 37 Edición de Teatro “Vegas Bajas”


                               




 Contra la Democracia forma parte del corpus creativo de Esteve Soler, que subvierte la percepción que tenemos de las cosas y su interpretación, llevada a los límites. Tres obras en formatos de sketches, por desgracia, coyunturales y más cercanos a la realidad de lo que nos gustaría. Como hilo conductor y amalgama de la las historias los actores van introduciendo en una urna, tras su lectura, citas de grandes pensadores sobre la democracia y el funcionamiento de la sociedad. Sobre cada pieza flotan diversas influencias y referencias de las que han bebido. Desde el teatro del absurdo, que se puede peinar en el episodio de los vecinos que han olvidado contar, a el Grand Guignol anímico donde los padres tratar de hacer un ERE familiar con su hijo, el bretchiano ejercicio de eliminar la cuarta pared en el episodio de la mujer afgana, o esa distopía donde los padres tienen un  insecto-larva. Contra la Democracia es un contundente puñetazo en el plexo solar de la sociedad. Un texto y un montaje para nada complacientes, duros, ásperos, limítrofes. Un notorio ejercicio de incorrección política cum laude.

La sensación en el epílogo de esta negrísima propuesta, es de una incomodidad señera. Uno de esas invitaciones que consiguen que el espectador se remueva intranquilo y carraspee en determinadas escenas casi indigeribles. Un enorme esperpento contemporáneo con mucha mala baba, certero y profético. La compañía arriesga en un montaje difícil, nada complaciente y peligrosamente extremo. Un chute de adrenalina dramática directamente en vena. Ejercicio actoral, que se desenvuelve en una impactante escenografía distópica de Mónica Tejeiro y apoyado por la iluminación expresionista de Daniel Checa, en un difícil juego de personalidades que se solapan. Es para quitarse el sombrero. La brevedad de las transiciones, las personalidades tan distantes, la disgregación casi esquizofrénica de las voluntades, la versatilidad en el lenguaje gestual y la declamación llevan, detrás, muchas horas de insomnio y gargantas como papel de lija. Es lo que tiene el oficio, que lo difícil parece sencillo. Memé Tabares hace gala de un amplio espectro dramático. 
Navega por el esperpento con soltura para dar un salto mortal desde una velada mujer afgana; a la que debe interpretar tan sólo con el verbo; pasea por un costumbrismo del absurdo con esa mujer en pijama, que el vecino despierta a deshoras. Hay muchas tablas detrás de esa presencia escénica, de ese verbo modulado, de ese control de un fatum, aparentemente incontrolable. José Vicente Moirón no le anda a la zaga. La declamación, plena de matices, la proyección de voz;  especialmente en el scketch de la mujer afgana; clara e intensa, el lenguaje corporal, en su justa medida. Es a Marina Recio a quien le toca la parte más oscura y áspera de este espejo deformado. Dos difíciles instantes que maneja con naturalidad y mesura, pese a lo terrible de la situación del último cuadro con el rey Leopoldo II de Austria. Los roles de Gabriel Moreno le sientan como un guante, cambiando de registro con pasmosa naturalidad. Por esta obra planean, sin duda, las sombras de Kafka, Pirandello o las pesadillas de Poe. La dirección de Antonio C. Guijosa es certera y esforzada. 

 Los buñuelianos personajes adquieren vida, habitan, palpitantes, una realidad no tan paralela, arropados por una magnífica selección sonora (impagable ese Bang, Bang de Nancy Sinatra). Contra la Democracia es una hoja afilada (y necesaria) cortando la textura social que nos constriñe y encarcela. Un bisturí undenground , una oscura parábola, penetrante y cercana. Esta paleta cromática es sostenida  por el sólido elenco de esta compañía, que nos muestra el calidoscopio de un mundo desolador y desolado, pero sin adoctrinamientos ni dogmatismos. Apoyado en desnudez de la palabra. Un espectáculo osado, demoledor y necesario que remueve conciencias y solicita respuestas del espectador.


Traducción
Esteve Soler
Diseño de escenografía
Mónica Teijeiro
Diseño de vestuario
Rafael Garrigós
Selección musical
Antonio C. Guijosa
Diseño de iluminación
Daniel Checa
Caracterización y maquillaje
Pepa Casado
Realización escenografía
Scenik y Pinto`s Escénica de Acción
Realización vestuario
Luisi Penco y Laly Moreno
Ambientación de vestuario
María Calderón
Complementos vestuario araña
En la Chácena
Técnico de iluminación
Márcia Conceição
Técnico de sonido y Maquinista
Ismael Becerra
Fotografía
Vicente S. Román
Realización video
Emblema Films y Zagal Audiovisual
Diseño gráfico y cartel
Diego Pérez Aragüete
Ilustración cartel
Bárbara Sánchez Portillo

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