La agrupación dirigida por Filipa
Palhares comenzó este precioso concierto con la monodia del “Ave Maris Stella”,
dividiendo las voces en dos secciones, una de la cuales avanzaba desde el fondo
de la Parroquia de San Juan de Ribera, consiguiendo un efecto envolvente para
este canto de la Liturgia de las horas, de autor anónimo. Esta obra viene
acompañada de una curiosa leyenda. Cuando el gentío llegó a la casa donde se
hospedaba Santa Brígida con la intención de quemarla, la santa preguntó a
Nuestro Señor que debía hacer y éste le contestó que permanecieran en el mismo
lugar. “Reúnanse en grupo y y canten el himno “Ave Maris Stella” y yo os
guardaré de todo peligro”. Se utiliza para las II Vísperas y
El más antiguo registro conservado actualmente está en el Codex Sangallensis, un manuscrito datado
en el siglo IX y conservado en el monasterio suizo de San Gallen.
El título
"Estrella del mar", que aquí se aplica a María, procede de la
interpretación de un pasaje del Antiguo Testamento (primer libro de los Reyes)
en donde se describe cómo una pequeña nube se eleva sobre el mar y anuncia la
venida de la lluvia al profeta Elías mientras oraba en el monte Carmelo,
poniendo así fin a una larga sequía. Se aplica esta imagen a María, pues ella
anuncia la venida del Salvador, fuente que sacia la sed de Dios. El prometedor
inicio con la frescura de las voces del coro, el sólido empaste y las diversas
texturas que imprimieron al canto llano, no fueron sino el avance de un
exquisito programa. Bien elegido y mejor desarrollado. El homenaje al terruño
llegó de la mano del clérigo Juan Vásquez con enriquecedoras versiones de las
archifamósas obras “Con que la lavaré”
y “Duélete de mi señora” fácilmente
reconocibles para el público pacense, aunque la casquivana “Marizápalos” no guarde relación con lo extremeño.
Bellas intervenciones de las solistas, para la más famosa canción del XVII
español (con reminiscencias de folía), que Juan Cererols elevaría “a lo divino”
en “Serafín que con dulce armonía”. El arco temporal recorrido por el coro fue
amplio y celebrado por el público. “Veni
Domine” de Felix Mendelssohn es una envolvente melodía, plena de suaves
matices y texturas circundantes, que se eleva para llamar la atención del
Señor. Uno de los momentos más emocionantes fue la interpretación de Luvor, uno de los “Dois cantos espirituais da ilha da Madeira” del compositor y doctor en
antropología política Alfredo Teixeira.
“Cubana y Española” es un tanguillo español, transformado en habanera del
maestro autodidacta de Torrevieja, Ricardo Lafuente, ampliamente celebrada por
el público.
“Tundra” del compositor noruego Ola Gjeilo, donde las líneas
vocales (altísimas) son resueltas con precisión por las voces para definir un
frío invierno, con movimientos agitados del piano. Estamos ante una música coral
nórdica de excepcional belleza, llena de pureza y cautivadora. Y de texturas
vocales radiantes. Morten Lauridsen es el único compositor norteamericano que
puede definirse como místico. “Sure on this shining night”
(Tercer movimiento de Nocturnes),
es una obra serena, indefinible, cuyo lenguaje u estructura es elaborado por el
Coro Juvenil hasta extraer un material
fluido y contemplativo. Una verdadera oración a la naturaleza, en medio de la
cual compone este autor.
“Cinco canciones de amor
hebreas”, es una suite que es en sí una declaración de amor. Posee un intensa
conexión entre letra y música (los poemas estaban escritos por su novia) y está escritos en hebreo. “Temuná” es la primera
canción y hace referencia a la fisicalidad del amor:
Una imagen está
grabada en mi corazón
Moviéndose entre la
luz y la oscuridad
Una especie de silencio
envuelve tu cuerpo
Y tu cabello cae sobre
tu cara
Con algunas líneas homofónicas y en modo mixolidio,la
soprano en líneas altas, se expresa una melancolía y una sensualidad,
comunicadas por el ritmo, la tonalidad y el uso exclusivo de las voces de mujer
y voces blancas.
Comienza casi como una canción de cuna que evoca una
pacifica oscuridad.
Kalá Kallá significa “novia ligera” y es
un juego de palabras homófonas, que se le ocurrió al autor mientras su esposa le
enseñaba hebreo por primera vez. Es una hermosa postal de sílabas de nota única (la,la,la) alternadas
con ligados de notas múltiples, para expresar un contraste entre ternura y
alegría exuberante. Las dos caras del amor entre estas personas. La textura, la
armonía, la melodía y el ritmo también subrayan el contraste en el estado de
ánimo.
“The seal lullaby” está inspirada
en un poema de Ruyard Kipling titulado “The
White Seal”, oscuro y rico. Nada condescendiente con los niños, que no llegó
a cuajar con los estudios de cine (una pena), que decidieron hacer Kung-Fú
Panda. La canción de Eric Whitacre, iba a ser
banda sonora de una película de Walt Disney, que no se llegó a realizar. Cuenta
la historia de una foquita blanca (Coti), que quería salvar a sus hermanos, a
sus amigos... de los cazadores de pieles. Y ella, tenía miedo del hombre. Por
eso su madre le cantaba esta nana, The
Seal Lullaby. El resultado que obtiene el coro es de una armonía luminosa,
onírica, que solicita precisión, empaste y entonación certeros.
La aportación lusa al programa es “Marta”, una preciosa obra de Eduardo Jordâo. Uso del rubato en
una melancólica y tristísima melodía. Una de las obras más intensas y hermosas
del programa.
Marta, com todo o seu esplendor,
Farta de promessas de amor.
Marta, morta,
Vive a vida até morrer,
Mas morta por viver
“Jubilate Deo” de Jay
Althouse, (más conocido como arreglista) es una majestuosa fanfarria, de
conclusión triunfal. Sobre el acompañamiento percusivo del piano, se deslizan
frases flotantes y contundentes, con un concepto rabiosamente contemporáneo,
que coquetea con el godspell y el jazz.
John Rutter es uno de los más reputados compositores para música
coral. Amén de ser director de uno de las más brillantes agrupaciones: “The
Cambridge Singers”.
Rutter organiza la obra “Heavenly Airplane” (One of these
nights about twelve o' clock), en ritmos del rock and roll más clásico, con
reminiscencias jazzísticas del estilo de los años 20. A pesar de su concepto
melódico, se trata de una obra religiosa. Una canción popular de las
montañas Ozark de Missouri, recopilada por Vance Randolph en la década de los
30. El texto se encontraba en la clásica edición de W. H. Auden de “The Oxford
Book of Light”. Sin duda tendría su propia melodía, localmente optimista, pero
la actualización del texto lo convierte en un tren del evangelio, dentro estilo
de los 50. Forma parte de esa aspiración de los escritores espirituales
anónimos, que se dispararon más allá del mundo que conocían, buscando la tierra
prometida. Desde el cruce del “río profundo” hasta el carro de Elijah. La
melodía vocal está llena de notas “blue” y bemoles, sostenida por los acordes
básicos del rock temprano, con presunción estilística final, donde todos susurran
un enfático ¡Yeah! Un ejemplo de la versatilidad de este director y compositor.
El “espiritual” Shine on Me, un tradicional, arreglado
por el estadounidense Rollo A. Dilworth, fue la obra elegida para cerrar el
programa, con notable intervención de la voz godspell de la solista. Un broche
de oro para un programa certero, ecléctico y ampliamente celebrado por el
público.
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