lunes, 10 de febrero de 2025

Como reinas. Wild Oast. 2016. Dos mujeres en Gran Canaria

 

Es un disfrute para el espectador visionar películas de estas características. Dos actrices en estado de gloria (viejas glorias, si se me permite el juego de palabras.), un ramillete de secundarios notables y una isla. La química entre las dos actrices, que son como el vino, dos talentos plenos de experiencia  que agradecen la posibilidad de interpretar ya que se escriben pocos papeles para actrices con  sus edades. No estamos ante un film ambicioso, se trata de un  jugar en el terreno de la comedia de situación y dejar disfrutar a las protagonistas con aire de telefilm. Una reflexión sobre el periodo final de la vida y el rejuvenecimiento del cuerpo y alma. Dos viudas se dejan llevar por un error en un talonario del seguro de vida del marido de uan de ellas y terminan en Canarias volviéndose un poco locas y dejando atrás sus vidas anteriores.

Dos melancólicas Thelma y Louise se deciden por dejarse llevar por la belleza de la isla y las situaciones que se les van presentando. La línea de meta está al final y no quieren esperar a que ella se aproxime. Por ello, las protagonistas de Como reinas (Wild Oast. Andy Tennant. 2016) se aproxima a los de El exótico Hotel Marigold (The Best Exotic Marigold Hotel. John Madden. 2011), así como en la suavidad del humor propuesto y la calidez. El ambiente antisistema es bastante light, propone arriesgarse en la vida, ir contracorriente, peri sin ningún tipo de connotación que no sea vital. No hay otra ideología que el Carpe Diem. Aprovecha el instante (y con mucho humor). Es difícil que el cine hollywoodiense se decante por comedias románticas con mujeres de determinada edad. Máxime cuando ambas han sido (y retienen) un poderío sensual en sus carreras en pantalla.

Instaladas en la Suite Presidencial del hotel, comienzan a realizar gastos desmesurados que preocupan y hacen saltar la alarma a la compañía de Seguros que debe enviar al agente Vespucci (Howard Hesseman) para evitar el desastre. El cliché sobrevuela, desgraciadamente, el desarrollo del guión. El dandi escocés, interpretado por un envarado e hierático Billy Connolly y el efebo Chip (Jay Hayden) no están al nivel interpretativo de dos veteranas como Shirley MacLaine y Jessica Lange

Demi Moore se presente en un papel bastante innecesario y Santiago Segura propone un toque castizo-casposo, casi interpretándose a sí mismo como. Un mafioso-pobre diablo (a partes iguales). La comodidad en este tipo de papeles de MacLaine es patente, fluida y se agradece por parte del espectador.


El director ha optado por un formato de telefilm de sobremesa que, en manos de otros intérpretes, quizás hubiera devenido en olvidable propuesta. Decide quedarse en la superficie sin pulir para adentrarse más dramáticamente en profundos problemas humanos que estas actrices habrían solventado con soltura y profesionalidad. Elige el formato olvido y dejar a medias casi todas las expectativas con el material que se le iba presentando. Los espectadores de Elsa & Fred (Michael Radford. 2014) echaran de menos el derroche de talento de McLaine cuando tiene delante un proyecto, pero no estamos ante una película para mitómanos. El director no logra mantener un tono consistente, pero el problema principal se encuentra en el guion. No hay posibilidad de superar un guión tibio y poco ambicioso por muy enormes que sean las actrices y muchas carne que echen en el asador. La relación y complicidad entre las dos amigas no se aproxima ni remotamente a las excelentes performances de en la soberbia serie Grace and Frankie (Marta Kauffman. 2015). Ni siquiera la broma de que el hombre joven que intima con Maddie (Lange) tenga como película favorita El Graduado (The Graduate. Mike Nichols. 1967) tiene un sesgo irónico. Tennant se deja llevar por un argumento ligeramente tedioso, con profusión de tropos, lugares comunes y escasa habilidad para explotar los personajes masculinos. Ciertamente algunos momentos están conseguidos con instantes agridulces como el inútil intento de contactar con el contestador automático para devolver el cheque o el regalo de un botón del pánico para el servicio de ambulancias. Un instante que nadie desea y que McLaine solventa con profesionalidad. Es preciso reseñar un más que correcto cameo de Tony Acosta.

Las localizaciones de Gran Canaria pasan por el Hotel Lopesan (Costa Meloneras) y su arquitectura colonial, del que vemos la Suite Presidencial. También visualiza la Infinity Pool, El restaurante Ambassador, el Bar Arenal. La cámara navega por diversos paseos y plazas de la isla. La Casa de Colón y la Ermita de San Antonio también están presentes en la pantalla, así como la playa de Maspalomas, el campo de golf de Bandama (que aparece como cementerio de Illinois) o el Gabinete Literario o el histórico barrio de la Vegueta o la Plaza de Santa Ana pueden ser disfrutadas por los conocedores y habitantes de la zona. También hay escenas en la Casas Suecia y en la finca de Osorio, en Teror. La propia MacLaine ha relatado recientemente en su libro Above the line: My Wild Oats experience:

"Pero es que había algo en aquel guión, en mí, en esas islas (Canarias), en la propia magia que desprendía la película, que nos empujaba a seguir adelante".




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