La última aportación del más
americano de los directores franceses deviene en ridículo thiller scifi, con
esforzados intérpretes, desperdiciados entre la pirotecnia y el exceso
conceptual, sin que la estimulante presencia de la señorita Johansson, salve
del naufragio la incoherencia narrativa y el dislate formal. Desde los
ridículos insertos: vía Discovery Channel, hasta la violencia chulesca e
innecesaria de producción menesterosa, para desembocar en un final mostrenco y
ruborizante. Ni siquiera la presencia icónica de Morgan Freeman; omnipresente
en tantas producciones que en aquellas películas donde no forma parte del
elenco, el espectador se pregunta si se habrá equivocado y estará en el teatro;
consigue salvar o canalizar este despropósito. Desaprovechado también el
camaleónico Choi Min.Sik (Old Boy, Mr. Vengeance, Encontré al Diablo) como un
malo de manual, sin aristas, perfiles ni opciones de interpretación. El diseño
lisérgico de un film, que parece rodado estando en ácido, provoca irritación,
especialmente esa ridícula escena con la señorita Johansson convirtiéndose en
un ordenador de última generación, como adivina milagrosamente un Morgan
Freeman desnortado. Ni funciona como thriller, ni como mensaje seudofilosofico
new age. La lluvia de efectos especiales termina por agotar y no oculta un
inexistente contenido dentro del envoltorio. Salvando las secuencias de acción
pura y dura donde Besson demuestra su dominio del género, el resto del desatino
que desemboca en un "deux ex machina" con claros referentes (Scanners, Tetsuo, El
Cortador de Cesped) y, por supuesto: Sin Límites de Bradley Cooper, o el Trascendente con Johnny Depp. Aquí el
espectador se pregunta si la droga que ha producido esta alteración en la
protagonista, también ha sido ingerida por el director.
El papel de Freeman es
el de un prescindible maestro de ceremonias que nos va explicando lo que ya
estamos viendo. Esta salida de tono del otrora director de obras como El Gran
Azul, Nikita, El Profesional, está arropada musicalmente por su músico de
cámara: Eric Serra. Partitura donde la electrónica y los sintetizadores campan
a sus anchas en una obra difícil, dado que el argumento no permite desarrollar
melodías propiamente dichas al que fue premio César por la banda sonora de El
Gran Azul. Destacar la voz femenina coral de Melt Into Matter. Con la misma formalidad científica
que una predicción de la bruja Lola y un guión escrito por Chiquito de la Calzada , los insufribles y
prescindibles primeros planos de la protagonista no captarán siquiera la
atención de los Johansonfílicos que no desean ver a su musa en aquestas lides. Aventuremos la posibilidad de que Morgan Freeman esté endeudado con alguna
mafia, y se vea obligado a aceptar este tipo de papeles surrealistas (en el
sentido patético del término).
Deudora del anime (Elfen Lied) mas desquiciado, este
pastiche de filosofia de saldillo, interpretaciones robóticas, carente de
pudonor, con Freeman rememorando su Secretos del Universo, deviene un Matrix
descafeinado y liofilizado. El resultado hace desear el regreso del director de Angel-A, La Fuerza del Amor, El Quinto
Elemento, incluso la relamida Juana de Arco o Transporter. Que se olvide de hacer cameos (es uno de los
médicos en la película) y retorne al cine. Aunque sea con sus heroínas de
diseño de los 90, implacables y justicieras. No este mejunje descafeinado, que
no satisface ni a los numerosos adoradores de Scarlett, y que deja a Freeman
preguntándose ¿Qué he hecho yo para merecer esto? La protagonista desarrolla
entre otros increíbles poderes (hasta convertirse en una suerte de Dr Manhattan
de Allan Moore) la memoria infinita en un giro borgiano a Funes el Memorioso.
El espectador deseará acceder al olvido infinito tras su visionado.
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