Hubo un tiempo en que los
derechos de la infancia eran agua mojada, tiempo en que la miseria obligaba a
los padres a alquilar a uno de los hijos para salvar a otros. Una generación
condenada a malos tratos en manos de facinerosos, esclavitud que hoy en día no
ha desaparecido. Las multinacionales y grandes empresas, utilizan a niños
trabajando en condiciones inhumanas en los paises del tercer mundo para
abaratar el coste de sus productos, que después compramos amablemente en
nuestro primer mundo.
“Los
Hermanos Negros” es una novela de Lisa Tetzner que ha servido de lectura
a varias generaciones de niños suizos. Lisa Tetzner tuvo que sufrir en sus
carnes el enfrentamiento a la perversa ideología que imperaba en Alemania (se
exilió en 1933), fijando su residencia en Suiza. Está considerada una de las
mejores cuentistas alemanas. Precursora de la literatura infantil antifascista
es autora de una visión en nueve tomos sobre la vida infantil cotidiana en
medio de una Alemania sometida al terror: “Los
Niños del nº 67. Una Odisea Infantil”. Basaba sus escritos en
situaciones reales, en fragmentos de tiempo. En intensas microhistorias que
reflejaban la influencia de la sociedad, y las circunstancias sobre el ser
humano. Herman Hesse la consideraba “la mejor narradora de cuentos alemana”
Para pergeñar su narración, la
autora se inspiró en la crónica titulada “Pequeños Esclavos Suizos”, donde se contaba la
experiencia de niños que; a mediados del XIX, eran vendidos por su familia como
aprendices de deshollinador. Procedían de las más humildes aldeas de montaña.
La enfermedad, desnutrición y duras condiciones de trabajo, influían en la alta
mortalidad de aquellos escuálidos infantes en régimen de semiesclavitud. El
resultado es un “tocho” de quinientas páginas, publicado en 1940. La historia
de Giorgio (Fynn Henkel), forzado a abandonar su casa y marchar a Milán, para
pagar las medicinas de su madre, ha cautivado a generaciones de niños suizos.
El mundo que ya planteara Dickens en su “Oliver Twist” fue una desconsolada
realidad para estos muchachos. Publicado en 1961 por Editorial Noguer (Colección
Mundo Mágico), y calificada de “folletinesca”. Con más de quinientas páginas,
no cuajó demasiado en un país que vivía también una negrísima situación
soterrada. Una España garbancera, con olor “a cerrado y sacristía”, donde
todavía mangoneaba el fulano de la voz atiplada y silueta feminoide.
En 1973 se
descataloga y pasa a ser la historia de un fracaso. Una novela que no pudo
triunfar por la extensión del texto, o por la excesiva protección hacia los
niños a los que no se deseaba este tipo de lecturas (pobreza, muerte,
esclavitud) No se aprovechó durante la eclosión de Novela Histórica en los
Noventa, ni en la literatura “comprometida” de los ochenta. Una lastima.
Ciertamente no faltan reminiscencias de libros como “Corazón” de Edmundo de
Amicis, donde abordamos la también conocida, y triste, historia de Marco (De
los Apeninos a los Andes) en busca de su madre. A pesar de su crudeza; por el
camino se van quedando los amigos; a pesar de la enfermedad, la miseria y la
dura visión de un mundo adulto sin escrúpulos, en “Los Hermanos Negros”, queda
un lugar para la esperanza.
Hay un tono mucho mas optimista que en los relatos de realismo social de Dickens. Hay fe en un futuro mejor, hay fe en la amistad más
allá de las humillaciones a que son sometidos. No olvidemos que se trata de un
libro destinado al público infantil.
El ilustrador suizo Hannes
Binder, trasladó la obra al lápiz. Binder es conocido en nuestro mercado por su
obra “El Viaje de Kuno” (Editorial Libros del Zorro Rojo. 2008), una narración
iniciática y poética donde Kuno, montado en su patinete viaja hacia el Polo
Norte, y que atrapa por lo no narrado. Acostumbrado a la adaptación de obras
literarias, especialmente del género policíaco.
Binder nos muestra en sus
dibujos lo imaginado por Tetzner: valles profundos y feraces, ríos caudalosos,
la hermosa catedral de Milán apuntalando el cielo, la negritud de las chimeneas
(y del alma humana), el mercado colorista y bullicioso, el grito de los
deshollinadores ¡Spazzacamino!, para abrirse paso en las entrañas de las
chimeneas hasta mediados del siglo XIX. Este género a caballo entre el comic y
la novela, utiliza la fuerza del blanco y negro para potenciar el dramatismo,
recreando la técnica del grabado describiendo la época con exactitud, aún a
costa de mutilar los textos por razones de extensión. La Novela Gráfica
obtuvo diversos premios, debido a su trabajo de documentación y su excelente
ejecución. Los “Kaminfegerbub” se unen en una necesaria cofradía para
defender sus intereses frente a la banda de “Los Lobos” que les extorsiona. De
esta sociedad secreta surge un profundo sentido de la camaradería, la amistad y
la lealtad, que les hace más llevadera su triste realidad. La muerte de uno de
los deshollinadores reconcilia a los dos grupos frente al enemigo común. La
obra ha sido adaptada a serie televisiva de gran éxito en seis capítulos, al
anime (Blue Sky de Romeo) e incluso al musical en el año 2007. En 2012 el
director suizo Xavier Koller, comienza a filmar su versión de esta obra
literaria. Koller obtuvo el Oscar a la Mejor Película
Extranjera en 1991 por su obra “Viaje a la Esperanza ”, un manifiesto sobre la emigración y
la discriminación. Como curiosidad reseñar que le arrebató el premio a la
excelente Cyrano de Bergerac, interpretada por Depardieu.
Para la versión cinematográfica,
el director acorta notablemente la novela, eliminando bastante intensidad
dramática, y dotándola en su segunda parte de un espíritu leve para no cargar
las tintas en exceso. Claramente dickensiana en su sólida primera parte, el
enfoque hacia un público juvenil (Jugendbuch), deslíe el mensaje social y trata
de llenar de optimismo el desenlace. El diseño de producción es notable y la
recreación atmosférica introduce en un mundo saturado de hollín y negritud. De
hecho en la edición española de la novela, se les denomina la banda de “los
caras negras”. En algunos instantes hay reminiscencias visuales de aquel “Oliver
Twist” desarrollado por Polansky, pero gravita la sensación de cine pasado de
moda, de hallarnos en alguna de las películas (mucho más correctas
políticamente) del David Lean de “Cadenas Rotas” o “Oliver Twist”. El argumento
bascula hacia un optimismo vital, donde pequeños Robin Hood luchan contra la
injusticia, y la amistad puede conseguirlo todo. Incluso los personajes
negativos pierden fuelle, para convertirse en anecdóticos (incluso patéticos).
Está claro que el autor no desea cargar las tintas y presentar un optimista y
bienintencionado argumento para jóvenes, que se agradece en medio de tanta
distopía violenta y tantos futuros alternativos preñados de violencia.
Vértice
fundamental de este drama dulcificado es la amistad del protagonista con
Angeletta (Rubi O. Fee), la hija del hombre que lo emplea. Una amistad tierna e
inocente, que en la novela original culmina con la vuelta de los protagonistas
casados, ejerciendo Giorgio de maestro, final que se nos escamotea en el film.
También el maestro que los ayuda en la novela genésica, es cambiado por un
sacerdote en el celuloide. Quizás no válido como drama social al uso (está
claro que no es un producto Loach, Buñuel o Moore ) resulta un agradable fresco
histórico para todos los públicos. Para
ello ha sido preciso eliminar los tintes más morbosos y la violencia explícita.
Incluso el episodio del ahogamiento de los muchachos en el barco que los lleva
a Milán, es tratado como algo lejano, fuera de campo, sin profundizar en el
drama. Literatura y cine profundamente alejados de las superproducciones al uso
para público juvenil y que inciden en sentimientos, experiencias vitales
(fraternidad, solidaridad), antes que en pirotecnia y efectos especiales.
Destaca la división radical entre los dos mundos a nivel visual y fotográfico.
Las apestosa negritud de las chimeneas, los inhabitables e inmundas casas,
frente a los paisajes del Tirol, el hermoso lago Kaltem, Rovereto o Neumark.
Xavier Koller dota el film de excesiva corrección política, de una visión
dulcificada para el público receptor del mensaje, lo cual da como resultado un
aroma demodé, casi de años 80.
La apuesta por un humor inofensivo;
excesivamente pueril; contrasta con la trágica desolación de la historia. Las
interpretaciones sin ambivalencias, casi planas, con el fin de no chirriar
demasiado. Los espectadores más jóvenes están preparados para recibir productos
de mayor calado social. De hecho el activismo político y social de los autores
del texto, requería una profundidad social de la que carece la película, mas
orientada a un concepto “disneyano” de la realidad, con simplificación de los
arranques de nobleza y un exceso de sentimentalismo. No cabe duda de que hay
oficio en el texto fílmico, que el film es equilibrado, pero se echa de menos
algo de carne en el asador. Un homenaje más intenso, para dos autores que han
cubierto la vida de dos generaciones con sus libros de crítica social. A
destacar la interpretación de Moritz Bleibtreu en el papel del traficante de
niños; claramente dickensiano; aunque el resto del elenco (con la excepción de
la deliciosa Angeletta, de una naturalidad pasmosa), peca de cierta falta de
carisma para la enjundia del argumento. Una página de la crónica negra en la
historia de Suiza. Las escobas humanas, escuálidas y sometidas a la inhalación
constante del hollín que los enfermaba o mataba.
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