Toma su nombre la agrupación, de aquella música “inventada”, cuyas notas quedaban al margen de la “música vera”, según el hexacordal sistema guidoniano. Estas inflexiones deben ser añadidas por los propios ejecutantes, una vez deducidas del contexto musical. El uso actual del término se halla bastante alejado de los teóricos medievales y requeriría un foro distinto para su aclaración. Baste reseñar que en aquella época el entrenamiento a que se sometían los cantantes; en un ámbito donde las variaciones, el adorno y las improvisaciones eran elementos importantes; quizás hiciera innecesarias la colocación o anotación de las alteraciones. El título del concierto está tomado de una o del las obras del repertorio del grupo: Music for a while, del compositor barroco Henry Purcell. Una obra incidental compuesta en C minor para teatro musical. El segundo movimiento de Edipo (John Dryden y Nathaniel Lee. 1692), que solicita arreglos para teclado solo y violín (en esta caso viola) ya que originalmente fue compuesta para voz y un atípico bajo continuo de tres compases. La soprano desarrolló esa “pintura de palabras” tan cara al corpus purcelliano, unas partituras con uso amplio del melisma y que en la época barroca no tenían ninguna marca dinámica. El clave imitaba la línea vocal en ocasiones. Music for a while requiere una cierta cadencia melancólica y suavidad para sus frases caídas, sus teclas menores y su tempo lento, con compases de dolor o angustia, que Purcell obtenía con sus intervalos de semitono y disonantes. Hermosos esos melismas que pintan largamente la palabra “eternal”, o ese atrevido acorde Mayor (tierce de picardies) para colorear el La menor. Una tercera de picardía para destacar el uso dramático de la palabra “snakes”, con juego de mordientes, notas de gracia y appoggiaturas, línea vocal silábica y demás parafernalia purcelliana. Curiosamente esta obra construida sobre el ostinato (hay un ascenso cromático que modula en su sección central, describe como el espíritu sale de la tumba), fue corregida por los primeros editores. Estos juzgaron que las disonancias que se escuchan sobre la palabra “eternal” era un error del compositor. Límpido uso de adornos y largos aplausos tras el acorde arpegiado extendido al final.
El
Prólogo de la Música (L´Orfeo) de Monteverdi, sirvió de apertura de un
concierto de querencia barroca, con reposada visitación del pacense Juan
Vásquez que da nombre a este ciclo, que el Instituto Extremeño de Canto y
Dirección Coral regala a la ciudad cada año.
Una hermosa
obra donde Monteverdi se muestra libre ante la agitación estética de su época.
Preludio de la ópera, cuando aún el género dramático es apenas un canto hermoso
con acompañamiento instrumental. Aquí, el maestro italiano cristalizó la
esencia misma de la ópera, con todos sus posteriores estilemas. Monteverdi hace
intervenir a la Música en
un aria estrófica con ritornello, que la soprano definió con diáfana estructura
en sus affettis, donde
cada estrofa utiliza el mismo material musical. Para este texto, el compositor
dejó ciertas indicaciones para los affettis del
texto, pero nada para el continuo.
Bárbara
Strozzi es una compositora que se incorpora a los conciertos con pleno derecho.
La “dama de la cantata barroca”,
que supo pujar en un mundo donde el patriarcado era la marca de la casa,
destiló sensibilidad y expresividad en su obra, llegando hasta ocho libros de
música, consiguiendo figurar en las antologías de la época. Ella fue una de las
primeras compositoras seglares de Europa.
“Che si puo fare” es un aria a una voz
(Sexto Volumen. Venecia 1664). Strozzi fue creadora de diversas cantatas
profanas de escuela veneciana, género en el que la compositora se postula como
una de las posibles inventoras. Hay que agradecerle a Giulio Strozzi la
educación musical de su hijastra, que produjo obras de tan enorme belleza y elegancia.
Poemas de amor de corte marinista, con secciones de recitativos, airosos,
arias, y largas secciones melismáticas, influenciada por la Seconda prattica. Para esta obra, Strozzi
musicó el poema del libretista italiano Aurelio Aurelli. Con disonancias
cuidadosamente manejadas, un sentimiento medido, con varios ritornellos misturados dentro de las
líneas vocales, ornamentaciones y repeticiones.
De lenta
cadencia y melismas amplios, la obra fue desgranada por María Chiara Gallo con
amplitud de rango y exquisita sensibilidad. Con ese recitar cantando que
solicita elegancia, melancolía y suavidad en los modos.
Che si può fare?
Le stelle rubelle
Non hanno pietà.
Che s’el
cielo non dà
Un
influsso di pace al mio penare,
Che si
può fare?
Detta La
Bernardinia es una “canzona”
(8.02ª. 1 Libro delle Canzoni. 1628. Rome: Giovanni Battista Robletti) del
organista Girolamo Frescobaldi, uno de los inventores de la concepción moderna
del tempo, influenciado por Gesualdo tempranamente. Esplendida digitación y
expresividad en la viola barroca para estas variaciones lúdicas y alborozadas.
El clérigo
pacense Juan Vásquez estuvo representado por dos obras, los villancico “Con qué la lavaré” y Si n´os uviera mirado. El ascetismo
y la gravedad renacentista del clérigo y sus formas colindantes con la cultura
popular, contrastan sobremanera con la textura armónica barroca del resto del
programa. Vásquez siempre obtiene mejores resultados sonoros a quattro, con su querencia por la redonda
como unidad del tactus.
La sonata “La Desperata” (A 2. Libro Quinto) recibió
numerosos aplausos por ese dialogo certero, hermoso, técnicamente impecable
entre el cálido sonido del violín barroco y la tenue melancolía del clave.
Carlo Farina fue un renovador que introdujo una serie de nuevas ideas en el
instrumento, incluidos sonidos de animales en “Capricio Stravagante”
Música
Ficta efectuó
un salto sin red cuando; desde la solemnidad del villancico renacentista; llevó
al público hasta el barroco británico más arrebatador del más grande compositor
de la isla: Strike the viol.
(Come, ye sons of
art, away, Z323 no.5.Birthday Ode for Queen Mary, 1694). Aria de la Oda para el
cumpleaños de Queen Mary, 1694, V-Countertenor solo y ritornello: Golpea el viol, toca el laúd, con textos
de Nahun Tate. Publicado en Orpheus
Britannicus. La cantante fraseó su fascinante melodía, compuesta
sobre un bajo continuo de dos compases. Una obra en ¾ que solicita respiración
ajustada, fraseo certero y ritmo ajustado, hasta culminar en la blanca con
puntillo final.
Para más información
el interesante estudio “Robert Pindar,
Thomas Busby y la misteriosa puntuación de ‘Come Ye Sons of Art’ de Henry
Purcell”, sobre la manipulación efectuada por Pindar en las obras
de Purcell.
Händel
sirvió de colofón al concierto con varias obras vocales. El aria para
contratenor “Bel Contento”,
perteneciente a la ópera Flaviosirvió
para que la mezzo luciera gran agilidad vocal y amplio rango. Estas arias
comenzaban a ser compuestas para lucimiento de los cantantes, con profusión de
adornos. “Flavio, rey de los longobardos”,
no resultó del agrado del público londinense, acostumbrado al drama en estado
puro, por sus interludios cómicos. No fue rescatada hasta 1960.
De la ópera
Rinaldo, la agrupación interpretó Ogn´indugio
dún amante.(Acto I. Escena I. Rinaldo es una ópera en tres
actos que contiene una de las arias más bellas de la historia: Lascia
ch´io
pianga. Como toda la producción de esta época algunos papeles eran escritos
para la tesitura de los castrati. Las coloraturas en Händel no son gratuitas,
todo cumple una función. Incluso, en la época estaban contadas las notas que
debían interpretar cada voz para que el primo
uomo y la prima donna,
pudieran cantar el mismo número de notas. Todo sometido a unos códigos muy
precisos.
Después
vendría la bellísima obra: “Thou art gone
up on high”. Perteneciente al oratorio “Messiah” (Messiah, HWV 56, Pt.
II: 36. Air.) Se hace referencia a Pentecostés de manera bastante indirecta,
sin nombrar al Espíritu Santo. “Has subido a lo alto” del Salmo 68 (Salmos
68:18) refleja “regalos para los hombres” y “para que Dios pueda habitar entre
ellos”, expresado en 3/4. Originalmente escrito para bajo, Handel reescribió el
Air en Londres en 1750 para el castrato Gaetano Guadagni. las ediciones
anteriores (Novello, Best y Prout) le dan este aire al bajo, en re menor; la
edición actual de Novello de Watkins Shaw, así como la edición de Bäreneiter de
John Tobin y la edición de CF Peters de Donald Burrows le dan el aire a Alto
(en re menor) y también ofrecen transposiciones para soprano y bajo
Como
colofón, “Música Ficta” ofreció
una cantata italiana del mismo compositor, dando una vuelta de tuerca desde la
religiosidad e intensidad del Messias,
al género profano que se consumía en academias y casas nobiliarias. Un hermoso
ejemplo de vocalismo barroco.
Mi
palpita il cor. (Cantata HWV 132C). Händel ajustó el texto de esta cantata
unas cuatro veces y fue originalmente compuesta para acompañamiento de oboe y
flauta. Después de un intenso recitativo “Mi
palpita il cor”, la intensidad decae, dejando paso a la melancolía
lenta del Aria para
culminar en otra mucho más convulsa. “Ho
tanti affani in petto”. Estas cantatas ofrecen un entrenamiento
vocal de alto nivel, con adornos vocales, alta energía.
A diferencia
de otros autores, Händel no refleja en estas cantatas la tendencia al virtuosismo
que si vierte en sus óperas, aunque no evite los melismas vocales y el
tratamiento del continuo, siguiendo el estilo concitatomonteverdiano. Con trinos dilatados, notas rápidas
y airosas para ese “alma agitada” a que alude el texto.
Mi
palpita il cor,
né
intendo perché?
no
entiendo por qué,
gitata è
l’alma mia.
Excelente
conjunción y sonido diáfano. Espectacular cromatismo en el último bloque del
concierto. Para instrumentos como el clave, que no puede sostener acordes
largos, debido a que la pulsación de la tecla decae rápidamente y la menor
potencia sonora del violín barroco frente al tradicional, resulta difícil
expresar todo el ardor que requiere la textura cromática barroca. Pero “Música Ficta” extrae paisajes sonoros
notables de ambos instrumentos. Una cualidad que; sumada a la articulación
clara y timbre cálido, junto a la forma de decir los textos de María Chiara
Gallo; les convierte en fieles y efectivos transmisores del corpus haendeliano. Al finalizar el concierto,
el comentario generalizado era esa capacidad de hacer parecer fácil lo difícil.
Una rara simbiosis que en escasa ocasiones se puede disfrutar. O se tiene, o no se tiene. La agrupación
de Raúl Mallavibarrena la posee con creces.
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