Azahar Ensemble. XI Ciclo de Música Actual
de Badajoz. De la textura como estética
Roberto Gerhard fue un autor
heterodoxo y cosmopolita. No satisfecho con la música nacionalista de su época,
viajó hasta Austria para encontrarse con Arnold Schönberg, que estaba
revolucionando la música europea y quedó cautivado por sus enseñanzas. Su obra
orquestal ha eclipsado la música de cámara, donde escribió algunas obras
maestras, en las que su riguroso sentido de la forma está ausente casi por
completo.
Para su Quinteto de viento,
emplea por primera vez la técnica serial, aunque no dodecafónica, con una clara
influencia de Schönberg. Hay fuertes inclinaciones homofónicas. Sin ser tonal
en la estructura general, lo es en los pequeños detalles. Deudora de la
tradición vienesa de la sonata, pero invadida de inflexiones de la música
popular española. Esa obra fue entregada a Schönberg por al autor como trabajo
de fin de curso y fue blanco de la crítica por su radicalidad.
El compositor
defendió en un artículo la superación de los posicionamientos estéticos
trasnochados y provocó un escándalo. Estamos ante una obra de estructura formal
sólida con la horma plástica del modelo vienés. Los dos primeros movimientos
están gobernados por una misma serie de sonidos (enfrentándose a la teoría de
Schönberg). En el tercero y cuarto los procedimientos de construcción melódica
pasan a un segundo plano. Además introduce un pequeño motivo extraído de La
Consagración de la Primavera.
El color instrumental que
solicita la partitura, es recreado con precisión por Azahar Ensemble, así
como los aspectos rítmicos de eso que se
definió como “dodecafonismo mediterráneo”. Encontramos el uso de acordes
repetidos de función climática y reminiscencias folclóricas; no tomadas de
ningún cancionero; insertadas en el entramado serial. Esto se ve claramente en
la sección del trío del tercer movimiento, donde el oboe desarrolla la melodía
de carácter popular, doblada por la flauta en tercera menor superior.
Claramente recurso popular. Se puede considerar este quinteto como una
inflexión y una declaración de principios del autor, ante una etapa
caracterizada por la individualidad estética, que convierte esta obra en
paradigma de la modernidad.
Un Tápis. Unicornio (2015) es la
obra basada en el famoso tapiz de La Dama y El unicornio, en el cual se inspiró
el multipremiado compositor Joan Magramé para componer expresamente para el
Azahar Ensemble. Comienza con una cadencia etérea, misteriosa, complaciéndose
en notas largas, conduciendo hacia un espacio sonoro creciente, que no trata de
transmitir ideas, sino elaborar imágenes sensoriales a partir de nuestra
tradición cultural. El juego instrumental es evocador, de gran equilibrio, con
gestos melancólicos. Con algún instante que bebe directamente de una danza
cortesana. El epílogo retoma, tras un crescendo, el equilibrio del prólogo,
conduciendo a un estado de sorprendente quietud. Agonizando de nuevo en notas
largas. Toda la obra es un delicado tapiz sonoro en si mismo, que diluye la
individualidad del instrumento y lo convierte en textura plural.
Del compositor palentino Santiago
Lanchares, el quinteto interpretó “El Sueño de Sapur”, un encargo
del CNDM. La obra de estreno es un
encargo del Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) que participa con la
Sociedad Filarmónica de Badajoz en la producción del XI Ciclo de Música Actual
de Badajoz. Este ciclo también cuenta con el patrocinio de la Junta de
Extremadura, Diputación de Badajoz, Fundación CB y Fundación Ibercaja.
Una obra de gran sensibilidad,
con motivos y modos arabescos, que está dedicada al walí persa de Badajoz, considerado como un
protector de las letras y las artes. La interpretación recibió numerosos aplausos
de un público entregado y agradecido por el motivo pacense que inspiró la obra.
Carl Nielsen es un compositor
conocido por sus sinfonías. El Quinteto
Op. 43 es una auténtica obra de
madurez. Destacar la claridad deslumbrante de la flauta (Frederic Sánchez
Muñoz) y esa alegría con que irrumpe tras la presentación del tema inicial. El
fastuoso timbre galánico del oboe de María Alba Carmona Tobella de breves
salpicaduras. Miquel Ramos Salvadó, extrae dibujos del clarinete, que reparte a
lo largo y ancho del registro, concibe rúbricas volubles, zigzaguea. Desde la
trompa de Antonio Lagares Abeal, surgen recuerdos vagos. Entra la
melancolía, la trompa trae consigo
recuerdos entre venatorios y taciturnos.
Más adusto, el fagot de María
José García Zamora, combinando timbres y armonías en un rico cromatismo, no
exento de cierta humorada, para este diálogo psicológico entre cinco
personajes. En cualquier caso, obra de absoluto dominio formal. El tema de las
variaciones es la melodía del coral “Min Jesus lad mit hjerte få”,
desarrollado de una forma peculiar y alegre, entre seria y elegíaca, hasta el
suave epílogo con ese indudable tempo de solemnidad que solicita una ceremonia
religiosa.
Azahar Ensemble finalizó el concierto regalando un hermoso arreglo
del Oblivion, del argentino Astor Piazzolla, donde demostró una vez más su
capacidad para lograr un rico empaste y un cromatismo homogéneo en instrumentos
de timbres tan disímiles y autónomos.
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