Acompañaba la noche. La brisa llegó antes que la música, afortunadamente, y fue bajando la temperatura al tiempo que subía la del escenario.
Quedo claro porque Pablo Alborán se encuentra entre los autores-cantantes más escuchados. El espectáculo que ofreció en el Alcazaba Festival fue un derroche de talento y espectacularidad.
No solo demostró tener un rango vocal envidiable, con un controlado fiato, sin perder el aroma flamenco en sus composiciones, y tremendos agudos. Pero es que además se mueve por los bajos con soltura y duende.
Alborán sabe meterse en el bolsillo a un público (ya entregado de antemano). Lo hace con unas letras elaboradas y cuidadas, combinadas con variedad de estilos y ritmos, aires flamencos, pop latino, rock, balada romántica.
Todas fueron desgranadas en el irrepetible escenario de la Alcazaba frente a un público que coreaba y coreografiaba todas las canciones desde las intimistas “Perdóname” o “Solamente Tú” hasta potentes incursiones como “Llueve sobre mojado”. Alborán es capaz de llevarse a su terreno cualquier estilo y de enriquecerlo y misturarlo con fluidez sorprendente, donde las resonancias étnicas conviven con el pop o al balada clásica.
En cuando a carisma y magnetismo, va sobrado. Le sobre sabiduría escénica, coreográfica y conexión con el público. Los músicos que lo acompañaban eran palabras mayores, desde esa guitarra con olor a sur, de exquisito y cristalino arpegio, hasta el perfecto contrapunto del bajo, enriquecedor y cronometrado. Un concierto sentido, profundo y al tiempo, pleno de vitalidad y alegría. Y una incierta nostalgia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.