El mundo donde
se desarrolla el film era tabú y no se privó de visitar personalmente algunos
locales como el Mineshaft, un club gay extremo, para tomar notas sobre su relato de la
identidad. Pacino realiza una de esas performances que le han situado en el lugar que ocupa
actualmente el Olimpo cinematográfico. El policía Burns que ve la misión como
oportunidad de ascenso y termina habitando el cuero negro y las tachuelas como
si fueran una segunda piel. Pese a ello el film no termina de responder a
preguntas fundamentales sobre la personalidad de Burns (Al Pacino) y el modo en
que se involucra en el sexo homosexual sadomasoquista en el que se infiltra. La
visualización de la subcultura del S&M está explorada de forma genuina,
pero sin terminar de implicar al personaje. Como si Friedkin titubeara a la
hora de enfrentarse a sus demonios fundamentales. De mostrarnos el descenso
hacia la oscuridad interior del protagonista.
El modo de
acercamiento es implacable, sucio, oscuro. El sombrío paisaje de NY es de un
realismo inquebrantable, sin brillos. La mirada es sórdida, policía corrupta,
subculturas subterráneas, justicia deshilachada, clandestinidad. Con talento,
el director consigue que el espectador no solo vea la película, consigue que
experimente la realidad de los leather bar y de una
sociedad falocática y patriarcal donde la valorización de la sexualidad
masculina pasa a través de su miembro. Parábola sobre todo un sistema social,
sobre la represión y sobre la ambigüedad. Hábilmente se van presentando posibles culpables y descartando igualmente.
Es destacable el
extremismo en la presentación de los personajes. Los homosexuales son agresivos
depredadores o mansas presas, el amigo de Burns es abusivo, hay un intenso
nihilismo sobrevolado todos sus actos. A la caza creó polémica,
hizo que se editaran panfletos (todavía no existía la Red) y se pidió a la
gente que “tomara armas contra la película”. Se interfirió en los lugares de
rodaje, se cortaron cables y se hacían sonar silbatos para que las tomas
tuvieran que volver a filmarse. Activistas subieron a los tejados con grandes
focos para interrumpir la iluminación. Incluso se pidió al alcalde, Ed Koch,
que se retiraran los incentivos fiscales proporcionados por la Oficina del Cine
del Alcalde. Los actores homosexuales que intervenían en la película fueron
avisados de que “están conscientes de las consecuencias”, transmutándose
algunos en confidentes para informar sobre los movimientos de la compañía y
permitir la interrupción del rodaje.
La película es
un viaje iniciático de Burns hacia grados de libertinaje ajenos a su modo de
vida, ante los que se ve expuesto durante su infiltración (su propio infierno
de Dante) para encontrar al asesino. Cuando regresa con su novia es un hombre
cambiado. El epílogo deja al espectador descolocado en un giro hipnótico.
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