Ensemble Sonido Extremo |
El “Pierrot” de Schönberg abandera el modernismo con el uso de word-painting (pintura de palabras), sus referencias a la numerología y un delicado uso de figuras descendentes. Ostinato al piano y violín o la ornamentación en la flauta y su mirada “fin de siècle”. La narrativa musical de Pierrot Lunaire marca las nuevas leyes del radicalismo atonal. Es la suspensión del sistema tonal.
Estamos
ante una propuesta que combina dificultad para el público; debido a su aridez
germánica; el desacostumbrado uso del Sprechstimme
(huyendo del recitativo operístico) o
la atonalidad usada de forma libre. Una obra que marcaría una fractura en la
historia del arte musical (y de las agrupaciones de cámara). Fisura que ya
había comenzado con el Pelléas y
Mélisande de Debussy frente a las formas operísticas conocidas, pero que en
Schönberg se transforma en cisura revolucionaria. Pero lo es más aún solventar
la compleja arquitectura vocal que solicita una partitura, de poliédrica escritura,
donde los instrumentos son solistas y parte de la orquesta a la vez. De hecho,
el Ensemble al completo tan solo toca
durante el último poema. Schönberg realiza una búsqueda estética para encontrar
lo que la voz, como instrumento lírico, no es capaz de expresar en sonidos
musicales, evolucionando el dispositivo
técnico para articular con libertad en la obra.
Para
el espectador no es sencillo apreciar en una primera audición esta catarata de
“canciones de cabaret sofisticadas”, esa emancipación de la disonancia, esa “pantonalidad” que a sí mismo se asignaba
el compositor. No es fácil acceder a esa visión germánica de la música como
fuerza moral y no solamente como esparcimiento.
Xavier Sabata |
El texto ignora la estructura rígida de la estrofa, jugando con una enorme variedad formal. Desde el contrapunto libre y no repetitivo (Enthauptung o "Decapitación “) hasta los cánones y la fuga de Der Mondfleck (“La mancha lunar”), amén de realizar un recorrido por la ópera buffa, el passacaglia o el minué a modo de enciclopédico. Estamos ante una obra que no se rige por el principio visible, sino por la organización racional de sus partes. Surrealismo y tintes freudianos llevados al arte de la música.
Xavier
Sabata se enfrenta con amplios recursos expresivos a las contradicciones que
solicita el texto y la escritura musical (melancolía, dolor, crueldad, deseo)
amplio de matices, sin dejar que la faceta dramática solape la expresividad
vocal. Sin que la amplia paleta de emociones declamadas (ironía, sátira,
violencia) sometan el discurso musical al surrealismo de los poemas. El abanico
vocal es amplio. Desde los agudos, donde aparece el timbre característico del cantante,
hasta la zona grave con ese profundo final en O alter Duft, (aus Märchenzeit). Con uso; poco habitual en
Schoenberg; del recurso de la duplicación al unísono de voz y piano.
Intensidad
en el uso del Sprechgesang, cayendo y
subiendo la nota según solicita la partitura, en lugar mantener el tono,
obteniendo una difícil síntesis entre lo hablado y lo cantado. El intérprete
extrae la atmósfera fantasmagórica de
tonos inexactos desde el texto simbolista, jugando con precisión y riqueza con
las complicadas texturas y el glissando
(emulando el habla) al modo de un cabaret intelectual. La interpretación de
Sabata extrae todo el contenido experimental y visionario de una obra
arrebatadora en lo expresivo, mientras navega con certeza por las condiciones
opuestas y diversas transformaciones de Pierrot. Con amplio registro dramático,
navegando entre tetracordios cromáticos (c.4 - 14 - 20 – 2) y saltos de séptima
(cc. 5 – 12 – 13) El contratenor ofrece una renovada visión de esta obra,
solventando con pericia la peligrosa ralentización de los glissandi en las notas largas y las arduas (y contradictorias)
anotaciones con las que Schönberg salpicó la partitura. Notable precisión en el
abandono inmediato de la nota principal, deslizando sutilmente hacia la
siguiente mediante la minimización del vibrato. Destacar el trabajo con el
color de las vocales alemanas, más lúcidas en el habla que en el canto, y la
dificultad que ofrecen algunas vocales germanas, articuladas en la parte
anterior de la lengua. La fluidez del intérprete le permite no sonar por encima
de los músicos, formando parte del Ensemble
como un instrumento más y escapando del peligro de la monotonía. En un registro
cercano al discurso estilizado del teatro yiddish. Los fraseos, con seguridad
entre la tortuosa declamación de la voz impostada y la clara articulación. Corrección
en los acentos y agilidad en los portamendi.
Ensembel Sonido Extremo |
Los oídos del aficionado están acostumbrados a interpretaciones femeninas, como la excelente versión de la soprano Hila Baggio con Israeli Chamber Project, que potencia más el aspecto musical. La propuesta de Sabata (más intensa en lo dramático) deja clara la diferencia entre el habla ordinaria y la asociada a una forma musical, pero que no debe parecerse al canto. Extrayendo el estado de ánimo de Pierrot de la música y no del significado de la palabra. Tal y como indicaba el compositor. Tampoco ayuda la aparente espesura de sonido en una primera audición. Varias audiciones ya ayudan a encontrar “motivos” como el del rayo de luna que se transfiere al piano y la flauta (descendente) o el violín, con su balanceo punteado que acompaña al piano al inicio y se repite. Una vez descifrado el “extraño” paisaje sonoro del Pierrot y su lenguaje armónico, todo se escucha de modo diferente.
Primacía
del elemento musical frente al programático, renunciación a las cadencias y a
las leyes de gravitación tonal. Destacar esa voz que parece incorporar su
propia muerte con temblorosa gravedad (Todeskrandker
Mond). Una voz que ha sido apoyada por la flauta con puntualizaciones
melódicas como armazón del discurso. Cada pieza está dotada de vida propia. Cada
sentimiento, escindido del anterior con absoluta autonomía expresiva en extrema
declamación presentando esta novedosa visión del mito pierrotiano que nos regala Sabata con todo su bagaje teatral.
Schönberg
a pesar de padecer triscaidecafobia (miedo irracional al número 13) en la
estructura utiliza este número (aparte del 7,3 y 21), de hecho cada poema
consta de 13 líneas siguiendo la forma del rondel medieval. Schoenberg nacerá y
fallecerá en día 13.
La riqueza cromática de la escritura de Pierrot Lunar permite que dos números sucesivos posean distintos colores tonales. El Ensemble Sonido Extremo extrajo con escrupulosidad la asombrosa variedad de sonidos y opciones que dibujó Schönberg. Destaca el fascinante dúo que entabla el narrador con la flauta en Nacht “La noche” o el empleo de Flatterzunge en los vientos. Una obra difícil, con multitud de alteraciones accidentales y melodía de timbres (Klangfarbenmelodie), que ya se percibe en los primeros compases, amén de querencia por la saturación cromática con alternancia de las doce notas cromáticas en un espacio temporal reducido. Pizzicato al violín y ostinati al piano en el inicio de Mondestrunken que consiguen establecer el marco onírico, ilustrando las odas de vino que la luna derrama, consiguiendo una atmósfera preciosista y nocturna. <<El vino que se bebe con los ojos, por la noche la luna nos derrama en oleadas>> Los acordes del piano evocan esa quietud en la marea << Y una marea inunda el sereno horizonte>> A destacar el Valse de Chopin, casi un pequeño concierto para flauta clarinete y piano, con los instrumentos desarrollando su línea propia al modo de los personajes musicales de Olivier Messiaen. En conjunto la traducción de la partitura proyecta certeramente la sensación de abandono, amargo sarcasmo schoenbergiano y espontaneidad, transmutándola en una experiencia inmersiva a ritmo anacrusico, fundamentalmente. Con notas sordas que navegan entre el reino de la luz y de las sombras. La caleidoscópica multitud de timbres de Pierrot es desgranada por Ensemble Sonido Extremo, desdoblando el quinteto en paleta de ocho instrumentos, destacando la escrupulosidad en las texturas, los estallidos atonales impredecibles, el color y las dilatadas variaciones tímbricas. El tratamiento del klang (masa sonora) es fluido y los diferentes fragmentos que parecen reproducirse en diferentes tempos simultánea e independientemente entre sí.
Javier González Pereira. Ensemble Sonido Extremo |
En
Der Mondfleck “La mancha lunar”,
clarinete y flautín encadenan una sucesión de cánones breves donde utilizan
esbozos melódicos virtuosísticos y resueltos. Un tema en donde se utiliza la
retrogradación (lectura de notas en sentido inverso). La voz de Sabata y el
piano continúan adelante, mientras maderas y cuerda atacan la retrogradación. Los
conmovedores sonidos, no repetitivos que arranca la orquesta; bajo una plástica
dirección de Jordi Francés; extraen una extraordinaria calidad dramática. En Der Dandy, la orquesta comunica con
precisión la intranquilidad desde los instrumentos, mientras Sabata crispa una voz
sin línea melódica definida. Distorsionada con la frase y los saltos
interválicos que casi alcanzan el grito. Es el nuevo tratamiento del lenguaje
musical vía Schönberg. Durante Eine
blasse Wäscherin (Una Lavadora Etérea), la orquesta transmite un escenario
donde un aparente sosiego y lo misterioso permiten que la voz se deslice en piano, pesadamente, mientras los
diferentes instrumentos se insinúan puntualmente. El Ensemble acomete crescendos y diminuendos repentinos, líneas melódicas yuxtapuestas, silencios
que asumen un papel estructural, frases quebradas y toda una geografía creada
por Schönberg para plasmar su visión del cosmos musical, de difícil
expresividad, jugando con el esbozo, la preexpresividad y la expresión de la
esencia. Derribando el ornamento y la continuidad del flujo armónico. El Ensemble, en todo momento en perfecta
complicidad con la voz y habitado de lucidez expresiva, extrae el cromatismo
tímbrico, distinto en cada melodrama, con pinceles que acentúan las oposiciones
y diferencias en sus extremos. Dando el valor adecuado a los periodos de
silencio. Un silencio que es casi otro personaje en esta concatenación de
asociaciones que no precisa de valores conectivos formales.
Josep Planells Schiaffino |
El Arlecchino de Josep Planells Schiaffino es una agradable sorpresa, encargada por el propio Ensemble con motivo del pacense Carnaval, que se hibrida a la perfección con la temática del Pierrot. Bebiendo de las fuentes de la Commedia dell´arte. Añadiendo el color del saxo (suplantando la voz) y dejando el resto de instrumentos para componer un puzzle emocional con reminiscencias teatrales. Inspirada en El Carnaval de Arlequín del surrealista Joan Miró, la partitura rinde homenaje a todos los referentes del cuadro. El delirio, los recuerdos infantiles, el sueño. Los juguetes del cuadro poseen un ritmo interno, marcado por las formas y los colores. La partitura parece reflejar el aparente desorden de la habitación de Miró con un ritmo interior que unifica las formas, colores y el conjunto de la pintura. El mismo Arlequín del cuadro porta en su mano una flauta que se transmuta en dragón. También se encuentra pequeñas notas musicales y una guitarra. La sensación de inquietud y perturbación que surge del cuadro está plasmada en algunos instantes de la obra, con esa orquesta de seres imposibles. Los elementos del cuadro parecen flotar y los de la partitura se componen a modo de puzzle cambiante de clara influencia teatral. La obra juega con súbitos cortes en las notas, pizzicatos, o notas de lamento en el saxo, en un contexto ampliamente descriptivo de claros referentes teatrales. El público asistente, que llenaba la sala, aplaudió largamente las dos obras que, tan acertadamente, ofreció el XV Ciclo de Música Actual.
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