Todo es Silencio. Jose Luis Cuerda
Todo es silencio
Nacionalidades: España Año: 2011
Duración: 119 min.
Género: Drama
Color o en B/N: Color
Guión: Manuel Rivas
Fotografía: Hans Burmann
Música: Sergio Moure
Interpretes: Juan Diego. Celia Freijeiro. Quim Gutierrez. Miguel Angel Silvestre
La realización tiene un aroma a cine clásico, sobre todo en su primer segmento, cuando todos son niños, planos estéticos, fotografía trabajada, ambientación, etc. Pero la falta de empatía de los personajes en su etapa adulta, lastra el buen trabajo de los niños, que nos presenta esa amistad que será el eje de la narración en el futuro. Quim Gutierrez marcha del pueblo tras la muerte de su padre, dejando atrás a la chica que ama (Celia Freijeiro) y todo su mundo. Cuando regresa, lo hace como policía que investiga el narcotráfico de la zona, para descubrir que todo ha cambiado. La niña que dejó atrás, y que juraba que nunca sería pobre, es la mujer de su mejor amigo, un conductor de lanchas-alijo, que asciende en el mundo del narco. Aquí es donde flojea el guion, ya que los personajes interpretan linealmente, sin transmitir las emociones e intensidad que se requeriría en cada instante, a pesar de lo acertada de la contención de Celia Freijedo, una actriz sobria y de presencia poderosa. Una narración donde se diluye el bien y el mal, sin decantarse, ni definirse, pierde la oportunidad de mostrar una poderosa tragedia. A decir verdad el único personaje realmente negativo es el manipulador Mariscal, que tras su cháchara y chascarrillos, oculta un depredador sin conciencia. José Luis Cuerda nos ha regalado esa obra inclasificable que es El Bosque Animado, basada en el libro de Fernández Flores, la pintoresca historia de La Marrana , el surrealismo cotidiano de Amanece que no es poco, o la fábula del universo infantil que descubre la maldad del adulto en La Lengua de las Mariposas. La panorámica que el director nos muestra en la primera parte, casi colindante con un mundo imaginativo y fantástico, choca contra el agreste desarrollo de su segundo segmento. Las interpretaciones son esforzadas, pero no consiguen alcanzar el clímax que pide a gritos la cinta. Se pierde el realismo poético y los personajes transformados en adultos no dan el juego que se prometía en sus protagonistas niños. Destacable el trabajo de Luis Zahera (Malpica) como un toxicómano que consigue dar peso y humanidad al conjunto. Todo es Silencio se deja ver, no en vano hay detrás de la cámara un director de solvencia probada, pero el dramatismo se presenta liso, plomizo, en lugar de ese mar embravecido que prometía arrojar al espectador contra las rocas y hacerle sentir la zozobra del naufragio.
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