viernes, 4 de noviembre de 2016

Ara Malikian en Badajoz. Los Siete Magníficos

                           
Apenas han transcurrido tres meses desde que en este blog se reseñaba la interpretación de Ara Malikian entre las piedras milenarias de Mérida. (Si las piedras hablaran). En aquella ocasión el violinista se arropaba con la Ara Malikian Symphonic para impregnar de su música la romana capital. Sobre el escenario del Palacio de Congresos de Badajoz, antes de comenzar el concierto, se vislumbran las posiciones que van a ocupar los músicos bajo unos tenues focos. <<No traen la orquesta>>, susurran algunos seguidores temerosos de la espectacularidad del evento. Los primeros compases con la cuerda en pizzicato, y en semioscuridad,  revelan que el libanés se ha apoderado del escenario. Ara Malikian va a efectuar su exorcismo, acompañado de sus habituales músicos, habitados de un espíritu entre gótico y Mad Max. 
Tras un prologo con los violines a modo de guitarra interpretando en pizzicato " Dzorarev", los siete magníficos atacan Backgammon, con un humorístico homenaje final a “Misión Imposible”. A continuación “Pisando Flores” llena de sus evocadoras notas sefardíes el auditorio. Previamente el solista ha regalado al público su historia de cómo terminó tocando en bodas judías, para componer finalmente este rítmico divertimento. Ara ha empezado a calentar y su melena de león libanés comienza a sentir las primeras acometidas de su peculiar (y física) forma de interpretar. Endiabladas digitaciones para esta danza de inspiración judía. Aunque siempre me ha parecido que esta obra fusiona lo "manouche" y lo hebraico con ese toque zíngaro que tanto hace disfrutar al interprete. A estas alturas nadie echa de menos la orquesta. La certera viola de Humberto Armas, el violín del multipremiado Jorge Guillen, la hábil percusión de Nantha Kumar, el vibrante contrabajo de Tania Abad (estudios superiores en el Conservatorio de Badajoz), el ritmo sincopado de Héctor “el Turco” y la nostálgica cuerda del chelo de Cristina López, se han apoderado del escenario (y del público). Tras narrar sus humorísticas peripecias con el cantante Boy Georges (Ara podría ser un monologista de entidad, si decidiera dejar el violín), la agrupación se enfrenta al “Paranoid Android” de Radiohead en una hermosa versión, agradecida por el público. El armenio se saca de su manga (es un decir, ya que su vestuario carece de ellas) su famosa Fantasía X, a la que le añade el gentilicio de cada población que visita. Esto le permite interactuar ( y bromear) con el público acerca de los nombres de las ciudades. Esta "Fantasía Pacense" fue largamente aplaudida. A continuación entre historias de jamones ibéricos y picos, Ara ofreció lo que según él era “jamón patanegra”: La Danza Española, perteneciente al drama lírico “La Vida Breve“de Manuel de Falla. 
Impecable la interpretación de esta obra juvenil del autor, impregnada de impresionismo y de un tardío romanticismo, adoptando el tiempo de las seguidillas flamencas, algo peculiar a las dos danzas de esta obra, donde se superponen perfiles melódicos y esquemas rítmicos  flamencos variados. 
Se imponía un cambio de tercio y la formación acometió el “Vals para Kairo”. Esta hermosísima obra, desmiente la teoría de Malikian de que sus obras son los “picos” del jamón. Una melodía que remite a escenas chaplinianas o planos oníricos de Fellinni. Hermosa, evocadora, compleja en su aparente sencillez. Una de las favoritas de sus seguidores. Una versión no demasiado “canónica” del "Verano" de Antonio Vivaldi, permitió el lucimiento virtuoso de los músicos, a la vez que emocionaba al público. El malogrado David Bowie también tuvo su lugar con la emocionante versión del Life on Mars. El músico de melena leonina se recrea en variaciones sobre la melodía del británico, de gran belleza plástica y emotiva. 



En todos los conciertos una de las obras más celebradas por los asistentes es la tremenda transcripción que la agrupación ejecuta del “Kashmir”, mascaron de proa de las leyendas del rock "Led Zeppellin". Esta pieza permite que Malikian “vaya a su bola”, con improvisaciones, imitación de los “riff de las guitarras eléctricas y ese soberbio dominio de las notas agudas, entre la complicidad del grupo que se divierte mientras mantiene la base rítmica (con un contrabajo que nace desde las tripas) para que el armenio recorra el mástil de su instrumento de cabo a rabo. La partitura ejecutada (tras el correspondiente monólogo) fue "Misirlou". Una canción tradicional del Mediterráneo oriental, cuya versión más popular fue la realizada por Dick Dale; el pionero del surf rock;  y popularizada por la película “Pulp Fiction”. Ara dialoga con los  otros instrumentos cara a cara, corretea por el escenario y busca la complicidad de un público entregado para dar palmas. A estas alturas podría tocar la música del telediario que a sus fervorosos seguidores no les importaría. Tras este ejercicio de perfección técnica, digitación envidiable, donde el intérprete se explaya con sus onomatopeyas sonoras, rinde homenaje a Paco de Lucía con “Zyriab”. 

Paco de Lucía la escribió como panegírico para el músico cordobés Abu l-Hasan Ali ibn Nafiinventor del plectro. La melodía arábigo-andalusí le permite emular los rapidísimos “picados” flamencos en su instrumento, mientras la viola le acompaña con un rasgueo guitarrístico, ejecutando un duelo con el segundo violín y juega con las compleja notación de la obra. 
No podía faltar el Ara Malikian solidario que compuso para el genocidio del pueblo armenio esa obra (inmensa al parecer de este cronista) que se llama "1915". Hermoso lamento resuelto en notas que evocan llantos, como una letanía sorda. Como un ramillete de lágrimas dormidas que producen inquietud y profunda tristeza. El Malikian compositor, le hace sombra al Malikian intérprete en este rendido homenaje a las víctimas universales de toda violencia. Sereno legado para el dolor humano. 
Después de llevar al público durante el concierto alrededor del mundo; y de la historia de la música; cesa en sus carreras, saltos y equilibrios para destilar la obra con la que suele despedirse. No es mala elección. Un hito de la música clásica: el "Air on the G string, de J.S Bach". Una pieza que tras su aparente sencillez, esconde una belleza inabarcable. El arreglo realizado por el violinista August Wilhelmj se ha convertido en estándar para una melodía alquímica, con sus tonos largos frente a figuras que se van moviendo. Con ese acento rítmico en las notas circuladas. Este momento permite que Ara Malikian pasee por las escalinatas del Teatro Romano, por las escaleras del Palacio de Congresos o por la Plaza Mayor de Coria. Le deja explayarse. Navegar entre un público entregado, mientras desgrana lentamente; sin apresuramientos; algunas de las notas más hermosas de la historia de la música. Un broche de oro para una noche mágica e inolvidable. Hasta la próxima, Ara Malikian.



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