A
estas alturas la propuesta del Festival de Cine Inédito de Mérida y su apuesta
por ese cine de difícil distribución, o de morosa aproximación a las pantallas,
se ha convertido en una de las mejores ofertas (o la mejor) del panorama
exhibidor extremeño y apuesta cultural de "qualité". La selección de filmes para
esta edición sigue los cauces de calidad, originalidad y eclecticismo que
caracterizan esta apreciable aventura. Si en la anterior edición el notable
cartel anunciador (de reminiscencias davinchinanas) fue realizado por Crash Estudio Gráfico, en esta ocasión
ha sido realizado por las alumnas de la Escuela de Arte y Diseño de Mérida,
Zielo Díaz, Almudena Bermejo y Patricia Borrallo, con fondo pétreo de la
Alcazaba.
Para
la abertura, este certamen, se ha seleccionado la última obra de Xavier Dolan
“Solo el fin del Mundo”. Dolan maneja a Cotillard, Seydoux, Ulliel y Cassel por
espacios de concepto casi teatral, (no en vano la génesis esta en la obra de
teatro de Jean-Luc Lagarce), de asfixia vocacional, de visceralidad a flor de
piel. La verborrea es el escudo para ocultar las verdades. El primer plano es
el arma elegida para eviscerar y radiografiar los personajes, con un manejo
proverbial del timing y el flash back, en clave de parábola del hijo pródigo.
Autocompasión, idolatría, maltrato psicológico, para el único de los finales
posibles con puerta (y horizonte) abierto. Tanatofilia, imposibilidad de
comunicación o envidia son alguno de los temas humanos a que se acerca Dolan,
entre tonalidades azules y ocres para revelar los estados de ánimo, e
interludios vieocliperos para los recuerdos y la huída mental. Gran premio del
Jurado de Cannes.
La
propuesta finlandesa llega de la mano de “El día más feliz de la vida de Olli
Mäki. Atípica narración de agilidad narrativa y querencia boxística. La
fotografía documental en blanco y negro, los diálogos duros y la huída del
cliché caracterizan esta producción que huye de la estructura ya clásica
derrota/entrenamiento/victoria que ha caracterizado otras aproximaciones al
subgénero. Buen manejo de la cámara en las coreografías, delicadeza en la
dirección para la relación amorosa de los protagonistas (Olli y Raija) A Olli
le desespera el mundo mediático (entrevistas, focos) que rodea a los combates.
La búsqueda de la felicidad del protagonista está únicamente en vivir, no en
servir a las ideas de los demás. Juho
Kuosmanen elimina todo el adorno, toda la medallería, toda la narrativa visual
del protohéroe pugilistico para mostrar un Olli Máki con un look alejado de los
iconos de la narrativa de mamporro al uso. Ganadora del primer premio en la
sección “Una cierta mirada”, este paseo por los años sesenta (pero de concepto
atemporal), plena de humanidad, con un concepto sublimado del amor. Un
antihéroe, afortunadamente lejano de los parámetros (fundamentalmente yanquis)
del mundo del boxeo. Trasgresora y con una carga de profundidad de humanidad de
la que carecen sus referentes. No ser el mejor, no es necesariamente un foco de
infelicidad para el protagonista.
Acerca
de la existencia, los deseos, las decisiones, las obligaciones sociales y esa
palabreja tan al uso: procastinar. Estos son los elemente con que una excelente
Barbara Lenni (que ya pasara por el festival con la notable “Magical Girl”, se
aproxima, plena de registros, a un personaje cotidiano y claramente
identificable con cualquier espectador. Nely Reguera se ha acercado a sus
ancestros rodando exteriores gallegos con un notable naturalismo y una poesía de
lo cotidiano. La autora utiliza el humor como acercamiento a situaciones
vitales, casi minimalistas, como la indecisión la duda, la incomunicación, el
estancamiento en la vida, las autoexcusas, etc. Tras su corto “Pablo”, un
recital de miradas dialogantes y transmisoras de emociones, la directora se
asienta con esta propuesta cínica, aguda, apuntalada sobre el humor, donde
habla del largo y cálido sendero hacia la madurez. Atención a esta “María (y
los demás)” posible candidata para las alfombras del Goya…
“Lady
Macbeth” nos acerca a una Inglaterra rural en 1865. Drama sobre pasiones
adulteras, desesperación y femme fatal en un entorno victoriano. El
cortometrajista William Oldroyd elimina la penitencia postrera del drama
shakesperiano, creando una heroína antipatriarcal y vocacionalmente amoral.
Estructura minimalista en un entorno decimonónico. Fotografía de planos fijos, propuesta
austera, neblinosa, mansiones rurales donde crece la rebelión de una
protagonista maquiavélica (Florence Pugh), frente al patriarcado, frente a la
sumisión marital. Una transformación que también se efectúa a nivel de
vestuario. Del corsé y camisón eduardiano a la desnudez disfrutada como
catarsis con el amante. La protagonista evoluciona cual mantis religiosa frente
a la falocracia, con ambigüedad moral y un punto de perversión y crueldad. La
película no esta basada en la obra del ilustre bardo ingles, nace desde el
cuento ruso “Lady Macbeth de Mtensk”, de Nikolai Leskov, ya adaptada por Andrej
Wajda. 1965. Shostakóvich escribió una ópera, que es un experimento escénico de
acción cinematográfica. El film huye del academicismo y la formalidad del “cine
de época”, evitando la adaptación “prestige”, mostrándonos una dramática seca, carente
del romanticismo desaforado tan caro a la literatura de esta época. Psicología
ruda, planificación reposada con conductas inquietantes, que no acusa los orígenes
teatrales del director. Esta sequedad abarca hasta la ausencia de “score”. Una
opera prima profética y prometedora con ecos bergmanianos y dreyerianos.
The
Handmaiden
Inspirada
en la novela “Fingersmith” (convertida en serie por la BBC), esta mezcla de
thiller erótico, policiaco y ficción histórica esta dirigida por Park Chan
Wook.. Dividida en tres partes como su referente literaria es una obra de
fotografía poética, que no rehuye denuncias sociales, (ni elaborados entremeses
eróticos) La huida del yugo de la masculinidad, el erotismo de qualité,
estampas de un esteticismo elaborado, para elaborar una oda al amor y la
sexualidad femenina. La búsqueda de la sensualidad (en lo visual y lo orgánico)
levitan sobre esta hermoso film. Planos pictóricos, denuncia de los dogmas
patriarcales, narrador omniescente, que le otorgaron el premio del público del
Festival de Sitges. Esta producción, cuidada en lo externo hasta la
extenuación, no se queda en la epidermis del celuloide. Es demoledora (con
escenas rompedoras), pero sin perder el tacto o la sutileza, incluso en los
momentos más eróticos. La adaptación de “Falsa Identidad” deviene un producto
de estética extrema, moralidades abruptas, erotismo oral que descolocará a los
“palomiteros” compulsivos.
Mared
Ade dio el campanazo en Cannes con su tercera película “Tony Erdmann”, en la
que el personaje finge vivir en una comedia constante para su hija adicta al
trabajo. La búsqueda de la felicidad, el deterioro de lo afectivo, el sentido
de la vida son el eje de esta premiada oferta. El film es una broma inmensa,
dulzura y amargura con influencias de Cassavetes limitando (pero equillibrando)
con el exceso y salvando el abismo de lo desconcertante, la incomodidad y lo
ambiguo, gracias a las enormes interpretaciones de Sandra Hüller y el austriaco
Peter Simonischek y el dominio del timing. El comportamiento del padre (auténtico
bufón) convertido en catarsis, creando un personaje inexistente para salvar de
la vida artificial a su hija, mediante recursos del teatro del absurdo. Sorpresa
continua para el espectador, que desconoce que puede suceder en cada momento. En
lo (levemente) negativo, el excesivo metraje.
La
aportación gala llega de la mano de “Une Vie”, dirigida por Stephanie Brizé,
premiada en Venecia. La adaptación de la primera novela de Guy de Maupassant,
calificado por Tolstoi como la mejor novela después de “Los Miserables”, es un
retrato naturalista sobre la vida de una mujer acaudalada en una casa aislada
de Normandía. Desde el cortometraje y el mundo del teatro, el director llega
hasta esta obra tras haber madurado su universo en obras como “Mademoiselle
Chambon” (2009) o “La Ley del Mercado”, un alegato sobre la dignidad del
proletariado (2015). “Una Vida” inauguró el Festival de Cine Europeo de Sevilla
en su XIII edición. No es la primera vez que este cuento del depresivo autor francés se refleja en
pantalla. Maria Schell protagonizó, en 1958, a esta mujer engañada y humillada, en la
película de Alexandre Astruc. El personaje de Jeanne Le Perthuis de Vauds, está
interpretada; arrebatadoramente; por Judith Chemla. Al igual que en otra propuesta
de este festival “Lady Macbeth”, la protagonista se ve envuelta en los
convencionalismos decimonónicos y un matrimonio desafortunado. La habilidad de
Maupassant para los refinados estudios sicológicos y las descripciones de la
naturaleza humana están presentes en este film, alejado también de la pompa
histórica y que huye de los encuadres grandilocuentes y la puesta en escena
solemne de este subgénero historicista. El autor apuesta por la oscuridad, las
sombras, los silueteados junto a una vela. Constriñe al espectador en 4/3 para
resaltar la opresión, la claustrofobia, la falta de horizontes del personaje. “Una
Vida” navega por los detalles cotidianos, las luces y las sombras, lo
agridulce, lo bucólico, la dialéctica retrospectiva, el naturalismo tan caro al
escritor francés, ofrecidos en un formato casi cuadrado. Es un retrato en
grises, donde la protagonista trata de enfocar la vida con un “no todo es tan
malo”, enfrentándose a todo a base de un amor ciego. Excelente fotografía
cámara en mano, planos largos; casi prescindiendo del plano/contraplano y
escasa profundidad de campo para acentuar la extrañeidad movimientos bruscos o
seccionamiento de partes del fotograma,. Los grandes saltos temporales, son la
apuesta visual y estética de esta película de banda sonora destacable. También acentúa
la utilización de la elipsis narrativa para aquellos sucesos que se dan por
sobreentendidos. El premio FIPRESCI de la “Mostra de Venecia”, fue más que
merecido para esta austera, minimalista y deliciosa propuesta, que si bien no
es completamente “inédita”; hubo dos
proyecciones de esta asfixiante historia en el Lope de Vega, para continuar en
los Cines Nervión; hasta este momento era desconocida en nuestros lares. Esta
antihéroina que muestra su vida; negativo fotográfico de las mujeres Brönte o
las protagonistas del mundo de Jane Austen; emociona y deja huella.
La
propuesta extremeña llega de la mano de Rodrigo Rivas, con su película; seleccionada para el Festival de cine
policíaco de Lieja; “Garantía Personal”. Tras pasar por el Festival de Huelva,
la producción de Estudios Auriga y Derivas Films, está interpretada por Belén
López, Carlos Tristancho y Valentín Paredes, con el apoyo de la Junta de
Extremadura y Canal Extremadura TV. El fantasma de la crisis se hace patente en
la obra de Rodrigo Rivas, donde una mujer ha de luchar contra sus acreedores.
“La
Estación de las Mujeres” navega por el proceloso mar de la misoginia visceral
del país en que se desarrolla. Cuatro mujeres de una pequeña población de La
India se enfrentan a las tradiciones que las esclavizan. Un mensaje hermoso y
aleccionador, pero me temo que ilusorio y complicado en el mundo real. Quizás
pecando de reiterativa en el mensaje, la obra muestra algunas de las lacras
culturales de ese país: las bodas acordadas con desconocidos de muchachas jovencísimas,
el machismo imperante, etc, con notables interpretaciones de las féminas. Bienintencionada y llena de vitalidad, acusa
la escasez de medios, el ritmo narrativo no fluido y la impostura para
representar la realidad. Destaca el modo particular de cada mujer para asimilar
o enfrentarse a la situación opresiva y ancestral, pero también la realidad de
que muchas de estas actitudes machistas son reforzadas por ellas
involuntariamente. como el intento de recuperar el poder con la sexualidad como
en la Lisistrata de Aristófanes. Buenos diálogos, huida del tremendismo del
asfixiante ambiente mediante la alegría. “La Estación de las Mujeres”, es un
cuento moral lleno de esperanza y optimismo, con un mensaje de universalidad
pese a estar situado en un entorno tan cerrado, lleno de actores no
profesionales, costumbrismo y ganas de vivir. Rodeados de la paleta ocre y
anaranjada del desierto de Rajasthan contrastando con los coloridos saris y el
color viudedad de Rani; secando ajís al sol; hacinadas en las cabañas oscuras y
claustrofóbicas, luchando contra la resistencia varonil a las tecnologías. El
contrapunto dramático contrasta con los bailes; casi bollywoodianos; y los
momentos hilarantes. O agridulces. La vida real es mucho más terrible que todo
esto, desafortunadamente.
El
Festival se complementa con una maratón de cine de terror ecléctico y contemporáneo.
“The
Gest” no se encuadra exactamente dentro del género de terror. Es un sicothriller
con reminiscencias del “Teorema” pasoliniano y la alargada sombra de Carpenter
o Cameron sobre una entretenida y ochentera propuesta al día del “enemigo
dentro de casa”. Plena de clichés y referencias facilotas, se sostiene sobre la
interpretación de Dan Stevens. Una obra no demasiado estimulante, involuntaria
parodia de las producciones videocluberas de los ochenta, que acompañada de
unas palomitas puede transmitir algún susto al personal de butacas. Un cóctel
de referencias multigenéricas, simpáticas, resultonas y lúdicas que no va más
allá de sus escasas pretensiones. Al menos es más consecuente (y divertida) que
otros; presuntamente sesudos; discursos narrativos.
“Lo
que hacemos en las sombras”. Con vocación de comedia de culto, los directores
Taila Waititi y Jemaine Clement, construyen una propuesta delirante (vía Monthy
Pyton) sobre los avatares de un grupo de vampiros contemporáneos, con piso
estética “estudiantes”. En las antípodas de otros productos más “teen” o
bañados en hemoglobina, este falso documental se adentra en la vida cotidiana
de una pandilla de vampiros que comparten hábitat. Jugando con las convenciones
del género (espejos, régimen alimenticio) el guión dinamita y subvierte los
valores principales sobre los que se apuntala la literatura vampírica. Repleta
de gags, inteligencia y talento rocambolesco.
“Bone
Tomahaw” es una revisitación/recreación del wenstern clásico, con visión
ultracrepuscular, pasada por la turmix del gore, de la mano del afamado
novelista S. Craig Zahler. Este reverso fotográfico que espejea “Centauros del
Desierto” se abastece de las excelentes interpretaciones de un maduro Kurt
Russell y de un extraordinario Richard Jenkys, trasunto del Walter Brennan
“fordiano”, entre otros. Seca, áspera, con notables diálogos y una utilización
del paisaje como enemigo (y colinas que tienen ojos) para subvertir los códigos
genéricos. Bella historia de perdedores, que es una de las más notables
aportaciones a la mitología del oeste de los últimos años. (Y al cine mondo).
Con trogloditas incluidos de serie.
It
Follows. Con reminiscencias argumentales del Carpenter iniciático, y un
¿peligroso? mensaje de conservadurismo sobre una maldición transmitida por
promiscuidad juvenil, llega este film, una de las sorpresas de los últimos
tiempos. Recelosa del susto gratuito (lo cual se agradece) con claras
referencias visuales setenta-ochenteras, cuidada puesta en escena e incomoda,
con bicho busca chica que peca de repetitiva en la propuesta. Una actualización
del juego de “tú te la llevas” en clave cabronaza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.