Los “Tres Epitafios para la Sepultura de Don Quijote”,
compuestos por el mexicano Rodolfo Halffter, fueron las obras elegidas para
prologar este hermoso programa que contenía poemas musicados de algunos de
nuestros mejores literatos. Halffter, exiliado en el país azteca; como tantos
españoles; contribuyó a la cultura mexicana no solo con composiciones, también con investigación, docencia, pedagogía o crítica. El Quijote y su carácter
universal se vuelven elemento de referencia. Estas obras fueron estrenadas en los llamados
“Conciertos de los Lunes”. Eventos en los que estos compositores exiliados (la generación del
27 musical), presentaban sus obras. Se realizaban en la desaparecida Sala
Schieffer. El “Epitafio para la Tumba de Don Quijote” fue mostrado junto a otras piezas musicales conmemorando el cuarto centenario del nacimiento de Cervantes. Escrita en
1947, el autor no concluiría la trilogía hasta 1954. Creadas en un momento de
acercamiento al dodecafonismo por parte de Halffter. Sin embargo, amén de la
liberación de disonancias, la conversión de cada una de las notas en un ente
independiente propias de este concepto, también se hallan rastros de
Neoclasicismo en la partitura. La
interpretación de "Amadeus", evocadora, con perfecto empaste, se mixturó con la
belleza del retablo renacentista de esta iglesia. Destacar la segunda parte de
la trilogía, dedicada a Dulcinea. Notas largas recreando el nombre de la amada
de Don Quijote, de aire renacentista. Quizás la obra más intensa de la trilogía. En el pimer segmento hay utilización estructural en forma de lied y una inclinación homofónica de
las voces en el primer epitafio. También hallamos una estructura rítmica utilizando la
prolación mayor y menor; tan propia de la época de Cervantes. En el segundo se pasa a la
estructura tripartita del emotivo epitafio “Para la sepultura de Dulcinea”.
En
el primer epitafio hay un ritmo de danza similar a la petenera, mientras que el
segundo, el autor retorna a modos cervantinos con el uso de hemiolias. Halffter
reserva una estructura tripartita variada y una muy significativa coda final
para el tercer epitafio titulado “Para la Sepultura de Sancho Panza”, que se aproxima a
un modo de cierre final no de este epitafio, sino de la trilogía. La huida de
adornos o retórica, sumada a la estructura polifónica clásica; de escritura
desnuda; caracterizan este panegírico, austero, de voces rectilíneas y limpias, nostálgico, evocador, que traslado al
público a los eriales de la Mancha, en la
única obra escrita para este género por el compositor.
Reposa aquí Dulcinea;
y, aunque de carnes
rolliza,
la volvió en polvo y
ceniza
la muerte espantable y
fea.
Fue de castiza ralea,
y tuvo asomos de dama;
del gran Quijote fue
llama,
y fue gloria de su aldea
Del catedrático, pianista y
compositor granadino, Ricardo Rodríguez Palacios, la coral eligió una de sus
innumerables composiciones. La parte 2 (Memento) de su “Trilogía del Cante
Jondo”, dedicada a la memoria de Paco de Lucía. De inspiración "lorquiana", esta
obra mixturó la voz y la palabra dejando sabor flamenco en nave de la iglesia. Quejíos y pellizco entre las
policromadas tablas del retablo.
Del autor de Los Santos de
Maimona, Juan Alfonso-García, la agrupación desarrolló un poema musicado del
insigne Antonio Machado. Realizada como encargo del centenario del poeta, esta
machadiana muestra de sentimiento profundo y tristeza absoluta, escrita a la
muerte de su esposa, recibió el mejor tratamiento musical posible. ´
La fusión entre melodía y letra
es soberbia. El hondo sentimiento del poeta castellano se hibrida con una
melodía lenta, intensa y soberbia que absorbe todo el dolor de este inmenso
poema, que Amadeus interpreta (pausadamente
y con expresión) recomienda la partitura; con una intensidad dramática
que eriza el vello.
Señor me cansa la vida.
Tengo la garganta ronca
de gritar sobre los mares,
la voz de la mar me asorda.
Señor, me cansa la vida
y el universo me ahoga.
Señor, me dejaste solo,
solo, con el mar a solas.
O tú y yo jugando estamos
al escondite, Señor,
o la voz con que te llamo
es tu voz.
Por todas partes te busco
sin encontrarte jamás,
y en todas partes te encuentro
sólo por irte a buscar.
Compuesta tan solo en una semana,
la obra de Juan Alfonso-García (gran improvisador al órgano) ha pasado a ser un
Standard para el repertorio de las agrupaciones corales. Como dato anecdótico, añadir
que este gran músico e inmenso compositor, autor de innumerables obras para
coro (premio Andalucía de Música de la Junta de Andalucía. 1991) fue profesor
de Ricardo Rodríguez Palacios, que a su vez fue profesor del director del coro
Amadeus, Alonso Gómez Gallego.
Cambiando totalmente de registro
se pasó a una obra sólo apta para “connaisseurs” y espectadores curtidos. Parte de tríptico “El Martirio de Santa
Olalla”; del malogrado Rodríguez Palacios. Se interpretó el tercer número: Infierno
y Gloria. Obra de difícil arquitectura, con acordes disonantes buscando la
expresividad en la notación y de concepto impresionista. Trata de
transmitir los textos de García Lorca
acerca del martirio de Santa Eulalia, la patrona de Mérida. Partitura
descriptiva y de sonoridad desconcertante. Una sección del coro abandona la
fila, simbolizando esa separación entre la carne y el espíritu, manteniendo una
melodía de cadencias gregorianas y culminando en la palabra “santo” en un
hermoso efecto plástico y vocal.
Después tocaba discurrir por otras texturas
sonoras con la interpretación de "Spanish
Folk Song 5", del compositor burgalés Alejandro Yagüe. Basadas en el cancionero
de Federico de Olmeda. Estas canciones se encuentran en diversos cuadernos (tres piezas cada
uno), donde se hace una reelaboración compositiva a partir de melodías modales.
Más de treinta canciones de raíces burgalesa (fiesta, boda, siega, ronda).
Se caracterizan por sonoridades extremas, disonancias arriesgadas. En el
cuaderno 6 el virtuosismo contrapuntístico es la marca de la casa. Estos
cuadernos son una verdadera enciclopedia de música vocal. EL “Cuaderno 5” contiene: 1.Esta Noche. 2. A tu puerta. 3.Ya viene San
Juan.
Tras los fuertes aplausos, se dio paso a Los “Cantos
Asturianos” de Julio Domínguez, fundador de los grupos corales “Camerata ad
Libitum” y “Camerata Vivace” (exclusivamente femenino). Estas cantos forman parte del
programa de multitud de agrupaciones. “Si la nieve resbala” (popular asturiana)
fue desgranada por las voces de los cantores, destilando la profunda belleza de
su armonía y la quietud bucólica del paisaje. En algunas reseñas aparece como
autor de la música el organista Marcos Vega. Al no encontrar ninguna grabación
de ésta versión, damos por hecho que se trata de distinta melodía para una
letra popular, recogida del cancionero realizado por Eduardo Martínez Torner nº
90, o del Cancionero Popular Infantil de Juan Hidalgo Montoya (pag 121).La
única certeza es que se trata de un tradicional anterior al nacimiento de Julio
Domínguez (1965), que adornan los “arreglistas” y enriquecen armónicamente. El
“Chalaneru” fue interpretado a continuación para terminar esta visita a los
verdes “praus” de Cantabria. Esta canción lavianesa, tiene distintas versiones. La cántabra es distinta a la leonesa en cuanto a letra. La versión leonesa
incide en aspectos rítmicos y de Reconquista, mientras la versión asturiana esta
más cerca de lo amoroso y lo pagano. La música es la misma. El grupo leones “La
Braña” tiene una grabación. Incluso Joan Baez destila una versión de este
tradicional.
“Ya se van los quintos madre” con
arreglos de la extremeña Carmen Perez-Coca, directora del coro de la UEX, siguió en el orden del programa. Quizas la obra más popular y reconocible para el público.
Emil Cosseto enriqueció el popular “Zorongo” que ya rescatase Federico García Lorca. Autor de música coral y óperas (entre otras) bebe del folklore croata, sefardí o en este caso, del más “jondo” sentimiento andaluz.
las flores no valen nada;
lo que valen son tus brazos
cuando de noche me abrazas
El zorongo fue un baile en boga
durante la época de la tonadilla. Se hizo popular entre las agrupaciones
zámbricas del Sacromonte en Granada. Lorca lo recopiló en su colección de
canciones populares antiguas, haciendo unos arreglos para voz y piano. Esta versión para piano a cuatro manos (Alberto Pérez y Jose Luis Perez Romero),
solista y coro mixto, hicieron las
delicias del público asistente. Esta joya del siglo XVI,
pintada por Antón Madrid, servía de telón de fondo a la subyugante
interpretación. Unos momentos inolvidables para quienes tuvieron la suerte de
asistir. Felicitaciones para las tres solistas: Carmen Becerra, Macarena Rivas
y Vicenta Mata. Reiterar la estimable aportación cultural de Amadeus al acervo
cultural extremeño, rescatando partituras, divulgando armonías y ennobleciendo espacios tan notables como esta iglesia del Salvador con su hermoso retablo
tardomedieval. Enhorabuena. La próxima cita de Amadeus en Guadalupe constará de
obras inéditas del archivo del monasterio. Una propuesta irrepetible en un
ámbito único. Todavía están a tiempo.
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