El Concierto
que ofreció el Coro Amadeus en el hermoso Salón Plenos de la Diputación de
Badajoz, supone el epílogo del Ciclo “Carmina Antiqva”. El programa posee el
atractivo de estrenar obras rescatadas de los archivos del Monasterio de
Guadalupe. Partituras nacidas en nuestro terruño y ahora sacadas a la luz, tras
arduo (y con certeza satisfactorio) trabajo. Uno de los grandes compositores
del Renacimiento y de la música sacra española; el sevillano Francisco
Guerrero; principió la interpretación de Amadeus con el “Dúo Seraphim”, de
reposado concepto y hermosas melismas. Se aprecian en esta obra ese recogimiento
místico característico del autor, amante de las texturas homofónicas, que en
este motete; de motivos bíblicos; alcanza momentos sublimes, interpretados por la
habitual calidad y empaste vocal del coro. Para este programa; casi monográfico
de autores de vocación religiosa; salvo Palestrina que estaba casado; la
agrupación eligió atrevidas armonías a ocho voces o dos coros. El motete
permite un mayor grado de libertad artística al autor, condición que casi lo convirtió en un género experimental en la polifonía religiosa, al que Josquin des Prés
daría el formato definitivo. La Escuela Veneciana utilizaría el Motete
policoral con creación de efectos espaciales, ecos, etc. Guerrero fue un
maestro en estas lides, dejando a la posteridad más de un centenar de Motetes. Guerrero
había jugado con la fiesta de la “Trinidad“ para elegir “tres” coros y doce
voces para este texto.
Sanctus Dominus Deus Saboath.
Plena est omnis terra gloria
ejus.
Tres sunt, qui testimonium dant in coelo:
Pater, Verbum et Spiritus Sanctus:
et hi tres unum sunt.
Sanctus Dominus Deus Sabaoth.
Francisco Guerrero es como un viaducto
histórico entre Morales (su maestro) y el autor de la siguiente obra del programa: Tomas
Luis de Victoria. Este abulense se encuentra llamando a las puertas del primer
Barroco, siendo alumno del siguiente
compositor a escena, el sublime Palestrina, cuyo estilo aprendió a
“plagiar”. Del primer libro de este clérigo: "Libro primero de Misas y Salmos," (Venecia. 1576), se interpretó la Antífona mariana “Salve Regina” (apenas
diferían en esta época del Motete) a ocho voces mixtas y doble coro. (Órgano
añadido en 1600). No hay división en partes ni alternancia con las invocaciones
gregorianas como si sucede en la Salve Regina a 5 del mismo año. Hay
alternancia entre versos cantados por un coro e imitativos (como “Et Jesum”) y
otros a dos coros (“Eia ergo”, “O Clemens”) en estilo homofónico. En algunas
referencias aparece esta obra como reseñada en el Segundo Libro, dedicado al
Príncipe de Baviera, publicado en Venecia (Ángel Gadán) en 1576. Curiosamente
existe una adaptación anónima para laúd, de un manuscrito del siglo XVII.

Se
trata de una obra hermosa y densa, resuelta por la agrupación con brillantez y
profundo sentimiento. Nada extraño teniendo en cuenta el pensamiento musical de
Victoria, cuya arquitectura musical; pulida una y otra vez; estaba dirigida “ad
Dei Gloriam majorem”. El resultado es esta enorme y atemporal pieza de
polifonía litúrgica, donde se utilizan pasajes grandiosos con los recursos de
ambos coros, contrastes y secciones que manejan pocas voces, y que el autor
dividió en siete secciones. El Oficio Divino era menos florido y tenía menos
piezas polifónicas en la época de Victoria, un autor que prefiere construir la
música sobre fuentes "regocijantes e implorantes antes que sobre la gravedad y
el dolor".

Los Motetes del prolífico
Palestrina se caracterizan por destilar estados de ánimo y utilizar variedad de
técnicas. El coro hizo una hermosa interpretación de uno de sus "laudates, el difícilmente escuchado “Laudate Dominun in sanctis eius”. Palestrina logró
conjugar la estética del gregoriano con la técnica francoflamenca en un
concepto claramente reformista y “trentiano” de lo musical.
La “segunda” parte del Concierto
regaló al respetable la rescatada obra de
Fray Melchor de Montemayor, conocido para el mundo como Melchor Cabello,
uno de los compositores que actuaron en la Catedral de las Palmas y el más
antiguo del que se conserva la música en este recinto. De este organista jerónimo,
que tomó los hábitos a los 28 años, se
desgranaron dos obras el responsorio “In Manus Tuas” y el invitatorio de
Navidad “Christus Natus est Nobis”. Dedicado a la labor de componer y enseñar
música, tuvo muchos discípulos, dándose por completo a la música y a permanecer
en su celda. Su obra se recoge en cuatro volúmenes de atril, que desaparecieron
del Monasterio de Guadalupe. Existen obras en El Escorial y publicadas por Hilarión Eslava en la Lira Sacro-Hispana. Polifonista y policoralista con cerca de medio millar
de obras. Alguna de marcado interés folklórico, componía cada año villancicos
para los músicos de su capilla. Fue reemplazado en Las Palmas por Joaquín García
que llegaba con desenfadadas partituras de aroma diechicochesca. Sobre su persona de encuentran diversos
errores históricos como “que tomo el hábito a avanzada edad” y otros en los que por la
particularidad del contexto, no nos extenderemos.
Estilísticamente el concierto da
un quiebro con la incorporación de obras condicionadas a la temática “popular,”
en villancicos con tono a lo divino. Se
aleja un poco de la majestuosidad de las obras de Palestrina o Victoria para
acercarse a la “chanza” con todo su
concepto festivo y “ligero”. La ornamentación, con incorporación del clave
(Jose Luis Pérez) y de los violines (Marutxa Vázquez/Miguel A. Navarro) contiene
instantes con un “aire” netamente barroco. Especialmente emotivo el estribillo
“Eso de quedar iguales, amo y criado”. Un paso más en esa obra que lleva a cabo
esta agrupación en la recuperación de nuestras raíces musicales.
Fray Manuel del Pilar está
considerado el compositor de mayor fecundidad creativa del XVIII en Guadalupe. Sobre
él también existen errores históricos como nacerlo de Zamora, cuando era de
Aliaga, (Teruel). Con 300 obras conservadas, las cuales incluyen 36 cantadas de
Navidad donde experimenta en el terreno de la tonalidad. Alonso Gómez extrae, directamente de los manuscritos originales, los villancicos “Un Maestro de
Capilla” y “A Belén a ver al Niño”, compuestos por este “Manuel Piquer” de
mundano nombre. Ya el Coro de la UEX había grabado obras de estos dos maestros
jerónimos en su CD del 2006. Este autor recorre con facilidad todas las partes
de la liturgia, villancicos, letanías, vísperas etc. También fue un notable
poeta y letrista. Al día siguiente la agrupación partía para el Monasterio de
Guadalupe. Escuchar estas composiciones revividas en el lugar donde se gestaron después de tantos siglos, es sin duda, una experiencia inolvidable.
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