Alejandro Pachón y Pascal Gaigne |
Un programa ecléctico, grato y
celebrado por el público el que desarrolló la OEX,
bajo la experta batuta en estas lides, del director invitado:David Hernando. La
composición de Roque Baños “Balada Triste de Trompeta” abrió el concierto. Esta
es una banda sonora portentosa, cuidadada, de reminiscencias hermannianas. La OEX extrajo con pericia esas dos líneas con las que juega el sounddtrack. La poética intensa (en
cierto modo patética), y lo implacable del
motivo obsesivo, manejando el dramatismo y romanticismo enfermizo a partes iguales.
Un duelo musical devastador y valleinclanesco.
Como una pintura negra de Goya.
La delicadeza de “Loreak” llenó el salón del Palacio de
Congresos de Badajoz. Esta es una banda sonora escasamente narrativa. Más
emocional y poética que discursiva. A nivel de epidermis, con ese leitmotiv que
va floreciendo a delicadas pinceladas. El poliédrico compositor Pascal Gaigne
se encontraba entre el público y recibió un “Onofre” entregado por el
director del Festival: Alejandro Pachón.
A continuación la orquesta interpretó
“Lasa y Zabala”, una partitura descriptiva, vigorosa, con evocaciones de Morricone; en estructura y finalidad;
extrayendo un sonido poderoso, compacto y de intenso dramatismo.
“El Elegido”, de Arnau Bataller, gira alrededor de un tema principal
que crece en dramatismo. Una sugerente partitura
Un cambio de tercio lleva al
mundo de la animación, con una escritura de Zacarías Martínez de la Riva que fagocita
los códigos del cine de aventura y los seriales. “Las aventuras de Tadeo Jones” y “El Secreto del Rey Midas” recibieron la lectura descriptiva y el énfasis
que solicita el soundtrack, sin perder
esa faceta lúdica y de divertimento de un género con sus propios estilemas:
peligro, sustos, épica, etc. Notable resolución de las diferentes líneas que requiere
el pentagrama.
A continuación la agrupación
entraba en el territorio de lo mítico con la obra maestra de Max Steiner “Lo que el viento se llevó”. Steiner fue
uno de esos europeos que emigraron a Estados Unidos en una época en que los
estudios comienzan a apostar por compositores desconocidos y a alejarse de los “prestamos
musicales” de compositores clásicos. Esta partitura marcó un antes y un después
a la hora de componer para el cine. El público pudo disfrutar de los evocadores
acordes que; sin duda; rememoran a “Tara”.
La orquesta imprime una melancolía serena al intenso cromatismo de este poema
sinfónico, compuesto por el padre del leitmotiv
en la pantalla, exhibiendo su habitual empaste y elegancia.
Otro instante de gran emoción fue
la interpretación de “El oboe de Gabriel”, extraída de la película “La Misión. Una
de las composiciones más intensas y reconocibles del inmenso Ennio Morricone. El
oboísta extrajo (con férrea columna de aire) la delicadeza y el apasionado hechizo
de esta melodía. Inicio en los contrabajos y timbales, anunciando el tema
principal que primicia el oboísta. Acompaña la cuerda en suave
contrapunto melódico hasta crear una atmósfera emotiva, densa, suave. Una
hermosa coda final, bellamente concluida con el leve ritardando. Numerosos aplausos del público ante la belleza de la
ejecución.
David Hernando |
James Newton Howard dispuso de
escaso tiempo para componer su “King Kong”,
una obra (casi una elegía) sustentada en dos motivos musicales que se
alternan y combinan. La profunda y serena belleza, se mixtura con acordes que
causan inquietud y un poderoso hálito fantástico. La amenaza que representa la
isla está presente en este score, del que la orquesta extrae un sonido nítido,
compacto, para uno de los trabajos más difíciles del autor, a caballo entre el
sinfonismo de Williams y Goldsmith.
Alejandro Pachón y Pascal Gaigne |
Al británico Harry Gregson-Williams
le correspondió el honor de musicar algunas
de las obras de la heptalogía de C. S. Lewis “Las Crónicas de Narnia”. La espectacular composición se integró con
las imágenes, sin fuegos de artificio. Respetando el hálito épico y fantástico
del la obra genésica.
El epílogo del concierto estaba
reservado para uno de los grandes: John Williams. El compositor creó para Spielberg, una extensa suite, de asombrosa lucidez tonal. Una partitura a caballo entre el musical y el
ballet; con toques oníricos; en la que emplea toda una amalgama de géneros.
La experta batuta del conductor, David Hernando, extrajo hermosas pinceladas de la orquesta; nítida y equilibrada
en las familias; dentro de un programa que
permitía lucirse a todas las secciones. Certeros y emotivos los vientos. Intensa
y vibrante la percusión, con amplio despliegue de medios. Emotiva (o épica) la
cuerda, según lo solicitara la temática de la obra.
Todo un acierto del Festival Ibérico de Cinema y de la OEX la programación de estos conciertos.
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