Una
ligera brisa comenzaba a acariciar las laderas de la Alcazaba pacense, cuando
Pablo López se sentó al piano para dar comienzo
a un concierto potente, intenso y lleno del carisma del cantante malagueño.
Pablo lo mismo sirve para un roto que para un descosido, y se permite recordar
a Freddy Mercury y sus improvisaciones vocales o introducir la melodía de “La luna de miel,” (que popularizara
Gloria Lasso), para enlazarla con una de sus canciones. La noche acompañaba, el
entorno era de ensueño, y la breve afonía del cantante no deslució esta segunda
edición del Alcazaba Festival. El malagueño lo da todo sobe el escenario y con
su mera presencia, aún sin sentarse al piano, ya tenía ganados a todos los
seguidores que desde temprana hora
esperaban en la Puerta del Capitel. Gritos de “Pablo” “Pablo” y luego la locura, que alcanza su cenit en el
quinto tema cuando el cantante saca de su arsenal la bellísima “El
Patio”, una canción que habla de liberarse de los fantasmas, coreada por
un público que conocía las letras y las disfrutaba sílaba a sílaba. Frase a
frase. Un público que bailaba y se dejaba llevar por la magia del espectáculo,
que vivía con intensidad el mensaje de cada canción. “Santa Libertad” había llegado a Badajoz, y los espectadores estaban
dispuestos a que se quedara un buen rato el cantante, que estaba disfrutando de
la “impresionante” Alcazaba. La primera fila enloquece y “Sigue jugando ¿Qué más da? A estas alturas, Pablo López nos cuenta
que “ya no queda nada” y se ha metido
al publico en el bolsillo, haciéndolo cómplice de su alquimia, repartiendo
sentimientos y vivencias. Compartiendo y consiguiendo que todos coreen y disfruten
esta hermosa canción, convirtiéndose en “niños
con los pies descalzos”.
Más de 20 metros mide el impresionante escenario,
ocupado por el piano, guitarra, bajista y batería. Los músicos, acertados en
todo momento, arropados por las elaboradas proyecciones de maping y las reproducciones de las distintas canciones (con
elaborados iconos lumínicos) que se iban proyectando en base al tema cantado,
siendo una de las más celebradas “Mi gato”. En ella cuenta, que su
gato Freddy “es mejor persona que yo”.
Un tema emotivo, de una sensibilidad extraordinaria que sólo entenderán quienes
disfruten (o hayan perdido) de la compañía de uno de estos peludos, algo
egoístas e individualistas. La estructura de la canción es portentosa, con
ritmos quebrados, cambios de intensidad breve y pujante. Y una letra soberbia,
plena de metáforas, que los entregados espectadores disfrutaban y bailaban. A
partes iguales. Ya había aludido el cantante al hermoso entorno para “pasar la mejor noche de mi vida”, una
hermosa propuesta con diferentes cambios de ritmo, romántica, con una progresión
melódica que invita a acompañar al protagonista. Algo, que a estas alturas, ya
no hacía falta solicitar de un público, que conocía todos los pormenores de las
letras y aprovechaba los instantes musicales para aplaudir o gritar desaforadamente
el nombre del malagueño. “El Niño” es una historia
desgarrada, triste, desoladora, que Pablo López desgrana con el sentimiento que
es su marca de clase, consiguiendo esa magia que lo ha colocado en primera
línea de la música.
La canción “Vi”
comienza con un poderoso arpegio para
dar paso a un ritmo sincopado, dejando el estribillo para el público. Pablo posee
un sentido innato del tiempo, maneja los instantes, improvisa y pregunta ¿dime que me quedo yo? Una confesión sobre
el apoyo que el cantante David Bustamente le prestó cuando se encontraba sin
esperanzas.
Lo más destacado de este creador es su cercanía. Su bonhomía sobre
el escenario. La sensación de estar escuchando a alguien próximo, que derrocha
sentido del humor y enamora, golpea o
acaricia a su amante-piano, mientras bromea sobre temas cotidianos o sube a una
chica del público (María Galván) a cumplir su sueño de cantar con él. Un
ejercicio de humildad por parte del cantante y defendido con solvencia por la emocionada invitada. “El
Camino”, sirvió de tema central para la película: Ti Mai: Rumbo a Vietnam. Una balada intensa con una letra que
destila sabiduría emocional: “Y te juro
que vale la pena caerse y partirse la cara”, donde el cantante saca todo su
pellizco hablando del miedo a la perdida. DJ
Luigi (su hermano recibe el delicado homenaje de “El Incendio”. La brisa
va perdiendo su nombre, pero el público; ya ha rendido sus naves y apenas la
siente, entregado en ese incendio. La pasión y la entrega del cantante, que se
está dejando la voz en el intento.
Una historia, aparentemente banal, con desenfado
rítmico, que habla sobre un teléfono apagado (El Teléfono), deja una
vez más sobre el albero de la Alcazaba esas letras que misturan lo cotidiano
con lo poético, lo lírico con lo rutinario de forma magistral como esa frase de
ecos sabineros “por ser becario en la oficina del derroche”. Uno de los instantes más
intensos donde derrocha todo su saber hacer y ese feeling que tiene con el público,
lo dio un temazo como “Lo saben mis zapatos”. A lo largo de la noche se sucede la mezcla de
canciones de su nuevo álbum con trabajos anteriores.
La emocional “Lo
Imposible” habla de caos y derrota, de encuentros inesperados. Otro de
los aciertos musicales de este tercer álbum del cantante. Después, la
apoteosis. “Tu enemigo” sirve de denuncia y de catarsis para un público que
acompaña como coro improvisado. Pablo López exprime, reinventa y recrea la
canción, golpea el piano con su peculiar estilo. A estas alturas la “brisita”
ya no puede calificarse como tal y el cantante ha extraído todo el elixir de su
voz. Ha terminado el exorcismo emocional. La Alcazaba vuelve a señorearse del
instante mientras los últimos espectadores remolonean para retrasar el regreso
a lo cotidiano. Enhorabuena a la organización por esta segunda edición. Hasta
la próxima.
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