Concierto
Macabro forma parte de la trilogía sobre alienados del efectivo director John
Brahm. Junto a las andanzas del sicokiller y “presunto destripador” en “The
Lodger”, interpretada por el mismo actor, el gigantesco (en todos los sentidos)
Laird Cregar. Comparte las consecuencias derivadas de la locura con su otro
film: “The Locket”, donde la moda psicológica al uso en los estudios presenta
una femme fatal con traumas; estructurada como un juego de matrioskas; que en
sucesivos flashbacks van desvelando la desviación mental de Laraine Day. Laird
Cregar basa, como en otras ocasiones, su interpretación en la hipérbole y en un
controlado histrionismo. El Londres filmado por Joseph LaShelle, posee las
mismas características hechizantes que el presentado en “El Inquilino”, título
banalmente traducido en España como “Jack el Destripador”, los mismos
claroscuros, similares callejones habitados de niebla y siluetas en sombra. El
compositor interpretado por Cregar, padece una patología que se desencadena con
ruidos fuertes. Así como su personaje en “The Lodger” vertía su insanía sobre las
artistas de cabaret, desatada por un antinatural sentimiento filial. El inicio
del film, ese plano-grúa espectacular; precursor del mejor Welles; y el epílogo
con las notas de Bernard Herrmann, contrapunteando la locura que se apodera del
músico en el clímax, son excepcionales y de gran brillantez visual. El director
y el compositor utilizan notas disonantes para reflejar los instantes de
enajenación del protagonista.
El sonido estrepitoso activa la fase depredadora
de Bones, que se puede desatar con el eco de unos tubos que caen o unos
violines al derrumbarse. Entonces el soundtrack hace uso de la sección de
viento, con sonidos agudísimos, para transmitirnos el padecimiento del
protagonista y la aparición de esa otra personalidad alternativa; violenta y
homicida; que convive con él. Georges Sanders ya había trabajado con Cregar en
la anterior película, aunque en aquella era un inspector de policía con métodos
anacrónicos, que recogía huellas de un vaso años antes de que se crease la
dactiloscopia. Aquí es un psiquiatra que colabora con Scotland Yarda utiliza
una incipiente criminología y teorías vienesas sobre el subconsciente. La
cámara muestra las transformaciones de músico, trasunto del Dr. Jeckyll,
siempre en contrapicado o en primeros planos tortuosos (la especialidad de
Cregar).
El papel de “atracción fatal” que en “The Lodger” estaba reservado a
la casquivana Merle Oberon, lo retoma la mantis religiosa Linda Darnell, en
blanco y negro de alto contraste. Inolvidable su recreación de la cantante “Chihuahua”
en “Pasión de los Fuertes”. El personaje de la femme fatale, Netta, fue
solicitado y después rechazado por la Dietrich. La película está rodeada de un
aura de malditismo, debido a que Darnell murió en un incendio como el músico del film, Laird
Cregar murió antes del estreno debido a una dieta (aconsejado por Merle Oberon)
perdiéndose un futuro icono del cine de terror. Georges Sanders se suicidaría
como había profetizado “antes de los 65 años”. La amoralidad de la cantante
manipula al desgraciado compositor, para que le escriba canciones con falsas
promesas amorosas. John Brahm juega con angulaciones innovadoras y la cámara
transmite inquietud y malestar, apoyada en la sorprendente (y casi
expresionista) fotografía de Joseph LaShelle. El colofón lo pone el irrepetible
soundtrack, firmado por un Bernard Herrmann “prehitchcockiano”.
Sobre el director
de fotografía, reseñar algunas de las producciones que contaron con su exposímetro:
Laura, El Largo y Cálido Verano, El Apartamento, Descalzos por el Parque, Irma
la Dulce, Marty. El listado es impresionante. Mientras Georges Bones (Laird
Cregar) desperdicia su talento componiendo canciones para la cabaretera, en
lugar del “Concierto” que da nombre al film, su novia (Faye Marlowe) le sigue
apoyando para que culmine su obra. Magna. Esta es la primera vez que aparece en
pantalla el icónico “Guy Fawkes” (la máscara de “V de Vendetta”). La escena de
la noche del 5 de Noviembre, cuando las hogueras (Bonfire Night) terminan con
las efigies y monigotes del frustrado conspirador católico que trato de volar el
parlamento inglés, es una de las mejor narradas. Destaca el fantasmagórico encuentro
del compositor con los muchachos que llevan en un carro el monigote de paja
para su incineración. El guión al igual que sucediera en “The Lodger” es del
siempre eficiente Barré Lyndon, quien firma una historia de terror victoriano.
Esta corriente fílmica, nació con la pretensión de la MGM y Fox de enfrentarse
al “Terror Gótico” propugnado por la “Universal” y sus monstruos clásicos. El
argumento, extraído de "Hangover Square or the Man with Two Minds" de
Patrick Hamilton fue cambiado de 1941; fecha en que se desarrollaba; a los
neblinosos y sombríos callejones victorianos. También se obvió gran parte del mensaje socio-político que
esbozaba la novela. Tras los créditos de apertura aparecen los rótulos: Esta es la historia de George Harvey Bones,
que residía en el número 12 de la Hangover Square, Londres SW en la primera
parte del siglo XX. El catálogo de la música británica lo incluye como un
distinguido compositor...
La
narración original de Patrick Hamilton es una comedia de humor negro. Considerada
la mejor creación del autor, se acerca a temas como el ascenso del fascismo, la
desigualdad social y la Segunda Guerra Mundial, aspectos lógicamente
desaparecidos del guión de la película. Otra característica eliminada en el
guión, es el alcoholismo del músico Bones (Cregar). El mismo título es un juego
de palabras. “Hangover Square” fue una zona de establecimientos de bebidas
nocturnas (Plaza de la Resaca). Patrick Hamilton gozó de popularidad en vida,
aunque durante un tiempo sólo fue recordado por los arreglos de sus obras para
la pantalla: las adaptaciones de “La Soga” (Alfred Hitchcock) o “Luz de Gas”. Basada
ésta en la pieza teatral del mismo título; con una sufridora Ingrid Bergman en
la versión de 1944; o Diana Wynyard digiriendo las maquinaciones de su marido,
en una trama más fiel al original que la dirigida por Georges Cukor.
La
película inglesa hubo de “retitularse “Ángel Street” en 1946, para evitar su
confusión con el remake estadounidense. La obra se hizo tan popular que se
tradujo en el término “gaslighting”,
o “hacer luz de gas a una persona”, es decir tratar de volverla loca. Esta
expresión sólo puede hallarse en diccionarios de uso del español como Clave o
Diccionario del Español Actual. El autor comenzó a ser revisitado a principios
del siglo XXI. Se rescató su concepto narrativo dickensiano, donde el Londres
de entreguerras, junto a la cultura de las clases populares y desfavorecidas, se
muestran con compasión, utilizando un amargo sentido del humor. Catálogo de pensiones
sórdidas, “bedsits” de mala muerte, hoteles menesterosos y personas desubicadas,
desfilan por las páginas. En sus folios casi se puede oler la ginebra o el aroma
de sórdidos pubs, donde la jerga campa a sus anchas. Patrick había pasado su
infancia en casas de huéspedes. Con un padre alcohólico, sin educación escolar
(a los quince años terminó) y una madre de tendencias suicidas. Incluso se
enamoró de una prostituta del Soho, en una relación demoledora y malsana que
reflejó en “La Campana de Medianoche”. Caldo de cultivo literario para esas
otras “chicas” que aparecen en las películas citadas. Aunque los códigos de la
época impedían mostrar mas sordidez o patología en las relaciones, y las
convierten en cabareteras, cantantes o bailarinas. Intelectual marxista, nunca
se hizo miembro formal del Partido, pero se reflejó en la soledad y
desesperanza de sus personajes, en los murmullos de borrachos, en la comuna de
los bares, en el anonimato de la ciudad.
Es un activista de la palabra, aunque
su obra “Impromptu in Moribundia”; ariete contra la cultura burguesa y radical
sátira social; se camufle de fábula distópica. “Hangover Square” es una obra de
madurez que se abre con la descripción de un episodio esquizofrénico. Argot
británico para la forma en que un bebedor siente la mañana siguiente, como en
"dar un paseo por la resaca cuadrado". Narración sombría,
autobiográfica, sobre un dipsómano que sufre episodios de disociación
esquizoide (respetados en el guión cinematográfico), que se obsesiona con el
afecto de Netta, actriz fracasada. La novela está considerada como uno de los
más penetrantes estudios sobre la adicción al alcohol; trastorno que desaparece
en la versión fílmica; junto a otras obras en clave etílica como la celebrada “Bajo
el Volcán”. Fue el mismo Laird Cregar, amante de la novela original, quien
animó a Fox para comprar los derechos. Pero la productora, para recrear el
éxito obtenido el año anterior con “The Lodger”, realizó cambios en el
argumento como la época en que se desarrolla. Cregar lucho por que le permitieran
escribir la partitura de la película. También era músico (toca el piano en el
metraje) y tenía un claro olfato de las
posibilidades que prometía le empresa. El mismo director Stephen Sondheim, cita
esta banda sonora como inspiración de su musical “Sweeney Tood”, ya que cuando
era un niño acudió a una proyección. En ella se planteó (visionariamente), si sería
posible que los protagonistas cantaran mientras ejecutaban sus villanías. El
resultado forma parte de la historia del cine.
Banda Sonora
Para
un compositor de cine, escribir una pieza como “Concierto Macabro” supone una
campo de creación ingente y satisfactorio. Herrmann compuso una obra virtuosa. Influida
por el estilo de Listz (comprimiendo Scherzo y Adagio en un desarrollo
central). Es una partitura de un romanticismo enfermizo, intensa, que utiliza
notas truculentas y rupturas inesperadas. Tormentosa e inolvidable. Los acordes
sirven de viaje iniciático por la psique del perturbado Bones (Laird Cregar),
las notas se adentran en los abismos del alma del protagonista y son reflejo de
su suplicio interior. El autor hace uso de la sección de cuerda, que responde a
los acordes disonantes y bruscos del teclado. La casualidad también juega su
baza en estas lides. Es difícil adivinar que hubiera creado otro músico para
otra imaginaria banda sonora. El destino eligió al más apropiado para recrear esa
atmósfera turbia, nebulosa y malsana del cerebro de Bones. El compositor que
mejor podía ilustrar el descenso a la locura del personaje. Aunque el
pentagrama no es más que otro trazo en un hermoso tapiz, en el cual las interpretaciones,
fotografía y guión, se aúnan para converger en un clásico del thriller psicológico.
Herrmann se convirtió en uno de los compositores más innovadores de su tiempo.
Siempre serán referentes sus aportaciones al universo hitchconiano (Psicosis,
Marnie la Ladrona, Vértigo), pero sus notaciones enriquecieron e hicieron
inolvidables los soundtrack de otras obras como “Ciudadano Kane”, la “aparentemente”
romántica BSO de “Alma Rebelde” y su extraordinaria creación para “El Fantasma
y la Señora Muir”. Ambas impregnadas de desconsuelo y nostalgia. Pueden
encontrarse concomitancias con la música utilizada en “Concierto de Varsovia”, obra compuesto por R.
Addinsell (Adiós, Mr Chip, El Príncipe y la Corista), para la película
“Dangerous Moonlight” (1941), donde un piloto de guerra interpreta esta pieza
(claramente inspirada en las señas estilísticas de Rajmáninov), en cuyo éxito
puede haberse inspirado Herrmann. Aunque acusado de defecto estructural y
levemente estereotipado, este “Concierto de Varsovia” (con un solo Movimiento),
de grandes gestos románticos y armonías indulgentes, consiguió un éxito sin
precedentes. Con Addinsell parece nacer el estilo de incorporar partituras
“emulando la música clásica” a las películas. En esto Herrmann se convirtió en un maestro,
en un Caravaggio de la partitura, expresando la oscuridad y la luz del
personaje. En cierto modo “Concierto Macabro” es un anticipo de lo que iba a
hacer Herrmann años después en “El Hombre que Sabía Demasiado”: un clímax
central sonoro que se mixtura con la dramaturgia. La mejor grabación hasta hoy de
esta BSO, es RCA, con Joaquin Achucarro al piano. En los créditos, se acredita
al pianista Ignace Hilsberg como el intérprete de la grabación para la
pantalla.
Las
aportaciones de Herrmann al mundo de la Banda Sonora son de una magnitud e
innovación irrepetible. En “The Day the Herat Stood Still” utiliza el
“theremin”, uno de los primero instrumentos electrónicos, que imita una
hibridación entre violonchelo y voz humana. La amenaza, procedente del espacio,
era representada por dos de estos instrumentos que le aportaban una atmósfera
futurista. Para la controvertida “Twisted Nerve” (1968); con una sensacional
Hayley Mills; utilizó el silbido como referencia. Este seria retomado en “Kill
Bill”, durante la escena del hospital y en algunos episodios de “American
Horror Story”. Su creación para el film de culto “Psicosis”, ha pasado a la
historia, por su utilización de chirridos para violín, viola y violonchelo. Con
los violines tocados en arco alto, habitado de influencias de Shostakóvich, que
consiguieron que se le duplicara el sueldo. Originalmente las escenas, debían
prescindir de música según el director británico. Hasta que escuchó lo que había
compuesto Bernard Herrmann, y su genial argumento de que no debía haber
secciones de metal, ni madera, tan solo cuerda, ya que el film era en blanco y
negro. Por no hablar de las cuatro notas repetidas obsesivamente, con distintos
arreglos minimalistas, para la desasosegadora “Cape Fear”, con un Mitchum en
estado de gloria.
Una
de las características innovadoras de “Concierto Macabro”, es su juego con la
música diegética y extradiegética. La melodía suena a tiempo real cuando el
pianista la toca y forma parte también del resto de secuencias en modo
extradiegético. Su primer uso en el cine de estas “bandas sonoras sinfónicas”
fue (probablemente) en el “Concierto de Varsovia”, de fuerte inspiración en la
“Rapsodia sobre un tema de Paganini” y los dos primeros conciertos de Sergei
Rachmanivov. Con el nacimiento de esta tendencia de introducir conciertos
originales en las películas, nace una nueva época que el locutor Steve Race
bautizó como los “Conciertos de Denham”, ya que en esta localidad se hallaba la
productora de Alexander Korda.
Un híbrido entre la oscuridad de la sala de cine
y la de conciertos. Bernard Herrmann era un anglófilo y le fascinaban estas
historias eduardianas de salones elegantes, damas encorsetadas y luces de neón,
que ocultan sótanos lóbregos y mentes tortuosas. No es de extrañar el catálogo
de sonoridades morbosas, notas ponzoñosas y oscuridad, que alcanzan una fusión
absoluta entre partitura y fotogramas en el inolvidable plano final, donde Bone
(Laird Cregar) totalmente alienado, disociada su mente. Muere como un Nerón,
rodeado de llamas, interpretando su obra. Es uno de los pocos conciertos para
piano que concluyen con el sonido del instrumento solo. Sin el tradicional acompañamiento
de orquesta.
No
es de extrañar que se comentara que el director había filmado la música y no el
guión. Sesenta años después continuaba esta “moda”. En la película “La Última
Primavera”, se aplican los cánones de este subgénero del melodrama. De este
modo intenta glosar diegéticamente el drama, al mismo tiempo que con la
aplicación de la forma concertística, pretenden dotar de verosimilitud
histórica a la obra. Fue el compositor británico Nigel Hess, el que creó la “Fantasía
para Violín y Orquesta” para la secuencia final en el solemne Royal Albert Hall
londinense. Añadiendo una creación propia, en lugar de utilizar un Movimiento
extraído de alguna partitura clásica. El compositor optó por el oboe y la
trompa para preludiar el tema de violín, y utiliza trompas en los últimos
compases en una melodía de aire gallardo, de cierta querencia centroeuropea.
El
resto del soundtrack de “Hangover Square” regala apreciables canciones,
interpretadas por Linda Darnell, que también era bailarina cantante.
So
Close to Paradise:
De
Lionel Newman (Cleopatra, En Busca del Amor, El Largo y Cálido Verano)
Tema
Romántico que termina de forma potente. Netta lo comienza “a capella” dentro
del carruaje. “Podríamos estirar la mano y coger una estrella...”Se introduce la
cuerda y pasa a enlazar como música extradiegética; interpretada en el piano; para
después volver a ser diegética. Un recurso muy bien utilizado durante todo el
metraje
All
for you. Todo por ti.
Es
la típica canción de musical de melodía romántica y de la que apenas se esboza
un fragmento al piano, cuando Netta le insiste a Bones que transforme su
melodía para ella.
Linda
Darnell: intérprete
Lionel
Newman: compositor
Charles
Henderson: escritor
Gay love. Es el título de la opereta que compone Bones, pero
realmente no se escucha en ningún momento, por más que intente el espectador
buscarla. Tan solo aparece el título en un cartel. Ignoro porque está incluida
e la BSO.
Have you seen joe? Has visto a Joe
Es
una canción de taberna al piano, para ser coreada en el estribillo por los
parroquianos con letra satírica y picaresca.
Has visto a Joe? / Donde diablos está? / Pero yo se y tu sabes que está
en el trullo..
Linda Darnell: intérprete
Lionel Newman: compositor
Charles Henderson: escritor
Wedding
of the winds. (Waltz).
Netta
consigue que Bones cambie a tiempo de vals un retazo de su obra orquestal. La
canción diegética pasa a ser melodía externa en una escena donde colocan los
carteles de la actuación de la cabaretera. Es de las escasas obras de esta
película que se pueden encontrar en grabaciones o en la Red. Con múltiples
versiones, este vals aliterativo es muy popular en orquestas, incluso para
acompañamientos de clows o música de trapecio. De hecho aparece en la película
“Trapecio” con Burt Lancaster y en "La Parada de los Monstruos" entre otras películas. Su autor fue John T. Newcomer, que la publicó en
1899 bajo el seudónimo de John T. Hall, terminaría en la Penitencia de Atlanta,
condenado por fraude musical. Hall convocaba concursos para letristas como el
“Concurso de la Canción Popular para Letristas” ofreciendo a cambio del premio,
musicar la letra. Pero todos los miles de aspirantes eran ganadores, ya que
cobraba a cada uno como si fuesen ganadores individuales, sin componer nada
después. Un avispado negociante que seguiría componiendo entre rejas.
Why do they wake me up so
early in the morning?
Lionel
Newman: compositor
Charles
Henderson: escritor
Es
necesario realizar un catálogo y revisitación de estas excelentes canciones que
habitan a la sombra de las bandas sonora, y que en algunos casos son casi
imposibles de encontrar en grabaciones.
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