Ludwig
van Beethoven. Sinfonía nº 2 en re mayor, op.36 (1802)
Ludwig
van Beethoven. Egmont, op.84 (1810)
Carmen Solís, soprano
Alberto Amarilla, dramaturgia y
narración
Álvaro Albiach, director. Orquesta de
Extremadura.
La OEX
supo imprimir la intención ligera y transparente textura que solicita la obra,
delineando una sinfonía lúdica, extrovertida y esplendente.
Carmen Solís |
Al contrario de lo que debía esperarse
de la situación anímica del compositor; es decir una obra de una coloración
dramática oscura, preñada de turbulentas pasiones y angustia existencial; el
autor consiguió transformar en música el hermoso paisaje que observaba desde su
ventana. El resultado fue su sinfonía más resplandeciente.
Beethoven eliminó el típico “minuet” tan
al uso en la época, insuflando energía a la composición con un “scherzo”.
La orquesta resolvió con intensidad el
largo Adagio molto y las exigencias
de figuración en la cuerda, la solemnidad del Segundo y el concepto bitemático del Tercero, al que los músicos dotan de un carácter romántico, dulce y
reposado. El Tercero, apenas tiene
tema y solicita un carácter lúdico de danza popular.
El Allegro
Molto tiene una grafía dramática, con tensión entre el modo mayor y menor. Con
pausas insólitas, resueltas con soltura.
Alberto Amarilla |
Certero este exigente y bellísimo Rondó, con calidez sonora y carácter vibrante,
intrusiones de los violines y un romántico y etéreo horizonte, dibujado por
oboes y fagot.
La elección del Egmont
supone un gran riesgo artístico. A la dureza de expresividad del “lied”, su
renuncia al virtuosismo belcantiano (que a cambio lo convierte en el mejor
vehículo del sentimiento romántico), hay que añadir el desconocimiento por
parte del respetable de la enjundia de la historia ¿Cuántos de los espectadores
sabrían quien fue Guillermo de Orange? Los resultados no hubieran sido muy
optimistas. En cuando al Duque de Alba, seguramente conocerían el apellido por
asuntos totalmente ajenos a la historia.
La narración de Alberto Amarilla (Mar adentro, El Camino de los Ingleses),
consigue elevarse sobre este escollo cultural con una limpia declamación, plena
de inflexiones e intensidad dramática. Un potente relato que sirve de hilo
conductor a la tragedia que se desarrolla sobre el escenario.
Este poema sinfónico está llena de
prototipos beethovenianos como el libertador, la mujer héroe, la opresión, los
pérfidos enemigos (en este caso, españoles).
Posiblemente el alemán tuvo como modelo
para componer su Egmont el Julio
César de Shakespeare.
La orquesta atrapa de forma muy densa la
atmósfera trágica y de acento patético en el sostenuto ma non tropo, un ritmo de zarabanda hispana que
representa al opresor. Un acorde unísono y una larga melodía de viento-madera,
apoyado por el ritmo obsesivo del bajo y los timbales.
Carmen Solís ha demostrado sobradamente ser
una cantante versátil. “Lo mismo sirve pá
un roto que pá un descosío”. El lied es una propuesta intelectual, precisa
de una voz muy clara y una buena pronunciación. Amén de la dificultad para
extraer emociones a un idioma como el alemán. Los lieder interpretados en Egmont
son atípicos, ya que precisan la proyección para traspasar la orquesta y no la
cercanía del piano, que permite más matices, una emisión más suave y
naturalidad. Y sobre todo introducirse en el texto.
Añadamos la dificultad de que en alemán
los grupos de consonantes se deben anticipar un poco al pulso para que sea la
vocal la que caiga sobre el tiempo y aquellas puedan entenderse mejor, sin olvidar los
“golpes de glotis”.
La soprano, generosa y de intenso dramatismo, desgranó los dos lieder que vertebran esta obra: "Die Trommel gerühret", donde Clarita suspira por no poder aparentar ser hombre, evoca el redoble de los tambores y los sones de instrumentos de viento que acompañan a Egmont en el campo de batalla y sirvió, sin duda, de inspiración a Mahler para sus posteriores obras de temática soldadesca y Freudvoll pund Leidvoll. Ésta Página vocal bien puede relacionarse con el papel teatral y musical de Fidelio, la heroína de la única ópera de Beethoven. Como buen teutón, el compositor resuelve el asunto con prontitud y economía de medios, dejándonos con la miel en los labios, aguardando un inexistente desarrollo, algo más verdiano, del personaje femenino en lo vocal y lo dramático.
La agrupación atacó el ebrio y tenso Allego con brío, desembocando en esa evocación del fragor de una batalla, sostenido por la palpitación del bajo y los brillantes timbales. Después del tema de violas y chelos, una soberbia fanfarria final con crescendo de violines y repique de trompetas, donde los acordes conquistadores figuran el triunfo definitivo de los ideales heroicos.
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